El 13 de enero se dio a conocer la exoneración del Ex secretario de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el General Salvador Cienfuegos, una enorme concesión que se explica por el control creciente del ejército sobre el gobierno de México, esta institución ha tomado un papel cada vez más relevante en varios sectores del gobierno y los últimos acontecimientos con el General Cienfuegos han hecho sonar las alarmas.

El poder al ejército

En el aniversario de los dos años de la toma de su protesta AMLO enfatizó la labor del ejército como un soporte importante de su gobierno, alabando su supuesta labor humanitaria y presentándolos una vez más como aliados del pueblo. ¡Nada más lejos de la realidad!

El ejército ha participado en crímenes de lesa humanidad, basta recordar su papel en la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Pero no hace falta ir tan lejos, a lo largo de los últimos sexenios el ejército: ha falsificado detenciones de narcotraficantes, se ha coludido como nunca con los carteles de la droga, ha participado en crímenes como el de Tlatlaya, se involucró en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, además de un largo historial de violaciones sexuales y abusos de autoridad. Es por ello que se tiene que abrir una investigación sobre la responsabilidad de Cienfuegos y el ejército a su mando durante todos los crímenes de Estado y el avance del narco en el gobierno de Peña Nieto, y no simplemente cerrar el caso.

Por lo tanto, el ejército y el conjunto de las Fuerzas Armadas, a diferencia de lo que plantea AMLO, no merece la confianza del pueblo. Intentar cerrar los ojos ante esta realidad sólo puede condenarnos a entregarle cada vez mayor poder a un enemigo peligroso para los intereses del pueblo por los que, paradójicamente, más de 30 millones votaron a AMLO.

El ejército, es una institución del Estado que tiene como principal labor defender al sistema tal cuál está, es profundamente conservador y tiene la fuerza de las armas para ejercer esa labor. Si AMLO pretende tener contento al ejército, para darse seguridad frente a la derecha y los enemigos del pueblo, es un gran error de táctica y estrategia. El ejército no tiene lealtad con ningún personaje, su única lealtad es con el sistema que le da razón de ser y le garantiza conservar y acrecentar sus privilegios. Los antiguos regímenes corruptos y reaccionarios han mantenido con grandes privilegios a esta institución y no esperaran menos de este gobierno. De no ser así, en cuanto haya una oportunidad, apostaran al que le asegure que lo sea.

El ejército esta acumulando un enorme poder, tanto por su naturaleza militar, como por la vía económica. En los últimos años se ha enriquecido con un aumento estratosférico de su presupuesto (que tan solo este año aumentó 18 mil millones, quedando en el presupuesto más alto en su historia). Pero no sólo se ha enriquecido por la vía legal, también lo ha hecho por la vía ilegal a través de la coalición, bastante documentada, con el crimen organizado.

Frente a esta realidad es ridículo que sea el Gobierno Federal a través de la SEDENA quien financie la defensa de Cienfuegos, como lo reporta Anabel Hernández. Cienfuegos fue capaz de pagar a un reconocido y costoso buro de abogados en EEUU, sin embargo, los militares no dejan de tener privilegios a costa del pueblo. Mientras miles de presos comunes pasan años sin sentencia sólo por no contar con recursos económicos para pagar su defensa, cumpliendo condenas larguísimas por delitos menores o, peor aún, sin haberlos cometido. La justicia es para quien puede pagarla y el caso de Cienfuegos es aún más criminal, pues es el pueblo trabajador quien se la está pagando sin ser esta su voluntad.

Peor aún, durante estos últimos dos años el ejército a acumulado un poder político importante. Empezando por el control de la elección del nuevo mando de la SEDENA, que finalmente recayó en Crescencio Sandoval, cercano a Cienfuegos. Otros ejemplos del aumento de su control son: el que AMLO haya reculado en la asignación civil en favor del mando de la Guardia Nacional y que finalmente concedió al ejército; el control y responsabilidad cedido a los castrenses en los megaproyectos (como el Aeropuerto de Santa Lucía) y de otros tantos similares, de los que se encarga tanto de la construcción como la operación y gestión total de ellos. Más aun, en medio de la pandemia Covid-19, el gobierno ha asignado al ejército la responsabilidad principal para distribuir la vacuna.

