México es uno de los 17 países megadiversos, esto quiere decir que es uno de los países en que se concentra el 70% de la biodiversidad del planeta. Es México el lugar de origen del maíz y su diversificación, el grano de mayor producción a nivel mundial. A pesar de esto, México tiene un déficit agroalimentario de alrededor de 2 mil millones de pesos anuales, tendencia que se ha mantenido desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). A 18 años de la entrada en vigor de este tratado, las cosas están cada vez peor para millones de pequeños y medianos campesinos. Desde la firma del TLCAN las importaciones de carne de vaca han crecido en un 440%, las de aves 280%, de cerdo 210%, de huevo 50% y 85% las de maíz. Este salvaje tratado, ha sido una mina de oro para las empresas agrícolas extranjeras y una devastadora toxina que a pauperizado el campo mexicano, orillando a los campesinos a la migración (donde son sobrexplotados en condiciones infrahumanas por las mismas empresas que se enriquecen exportando a México sus mercancías) y a las manos del crimen organizado. Los únicos favorecidos por el intercambio comercial  son las empresas trasnacionales que tienen en sus manos el 80% de las exportaciones agrarias del país (con productos como jitomate, aguacate, fresa, frambuesa, melón, mango, etc.). Por donde se vea, los verdaderos ganadores en el TLCAN han sido los grandes empresarios nacionales y extranjeros; mientras que los pequeños campesinos, jornaleros y los trabajadores mexicanos en general hemos sido quienes hemos tenido que cargar con salarios de hambre, cultivos transgénicos y de mala calidad, deficiencia alimentaria y precios escandalosos.

En general, el campo mexicano se encuentra actualmente en las manos de 20 grandes empresas trasnacionales, marginando a los pequeños productores y condenando a los jornaleros al desempleo orgánico y en el mejor de los casos a trabajos mal pagados. Por ejemplo, cuatro empresas controlan el comercio de maíz y una la producción de harina de maíz, tres controlan el mercado del trigo, tres la comercialización del frijol y tres su industrialización, tres el pollo y el  huevo, tres la leche y una el café. Todo esto se ha reflejado en que en el periodo en que ha estado en vigor el TLCAN, el empleo en el campo se ha reducido a la mitad, consecuencia de ello es que  el 70% de la población del campo se encuentra en situación de pobreza.

Otro rasgo de la crisis del campo la padecen los consumidores. En 1994 se podían comprar 38 kilos de tortilla con un salario mínimo y 6 kilos en la actualidad; 8 kilos de frijol antes y tres ahora; 16 litros de leche antes y ahora cinco. Esto se ha visto reflejado en el hecho de que 20 millones de los mexicanos padecen de anemia y desnutrición por un lado; y por otro, el 70% de la población padece de sobrepeso u obesidad.

Todo esto contribuye a pintar una escena del campo mexicano en que es claro que son las grandes empresas trasnacionales las que se llevan la bonanza y los beneficios; los que son protegidos y favorecidos por las iniciativas gubernamentales. Mientras que los jornaleros y pequeños productores así como los consumidores (particularmente los trabajadores) nos llevamos la peor parte. Es por todo esto que 2008 se constituyó como un parteaguas en la lucha en defensa del campo y contra el salvaje TLCAN. Este año arrancó con la toma del puente fronterizo de Ciudad Juárez. Luego fuimos testigos de una masiva caravana campesina que recorrió el país y que culminó con una marcha masiva que tomó por asalto las calles de la capital del país; unificando la lucha campesina con la lucha de trabajadores y estudiantes de las ciudades. Hoy, a cuatro años de este hito en la lucha por el campo y contra las salvajes medidas capitalistas implantadas por el gobierno, es momento de redoblar la lucha y unificar los frentes para construir un movimiento nacional que luche contra las políticas que golpean a los campesinos pobres en favor de las empresas capitalistas, es necesario organizar al proletariado rural bajo un programa revolucionario.

Desde esta perspectiva, Militante reivindica la lucha campesina contra el TLCAN, las medidas pauperizantes del gobierno y en defensa del campo y la economía de los trabajadores. Es momento de construir un frente único de lucha con las organizaciones campesinas, obreras, sindicatos, estudiantes y las bases de Morena y el  PRD.

Abajo el TLCAN

Expropiación de las grandes fábricas y latifundios, poniéndolas bajo control de obreros y campesinos pobres

Aumento inmediato a la inversión del gobierno en el campo

Por la unidad de las organizaciones campesinas y obreras bajo un programa de lucha socialista


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