La crisis económica mundial ha significado para millones de trabajadores en el mundo más pobreza y explotación. En diversos países, las políticas anti obreras impulsadas por la burguesía están traduciéndose en una terrible forma de vida para los que menos tenemos.

En el caso particular de México la política de los gobiernos panistas, y sus colaboradores del PRI, ha sido la de atentar en contra de los derechos de los explotados. Desde finales de 2008, cuando la crisis económica se agudizó, los trabajadores hemos tenido que soportar una baja importante en los salarios, un aumento generalizado a los productos de la canasta básica, un incremente histórico del desempleo y un detrimento en general de los derechos más básicos de los trabajadores, tales como la seguridad social, la educación, la vivienda y el empleo digno, además de reiteradas violaciones a nuestros derechos sindicales, entre otras cosas.

Las contradicciones sociales en las que nos encontramos se han traducido en fuertes luchas de los trabajadores en contra de la política de la  burguesía y su Estado. Ante cada ataque la clase trabajadora ha respondido demostrado su  resistencia, capacidad y espíritu de lucha, sin embargo esto no ha sido suficiente para derrotar a Calderón definitivamente. La crisis del capitalismo en la que nos encontramos exige de parte de los trabajadores y de sus organizaciones un programa de lucha que les permita orientarnos y unificar la fuerza de los distintos sectores del proletariado para combatir los ataques de la burguesía. Necesitamos un programa de lucha combativo, que retome las necesidades históricas de la clase trabajadora; un programa que rompa con el capitalismo, es decir con la lógica de la explotación sobre la mayoría de la sociedad en beneficio de una exigua minoría; en síntesis, un programa socialista.

La discusión sobre qué tipo de programa necesita el movimiento se vuelve más apremiante en el contexto de las próximas elecciones presidenciales del 2012, mismas que volverán a concentrar toda la rabia y el odio de las masas hacia el gobierno espurio de Calderón. Con las lecciones de las jornadas revolucionarias y de la lucha contra el fraude electoral de 2006 se levantará este nuevo intento de los trabajadores por llevar a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y tratar de cambiar así sus condiciones de vida.

Discutir el programa de lucha es fundamental, pues éste debe enarbolar las principales reivindicaciones de los trabajadores así como sus tareas históricas; pero además el programa es un puente para integrar y unificar a amplios sectores de la clase obrera en torno al objetivo de frenar las políticas de sus enemigos de clase y transformar la sociedad en la que vivimos. Recientemente AMLO ha hecho un llamado a discutir el programa alternativo de nación titulado: PROYECTO ALTERNATIVO DE NACIÓN, resumido en 10 puntos fundamentales. Por medio de este documento, los compañeros que formamos parte de la Tendencia Marxista Militante, y que además participamos en el Gobierno Legítimo, hacemos eco del llamado de AMLO contribuyendo a la difusión, análisis, discusión y enriquecimiento del programa alternativo de nación.

La actitud de la burguesía ante un programa de reformas en América Latina

Ante cada intento de las masas latinoamericanas por liberarse de la opresión y la miseria a las que han estado sometidas por el imperialismo y la burguesía nacional, ambas caras de la misma moneda han dejado ver su verdadera faz, tratando de imponer gobiernos dictatoriales por medio de golpes de Estado.

La falsa ilusión de que existen empresarios honestos, demócratas, patriotas comprometidos con el desarrollo nacional y dispuestos a limitar sus ganancias en aras de mejorar las miserables condiciones de vida de la clase trabajadora, se ha hundido por completo. Las más elementales reformas, incluso aquellas que en sí mismas no cuestionan al capitalismo, (mayor presupuesto para educación, salud, vivienda, salarios que alcancen para cubrir no la canasta óptima sino la mínima, nacionalizaciones con indemnización para los capitalistas, reformas para que los medios de comunicación sean objetivos, entre otras) han sido repelidas por la oligarquía, rompiendo las reglas de la democracia y organizando golpes de Estado violentos.

El hecho de que la burguesía, en cada país de Latinoamérica, se haya demostrado como antidemocrática y pro imperialista ratifica que los intereses del proletariado y la burguesía no son compatibles; cada ofrecimiento de conciliación entre las clases ha sido contestado con ataques e intentonas de golpes de Estado en Venezuela (2002), Bolivia (2008), Honduras (2009) y Ecuador (2010), prosperando únicamente en el caso de la nación centroamericana. Esta experiencia ratifica la necesidad de que la clase trabajadora luche por un programa propio, independiente de la burguesía, y que rompa con el capitalismo, de otra manera incluso las demandas más básicas serán irrealizables mientras la burguesía siga teniendo el control del Estado y la economía.

La lucha por las reformas

A lo largo de la última década han emergido gobiernos de izquierda en América Latina producto de la movilización y la lucha de la clase trabajadora; estos gobiernos, en algunos casos, han sido un subproducto de revoluciones e insurrecciones que no lograron derribar al Estado capitalista (Bolivia y Ecuador). Las masas han colocado a sus representantes en la presidencia de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Brasil, entre otros países, esperando que estos gobiernos sean la antítesis de los gobiernos de la burguesía, que en las últimas dos décadas han privatizado las empresas públicas, han empeorado las condiciones laborales, han condenado al desempleo crónico y a la emigración a millones de trabajadores, entre otras calamidades

Particularmente los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y de Rafael Correa en Ecuador han tratado de ser consecuentes con las aspiraciones de las masas que los llevaron a la presidencia, sin embargo dicho objetivo se ha visto frenado por el hecho de que esos gobiernos no han dado el paso definitivo en el sentido de romper con el capitalismo, factor que incluso, en la medida de que el monopolio de la economía continúa bajo el control de los empresarios, los ha obligado, producto de la presión de éstos últimos, a aceptar concesiones que chocan con los intereses de la clase trabajadora y sus aspiraciones por deshacerse del yugo de la explotación capitalista e imperialista.

Por ejemplo, al inicio de su gobierno, Evo Morales declaraba en éstos términos sus objetivos: “Nacionalizaremos los recursos naturales, el gas y los hidrocarburos. No vamos a nacionalizar los bienes de las multinacionales. Cualquier Estado tiene el derecho a utilizar sus recursos naturales. Debemos establecer nuevos contratos con las empresas petroleras basados en el equilibrio. Vamos a garantizar los reembolsos de su inversión y sus beneficios, pero no vamos a saquear ni robar”. Más claro ni el agua, lo que Evo estaba proponiendo a la burguesía no era que ésta dejara de tener ganancias, ni siquiera se les despojaría de todo lo que han robado a la clase obrera boliviana, simplemente se establecería un nuevo “equilibrio”, es decir, un punto donde los ricos no serían tan ricos y los pobres no tan pobres, el llamado: “capitalismo con rostro humano”.

Posteriormente Evo fue consecuente con ésta política. Al respecto del problema de la  concentración de la tierra, donde dos millones de familias campesinas (casi todas indígenas) poseen 5 millones de hectáreas y cien familias son propietarias de 25 millones de hectáreas, el 95% de las cuales no se trabajan y sólo se utilizan para especular, Evo, en vez de plantear la expropiación de esas tierras y su reparto entre los campesinos pobres, planteó lo siguiente:

“Se repartirán 2,5 millones de hectáreas fiscales saneadas y disponibles (para los campesinos e indígenas). Son casi todas ellas tierras forestales y no para uso agrícola y pecuario, son de difícil acceso y poco uso, alejadas de los centros urbanos, anegadizas. En lo inmediato no pueden ser utilizadas, pero más adelante sí".

Lo mismo ocurrió con la nacionalización de los hidrocarburos que es, junto con el reparto agrario, la demanda más sentida para el proletariado boliviano. En vez de expropiar el conjunto de las industrias petroleras imperialistas, que durante décadas han saqueado las riquezas del país, el gobierno se limitó a hacerse del control del 51% de las acciones de las empresas. Por supuesto que ésta medida representa un paso adelante respecto a lo que anteriormente existía, donde las empresas actuaban sin ningún tipo de control, pero en el fondo esta política de conciliación no ha servido para establecer el pretendido “equilibrio” entre las clases, por el contrario sólo ha servido para que la burguesía se reagrupe buscando la revancha con el movimiento obrero, tal como ocurrió en el intento de golpe de Estado en el 2008, que de haber triunfado hubiera significado la imposición de una brutal dictadura y la eliminación de todas las reformas.

Algo parecido ha ocurrido en Venezuela y Ecuador, donde de inicio los gobiernos se han planteado llevar adelante una serie de reformas democráticas en la política y en la economía de sus respectivos países sin romper con el capitalismo, tales como aumentar los impuestos a los empresarios, mantener el control del Estado sobre los recursos naturales y energéticos, democratizar los medios de comunicación para que éstos no sean herramientas políticas en contra del gobierno, disminución de los altos sueldos para altos funcionarios, etcétera. En todos estos casos los diferentes intentos por atender las demandas más sentidas de los trabajadores y sus familias, de parte de los distintos gobiernos de izquierda en América Latina, han encontrado una férrea resistencia de la burguesía y el imperialismo, los cuales incluso, como ya ha sido el caso de Venezuela y mas recientemente el de Ecuador, han impulsado intentos de golpes de Estado para defender sus mezquinos intereses.

Por fortuna la fortaleza del movimiento de masas, tanto en Venezuela como en Bolivia y Ecuador, así como la determinación de los trabajadores por transformar radicalmente su realidad, ha arrojado como resultado no sólo la derrota de esos intentos de golpe de Estado sino incluso el fortalecimiento del proceso revolucionario que se vive en América Latina por medio de un proceso de tomas de fábricas para ser puestas bajo control obrero así como la nacionalización de diferentes empresas e industrias, tal como ha sucedido en el caso de, por ejemplo, la Revolución Bolivariana de Venezuela.

Precisamente la determinación de las masas oprimidas venezolanas para cambiar su realidad es la que ha dado como resultado que en dicho país el salario mínimo mensual sea de 247.5 dólares contra los 136.5 dólares que se pagan en México durante el mismo lapso de tiempo; otra resultado que habla de los avances significativos producto del proceso revolucionario de Venezuela es el de que, mientras en nuestro país el precio del litro de gasolina oscila entre los 67 y 80 centavos de dólar, ese mismo litro cuesta entre 3 y 4 centavos de dólar en ese país.

