El pasado 11 de junio el Comité Nacional de Morena anunció a los precandidatos para la elección presidencial de 2024 junto con un "acuerdo" para el método de elección que es un verdadero pacto de no agresión entre los grupos de poder que intenta evitar una ruptura prematura del partido.

Estos meses son cruciales, la verdadera elección presidencial se dará en este proceso de definición de la o el “coordinador de la 4T”. Lamentablemente la militancia de base de Morena y el pueblo estamos excluidos de esta “discusión” y decisiones. La burocracia de derecha que domina en la dirigencia de Morena se ha apoderado del partido que millones de oprimidos y luchadores sociales formaron. No sólo nos ha impuesto estos precandidatos, alguno de ellos impresentables como Monreal e incluso abiertamente reaccionarios como Manuel Velasco, sino que además nos ha excluido conscientemente de este proceso ¿por qué?

La militancia y el pueblo ausentes del proceso

A la burocracia no le interesa en lo más mínimo politizar, organizar y movilizar al pueblo porque de hacerlo perderían todos sus privilegios que han reunido en nombre de nuestra lucha. Aunque usen frases como “conciencia y movilización”, a la hora de los hechos es pura demagogia para no mostrarse tal cual son y lo que defienden realmente. Como consecuencia, hace ya mucho que los círculos, que antes rebosaban de actividad y de participación, en muchos casos han desaparecido, se han vaciado y sólo sobreviven como una estructura electoral, una estructura que se mantiene en muchos casos tras esfuerzos extraordinarios de la militancia combativa.

Para la burocracia está bien apelar al pueblo en las elecciones, pero cuando se trata de organizar y tomar decisiones trascendentes como la actual coyuntura, el papel de las y los oprimidos es nulificado y callado. Con este proceder Morena está jugando un papel valioso para la burguesía, no sólo de contención de la base militante combativa, sino también imponiendo a través de su método fraudulento y antidemocrático de la encuesta, a un candidato que continúe la agenda capitalista bajo la demagogia hipócrita de continuidad del proyecto de AMLO.

La oligarquía está tomando nota de todo ello, sabe que Morena ganará las votaciones de 2024, ante la bancarrota de la oposición de derecha, pero sobre todo ante el aún dominante espíritu de lucha, organización y rechazo a la derecha, y sin duda se hace diversos cuestionamientos, ¿quién será su mejor aliado? ¿Quién le garantiza mantener la cierta estabilidad social que durante estos seis años gozó y que le permitió avanzar sin tanto obstáculo en sus objetivos económicos? ¿Quién se mantendrá firme con el imperialismo norteamericano ante el embate hegemónico de China en la región?

Nadie nos representa

Para ellos Ebrad es su mejor ficha, ahora la labor es ganar a la base obradorista, de ahí que le hemos visto más cercano a la gente y hasta ofreciendo un puesto al hijo de AMLO. Para ellos Claudia significa mantener cercanas a las masas al gobierno, de ahí que la misión de estos meses para ella será demostrar a la oligarquía que es confiable, que se mantendrá firme con el proyecto empresarial y para ello tiene como carta de presentación la CDMX, donde si bien hemos visto proyectos cercanos a la gente, la otra cara de la moneda ha sido no sólo las políticas proempresariales, por ejemplo, en vivienda y la colaboración de clases sino también por un lado la cooptación movimientos y por el otro lado confrontar y atacar a quienes nos mantenemos organizados y críticos.    

Claudia se perfila para muchos como la más cercana al obradorismo, incluso se simpatiza con ella por el hecho de ser mujer, pero sabemos muy bien que esto no es garantía. En el fondo se trata de una cuestión de clase, en ese terreno la historia nos ha dado muchas lecciones al respecto.

Desde las y los trabajadores nos preguntamos ¿alguno nos representa realmente? ¿Efectivamente continuará o profundizará la transformación? Mejor aún, ¿alguno de ellos girará a la izquierda de tal manera que se posicione claramente del lado del pueblo ante acontecimientos como la crisis económica y los embates de la oligarquía estadounidense? La base del obradorismo está clara en el balance, ninguno representa un compromiso auténtico y sincero por las causas del pueblo, ante esta situación en los hechos la burocracia está obligando a millones de oprimidos que aún depositan sus esperanzas en Morena a obligadamente orientarse por el mal menor.

