Las bases de la CNTE y Morena han puesto sobre la mesa la necesidad candente de organizar una huelga general en respuesta a los ataques de la burguesía. En la tercera Asamblea Popular-Magisterial, celebrada en el local nacional de la CNTE el pasado 21 de septiembre, el debate introducido por los profesores, provenientes de 23 estados del país, estuvo dominado por la necesidad de profundizar la lucha contra la reforma educativa y contra la privatización de Pemex, a partir de organizar una huelga general. Un día después, en el mitin convocado por Morena sobre la Avenida Reforma, miles de asistentes interrumpieron el discurso de Andrés Manuel al grito de ¡Paro Nacional, Paro Nacional! Ha sido tal el efecto de esta arremetida de las bases de Morena que la misma circunstancia se repitió el martes 24 en otro mitin de Morena en la delegación Tlalpan, donde Andrés Manuel se vio obligado a plantear: "También me piden ¡paro nacional! yo quiero, lo digo de manera respetuosa y para eso están las redes sociales, que me vayan diciendo, que me vayan describiendo qué significa lo de paro nacional”.

Los miembros de la Tendencia Marxista Militante, impulsores de la táctica de la huelga general, exponemos a continuación nuestra contribución al debate sobre la necesidad imperiosa de que los dirigentes de Morena y la CNTE adopten las medidas necesarias para preparar una huelga general contra los ataques de la derecha.

Qué es la huelga general

La huelga general es un método de lucha tradicional del proletariado –especialmente del proletariado industrial- que surge de la posición que naturalmente ocupa en la sociedad capitalista, como el único productor de riqueza (plusvalía), a partir de que opera, por medio de su trabajo, las fuerzas productivas indispensables para el funcionamiento de la sociedad. La huelga general, por lo tanto, es una táctica de lucha que surge de las condiciones materiales mismas de la sociedad burguesa, donde el proletariado, al mismo tiempo que es el sector más explotado por el capitalismo, contradictoriamente tiene en sus manos la forma más efectiva de lucha, la que ejerce una presión más directa sobre los cimientos económicos de la burguesía y sobre su aparato de dominación social; el Estado.

La huelga general demuestra en la práctica el poder que tiene el proletariado en la sociedad, ya que sin su permiso nada se mueve, ni se crea ningún tipo de ganancia; esta conclusión ejerce un poderoso impulso en la conciencia política de los trabajadores. A lo largo de la historia hemos visto como una huelga general que comienza reivindicando una demanda concreta; como salario o mejores condiciones laborales, trasciende a una lucha radical en contra del sistema en su conjunto. Por ello mismo no es casualidad que la huelga general esté unida y vinculada a luchas de carácter revolucionario que han terminado por derrocar a presidentes, dictaduras y regímenes sociales enteros. El poder de la huelga general reside en que unifica la fuerza de los trabajadores; incide en los cimientos económicos del sistema; desnuda al Estado como una fuerza impotente frente a la acción unificada y organizada del proletariado y lo más importante: tiende a crear una conciencia revolucionaria entre los sectores más explotados. Ante la huelga general la burguesía se ve presionada por solucionar las demandas inmediatas del movimiento, antes de que su conciencia revolucionaria madure y ya no se conforme con la resolución de las demandas iniciales, sino que el movimiento plantee otras más desafiantes contra el capitalismo en su conjunto.

La experiencia de la huelga general en México y América Latina

La táctica de la huelga general ha jugado un papel destacado en la historia de la lucha de clases de América Latina, uno de los ejemplos más sobresalientes es el de la huelga general de 1958 en la Habana, que dio un impulso decisivo a la Revolución Cubana. En la historia de nuestro país también han sido las huelgas generales factores determinantes para arrancarle triunfos sustantivos a la clase dominante. Fue la huelga general de 1916, en un contexto de revolución social, el acontecimiento que influyó decisivamente en el contenido social de la constitución de 1917, en su momento, una de las más progresistas a nivel mundial. Otro ejemplo, es la huelga general de los petroleros en 1937 (antecedida de las huelgas generales de los ferrocarrileros) y su tenacidad para extenderla con connotaciones revolucionarias, lo que condujo a Cárdenas a decretar la expropiación de las compañías extranjeras. Así lo relata Valentín Campa en sus memorias:

“Ante la resistencia de las compañías imperialistas el sindicato emplazó a huelga general, la cual se declaró el 29 de mayo de 1937, en ella participaron los quince mil obreros y empleados de la industria…

En esta primera etapa Cárdenas tenía dudas y, aunque ya al nacionalizar los Ferrocarriles Nacionales de México había apuntado la idea de que la industria petrolera debía seguir el mismo camino, en momentos parecía titubear. Sin embargo, el empuje mayoritario progresista del país, en concreto el movimiento sindical y específicamente el de los petroleros, decididos a llegar a la huelga general con objeto de obligar a las empresas a firmar el contrato único, condujo a que Cárdenas propusiera que (…) sino concedían las demandas justas de los petroleros, él plantearía su nacionalización.”