¿Es posible el capitalismo de rostro humano?

Reflexionar a este respecto es necesario por dos razones: una es de índole económica y otra de tipo política. Una constante a destacar en el caso de los diferentes países de América Latina, donde sus gobiernos de izquierda han impulsado una serie de medidas tendientes a tratar de revertir en algo la situación de pobreza de las mayorías, ha sido la reacción colérica de los empresarios y del imperialismo, quienes se han dado a la tarea de sabotear a esos gobiernos y a la economía de esos países con la intención de echar a tierra cualquier iniciativa que beneficie al campesinado pobre y a las familias trabajadoras de las ciudades. ¿Por qué los burgueses actúan de esa manera frente a medidas que benefician a los pobres y a los trabajadores? ¿Esa conducta se explica a razón únicamente de la voracidad de algunos empresarios? ¿Existen empresarios buenos y empresarios malos? ¿La mafia que tiene bajo su control el destino de los mexicanos actúa solamente movida por su maldad y su perversidad o además de eso hay más razones de fondo?

Desde luego que la mafia que domina los destinos de los mexicanos es perversa y siniestra. Nuestro país está controlado por un puñado de millonarios, es decir, por los barones del dinero, los cuales integran a un grupo de 39 familias cuya fortuna en su conjunto, en el 2008, ascendía a los 135 mil millones de dólares. Este puñado de empresarios, el cual tiene a la cabeza a Carlos Slim, controlan la banca, la industria, el comercio, los medios masivos informativos, etcétera. En fin, son los amos y señores de este país porque tienen bajo su monopolio los resortes más importantes de la economía, siendo ello la fuente de la que brota su poder político.

Es para esta mafia que Calderón aplastó a Luz y Fuerza del Centro (LyFC) con el objetivo de, entre otros, continuar con las privatizaciones poniendo al servicio de los capitalistas, a un precio de remante, la multimillonaria red de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad; mientras que dicha red tiene un valor de 30 mil millones de pesos ésta fue concesionada a Televisa y Telefónica a lo largo de un período de 20 años por tan sólo 850 millones de pesos, ¡toda una ganga!

Por otro lado, anualmente el gobierno gasta 20 mil millones de pesos en el rescate bancario, es decir, en regalar recursos públicos a los banqueros por medio del IPAB (antes Fobaproa). Por medio de este mecanismo tanto los gobiernos del PAN como los del PRI han engrosado las arcas de los bancos con casi 600 mil millones de pesos en los últimos 12 años.

Además, en lo que a salarios corresponde, todos hemos sido testigos de su enorme pérdida de poder adquisitivo a lo largo de ya casi tres décadas. A ese propósito los datos hablan por si solos: mientras que en 1980 la masa total de salarios en México abarcaba el 36.04% del PIB, (Producto Interno Bruto, es decir, el valor monetario de la producción de bienes y servicios financieros de México durante un año) esta proporción, al paso de los años, ha descendido hasta ocupar el 29.2% en 2009. Sin embargo, contrariamente a lo anterior, en ese mismo periodo de años la parte correspondiente a las ganancias para los patrones creció del 47.6% de 1980 al 61.6% en 2009.

Esa pérdida de valor de los salarios es obra de la política de choque salarial definida en un principio como Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE) e inaugurada por el ex presidente priísta Miguel de la Madrid (1982-1988); debido a esa política el salario ha sufrido una merma en su valor real del 82.20% desde 1982 hasta este 2010. En ello ha contribuido el gobierno de Calderón, mismo que, desde el 1 de diciembre de 2006 al 1 de abril del 2010, ha hecho que los salarios sólo hayan experimentando un incremento del 17% al mismo tiempo que, durante ese mismo lapso, la canasta alimentaria recomendable (CAR) se encareció en un 93%, al pasar su valor de los 80.83 a los 156.76 pesos diarios; esto último significa que durante la administración del espurio Calderón el salario ha sufrido una pérdida del 7.1%.

La cuestión es que dicha realidad, que ha mandado a la pobreza a más de 50 millones de mexicanos, no es fortuita y, por el contrario, si tiene responsables directos: con la política de choques salariales unos pierden (los trabajadores) y otros ganan (los burgueses). Por ejemplo, para ilustrar dicha realidad, de acuerdo a datos del INEGI en el 2009 el 60% de la población más pobre concentraba el 26.7% de la riqueza nacional, mientras que el 10% de las familias más ricas monopolizaban el 35.7% de dicha riqueza.

La pobreza, la muerte por enfermedades curables, la desnutrición infantil, el analfabetismo, el desempleo y toda la clase de barbarie que vivimos día a día la inmensa mayoría de mexicanos de la ciudad y el campo tienen responsables directos: los empresarios y su gobierno, ya sea bajo la conducción del PRI o del PAN. Y para que ellos puedan seguir enriqueciéndose a costillas de otros se necesita que exista la propiedad privada capitalista sobre los principales medios de vida, es decir el monopolio de los empresarios sobre las fábricas, los bancos, la tierra, el comercio, los transportes, etcétera; todo ello a cambio de que por otro lado haya una masa enorme de seres humanos totalmente desposeídos y que para llevar el pan a la mesa de su familia tengan la necesidad de venderse como mano de obra para ser explotada.

Mientras esa realidad, la de los empresarios dueños de todo y los trabajadores dueños de nada más que su fuerza de trabajo, sea lo que domina a la sociedad será imposible erradicar al desempleo y la miseria, pues los patrones, en la búsqueda de mayores beneficios, no tienen otro remedio más que el de explotar aun más a los trabajadores, abaratar sus salarios, despedir a miles para obligar a los trabajadores en activo a trabajar y producir cada uno por los dos, tres, cuatro o más trabajadores despedidos, situación que se recrudece cuando la economía capitalista entra en crisis y lanza al desempleo masivamente a los trabajadores, tal como sucedió en nuestro país cuando en el 2009 el colapso económico provocó la destrucción de un millón y medio de empleos de acuerdo a la Asociación Latinoamericana de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (ALAMPYME). Esa es la lógica del capitalismo: para que los beneficios de los patrones crezcan también se necesita que la explotación sobre los trabajadores se incremente.

Lo anterior, la explotación capitalista, cuya base es la propiedad privada de empresarios y banqueros, es apoyado por el Estado burgués, es decir un cuerpo de hombres armados que por medio de la fuerza (leyes, cárceles, el ejército) le imponen a los trabajadores el dominio del capital. Además, por si fuera poco, la burguesía usa al Estado burgués para transferir millones de pesos a sus arcas producto del dinero público, el cual es arrebatado a los trabajadores por medio de los impuestos. Ese dinero, en lugar de usarse para desarrollar la infraestructura hospitalaria del IMSS o del ISSSTE, por ejemplo, se emplea para incrementar las fortunas de los banqueros por medio del IPAB, antes Fobaproa.

Siendo ello así, bajo el capitalismo simplemente es imposible solucionar de fondo los principales problemas que condenan a la miseria y a la explotación a millones de seres humanos, por tanto tampoco es posible un capitalismo con rostro humano. El sin futuro que ofrece el capitalismo a millones de seres humanos no es un problema ético; es un problema material resultado de las leyes económicas del capitalismo, el cual se rige bajo la propiedad privada. Por consecuencia, en tanto tal la solución de nuestros problemas como clase trabajadora no está en la elección entre empresarios buenos y honestos, y empresarios malos y corruptos, la solución a nuestros problemas radica en elegir entre una economía planificada bajo la dirección democrática de los trabajadores y una economía capitalista bajo el control de un puñado de empresarios en la que los beneficios de la actividad productiva no sean para el disfrute de las masas sino para engordar las fortunas de los banqueros y empresarios.

Es por ello que nuestra lucha contra la mafia del poder, esa pandilla de empresarios coludidos con el Estado, pasa porque, al mismo tiempo que demandamos más empleos, salarios dignos, escuelas, hospitales, etcétera, y más democracia y menos corrupción en la administración pública, también luchemos por la eliminación de la propiedad privada capitalista nacionalizando los bancos, la tierra, la industria, los monopolios comerciales y el transporte, etcétera, así como por el derrocamiento del espurio Calderón y la destrucción del Estado burgués para iniciar mediante una democracia obrera las tareas por la instauración del socialismo.

Lecciones rumbo a la elecciones del 2012

Así como el proletariado saca lecciones de las luchas en otros países, también lo hace la burguesía. ¿Cómo explicar que los potentados de México hayan robado el triunfo a AMLO en el 2006 y se preparen para hacerlo en el 2012? La burguesía y el imperialismo en México tampoco serían capaces de aceptar las medidas que plantea AMLO para el país, por lo tanto saben que, de llegar a la presidencia, ellos se encontrarían en una situación muy similar a la de la burguesía boliviana, venezolana y ecuatoriana, tratando de detener las reformas y al movimiento obrero. Por lo tanto ellos están siguiendo la máxima militar: “la mejor defensa es el ataque”; en lugar de defenderse de un gobierno de izquierda dan una batalla feroz para evitar que éste llegue a la presidencia. Por otro lado, lo último que querrían los imperialistas norteamericanos junto a sus fronteras sería un gobierno que los trabajadores consideren suyo, pues éste estaría sujeto a enormes presiones para aplicar una política que chocaría con los intereses del capital nacional y transnacional.

Así como la burguesía se adelanta en sus acciones para evitar las consecuencias de un gobierno de izquierda, de la misma manera el movimiento en torno a AMLO debe de retomar el paso, en primer lugar siendo consientes de que en tanto que un programa que trate de conciliar los intereses de la clase trabajadora con los de la burguesía es imposible,  y que desde ahora mismo es rechazado por la burguesía y su Estado, el movimiento debe dar un paso al frente adoptando un programa que rebase los límites del capitalismo. Si la burguesía no está dispuesta a aceptar los designios de la mayoría de la sociedad pues entonces el movimiento debe de llevar adelante sus reivindicaciones sin miramientos de las “instituciones”, ya que éstas están al servicio de los empresarios y nunca aceptarán un triunfo del movimiento. El movimiento obrero tiene que imponer su triunfo por medio de la lucha y la organización, pero para movilizarse y organizarse en primer lugar se requiere levantar un grito de guerra que unifique y convenza al proletariado y al campesinado pobre para luchar hasta el final; se requiere un programa claro y que verdaderamente plantee una alternativa a las actuales condiciones de miseria en que está sumida la mayoría de la sociedad.

