En mayo pasado fueron recuperadas, por decreto presidencial, 120 km de líneas férreas bajo concesión de Ferrosur, empresa del Grupo México de German Larrea. Esta recuperación es sólo temporal, tras 25 años de estar en manos privadas.

Sin embargo, el total de líneas férreas que aún se encuentran en manos de privados son 11 mil kilómetros, aun así, los empresarios de la COPARMEX y el exdueño de la concesión German Larrea, han puesto el grito en el cielo acusando de expropiación y reforzando su ofensiva propagandística no sólo contra el gobierno de AMLO, sino contra la demanda social de recuperar para la sociedad, lo que unos pocos nos han arrebatado.

¿Quién es German Larrea y a quien representa?

German Larrea es un empresario mexicano dueño de aproximadamente 11 grandes concesionarias de un total 800 empresas en la industria minera, transporte e infraestructura, entre ellas la más importante es Americas Mining, controlada por Grupo México. Entre sus dos subsidiarias acaparan las mayores reservas de cobre del mundo, y en el sector del transporte, a través de Grupo Carso, controla Ferromex que representa la compañía ferroviaria más grande y de mayor cobertura en México. No es de extrañar que este hombre sea el segundo más rico del país, sólo después de Carlos Slim. Tan sólo de enero a julio sus ganancias crecieron 1.4% anual. Este hombre se enriquece a costa del trabajo de miles de hombres y mujeres de todas sus empresas cuyas condiciones laborales son bien conocidas.

German Larrea se enriqueció especialmente durante los gobiernos panistas de quienes obtuvo grandes concesiones y facilidades para operar, además de protección frente a crímenes ambientales, laborales y una serie de irregularidades. Su fortuna la ha obtenido a costa de la expoliación de nuestros territorios, de la sangre de mineros y sus familias, y la expropiación primaria de las líneas férreas y su monopolización. Este exponente del neoliberalismo, y uno de los principales beneficiarios de él, hoy llora lágrimas de cocodrilo porque ha perdido sólo temporalmente un tramo de la vía, por el que, sin embargo, el gobierno ha propuesto una cuota minúscula, de tan sólo $4, para seguir usándola y no afectar el conjunto de su negocio.

Con las declaraciones de la Coparmex podemos ver el tamaño de la hipocresía de la clase social a la que pertenece este sujeto, a quienes sólo les interesa proteger su negocio. Inmediatamente se alebrestan y salen a la palestra a “denunciar y exigir”, pero no los vimos pedir cuentas por el asesinato de 65 trabajadores víctimas de la falta de medidas de protección y las condiciones de explotación en la mina Pasta de Conchos, ni mucho menos indignarse por la contaminación causada por el derrame de 40mil metros cúbicos de sulfato de cobre en los ríos Bacanuchi y Sonora, uno de los mayores desastres ecológicos en la historia del país.

Todos, cortados por la misma tijera, representan a una sola clase, la de los empresarios, los que roban con permiso del Estado territorios amplios y recursos naturales, para luego, contaminar, depredar, y llevar al agotamiento a la mano de obra que contratan con desprecio, para al final llenarse los bolsillos de ganancias millonarias. Pero no es todo, encima se adornan todo diciendo que nos hacen un favor al generar empleos.

Los planes de AMLO

Celebramos este tímido arrebato de lo que es nuestro, pero los planes de AMLO parecen dirigirse a nada más hacernos cambiar de verdugo, a un verdugo armado. El proceso de fortalecimiento del control de las Fuerzas Armadas (FFAA) sobre el territorio, está pasando ahora también por las vías férreas con la toma de Ferrosur, ahora las FFAA cuentan con el control de diversos aeropuertos, aduanas, siderúrgicas, del crimen organizado, de la seguridad general con la Guardia Nacional, etc.

El poder que está concentrando nos regresa a la época pre revolucionaria cuando este sector del Estado estaba al frente de empresas ferrocarrileras, eléctricas, e incluso, a cargo de gobiernos. Gracias a la revolución los echamos de estas posiciones y hoy, el gobierno con más apoyo popular de las últimas décadas, se las devuelve, en lugar de basarse en la organización de los trabajadores.