En la última década también ha sido la huelga general una táctica de lucha protagónica en América Latina. Destacan las diferentes huelgas generales en Bolivia en 2000, 2003, y 2005 que iniciaron con la consigna de evitar la privatización del agua y en los años posteriores se extendieron en fuerza y reivindicaciones hasta conseguir la caída del gobierno de Sánchez de Lozada, acontecimiento político que determinó el triunfo de Evo Morales en las elecciones del 2005. Otro caso fundamental fue la derrota del golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002, por una acción que en los hechos equivalió a una huelga general. Este triunfo también marcó un punto de inflexión en la historia del país al profundizar la llamada Revolución Bolivariana que por aquellas fechas impulsó a Chávez a plantearse la expropiación de la burguesía e impulsar el “socialismo del siglo XXI”. En estos ejemplos se comprueba que la huelga general no es un capricho sino que surge de la necesidad de la clase trabajadora por defenderse de los ataques radicales que le lanza la burguesía.

La huelga general toma cuerpo en acciones que combinan la lucha contra una situación específica con una ofensiva contra el conjunto del régimen. Otras luchas donde la huelga general fue el eje de acción del movimiento fue en la lucha por el derrocamiento de Fujimori en Perú (2000); durante las jornadas que derribaron a tres presidentes en Argentina (2000); en la lucha contra el fraude electoral en El Salvador que dio el triunfo al FMLN (2009); y en la lucha para derrotar el golpe de estado en Honduras contra Mel Zelaya(2009-2010).

En México, en los momentos de mayor algidez de la lucha de clases de los últimos años, el grito de huelga y paro nacional ha retumbado en manifestaciones y asambleas. Semanas antes de las elecciones del 2006 los mineros protagonizaron dos paros de todo el sector que animaron una convocatoria a paro nacional de los sindicatos de la UNT, CROC y CROM para dos semanas antes de las elecciones, que erróneamente se desconvocó de último momento. Durante la lucha contra el fraude la consigna más en boga fue la de ¡Huelga general! Ya en 2007, se conformó en el DF el Comité Nacional de Huelga, que agrupaba a diferentes sindicatos que impulsaban la convocatoria a un paro nacional. Un año después, ante el intento de Calderón de privatizar Pemex, el propio Andrés Manuel sometió a consideración del movimiento, en el Zócalo del DF, la realización de un paro nacional. Tras el decreto de extinción de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, en 2009, la consigna más demandada en las asambleas internas y movilizaciones del SME era la convocatoria a una huelga general; misma que asumió la dirigencia únicamente en el discurso, pero que en el mejor de los casos no pasaba de convocar desganadas “faltas colectivas” y marchas y más marchas. La clase trabajadora ha tenido que padecer el costo de que los dirigentes sindicales y de Morena no hayan pasado de los amagos a una campaña seria en pos de la huelga general.

El aspecto político y organizativo de la huelga general

La realización de la huelga general depende ante todo de que existan las condiciones políticas para su realización. En cuanto a los aspectos de carácter organizativo y técnico, aunque son importantes, únicamente las masas aprenden a resolverlos –y con gran habilidad- en la práctica misma y no antes. Pretextar la falta de “organización” para rehuir la agitación política en favor de la huelga y su organización en concreto, es un recurso que no pocas veces han utilizado los dirigentes faltos de visión política. Rosa Luxemburgo, en un texto clásico del marxismo (Huelga de masas, partido y sindicatos), respondía a estas tendencias:

“Los sindicatos, al igual que las demás organizaciones de lucha del proletariado, no pueden mantenerse, a la larga, sino por medio de la lucha, y una lucha que no sea solamente una pequeña guerra de ratas y de sapos en las aguas estancadas del período burgués parlamentario, sino un período revolucionario de violentas luchas de masas. La concepción mecánica, burocrática y estereotipada sólo quiere ver en la lucha el producto de la organización a un cierto nivel de fuerza. Por el contrario, el vivo desarrollo dialéctico ve en la organización un producto de la lucha (...) La valoración falsa y exagerada de la importancia de la organización en la lucha de clase del proletariado se suele completar con una subvaloración de la masa proletaria no organizada y de su madurez política”.