Es necesario sacar todas las conclusiones de la experiencia de la lucha de clases en nuestro continente; la burguesía no tiene el más mínimo interés de aceptar las reformas y los cambios que demanda el proletariado, por lo tanto, al igual que lo hizo en el 2006, utilizará el aparato estatal de nuevo para evitar que AMLO llegue a la presidencia en el 2012. Si el movimiento sigue manteniendo un programa que limita las reformas dentro de los márgenes del capitalismo y sus métodos de lucha se atienen a la legalidad burguesa no será posible el triunfo que esperan millones de trabajadores en el país. Por el contrario, un programa socialista que señale con claridad la necesidad de expropiar a la burguesía, a los terratenientes, a los banqueros y la nacionalización de las principales empresas bajo control de los trabajadores será cómo un puñetazo sobre la mesa que llevará al movimiento a organizarse consecuentemente con estos objetivos y, por supuesto, a llevar la lucha no a los tribunales electorales sino a las calles, las fábricas, los pueblos, las universidades, movilizando a millones por todos los rincones del país inspirados en una transformación radical de sus condiciones de vida y no en concesiones que en última instancia son imposibles bajo el capitalismo. El proletariado reclama que los cambios revolucionarios no se dejen en manos ajenas, jueces y tribunales burgueses, sino en las manos de obreros y campesinos que, organizados y movilizados, son capaces de erigir una nueva sociedad.

Proyecto Alternativo de Nación: 10 puntos para el renacimiento de México. La propuesta de Militante

1. Rescatar al Estado y ponerlo al servicio del pueblo y de la nación.

El Estado se encuentra secuestrado por una minoría que es la causa principal del desastre nacional. En nuestro país existe una República aparente, simulada, falsa.

Hay poderes constitucionales pero, en los hechos, un grupo ha confiscado todos los poderes. Por eso, lo primero debe ser recuperar democráticamente al Estado y una vez logrado este propósito, reintegrar las riquezas y los bienes públicos que han sido entregados o concesionados ilegalmente, a través de reglamentos o leyes secundarias que en ningún caso pueden estar por encima del principio constitucional que señala el dominio directo de la nación sobre los recursos naturales del país.

Este procedimiento debe aplicarse fundamentalmente en los casos de la minería, la industria eléctrica y el petróleo.

El Estado burgués es un Estado podrido que engloba dentro de sí todo tipo de barbaridades y que, junto con los empresarios y banqueros, es el causante de que millones de personas en el mundo mueran de hambre.

El capitalismo trae inherente a sí la explotación de los que menos tienen por parte de aquellos que concentran la riqueza y que se han adueñado de los medios productivos. Esto de por sí refleja que dentro del capitalismo los trabajadores no contamos con una alternativa de vida digna dado que este sistema tiene su base en la explotación del hombre por el hombre.

En ese sentido, lejos de luchar por restablecer al Estado o por aplicar sus leyes, lo que realmente necesitamos es luchar por un sistema económico y social distinto, basado en una economía planificada y que esté bajo el control de los trabajadores, esta es la única garantía que existe para aspirar a una vida de calidad.

 

El compañero AMLO señala que debe haber un dominio directo de la nación sobre los recursos naturales del país, fundamentalmente en los casos de la minería, la industria eléctrica y el petróleo. Sin embargo partimos de lo siguiente: la minería en México tiene una contribución al PIB del 9.3% anual, sólo situándose en cuarto lugar después del petróleo, de las remesas y del turismo, y equivalente a 1 millón 146 mil 458 millones de pesos; por su parte la industria eléctrica contribuye al PIB mexicano con un 1.6%, equivalente a 196 mil 502 millones de pesos; por su parte el petróleo, principal recurso energético de nuestro país, contribuye con el 8% del PIB y aproximadamente con el 40% de las finanzas del Estado. La suma de tan sólo estos tres rubros equivale a más del 18% del PIB mexicano, la pregunta entonces es ¿están los empresarios y la burguesía dispuestos a perder los recursos emanados de estos ingresos? La respuesta es no. En toda la historia de América Latina la burguesía nunca ha dejado sus privilegios sin luchar.

En todos estos ingresos confluyen una cantidad importante de empresas, mismas que se encuentran en manos de la burguesía nacional e internacional. Hablar de quitarles el control de estos recursos a los empresarios y a la burguesía es hablar de entrar en una lucha encarnizada en contra de ellos, pero para hacerlo no son necesarias las leyes sino la lucha en las calles.

Desde nuestro punto de vista la renacionalización y el fortalecimiento de todos esos sectores estratégicos para la economía sería un paso al frente y un golpe directo a los intereses mezquinos de la mafia del poder, sin embargo  la única forma de garantizar que estos recursos lleguen a las manos de las clases explotadas es mediante el control obrero de la producción, movilizando a la clase trabajadora y al campesinado pobre en las calles y haciendo huelgas y paros, pues las leyes por sí solas no podrían imponerle a la burguesía ni al imperialismo la voluntad de un gobierno de izquierda.

2. Democratizar los medios masivos de comunicación.

Es inaceptable que un pequeño grupo posea el control de la televisión y de la radio, y administre la ignorancia en el país en función de sus intereses. Que quede claro: no hablamos de expropiación, sino de que el Estado cumpla el mandato constitucional de garantizar el derecho a la información.

Para ello no hace falta eliminar el régimen de concesiones, ni crear una excesiva reglamentación y muchos menos optar por la censura; lo más eficaz es lograr la democratización de los medios, evitando el monopolio y auspiciando la libre competencia. Para ser más claros: Que hayan todos los canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente posibles, con absoluta libertad, sólo impidiendo que se concentren en unas cuantas manos, como sucede actualmente.

Uno de los elementos más importantes en la lucha por construir una nueva sociedad es la lucha por informar y hacer llegar la información lo más lejanamente posible. Para la difusión de su ideología la burguesía cuenta con diversos recursos, uno de ellos son los medios masivos de comunicación

En México los dos principales monopolios informativos están en manos de la burguesía. Grupo Televisa, por un lado, se encuentra listado en la Bolsa Mexicana de Valores y posee además el 40% de las acciones del canal español La Sexta, estrenado en marzo de 2006. Además es la principal accionaria de empresas televisivas en diferentes países de América Latina y España; sus ingresos se valúan en aproximadamente 460 millones de dólares anuales. Por otro lado Televisión Azteca, la segunda mayor empresa de televisión de México, propiedad del Grupo Salinas, tuvo ingresos por 132 millones de pesos (11 millones de dólares) en el periodo de enero-marzo del 2010.

El compañero AMLO dice que no hablamos de expropiación, sin embargo para los marxistas la eliminación del duopolio televisivo, sin contar el resto de medios como la radio o la prensa escrita, sólo se acabará una vez que los trabajadores y el Estado asuman pleno control de ellos. De ninguna manera Televisa o Tv Azteca permitirán que se les elimine tan fácilmente del control de las comunicaciones ni renunciarán a su papel de manipuladores de la información en beneficio de la burguesía ni de la mafia del poder.

Para el movimiento de izquierdas hacerse de medios para hacer llevar las ideas más lejos es fundamental, esto quedó demostrado en el 2006 tanto en la lucha que los trabajadores dieron en contra del fraude electoral como con la lucha que el pueblo oaxaqueño dio en contra del gobierno represivo de Ulises Ruiz.

La toma de televisoras y radios permitió al movimiento de la APPO, a mediados de 2006, mantener informada de lo que sucedía a la población de la entidad, de la República y del mundo entero, todo ello logró combatir contra el cerco mediático que se hacía desde los medios masivos de comunicación.

Otro ejemplo es el caso de la revolución venezolana, en donde, tras el golpe de Estado que se llevó adelante en contra del presidente electo democráticamente, Hugo Chávez, las televisoras azuzaron, días antes, para que dicho acto se llevara adelante. Años más tarde los grandes monopolios televisivos se quejaron amargamente del retiro de las concesiones llevados adelante por el gobierno venezolano, sin embargo, si eso hubiera sucedido en México en contra de Calderón el gobierno hubiera tomado la misma medida. En este caso el gobierno de Hugo Chávez retiró las concesiones con el fin de mantener una programación  de calidad para el pueblo venezolano.

La única forma de garantizar la apertura de los medios de comunicación a toda la sociedad, y no sólo a los empresarios, es mediante su expropiación y su colocación a manos de toda la sociedad mediante la apertura de radios y periódicos en las comunidades, las fábricas, las Universidades, etcétera.

El hecho de que haya todos los canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente posibles, con absoluta libertad, sólo impidiendo que se concentren en unas cuantas manos resulta imposible dentro de los marcos del capitalismo, pues las leyes del mercado no permitirían a la población, ni siquiera a los medianos empresarios, y ya no digamos a los trabajadores que carecen de medios, competir en contra de las grandes corporaciones televisivas.

3. Crear una nueva economía.

Hay que cambiar la actual política económica que ni en términos cuantitativos ha dado resultados. México es uno de los países del mundo con menos crecimiento en los últimos años. La nueva política económica debe ser conducida por el Estado. Debe impedirse la injerencia de gobiernos extranjeros y de organismos financieros internacionales. El Estado debe recuperar su facultad para planear el desarrollo de acuerdo con el interés nacional. Hay que hacer a un lado la especulación financiera y enfocar todos nuestros esfuerzos a la economía real, a trabajar y producir los bienes que necesitamos. Sin producción no hay empleos, industrias, consumo, mercado, bienestar colectivo, ni economía poderosa, ni nación soberana.