Es un grave error del gobierno actual intentar presentarnos a estos elementos corruptos, represores y asesinos como amigos del pueblo, pero es aún más peligroso permitir e incentivar que estos jueguen un papel de tanto control y poder.

El papel del ejército en el gobierno de AMLO ha dado un salto cualitativo en el momento en que AMLO dio un giro de 180 grados pasando de una reacción de satisfacción por la detención de Cienfuegos a una postura de cuestionamiento de los cargos y de apoyo total al ejército. Cienfuegos no es el único funcionario de la élite del ejército que estaría amenazado por la demanda, muchos más debieron sentirse amenazados frente a esta detención (incluyendo al propio Crescencio Sandoval), así que la presión y el cierre de filas no se hizo esperar.

Con qué sustituir al ejército

AMLO ha hablado de implementar una política de soberanía judicial frente a EEUU. Efectivamente, la dependencia hacia este país es enorme, pero sería muy ingenuo pensar que esta es la principal razón que está detrás de la extradición del ex general. Si AMLO quiere soberanía, el gobierno mexicano debería comenzar por desoír las ordenes de la Casa Blanca en materia migratoria, romper el T-MEC ventajoso para EEUU y expropiar todas las transnacionales estadounidenses para ponerlas al servicio del pueblo.

El debate fundamental no es si hubo o no un manejo irregular del caso Cienfuegos por la DEA. Es evidente que la DEA no es imparcial, basta recordar el reciente asalto al Capitolio, que no hubiese sido posible sin la complicidad de las agencias de inteligencia. Definitivamente, el Imperialismo y todas las agencias a su mando deben sacar las manos del territorio mexicano. La anhelada justicia que esperamos no puede venir del Imperialismo, pero tampoco podremos obtenerla sin la depuración de todas las instituciones corrompidas hasta la medula e infestadas de criminales de cuello blanco, pedófilos y feminicidas, entre otros. No hay un organismos democrático y confiable para hacer justicia en territorio mexicano, todo lo contrario. Mientras estos organismos de supuesta impartición de justicia continúan permitiendo total impunidad, en especial a los altos funcionarios, siguen persiguiendo y encarcelando a luchadores y luchadoras sociales (como el caso de la abogada de maquiladores Susana Prieto o la defensora de la tierra y activista social Kenia Hernández). ¡Seguimos esperando justicia por el homicidio de Samir y todos los defensores de la tierra asesinados!

AMLO sigue acudiendo a las viejas y corruptas instituciones como si no hubiera más opción. Sin embargo, no es cierto que el ejército sea indispensable para hacer la labor de combate al crimen. Sin ir más lejos, en las últimas semanas las policías comunitarias echaron a un grupo de narcotraficantes en Aguililla, Michoacán, recuperando así varios de sus municipios del control de carteles como el Jalisco Nueva Generación. También se están formando grupos de autodefensa de mujeres embarazadas y con niños pequeños para defender lo poco que les queda de su familia y sus propiedades. Y mientras todo esto sucede en Michoacán, sin el apoyo del gobierno federal y con la hostilidad del gobierno estatal, la Fiscalía General de la República exonera a Cienfuegos. ¡Qué ejemplo más contundente para demostrar que la única vía posible del pueblo trabajador para defenderse de todas las lacras del capitalismo es su auto organización! Sólo así es como se ha logrado echar al narco de muchas comunidades.

No podemos dar ninguna confianza a las instituciones corruptas y podridas como el ejército, exigimos depuración inmediata de todas las instituciones de justicia. Basta ya de ceder poder al ejército, es necesaria la desmilitarización y que el ejército, así como la Guardia Nacional, vuelva a los cuarteles para su desmantelamiento. Nuestra defensa y justicia sólo vendrá de nuestra auto organización y de la formación de policías comunitarias bajo control democrático de las asambleas de pueblos, colonias y regiones. La única manera de acabar con el crimen organizado, la corrupción y la latente posibilidad de un golpe de Estado de la derecha es basarse en el pueblo organizado en todos los ámbitos, incluso en el militar.

¡Cienfuegos es culpable!

¡Queremos escuelas y hospitales, no militares!


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