Los acontecimientos en América Latina han demostrado que más allá de la forma y aspectos organizativos secundarios, es el contenido político de la huelga general el que domina. La necesidad de la huelga general ha sido tan acuciante que ésta se ha producido de hecho, jugando la espontaneidad un papel importante, por ejemplo en Venezuela en 2002 o en El Salvador en 2009. En otras ocasiones, la huelga general ha surgido de extender una huelga sectorial, como la de los mineros de la COB en Bolivia a otros sectores del proletariado; campesinos, estudiantes, profesores, etc. que asumieron la huelga a distintos niveles pero que en general orbitaban y reforzaban con distintas acciones la huelga minera. Una situación similar ocurrió en Honduras en 2009 donde los sindicatos de profesores y de la combativa industria refresquera asumieron la huelga general y agruparon a su alrededor a distintos sectores campesinos y proletarios que protagonizaron movilizaciones muy radicales y de masas que, por ejemplo, trataron de tomar la sede del gobierno nacional.

En todos estos casos, la huelga general no se ha desarrollado como un proceso perfectamente organizado y planificado, sino sobre todo como una acción que impulsan los sectores políticamente más influyentes del proletariado, en un momento de especial agitación y movilización de masas.

Un segundo rasgo fundamental ha sido la conformación de frentes únicos de lucha, donde las organizaciones sindicales y partidistas de izquierda, mantienen su independencia política y organizativa, pero se movilizan bajo un plan común de lucha. El frente único implica que las distintas organizaciones mantienen su derecho a organizarse y defender la política que consideren más adecuada. De lo que se trata es de luchar con acciones comunes frente a los ataques de la burguesía, el objetivo no es conformar una organización heterogénea donde convivan todas las tendencias existentes en el movimiento obrero, estableciendo una pretendida unidad ideológica y programática artificial.

La huelga general tampoco inicia y termina con el mismo número de trabajadores y sectores participando, en ocasiones la huelga general ni siquiera agrupa a todos los sindicalistas y no digamos ya a la mayoría del proletariado campesino y urbano. Esto sobre todo en América Latina, donde la vida económica de cada país, puede estar concentrada en un solo sector económico o en una cuantas ramas de la producción. Con ello, el peso político de ciertos sectores resulta determinante, como el papel de los mineros en Bolivia, Perú y Chile, de igual forma el de los petroleros en Venezuela y México, o de la industria refresquera y maquiladora en Honduras. La masividad de la lucha es fundamental, pero esta no puede entenderse como una proporción matemática determinada al margen del peso político de los sectores en lucha.

No necesariamente son los obreros industriales los que inician la lucha, las agrupaciones políticas o los sindicatos que aún siendo del sector servicios, tienen una importante influencia política, han sido parte fundamental para que el movimiento alcance el nivel de una huelga general. Así, fueron las bases del FMLN en El Salvador y las bases del movimiento “chavista” (incluso sin contar con un partido) las fundamentales para paralizar con movilizaciones la vida política y económica de sus respectivos países. En México, en 2006, la huelga de la sección XXII del magisterio oaxaqueño fue el detonante de un proceso político insurreccional que derivó en la APPO. En México, en tanto el sector magisterial más politizado ha jugado un papel fundamental en la formación del PRD y Morena tiene un peso político trascendental para la realización de una huelga general. Incluso la juventud, aún sin ser parte directa del proceso económico, puede incidir en el impulso de un proceso huelguístico. Así ocurrió en Brasil a mediados de este año, donde la juventud comenzó una jornada de movilizaciones que animaron a la base de los sindicatos a presionar a sus dirigentes, los cuales finalmente convocaron a huelga general el 11 de julio. La cuarta en toda la historia del país, donde participaron siete federaciones sindicales de todos los signos políticos, incluso las que encabezan dirigentes derechistas. También aquí participaron la CUT y las bases del Partido del Trabajo, es decir las bases del mismo partido que está en la presidencia y contra el que se dirigía la huelga general.

Conclusiones

La huelga general de ninguna manera es una fórmula que mecánicamente resuelva las demandas del proletariado o que pueda ser impuesta arbitrariamente, al margen de una lucha concreta. Es, ante todo, una táctica que en determinadas condiciones expresa de mejor manera la fuerza y capacidad de lucha de los trabajadores. En las actuales condiciones de crisis económica aguda, de ataques sin precedentes a las condiciones de vida del proletariado, de movilización de masas y cuatro convocatorias exitosas a paros nacionales (4, 11, 19-20 de septiembre y 2 de octubre) de uno de los sindicatos más combativos y numerosos como lo es la CNTE, de armamento del campesinado organizado en Policías Comunitarias, de integración de la juventud por medio de paros universitarios: la huelga general se ajusta como la táctica más adecuada para unificar al movimiento y derrotar los ataques de la derecha. ¿Puede haber mejores condiciones para impulsar una huelga general? Los argumentos más poderosos en favor de la huelga general nos los aporta la realidad misma, es una responsabilidad imperiosa de los militantes de base de Morena y la CNTE, explicar, agitar y propagandizar esta consigna hasta que sea asumida en la práctica por los dirigentes de estas organizaciones.


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