Como explicábamos anteriormente, dentro de los márgenes del capitalismo el llevar adelante una economía que vele por los intereses de los trabajadores sólo sería posible si las leyes del mercado no estuvieran hechas para beneficiar a unos cuantos.

La burguesía se ha hecho de sus grandes fortunas a partir de explotar al trabajador y de hacerse de la plusvalía que éste produce. Un obrero sólo requiere de una parte de la jornada de trabajo, y no de toda, para producir el número suficiente de mercancías y cubrir con ello el precio de su fuerza de trabajo, cubierto bajo la forma de salario. A esta parte de la jornada de trabajo Marx la llamó Trabajo Socialmente Necesario; al resto de la jornada de trabajo, es decir en las horas que el obrero trabaja gratis para su patrón y por consecuencia son las horas en que se genera la plusvalía, o sea la ganancia para el patrón, el padre del socialismo científico la llamó Trabajo Excedente. 

En una fábrica automotriz, por ejemplo, quien genera la producción son los trabajadores; los capataces son los que se encargan de “supervisar” que el trabajador haga sus labores y el empresario es el que se lleva las ganancias. Para el capitalismo las leyes del mercado son necesarias de esta forma, que es la única para que un grupo parasitario se adueñe de la riqueza que generan millones.

Ello es así por la existencia de la propiedad capitalista, que permite que un puñado de burgueses sean dueños de los principales medios de vida y que la gran mayoría, al no poseer nada más allá que su fuerza de trabajo para venderla a cambio de un salario, quede a expensas de la explotación de los empresarios, los cuales le arrebatan a los productores directos el producto de su trabajo. Por consecuencia, la creación de una nueva economía pasa necesariamente por la eliminación de la propiedad privada capitalista; cualquier medida que, por muy progresista que sea, no rompa con el capitalismo, a la postre será incapaz de tener algún efecto serio para solucionar la agobiante situación económica que viven millones de familias trabajadoras de todo México.

Los marxistas pensamos que los trabajadores debemos luchar por una economía planificada, en donde las principales palancas de la economía se encuentren bajo la administración directa de la clase trabajadora y en donde la distribución de la riqueza se dé de manera planificada y equitativa. Los trabajadores necesitamos una economía planificada que permita condiciones adecuadas y dignas para la clase trabajadora y que no se guíe por la  suma excesiva de la riqueza sino por la satisfacción de las necesidades sociales, que permita una inversión en salud, educación, vivienda, alimentación, etcétera.

4. Combatir las prácticas monopólicas.

El artículo 28 de la Constitución prohíbe los monopolios, pero en México hay grandes monopolios vinculados al poder que encarecen bienes y servicios, dañando la economía de sectores populares y de las clases medias, a pequeños y medianos productores, empresarios y comerciantes, que se ven obligados a comprar insumos a precios exagerados.

Es inaceptable, por ejemplo, que los mexicanos paguemos por el cemento gris 146 por ciento más que los estadunidenses; 17 por ciento más por teléfono de línea fija; 240 por ciento más por llamadas de larga distancia nacional; 256 por ciento más por electricidad residencial de alto consumo; 52 por ciento más por electricidad de alta tensión; 185 por ciento más por la tarjeta de crédito; 309 por ciento más por televisión por cable; 145 por ciento más por Internet de banda ancha; 176 por ciento más por crédito a la vivienda. Y todo ello, a pesar de que el salario mínimo en México es nueve veces menor que en Estados Unidos.

En este país pobre se paga más que en las naciones ricas y con peores condiciones de servicio. No podemos permitir que esto siga ocurriendo. En noviembre del año pasado propusimos al Senado la aprobación de una ley de precios competitivos con la cuál los consumidores lograrían ahorros entre el 10 y el 18 por ciento de sus ingresos. Sin embargo, este proyecto está detenido porque los legisladores del PRI y del PAN no son realmente representantes populares sino que están al servicio de los potentados.

Las prácticas monopólicas en México y otras partes del mundo han sido llevadas adelante con el objetivo de aumentar las ganancias de los empresarios. Las famosas medidas de rescate orientadas al sector financiero, y que han significado una inversión millonaria de dinero público a los bancos, ha impedido que la burguesía vaya en picada.

Como los marxistas explicábamos hace unos meses, “este trasvase de recursos públicos se convirtió, en la práctica, en una aceleración de la concentración del capital financiero y un nuevo paso en el fortalecimiento de los monopolios. Lenin explicó, en su libro sobre el imperialismo, cómo funciona este mecanismo: "Los magnates bancarios parecen temer que el monopolio del Estado se deslice hasta ellos cuando menos lo esperen. Pero, naturalmente, dicho temor no rebasa los límites de la competencia entre dos jefes negociando en una misma oficina, porque, de un lado, son al fin y al cabo esos mismos magnates del capital bancario los que disponen de hecho de los miles de millones concentrados en las cajas de ahorro; y de otro lado, el monopolio del Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto de quebrar en una u otra rama de la industria".

Los monopolios, es decir la cada vez mayor concentración de riquezas en pocas manos, es una tendencia natural del capitalismo. Día a día los burgueses luchan entre sí por el mercado, dando como resultado el que los peces grandes devoren a los peces más chicos, incrementando los primeros su rango de acción sobre el mercado y acrecentando al mismo tiempo sus ganancias. En tiempos de crisis económica, cuando producto de esta miles y miles de medianos y pequeños capitalistas quiebran, los peces grandes, los cuales suelen sortear con más éxito los periodos de recesión y estancamiento, se quedan con los mercados que abandonaron las empresas quebradas y, una vez llegada la recuperación económica, ven cómo su radio de acción se ha ampliado junto con sus utilidades. Otro mecanismo es el de las fusiones, es decir el de capitales de empresas diferentes, pueden ser de un mismo ramo o no, se unen para luchar en mejores condiciones contra sus competidores para desplazarlos del mercado. Un ejemplo reciente de ello es la fusión de Grupo Financiero Banorte e Ixe Grupo Financiero, en noviembre del 2010, representando ello una operación de 16 mil 200 millones de pesos.

Esta tendencia a la concentración de capital, y por consecuencia la creación de monopolios y las prácticas monopólicas, forma parte de la propia naturaleza del capitalismo; la leyes antimonopolios no pueden actuar contra leyes más poderosas como son las que rigen a la dinámica del capitalismo, un magnifico ejemplo de ello son los Estado Unidos, país plagado de leyes contra los monopolios pero al mismo tiempo suelo patrio de los principales monopolios del mundo en cada uno de los diferentes terrenos de la economía yanqui y mundial: Coca-Cola, Marlboro, Ford, Exxon Mobil, Monsanto, etcétera, son tan sólo algunas de la larga lista que engrosa el menú de monopolios de los Estados Unidos.

Como está demostrado históricamente, el poder financiero de los monopolios es tanto que son capaces de organizar el sabotaje necesario para arrodillar a los diferentes gobiernos y ponerlos a su servicio; pero si eso no es suficiente y ven sus intereses amenazados esos mismo monopolios no dudan en organizar la desestabilización de un gobierno que consideren hostil hasta derrocarlo. Tal fue el caso de Jacobo Árbenz, presidente guatemalteco, derrocado en 1954, o de Salvador Allende, presidente del gobierno de la Unidad Popular de Chile, derrocado en 1973. En ambos casos, en colaboración con las respectivas oligarquías locales y en defensa de las multinacionales yanquis, el imperialismo yanqui organizó y dirigió los dos golpes de Estado.

Por ello, para asegurar que los monopolios extranjeros y nacionales (entre esos últimos Cemex y Gruma, por citar un par de ejemplos) no impongan sus reglas que sólo los benefician a ellos a costa de lucrar con el hambre y el destino de millones de mexicanos, nuevamente la medida más de fondo es la nacionalización sin indemnización de todas esas empresas para ponerlas bajo el control de los trabajadores. Sin estas medidas las leyes antimonopolio, tal como sucede en los Estados Unidos, terminan sin efecto alguno.

No obstante la fortaleza de los monopolios y del imperialismo, dos caras de una misma moneda, es decir del capital financiero, puede ser derrotada. Históricamente este es un hecho demostrable, pero para ilustrar esta realidad basta recordar dos casos recientes en los que las masas trabajadoras, decididas a defender lo que consideran suyo, salieron a las calles e impidieron que los funestos objetivos de las transnacionales se cumplieran: nos referimos a los ejemplos de Venezuela, en abril del 2002 y Ecuador, en septiembre del 2010, cuando los imperialistas y sus monopolios, en acuerdo con las respectivas oligarquías, intentaron derrocar, por medio de un golpe de Estado, a los gobiernos de izquierda que gobiernan en aquellos países. En ambos países los golpes de Estado fueron derrotados y los imperialistas, junto con los monopolios y sus socios locales, se llevaron un fuerte palmo en la nariz.

Los resultados fallidos de golpe de Estado en América Latina y los frustrados intentos del imperialismo yanqui, europeo, japonés, etcétera, así como de la burguesía latinoamericana para frenar el giro a la izquierda que se experimenta en toda la región desde hace poco más de una década,  no hace más que ilustrar el hecho de que las cosas han cambiado. A diferencia de los años que van desde que finalizó la segunda guerra mundial hasta los ochentas, periodo en el que el imperialismo yanqui y sus socios capitalistas de todo el mundo derrocaban gobiernos en América Latina que consideraban hostiles a sus intereses, hoy en día la burguesía no está en condiciones para intervenir de una forma tan extremadamente unilateral e imponer su voluntad sobre los trabajadores. Y este hecho, totalmente irrefutable, obedece por supuesto a la debilidad del propio capitalismo como tal, pero sobre todo se explica porque el movimiento obrero y de los pobres en toda América Latina definitivamente se ha recuperado de las derrotas de los años 70 y 80 y se ha fortalecido enormemente, tan es así que incluso ahora ha sido capaz de derrotar golpes de Estado.