Por otro lado, el objetivo de AMLO es apresurar los trabajos, ya bastante forzados y en condiciones precarias, de la construcción del tren transístmico. Estiman que este proyecto atraiga 2 mil millones de dólares en 2024, que será el año con más bajo ingreso pues tardará aproximadamente cinco años en llegar a su máximo desarrollo.

Este proyecto es más importante para las potencias económicas hoy en guerra comercial y bélica, que ya tienen sus ojos puestos en este paso, especialmente EEUU, quien ve con recelo a Panamá después del constante acercamiento que ha tenido con China y las dificultades a causa del cambio climático. Este paso interoceánico, podría ser una gran alternativa para la lucha por mantener su hegemonía económica, su dominio y su sometimiento de otros países, entre ellos, México.

Como lo vemos con cada gran proyecto de estas características, no sólo circulan mercancías legales. El tráfico de mercancías ilegales, drogas, armas, trata de personas, etc. generará un entorno degradado y violento.

El desarrollo de infraestructura dentro del capitalismo es contradictorio, mientras atrae grandes beneficios económicos principalmente para las empresas, sólo ofrece pírricas migajas para la población; mientras conectan dos océanos y continentes, destruye las comunidades y poblaciones aledañas inundándolas de todos los males del “progreso y la industrialización”: la prostitución, la precariedad laboral, la centralización, contaminación, caos y delincuencia. Porque el objetivo de estos proyectos incluso bajo el actual gobierno es atraer empresas y generar negocios.

Ya desde ahora tenemos datos de lo que este proyecto está implicando para las comunidades: deforestación, trabajo semi esclavo, especialmente de migrantes, trabajo precarizado y a marchas forzadas, etc.

La propaganda anti expropiación

Todo el aparato propagandístico al servicio de las empresas, como El Universal, El País, El Financiero, Reforma, etc., han salido histéricos contra la “expropiación”, pero ellos no están confundidos, saben distinguir muy bien entre una cosa y otra, su objetivo es combatir la simpatía por estas medidas, rebajar la confianza de que esto es posible, confundir y amedrentar, pero no es una medida sólo contra el gobierno de AMLO, también está dirigida a desconcertar y atemorizar a la clase trabajadora.

La toma de Ferrosur, es peligroso para la burguesía, pero para las luchas de los trabajadores es un ejemplo de justicia social y de la vulnerabilidad que hay detrás de las caretas de hierro de las empresas. El mismo ejemplo es la toma de Bonafont en Juan C. Bonilla, Puebla, llevada a cabo por las comunidades indígenas de la región cholulteca y los volcanes.

Ante esto, una vez más, AMLO y todos sus intelectuales afines, en lugar de dar confianza a la clase obrera, se ha encargado de dejar muy claro, -para evitar cualquier interpretación comunista-, que lo de Ferrosur no fue una expropiación, sino una toma o recuperación temporal. Pero por más que intentó hacerla amable, por más que intentó negociar por más de tres años las condiciones de la recuperación, al final no ha quedado más remedio que tomarla.

Es necesario realizar una verdadera expropiación, sin indemnización, llevada hasta el final y sin dejar piedra sobre piedra que pueda darles la posibilidad de volver a expropiarnos nunca más.

Expropiar sí

Desde Izquierda Revolucionaria enarbolamos la demanda de la expropiación sin indemnización, permanente, absoluta y generalizada. Ya han hecho y deshecho con el territorio y la infraestructura ferrocarrilera a su beneficio y obtenido ganancias millonarias con lo que nos han arrebatado todas estas empresas a cambio de trabajos paupérrimos y salarios raquíticos. No podemos darles un peso más, ni un beneficio, ni privilegio más ¡Basta ya de tanto saqueo!

La medida temporal que ha tomado AMLO, a cambio de extenderle otra concesión, es nada frente a todo lo que esta clase social nos ha quitado, quedan 10 mil 880 líneas férreas más en manos de estos zánganos, quedan miles de mineras, siderúrgicas, empresas de telecomunicaciones, empresas potabilizadoras, etc, en manos de privados mientras el pueblo es pobre.

Los recursos económicos necesarios para dignificar la vida de todos están ahí, para tomarse y ponerse al servicio de las familias trabajadoras.


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