A pesar de los triunfos electorales, la crisis de Morena se profundiza

Muchos se han decepcionado claramente de Morena y lo han abandonado, algunos se mantienen cercanos ante la falta de alternativas organizativas, pero totalmente asqueados en lo que hace la dirección y en lo que han convertido al partido; otro sector quiere dar la batalla por el rescate de dicha herramienta, una tarea que se ve claramente ardua y que no están dispuestos a darse por vencidos, en ese sentido, demostrando mucha determinación para seguir luchando, y no nos referimos al aprendiz de burócrata o aquellos que buscan acomodarse en el aparato buscando un hueso o escalar en la política burguesa sino a los miles de mujeres y hombres que han visto siempre en Morena y en el obradorismo una alternativa.  

Es por eso que paralelamente a este proceso previo a las elecciones, vemos esfuerzos organizativos y de luchas independientes que se fortalecen o que surgen. De ahí que muchos militantes de base y el pueblo pobre que sabe que, ante la ausencia de AMLO, la burocracia de derecha pasará a la ofensiva intensificando su acción para su proyecto capitalista, entonces buscan claramente retomar la lucha y la organización desde la base, sabiendo que ese es el único camino.

Mario Delgado y compañía son infiltrados de la oligarquía y están ahí para, no sólo afianzar la política de alianzas y colaboración con la derecha y la oligarquía, sino también para profundizar el proceso de descomposición de Morena. El discurso de unidad es un discurso no sólo falso, porque dicha unidad no existe, sino que es una cantaleta usada fundamentalmente contra la militancia de base que está cuestionando todas las políticas burocráticas, clientelares y de derecha que se están llevando a cabo.

Una de las reglas es no opinar mal de nadie, eso en los hechos impide a la base militante externar los desacuerdos claros y exigir rendición de cuentas a la y los candidatos. Bajo el argumento de la unidad nos quieren silenciar y que no externemos las críticas y cuestionamientos, nos imponen una política y censura. Acatar literal lo que venga emanado de la dirección, no hay debate o discusión real.

Las esperanzas de los millones de personas que apoyaron a AMLO para conseguir un cambio radical en sus condiciones de vida están siendo sepultadas bajo una avalancha de concesiones políticas y maniobras típicas del juego parlamentario más aberrante.

Un ejemplo claro de ello es que a las “corcholatas” sin duda les darán compensaciones políticas en el gobierno entrante, ya sea coordinaciones de bancadas legislativas, cargos gubernamentales o cargos en el próximo gabinete.

Contra la derecha y el capitalismo, ¡necesitamos una alternativa revolucionaria y socialista!

El objetivo de la oligarquía y la derecha es conquistar totalmente el gobierno nuevamente, pero saben que no lo pueden hacer por sus partidos tradicionales así que usarán a Morena para lanzar una ofensiva que aplaste de manera definitiva las aspiraciones de cambio que movilizaron a millones en las pasadas elecciones.

Ante este escenario las y los oprimidos, no tenemos otro camino que la lucha independiente de la política y métodos de nuestros enemigos: la derecha dentro y fuera de Morena, la burocracia y la burguesía por muy progresista y nacionalista que se diga. Los sectores honestos, combativos y proletarios debemos organizarnos para dar la batalla tanto dentro como fuera del movimiento obradorista, armada con un programa político revolucionario, que permita presentar una alternativa coherente y consecuente frente a la derecha morenista, la burocracia e incluso frente a la izquierda cobarde e inconsecuente.

Organizarse para debatir una plataforma política y de acción no sólo anti neoliberal, sino que se articule abiertamente y claramente anticapitalista, reorientar a la militancia y a la base social para la retomar la movilización y organizarse para ganar esta batalla. Tenemos la fuerza, podemos vencer a estos personajes totalmente ajenos a nuestros intereses y luchas, no les permitamos más, nuestra lucha desde la base debe reavivarse y fortalecerse.

Necesitamos organismos de base, una estructura que nos permita discutir, coordinarnos y acordar acciones, que funcione a pesar de la dirección y aunque nos quieran echar los estatutos en contra. Una red nacional como espacio desde abajo para poder presentar batalla a traidores y arribistas y conectar con las luchas del pueblo a lo largo y ancho del país.

El reformismo es una herramienta de retraso de nuestra conciencia, está paralizando la acción independiente de las masas. Llamar a movilizarse por un poco de democracia o un poco de justicia social mientras el poder económico y político sigue en manos de los capitalistas es una utopía reaccionaria para estos momentos de crisis orgánica del sistema.

Las masas necesitamos cambios reales y tangibles, que transformen radicalmente nuestras condiciones de vida. El problema no somos nosotros ni nuestra conciencia, sino la cobardía y completa traición de la burocracia y nuestros dirigentes. Necesitamos construir una izquierda realmente revolucionaria que levante el programa y métodos de una genuina transformación y contra el sistema capitalista y no una política que adormezca nuestra conciencia y nos haga creer que es posible un capitalismo con rostro humano.  


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