La clase trabajadora debe confiar en sus propias fuerzas; se trata de un poder tan fenomenal que solamente ella es capaz de hacer que la sociedad funcione y produzca todo lo que ésta necesita para subsistir. Partiendo de esa realidad, por consecuencia, y reconociendo al mismo tiempo que los monopolios son también una expresión del carácter internacional del capitalismo y de la burguesía, es necesario señalar la importancia de unir las fuerzas y el deseo de trasformación social de los trabajadores mexicanos con los de Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, Colombia, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala y del resto de América Latina. Contra el capitalismo mundial la unidad de la clase obrera de todo el mundo.

La unidad del proletariado latinoamericano no sólo es la mejor garantía para frenar al imperialismo y sus monopolios, sino incluso para derrotarlos de manera definitiva. Es por ello que como parte de nuestra lucha contra la derecha y la burguesía mexicana, el programa que los trabajadores debemos defender para combatir a los monopolios también debe contener llamados a la unidad de todos los trabajadores y pobres latinoamericanos, contra la opresión capitalista, en defensa de la Revolución Cubana y Venezolana, así como por la integración de una federación socialista de América Latina.

5. Abolir los privilegios fiscales.

Recientemente se confirmó que desde la época de Luis Echeverría se celebró un pacto secreto entre el poder político y el poder económico que se ha ampliado y ratificado sexenio tras sexenio. El acuerdo consiste en conceder a los grandes empresarios y banqueros, el privilegio de no pagar o de devolverles los impuestos. Inclusive, Calderón lo reconoció y dijo que “las empresas que más ganan, rara vez, muy rara vez, pagan impuestos”.

Pero no basta con la denuncia. Es necesario aprobar una reforma fiscal progresiva. Es decir, que paguen más los que tienen más.

En México, a la inmensa desigualdad social y económica, tenemos que sumarle la injusticia fiscal, ya que la mayor parte de las contribuciones recaen en los trabajadores asalariados, los profesionistas, los pequeños y medianos empresarios y comerciantes.

Debe buscarse que, al menos, las grandes corporaciones que operan en México y los más ricos del país, paguen impuestos en la misma proporción que lo hacen sus similares en países desarrollados o de las llamadas economías emergentes.

>Por si no fueran suficientes las enormes ganancias que los capitalistas obtienen a costa de nuestra explotación, exigen que el Estado los exente de toda contribución fiscal para aumentar el margen de sus ganancias y pretenden que se incrementen los impuestos para los trabajadores mediante la imposición del IVA en alimentos, medicinas y otros rubros.

El famoso pago de impuesto mediante supuestas campañas de beneficencia ha sido utilizado por los grandes empresarios para quedar exentos de pagarlo, eso se ha visto demostrado en el famoso “Teletón”, un supuesto acto de beneficencia donde las grandes corporaciones hacen como que apoyan y al final de cuentas se les exenta de pagar los impuestos.

Más allá de hablar del cobro de impuestos como debería de ser, haciendo que las grandes empresas paguen lo que les corresponden, se deben eliminar los estratosféricos salarios de jueces, de secretarios presidenciales etcétera. AMLO debe levantar un programa completo de defensa de derechos de los trabajadores, un salario de 10 mil pesos mensuales, creación de más y mejores escuelas así como de hospitales y toda la infraestructura de salubridad.

Los recursos para lograr esto se deben obtener de la expropiación de todas las empresas fundamentales: mineras, de transporte, puertos, la banca. Los trabajadores ya hemos sufrido por muchas décadas y ahora que la crisis arrecia no podemos seguir soportando más. Basta de que el rico se haga más rico y el pobre más pobre.

Además de eliminar los privilegios fiscales, y con la idea de dotar al Estado de más recursos frescos, se debería definir una política impositiva que asegure que los empresarios y las familias más ricas paguen altos impuestos, pues de acuerdo a un análisis publicado por el Informativo del Sur de Jalisco, titulado: Los privilegios fiscales de las grandes empresas, se señala que los “asalariados pagamos alrededor del 30% de impuestos sobre nuestros ingresos, mientras que las grandes empresas que obtienen millonarias ganancias pagan porcentajes ínfimos, menores al 5% de esos ingresos”. http://www.periodicoelsur.com/columna.aspx?idopinion=51436. ¡Que paguen más impuestos quienes más tienen!

6. Ejercer la política como imperativo ético y llevar a la práctica la austeridad republicana.

Es necesario cambiar la forma de hacer política. Este noble oficio se ha pervertido por completo. Hoy la política es sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción. Por eso es urgente darle un nuevo sentido al quehacer político, imprimiéndole convicciones y principios. Quienes se dediquen a esta actividad deben entender que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás.

También hay que hacer valer el principio de austeridad republicana; retomar el ejemplo de Juárez y los liberales: el apego al criterio de la justa medianía en que deben vivir los servidores públicos. Nada de sueldos onerosos y ofensivos, ni flotillas de aviones y helicópteros al servicio de la llamada clase gobernante. Debe revisarse todo el funcionamiento del gobierno para eliminar los gastos improductivos, el derroche y los privilegios. Actualmente, le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno.

La única forma de garantizar un sistema político acorde con las necesidades de los trabajadores es mediante el gobierno de los trabajadores mismos. La corrupción, el engaño y los arreglos cupulares son prácticas inherentes al capitalismo.

Mientras exista el capitalismo los gastos improductivos, el derroche y los privilegios se mantendrán, dado que el sistema capitalista necesita de estas prácticas para poder sobrevivir. Mientras las palancas fundamentales de la economía se mantengan en manos de unos cuántos las clases explotadas no podrán gozar de una vida de calidad.

Como explicaba Lenin en “El Estado y la Revolución”, el derrocamiento de la burguesía sólo puede realizarse mediante la transformación del proletariado en clase dominante, capaz de sofocar la resistencia inevitable y desesperada de la burguesía y de organizar para el nuevo régimen económico a todas las masas trabajadoras y explotadas. Para ello es necesario garantizar mínimamente:

1. Elecciones libres y democráticas con derecho a revocar a todos los funcionarios.

2. Ningún funcionario recibirá un salario superior al de un trabajador cualificado.

3. No al ejército o la policía permanentes, sino el pueblo en armas.

4. Gradualmente, todo el mundo, por turnos, debería participar en todas las tareas de gestión del Estado. “Cuando todo el mundo es un ‘burócrata’, nadie es un burócrata”.

Estos 4 puntos son elementales si los trabajadores y demás clases explotadas queremos llevar adelante un sociedad justa, libre de explotación.

Siendo esto así, significa, en otras palabras, que el viejo y degenerado Estado capitalista sería sustituido por un Estado obrero en el que se asegure que éste estará bajo el control democrático de los trabajadores, es por ello que las medidas antes señaladas también tendrían que ir acompañadas de acciones que aseguren la participación de los trabajadores en los asuntos mas importantes de su vida, entre ellos el garantizar que la corrupción no corroa al Estado y cree una nueva casta privilegiada. Para tal efecto es necesario reducir la jornada de trabajo sin reducción de salario, de tal manera que todos dispongamos del tiempo necesario para participar en asambleas y toda clase de acciones tendientes a decidir y programar las tareas de Estado obrero, así como supervisar el uso adecuado de sus recursos y sus cargos.

7. Fortalecer al sector energético.

Es urgente detener la terrible crisis que se avecina por la caída en la producción petrolera y la salida de divisas para comprar gasolinas y otros derivados en el extranjero.

El manejo de Pemex, como hemos venido insistiendo, se ha caracterizado por el vandalismo y la irracionalidad. Hay que limpiar a Pemex de corrupción. No es posible que se sigan otorgando contratos millonarios sólo en beneficio de empresas extranjeras y de políticos corruptos. Tal es el caso de proyectos como los de la Cuenca de Burgos o de Chicontepec, donde no se ha logrado producir más gas ni más petróleo, pero sí se ha causado un gran daño al patrimonio nacional.

Por otro lado, se continúa con la sobreexplotación de los yacimientos para exportar petróleo crudo, sin reponer reservas.

Por esta causa, de 2004 a la fecha, se han dejado de producir 774 mil barriles diarios. Es decir, ahora producimos 2 millones 600 mil barriles al día y de seguir esta tendencia, en cuatro años sólo alcanzarían para cubrir la demanda interna; con el agravante de que por la falta de refinerías y por el abandono a las plantas petroquímicas, seguiríamos vendiendo crudo y dependiendo por completo de la importación de gasolinas y otros petrolíferos.

Por eso, debemos insistir en modificar radicalmente la actual política petrolera. Es urgente recuperar la administración de Pemex, invertir en exploración e iniciar de inmediato la construcción de tres grandes refinerías para dejar de importar el 40 por ciento de las gasolinas que consumimos. El objetivo debe ser industrializar la materia prima y ya no vender ni un solo barril de petróleo crudo al extranjero, para generar empleos y utilidades en beneficio de los mexicanos.

Una de las prácticas más recurrentes de los gobiernos de derecha en nuestro país fue el de hacerse de dinero a partir de las finanzas públicas y a partir del desfalco a las empresas estatales, entre ellas Petróleos Mexicanos.

En nuestro país aproximadamente el 40% de los ingresos del Estado son obtenidos gracias a las ganancias de estos recursos petroleros, sin embargo los largos años de despilfarro y de robo al por mayor hacia la empresa paraestatal han significado terribles pérdidas económicas que se han traducido en peores condiciones de vida para millones de trabajadores.

Incluso el hecho de que aproximadamente el 40% de los ingresos del Estado lo genera PEMEX significa una enorme sangría de recursos que limitan la inversión de la paraestatal y ampliar con ello su plataforma productiva tanto para la extracción de petróleo como para su procesamiento para producir toda clase de derivados, entre ellos gasolinas, mismas para las cuales, dada la falta de la infraestructura necesaria, México tiene que gastar cuantiosas cantidades para traerla de otros países, en especial de los Estados Unidos. Por ejemplo, a consecuencia de ello, en 2009 nuestro país invirtió 9 mil 170 millones de dólares.

Otro grave problema que enfrenta PEMEX a consecuencia de la falta de inversión es el desplome de la producción en la extracción de crudo, el cual durante los primeros ocho meses del 2009 fue del 22%; por ejemplo a este mismo respecto la caída durante la primera semana de noviembre fue de 222 mil barriles diarios.

PEMEX tiene que seguir siendo un pilar de las finanzas públicas, pero es necesario que, para que siga desempeñando ese papel, desarrolle su infraestructura de manera significativa. Una medida para lograrlo es el que todas las empresas que tienen contratos con la paraestatal sean nacionalizadas. Pero otra acción, la cual se traduciría en la liberación de recursos frescos para la inversión en infraestructura y nueva tecnología, así como en más mano de obra, es la cancelación de la deuda de PEMEX, misma que a junio del 2010 asciende a los 616 mil 194.4 millones de pesos.

Los marxistas de Militante hemos explicado en anteriores escritos que las medidas propuestas por AMLO respecto a PEMEX son correctas, pero es necesario señalar que aun faltaría más: por ejemplo PEMEX está terriblemente endeudada, por consecuencia, para sanear sus finanzas, es necesario que dicha deuda sea desconocida y cancelada.

Por otro lado las empresas contratistas, nacionales y extrajeras, son un auténtico parásito que le roba cuantiosas sumas de dinero día a día a PEMEX, representando un freno también para el desarrollo de esta última. Todos esos contratos parasitarios de PEMEX, y un sinfín de empresas que le prestan servicios o desarrollan obras de infraestructura para la paraestatal petrolera, tendrían que ser cancelados sin indemnización.

Es por ello que los bienes de estas empresas y su tecnología tienen que ser expropiados y nacionalizados para ponerlos al servicio de PEMEX; por su parte los trabajadores de dichas empresas, sometidos a una tremenda explotación y víctimas de la escasa existencia de derechos laborales, tendrían que ser contratados por PEMEX y sindicalizados. Además, sobre esta última cuestión, nuestra lucha también debe ir encaminada a expulsar al charro sindical Romero Deschamps y su pandilla quienes, además de corromper al sindicato, han sido importantes cómplices de los gobiernos del PAN y del PRI para lanzar sus ataques contra PEMEX.

Pero todas estas medidas, sin eliminar la corrupción que corroe PEMEX, serían insuficientes. En dicha corrupción los principales actores son siempre los altos directivos y su sistema de mandos. Ante ello es necesario sacar esa escoria y, para evitar la corrupción, poner a PEMEX bajo la administración directa y democrática de los trabajadores.

8. Alcanzar la soberanía alimentaria.

Desde 1983 se dejó sin apoyo al sector agropecuario y se optó absurdamente por comprar los alimentos que consumimos en el exterior. Ahora, en consecuencia, hay tierras ociosas, potreros abandonados, se ha despoblado el medio rural y millones de mexicanos han tenido que emigrar.

En 2009, para la compra de alimentos en el extranjero, se destinaron 16 mil millones de dólares. La mayor parte es maíz, frijol, arroz, leche, carne de res, de cerdo y desechos de pollo, que podríamos producir en el país.

Asimismo, debe fortalecerse la agricultura de autoconsumo de la que dependen millones de indígenas y campesinos pobres. Además, es donde se conservan semillas orgánicas y variedades de maíz que forman parte de la riqueza genética de México. No al maíz transgénico.

Cada día mueren en el mundo alrededor de 60 mil personas y, según la Asociación de Bancos de Alimentos, en México cada día mueren alrededor de 26 personas de hambre y desnutrición; ello quiere decir que aproximadamente 10 mil personas mueren a causa de ello cada año en promedio en nuestro país. Aunado a ello, durante los primeros meses de gobierno de Felipe Calderón, la cifra de mexicanos en condición de extrema pobreza, oficialmente llamada “pobreza alimentaria”, creció de 14.4 millones a 19 millones de personas -de finales de 2006 a este año- debido a la crisis de precios en los alimentos y la escasez de oportunidades para hallar un ingreso fijo, según se desprende de datos oficiales y de estimaciones contenidas en un informe del Congreso.

Una de las tareas del movimiento de izquierda es luchar por cambiar radicalmente esta situación. Los recursos obtenidos de la explotación de los recursos energéticos y alimentarios de nuestro país suman cantidades millonarias de recursos que bien podrían utilizarse para alimentar a la población mundial no una sino varias veces.

Es escandaloso que en pleno siglo XXI miles de personas mueran de hambre, y ante ello debe ser tarea del movimiento de izquierda y del propio AMLO luchar no solamente por fortalecer la agricultura sino por expropiar las grandes industrias alimentarias. Más que hablar de un problema de producción debemos hablar de un problema de distribución, pues como hemos explicado a lo largo de todo este documento el sistema capitalista es incapaz de dotar de una vida digna a los trabajadores debido a que está basado en la explotación.

Lo que hace falta no son ajustes al sistema capitalista, lo que en realidad debemos hacer es eliminar el sistema capitalista y sustituirlo por un sistema capaz de dotar a las amplias masas de una vida digna, un sistema que tenga el control de las grandes industrias productoras de alimentos, del campo y de los recursos necesarios para dotar a los trabajadores, los campesinos y sus familias de una alimentación decente.

El caso de los alimentos es un ejemplo bastante gráfico de la complicidad entre el gobierno y los capitalistas: para muestra basta señalar que bajo el amparo del Estado (el cual, por ejemplo, recortó la inversión pública en el campo en un 95.3% entre 1982 y 2000) se desarrollaron consorcios como Gruma. Esta empresa, propiedad de Roberto González, cuya fortuna personal en 2008 ascendía a los 2 mil millones de dólares, se ha erigido como uno de los monopolios mundiales más importantes de la industria de los alimentos, especialmente para el caso del maíz y sus derivados, entre ellos la harina. Tan sólo esta situación recientemente, entre julio y septiembre del 2010, le dejó ganancias por 276 millones de pesos. Ello al mismo tiempo de que miles padecen hambre en México.

Estos monopolios de la industria alimentaria son los que definen la política del gobierno hacia el campo, el cual se encuentra en el abandono total; ellos son los que se benefician del TLC, el cual ha puesto al campo mexicano a competir en condiciones totalmente desventajosas contra el campo mas poderoso del mundo, el de los Estados Unidos, significando la ruina para miles y miles de familias campesinas y la reducción de la superficie de cultivo en nuestro país. Es por ello que ahora México tiene que importar alimentos, incluso, para colmo, maíz, y poder cubrir la demanda interna de granos y de todo tipo de productos agrícolas. Tal realidad se ha trasformado en un negocio que deja todos los días ganancias más que jugosas para los monopolios nacionales y trasnacionales de la industria alimentaria. Para hacernos de una idea de lo que significa ello para los capitalista basta citar un reciente informe de la FAO dado a conocer en mayo pasado y en el que se señala que “en el primer trimestre de 2010, México erogó 4 mil 291 millones de dólares para comprar alimentos en el mercado internacional (fundamentalmente en Estados Unidos), lo que representa un crecimiento de 14 por ciento respecto de igual periodo de 2009, y equivale, en ese lapso, a un gasto de 2 millones de dólares por hora.”

En definitiva el empleo de todo ese dinero para comprar alimentos a las trasnacionales yanquis y sus socios en nuestro país, representaría una inversión más que extraordinaria que podría trasformase en un fuerte estimulo para iniciar con paso firme el camino hacia la recuperación del campo mexicano.

Partiendo de todo ello, desde el punto de vista de los marxistas de Militante, la recuperación de la soberanía alimentaria exige medidas muy de fondo, entre ellas cancelar el TLC y nacionalizar a multinacionales como Gruma, además de la propiedad de los monopolios extranjeros en territorio nacional, así como todas aquellas empresas relacionadas con la producción de equipo e insumos para el campo. Ello por sí mismo ya representaría un estímulo importante para la reactivación del campo, sin embargo para liberar recursos frescos del Estado y destinarlos a diferentes programas sería también necesario cancelar la deuda pública y destinar parte de ese dinero al estímulo de la producción agrícola. También otra medida a tomar sería la de dotar al campesinado pobre de créditos blandos de parte de la banca. Sin embargo es obvio que los banqueros se negarán a otorgar esta clase de créditos, razón por la cual tendría que ser expropiada la banca y puesta bajo el control democrático de los trabajadores.

También, para evitar el coyotaje y el parasitismo sobre la producción agrícola, mismos que suelen apropiarse de una buena porción de la rentabilidad del campo, derivando ello en un freno para el incremento de la producción agrícola, el Estado tendrá que crear mecanismos que permitan la comercialización directa entre los productores rurales y los consumidores.

9. Establecer el Estado de bienestar.

Hay que proteger a los pobres, a los débiles y olvidados ante la desigualdad social, la incertidumbre económica y otras calamidades. Debe garantizarse el derecho a la educación, al trabajo, a la salud, a la alimentación y a la vivienda.

Es necesario seguir insistiendo hasta lograr la pensión universal para los adultos mayores del país; el otorgamiento de becas a todos los discapacitados pobres; y la atención médica y los medicamentos gratuitos para la mitad de los mexicanos que no cuentan con seguridad social.

La solidaridad con los desposeídos no sólo es un asunto de justicia, es la manera más eficaz, más humana y más barata para garantizar la tranquilidad y la seguridad pública. Por eso reiteramos que por el bien de todos, primero los pobres.

Para alcanzar una vida digna, en donde el derecho a la educación, al trabajo, a la salud, a la alimentación y a la vivienda sean respetados, es necesario garantizar primero un gobierno que vele por ellos, sin embargo esto no es suficiente, pues dentro de los márgenes del capitalismo ese gobierno no tiene la garantía de que la burguesía lo permita. De tal forma que regresamos a lo anteriormente planteado. La única forma de garantizar una vida digna es estableciendo una nueva sociedad, libre de explotación y en la cual los trabajadores controlen las principales palancas de la economía.

El capitalismo con rostro humano no existe, es una contradicción hablar de un capitalismo con rostro humano dado que es este sistema el causante de la carestía de la vida, de la eliminación de los derechos de los trabajadores y del horror sin fin que vemos a diario en la sociedad.

Es correcto decir que debemos seguir insistiendo hasta lograr todos estos beneficios, sin embargo no basta con insistir, necesitamos luchar para conseguirlo, y para ello es necesario luchar por la estatización del sector salud, poniendo al servicio de la clase trabajadora y de sus familias los hospitales existentes y con ello toda su infraestructura médica; es necesario luchar por una escuela de calidad para los hijos de los trabajadores, eliminando del sistema todas aquellas escuelas “patito” que lo único que hacen es hacerse del dinero de los trabajadores y a cambio no dan ninguna educación de calidad, la escuela debe ser pública, gratuita, científica y de calidad, a esa educación debemos aspirar; debemos luchar por puestos de trabajo dignos, en donde los salarios sean acordes con las necesidades de los trabajadores, debemos luchar por una sociedad en donde todo el mundo tenga un trabajo decente y bien remunerado; debemos luchar por una vivienda de calidad, en donde los trabajadores puedan vivir a gusto con sus familias y no hacinados como la mayoría de las familias pobres de este país.

Pero luchar por todo ello implica cambiar el sistema económico en el que vivimos y eso se logrará sólo con la participación activa de la clase trabajadora de la ciudad y el campo y de todas las clases explotadas.

El bienestar social, mismo que en todo caso sería el objetivo a alcanzar por medio del Estado de bienestar, es una cuestión concreta que depende de cuestiones materiales: escuelas, hospitales, libros, viviendas, empleos, alimentación, cines, teatros, caminos, trasportes, luz eléctrica, telecomunicaciones, bibliotecas, computadoras, parques, guarderías, centros turísticos, infraestructura para el desarrollo del arte y la cultura, comedores públicos, centros de investigación y desarrollo tecnológico, universidades, etcétera, etcétera. Todo en cantidad y calidad necesaria para asegurar una vida digna en la ciudad y el campo. Junto con todo ello, además, condición indispensable, tiempo suficiente para el disfrute de todos esos beneficios materiales.

Desde luego que el Estado puede ser un motor gigantesco para lograr todo ello, sin embargo no puede ser cualquier clase de Estado. No podría ser el Estado tal y como lo conocemos, corroído por la corrupción y al servicio de los burgueses. Es por ello que, para lograr todos esos objetivos, tendría que ser un Estado diferente; un Estado que esté al servicio del conjunto de la sociedad y no al de una puñado de parásitos de magnates.

Por consecuencia se necesitaría un Estado verdaderamente democrático que asegure el domino de la mayoría, es decir de los trabajadores, sobre la minoría, o sea sobre la burguesía. Por consecuencia ese nuevo Estado, un Estado obrero, requeriría, para poder desempeñar su función como motor del progreso humano y del bienestar social, los medios materiales suficientes, cuestión que es imposible lograr sin expropiar los bienes, las fortunas y los negocios de los banqueros y empresarios. Solamente bajo una democracia obrera que desconozca cualquier compromiso con la burguesía y el imperialismo, y que además le arrebate a éstos últimos el monopolio sobre la economía, será posible la solución de fondo a los problemas que vivimos día a día y de esta manera asegurar el bienestar social para las clases desposeídas.

Por ejemplo, para exponer más claramente a lo que nos referimos con esta clase de ideas, basta preguntarse cuántas escuelas, hospitales, viviendas, universidades, carreteras, obras de electrificación y de potabilización de agua, etcétera, se podrían construir si la fortuna de Carlos Slim es expropiada. Dicha fortuna, ya en julio de este 2010, se ubicaba en los 53 mil 500 millones de dólares, de acuerdo a la revista Forbes. Esa misma pregunta resulta pertinente si reflexionáramos en la clase de beneficios que significarían para las familias trabajadoras de la ciudad y del campo si en lugar de gastarse cifras multimillonarias en el pago de la deuda del Estado, deuda que nadie de nosotros adquirió pero que si se nos obliga a pagar, esas cantidades fueran destinadas a obras de desarrollo social en todos los terrenos. La deuda del gobierno con los bancos mexicanos y extranjeros, a cifras del noviembre del 2010, es de de 4,5 billones de pesos (unos 360.000 millones de dólares).

La fortuna de Slim y del resto de multimillonarios debe ser confiscada por el Estado y la deuda pública tiene que ser desconocida y cancelada para lograr armar al Estado de todos los medios necesarios para abocarse a su tarea de desarrollo social. Bajo el capitalismo la democracia y su ejercicio, en la cual el Estado tiene un papel preponderante, no es otra cosa más que la dictadura de los burgueses sobre la clase trabajadora. Por consecuencia, si somos objetivos, un verdadero Estado de bienestar sólo se puede lograr por medio de una democracia obrera; es decir a través de una Estado que rompa con la burguesía y el capitalismo.

10. Promover una nueva corriente de pensamiento.

La transformación que necesita el país no sólo debe tener como propósito alcanzar el crecimiento económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar. Implica también y sobre todo, cristalizar una nueva corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa bondad; añadiendo valores como el de la tolerancia, la solidaridad, el respeto a la diversidad y la protección del medio ambiente. Hay que alentar un pensamiento que ayude a impedir el predominio del dinero, del engaño, de la corrupción y del afán de lucro, sobre la dignidad, la verdad, la moral y el amor al prójimo.

La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Pensar en una nueva corriente de pensamiento, basada en el crecimiento económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar, es imposible en una sociedad donde exista la lucha de clases, en donde exista un grupo parasitario de personas que viven a costa  del sudor de millones de trabajadores.

Para hablar de crecimiento económico debemos hablar de economía planificada, en donde la distribución de la riqueza sea hecha por los trabajadores; para hablar de democracia debemos hablar del principio de la subordinación de la minoría a la mayoría, pues la democracia es precisamente el reconocimiento de este principio; para hablar del desarrollo debemos hablar del control de los medios de producción en manos de la clase trabajadora, que es la que verdaderamente puede llevar la batuta, y para hablar del bienestar debemos hablar de una nueva sociedad.

El capitalismo es horror sin fin. Dentro del capitalismo estamos condenados a vivir una vida de miseria, en donde los recursos energéticos y los naturales son utilizados para beneficiar a sólo unos cuantos. La derecha de nuestro país, la burguesía y los capitalistas defienden este sistema porque bajo él viven en muy cómodas condiciones, para ellos no es problema que la gente del norte del país, por ejemplo, viva en medio de balazos y muertes a diario, de ello hablan los más de 30 mil muertos que ha habido por la llamada guerra en contra del narcotráfico en el gobierno de FeCal; tampoco les importa echar a la calle a los trabajadores y mantener a los que quedan con salarios que no alcanzan ni para comprar la mitad de los productos de la canasta básica, las familias de los trabajadores mexicanos adquieren hoy 35 por ciento menos alimentos que al inicio del actual gobierno debido a la pérdida del poder adquisitivo que han sufrido a consecuencia de los bajos salarios que hay en el país y la precariedad del mercado laboral.

La misma suerte respecto a los salarios de miseria y empleos mal pagados están sufriendo los jóvenes, quienes además no pueden continuar con sus estudios y se están enfrentando a un mercado laboral mutilado en donde el porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan ha aumentado lenta pero constantemente desde 2007. De 22.21 por ciento, en el primer trimestre de ese año, a 23.04 por ciento en 2008, 23.79 por ciento en 2009 y actualmente se encuentra en 23.94 por ciento.

En cada sociedad las formas de pensamiento dominante reflejan la ideología de la clase dominante, es por ello que las ideas dominantes no hacen más que expresar en última instancia la forma en que se reproduce el capital. Los valores y principios de la sociedad son individualistas y mezquinos porque los capitalistas actúan de manera individual en la producción y luchan entre sí de manera encarnizada por el mercado; además los capitalistas sólo se pueden reproducir, en lo individual y como clase, explotando, estrujando y oprimiendo a otros. Además los capitales necesitan, para mantenerse vigentes en la lucha por los mercados, incrementar a toda costa y con la mayor rapidez posible sus ganancias, por tanto los burgueses son rapases y depredadores. Y también, para mantener su posición privilegiada en la sociedad, los burgueses tienen que crear una serie de ideas falsas sobre la sociedad para justificar su domino sobre ésta; además, como un recurso de especial relevancia, los burgueses cuentan con el Estado para, de ser necesario, emplear las leyes y la fuerza para imponer su voluntad sobre los demás.

Siendo esto así, la mentira, la avaricia, la intolerancia, el abuso, la competencia, la mezquindad, etcétera, son todos ellos valores inherentes al capitalismo dada la forma en que éste se reproduce como sociedad. Por consecuencia una nueva corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa bondad; añadiendo valores como el de la tolerancia, la solidaridad, el respeto a la diversidad y la protección del medio ambiente,  tal como se expone en estos 10 puntos, requiere como condición, en última instancia, una nueva base material sobre la que se reproduzca la sociedad, en la que se tenga como objetivo el beneficio ya no de un puñado de empresarios sino el de la sociedad en su conjunto; nos referimos a una base material de reproducción que tenga como precondición del beneficio individual el que al mismo tiempo se satisfagan las necesidades de los demás y en la que los seres humanos, dada la abundancia, no tengan necesidad de competir con los demás para cubrir los requerimientos de su vida cotidiana.

Sólo de una situación en la que la economía pueda satisfacer plenamente al ser humano, en lo material y en lo espiritual, y en la que no se tenga que explotar a otro para poder sobrevivir, podrán brotar otra clase de valores y formas de pensamiento que lleven al ser humano a un nivel de dignidad que le permita desplegar todas sus capacidades. El capitalismo, frente a este objetivo, representa no sólo la negación del potencial de desarrollo espiritual y humano de la gente, sino además una plataforma que obliga día a día a millones de seres humanos a pauperizarse y degradarse material y moralmente. Por ello el camino hacia una mejor convivencia entre los seres humanos, razón de ser de valores más elevados y supremos a los que rigen a la actual sociedad, necesariamente exige la eliminación de la putrefacción que brota de la propiedad privada capitalista, esencia ésta última de la pobreza material y moral que lacera a la humanidad hoy en día.

En la medida en que la clase trabajadora tome sus futuro en sus propias manos podremos ir haciendo un cambio real, un cambio que implique la destrucción y total aniquilamiento del capitalismo para pasar a una sociedad sin explotación, ¿cómo lograrlo?, ese es el tema que abordaremos en nuestro siguiente apartado.

La organización del movimiento

El movimiento encabezado por López Obrador desde 2006 a la fecha ha dado serias muestras de lucha en todos los rubros. Cada vez que ha habido un intento descarado de la derecha por aprobar medidas que van en contra de los trabajadores el movimiento ha salido a las calles.

El movimiento de AMLO ha logrado mantenerse organizado a pesar de todas las dificultades. La participación en círculos de estudio, la distribución del periódico “Regeneración”, la asistencia a las movilizaciones, el impulso de más actividades de concientización y la participación directa y constante en las luchas de los sindicatos, los campesinos o los estudiantes son la muestra más clara de que, como explicamos los marxistas desde 2006, México ha entrado a la órbita de la revolución latinoamericana.

Los trabajadores han demostrado con creces su interés por transformar la sociedad, sin embargo no es necesario con desear algo, hay que luchar por obtenerlo. El problema al que nos enfrentamos es el de la falta de un partido que aglutine todos los esfuerzos de los trabajadores y demás clases explotadas. El gobierno legítimo, impulsado por AMLO, ha sido un primer intento por organizar a miles de personas y hasta el momento ha resultado adecuado pero hace falta más.

Para detener los ataques de la burguesía en contra de los explotados es necesario que las amplias capas de los trabajadores luchemos por hacernos de una organización sólida y fuerte, un partido que aglutine dentro de sí a trabajadores, campesinos, estudiantes y demás sectores explotados de la población.

Si bien AMLO ha sido solidario con las distintas luchas del pueblo trabajador, también es cierto que ha hecho falta una mayor unidad del movimiento obrero. En ese sentido, los sindicatos, las organizaciones campesinas y estudiantiles, los trabajadores en general y el gobierno legítimo, junto a las bases del PRD, del PT y Convergencia deben hacer un frente único que se planteé como primer tarea la caída del gobierno de Felipe Calderón, convocando y organizando una huelga general de 24 horas.

El gobierno de Calderón es tremendamente débil, hace falta el empuje organizado de la clase trabajadora para tirarlo. Eso lo demuestran las fuertes divisiones que existen al interior de su partido, el malestar de un sector de la burguesía hacia la política que ha llevado adelante, los resultados de la famosa “guerra en contra del narco” y los fracasos por el momento para tratar de imponer la contrarreforma laboral, en donde se ha tenido que enfrentar a fuertes movimientos.

Los trabajadores debemos luchar por ser un sólo puño y una sola voz. Debemos tomar conciencia de que sin el permiso de la clase trabajadora simplemente el país no funciona. Los trabajadores son la principal fuerza de la sociedad, son los que en realidad generan la riqueza y son los que pueden detener los ataques de la clase dominante, sin embargo los trabajadores no pueden hacerlo todo, es necesario que todos los sectores explotados unifiquemos nuestras fuerzas y levantemos un programa de lucha que sume todas las demandas de las clases explotadas, pero también es necesario luchar por obtener una plataforma, un partido que nos permita llevar ese programa hacia adelante y esa organización de la que hablamos a un nivel superior, en ese sentido la lucha de los trabajadores y demás clases explotadas también debe ser la de rescatar al PRD de los oportunistas y de los arribistas.

La fundación del PRD se dio en un contexto de luchas muy importantes en nuestro país. Por la conformación de ese partido cientos de trabajadores, campesinos y gente humilde dieron su vida. El PRD surgió de la necesidad de las clases explotadas de contar con un partido que defendiera los derechos de la clase trabajadora y en ese sentido es que debemos rescatarlo.

De ninguna manera podemos soslayar la historia de nuestro partido ni permitir que aquellos que lo han asaltado lo sigan utilizando para hacer todo tipo de barbaridades con él, tal es el caso de las alianzas con los partidos de la derecha. Debemos estar conscientes de que la crisis del PRD se debe a la misma crisis del capitalismo, el PRD es una organización viva, llena de contradicciones y que no está al margen de las contradicciones de clase. No nos encontramos en una situación normal dentro del partido, en donde existe democracia y en donde la base del partido puede participar sin ningún problema, todo lo contrario.

AMLO ha dicho en varias ocasiones que el gobierno legítimo también cuenta con el apoyo del Partido del Trabajo (PT) y del PC (Partido Convergencia). Si bien el apoyo de estos dos partidos es un importante paso al frente de cara al impulso de la candidatura de AMLO para las elecciones presidenciales del 2012, por otro lado es necesario señalar que la participación para dicho objetivo de parte del PRD es vital para darle mayores posibilidades al principal dirigente del Gobierno Legitimo de llegar a la presidencia de la República, pues hay que reconocer que el Sol Azteca es el partido más desarrollado y de mayor influencia nacional de entre todos los partidos de izquierda.

Lamentablemente el PT y Convergencia no tienen la fuerza para sustituir el papel que a nivel nacional puede jugar el PRD. De hecho la razón mas importante de Calderón y sus testaferros, los chuchos, para separar al PRD de las masas y girar hacia la derecha, aliándolo electoralmente con el PAN, es la de impedir a toda costa que dicho partido, dado su arraigo a nivel nacional y debido a que se trata de la mayor fuerza de la izquierda partidaria en el país, sea empleado como un instrumentos de lucha y electoral por los millones de seguidores de AMLO.

Una alianza electoral entre los partidos que integran el DIA (PRD, PT y Convergencia) apoyada enérgicamente por los sindicatos y con un programa socialista prácticamente condenaría al PAN y al PRI y prepararía la derrota de dichos partidos en las elecciones del 2012. Por ello los chuchos, Camacho Solís y Calderón se han dado a la tarea de dividir artificialmente al movimiento de izquierdas.

Las divisiones en el movimiento de izquierdas sólo benefician a los empresarios, a Calderón y a sus partidos, el PAN y el PRI. Es por ello que los chuchos se han dado a la tarea de tratar de marginar al PRD del movimiento que se organiza en el Gobierno Legítimo. Por esa razón, y también por la enorme fuerza que representa a nivel nacional, los trabajadores debemos orientar una parte importante de nuestras fuerzas a rescatar al PRD de las garras de los chuchos y demás corrientes de derecha a su interior.

En ese sentido, además de buscar el apoyo del PT y del PC, AMLO debe dar la batalla, junto al movimiento y junto a las bases del PRD, por rescatar al partido y expulsar del mismo a los “chuchos” y a los “Camacho Solís”, quienes han utilizado al partido para atacar al gobierno legítimo ya sea utilizando al partido mismo o al Diálogo por la Reconstrucción de México  (DIA), antes Frente Amplio Progresista (FAP).

No basta con acusar a los chuchos, no basta con denunciar las alianzas con la derecha panista o priísta, no basta con pelear en los tribunales y tampoco basta con repudiar la política seguida por los “poderosos” de este país, lo que es necesario, y debe ser tarea del movimiento de cara al 2012, es luchar al interior del PRD para ponerlo al servicio de los trabajadores, de los campesinos, de los jóvenes y de las demás clases explotadas. AMLO debe dar una seria y decidida batalla para conseguir que el PRD sea un instrumento de lucha de cara a las elecciones de 2012 y para que la izquierda vaya junta, de lo contrario la burguesía y la derecha lograrán su cometido de dividir el voto y confundir a las amplias capas de la población.

El gobierno legítimo se ha planteado una tarea tremendamente trascendente: llevar a la presidencia de la república en 2012 a López Obrador y con ello luchar por establecer una sociedad más justa. Insistimos, esto podrá lograrse siempre y cuando los sindicatos, las organizaciones campesinas, las organizaciones estudiantiles, las bases del PRD, los partidos PT y Convergencia y en general todas las clases explotadas de nuestro país vayamos de manera unificada y demos la batalla en contra de la derecha y la burguesía representadas en sus partidos, el PRI y el PAN.

Estamos en tiempos de batalla, de batalla ideológica, de batalla política, de batalla económica, y así debemos asumirnos. La derecha dará la pelea para que no logremos nuestro objetivo, sin embargo la unidad de la clase trabajadora podrá más que una bola de parásitos que creen tener el poder.

La lucha por el socialismo

Los trabajadores y los jóvenes aglutinados en torno a la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Revolucionaria, plasmamos todo lo aquí expuesto atendiendo al llamado del compañero AMLO para discutir el programa de lucha y en el sentido de aportar ideológicamente a la lucha que millones de trabajadores estamos dando por obtener una nueva sociedad y con ello una vida de calidad.

Los marxistas de Militante cumplimos este año 20 años de lucha ininterrumpida. Durante esos 20 años hemos participado codo a codo con la clase trabajadora en sus luchas. Cada vez que las clases explotadas han salido a las calles a defender lo que le pertenece Militante ha estado presente.

Los marxistas de Militante nos consideramos fundadores del PRD. En cada batalla de este partido y de la lucha que dirige AMLO hemos estado presentes defendiendo la necesidad de un programa socialista para el movimiento obrero y el pueblo trabajador en su conjunto, y además hemos dado una batalla ideológica, durante todos estos años, para que el PRD adopte un programa revolucionario.

Creemos que sólo con la lucha por una sociedad más justa, eliminando al capitalismo desde su raíz, es como lograremos tener una vida más digna. El capitalismo es un cáncer que corroe y así como en términos médicos un paciente enfermo de esta enfermedad lucha a muerte por erradicar el cáncer de su organismo, la clase trabajadora y las demás clases explotadas debemos hacer lo mismo, erradicar a la enfermedad llamada capitalismo.

Compañero trabajador, compañero campesino, compañero estudiante, te invitamos a integrarte a la Tendencia Marxista Militante y luchar junto con nosotros por una nueva sociedad, una sociedad en donde lo absurdo no esté por encima de lo necesario, un sistema que nos garantice salud, vivienda, educación, trabajos dignos, cultura, recreación, etcétera, un sistema que nos asegure una vida de calidad: ¡¡Otro mundo es posible, sólo con el socialismo!!

Únete a la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Revolucionaria, y lucha por el socialismo.


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