En los últimos meses y semanas México se ha experimentado una serie importante acontecimientos de trascendente implicación en la lucha de clases y sobre los cuales es necesario ahondar lo necesario para visualizar las perspectivas que se abren hacia el futuro.

La bancarrota capitalista y la alternativa de la burguesía

Lejos del optimismo del 2010, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) creció en un 5.5%, tras la contracción sufrida un año antes del -6.5%, la mas severa en 70 años, el nerviosismo es ahora el común denominador de los estrategas de la burguesía quienes ven con preocupación de la tendencia a la baja de la economía nacional demostrada en el dos últimos años, misma en el que el crecimiento ha sido del 3.9 y 3.5% respectivamente. Y si bien el Banco Mundial pronostica un ligero mejor comportamiento del PIB mexicano para 2013 (4.0%), los propios balances de dicha institución no contradicen la tendencia negativa pues sus cálculos señalan que en 2014 el crecimiento apenas alcanzará el 3.9%. En buena medida ese desenvolvimiento está muy asociado con la dinámica de la economía yanqui, para la cual se prevé un raquítico crecimiento en 2012 y 2013 de 2.1 y 2.4% respectivamente. Este último dato de forma paralela a la desaceleración de la economía China, misma que en junio pasado registró 18 meses consecutivos de decrecimiento, y la contracción sufrida por la Unión Europea de 0.1% durante el segundo semestre del año que corre, ya vaticinan una nueva recesión.

En ese marco la burguesía, y ante la perspectiva de una nueva recesión, se ha visto obligada a redoblar esfuerzos y luchar a toda costa por profundizar la estrategia que ha empleado en los últimos 30 años, lapso en el que los salarios se devaluaron un 80%. Bajo la política los capitalistas lograron que de 1980 a 2006 por ejemplo, el volumen de sus ganancias en proporción con el PIB pasara del 56.3 al 61.9%, mientras que al mismo tiempo el valor de la masa salarial decreció del 36% al 28.6%.

Además otro resultad de la táctica de los capitalistas en el contexto de la crisis de la economía mundial, misma que estalló en 2007-2008 y que perdura hasta el día de hoy, fue el crecimiento del PIB nacional en 2010 de 5.5%, el cual reposó sobre la espalda de los trabajadores, puesto que en aquel año mientras la producción manufacturera repuntó en un 43% y la productividad de los obres se desarrolló en un 5.8%, por su lado el costo unitario de la mano de obra en dicho sector se redujo un 9%. Particularmente la tendencia general entre producción, productividad y salarios impuesta por la burguesía, se puede visualizar contrastando los salarios nacionales con los de China, ambos en las manufacturas: mientras en 2002 el salario de dicho sector en México eran 237% superiores a los de sus pares enchina, esta diferencia se fue recortando al paso del tiempo hasta ya ser en la actualidad del 7.3%. Es de esta forma como se explica el que en junio-julio pasado las exportaciones mexicanas hayan ocupado el 14.2% del total de las importaciones de los EEUU, nación destino del 80% de las exportaciones nacionales, siendo el caso contrario el de China cuyas exportaciones a  territorio yanqui ahora son apenas del 26.5% respecto a las importaciones totales de la principal nación imperialista,  cifra por debajo del máximo histórico del 30% de 2009.

El fraude electoral y contrarreforma laboral

Está claro que la burguesía no tiene otro camino que el continuar por la misma senda si es que pretende albergar alguna esperanza seria para superar las vicisitudes económicas, es por ello que jamás titubeo en su idea de evitar a toda costa perder el control sobre el Estado, aunque fuera de forma marginal, pues bajo las condiciones actuales el capitalismo no puede tolerar nada que no sea en su beneficio, aunque se trate de la reforma mas tibia que pretenda aligerar modestamente la enorme carga que pesa sobre la clase trabajadora. En esencia esa es la explicación de fondo que motivó a la burguesía a actuar de la forma más osada y cínica posible implementando un nuevo fraude electoral que le dio al PRI y a su candidato, Enrique Peña Nieto (EPN), casi 19 millones de votos,  es decir 100% más que lo alcanzado por éste partido en  las elecciones presidenciales del 2006, cuando apenas superó los 9 millones de sufragios. Con EPN al frente se pretende que el Estado siga siendo el principal garante de la política de choque contra la clase trabajadora, objetivo que podría verse limitado por un gobierno dirigido por López Obrador (AMLO) el cual estaría enormemente presionado por las clases desheredas demandando justicia social.

Prueba de la importancia que esta medida ha tenido para la burguesía fue la inmediata confianza que sintió tras el 30, día en que el tribunal electoral convalidó las elecciones, y 31 de agosto, cuando esa misma instancia le entregó a EPN su constancia como presidente electo, y el 9 de septiembre, fecha en la que en los hechos AMLO renunció a cualquier forma de lucha seria contra el fraude electoral. Tras el 1 de julio AMLO optó por no llamar a las masas a movilizarse y a cambio depositó toda su apuesta en la vía legal por medio de la impugnación de las elecciones, prácticamente dejándole las manos libres a las instancias electorales para que actuaran en consonancia con los planes de los empresarios; sin embargo la puntilla para el movimiento sería el 9 de septiembre cuando en plena mitin en el Zócalo de la Ciudad de México el máximo dirigente de la izquierda llamó a su seguidores a debatir sobre la idea de mantener a Morena como organización social o transformarlo en un nuevo partido político, transformado de esta manera a la imposición de EPN en el poder en un aspecto secundario y marginal.

En ese contexto Felipe Calderón, a pesar de estar en la recta final de su gobierno, se animó a lanzar de nuevo la contrarreforma laboral, misma que ya fue aprobada este 28 de septiembre por los diputados del PRI, del PAN y demás partidos de derecha, quienes impusieron su mayoría sobre las fracciones parlamentarias del PRD, PT y MC, y en la que contempla eliminan importantes derechos de los trabajadores, muchos de ellos a través de la contratación por hora. Si bien aun falta su ratificación en el Senado, mismo que tiene un plazo máximo de 30 días para dictaminar, la perspectiva se presenta muy similar al resultado de la Cámara de diputados pues los dirigentes del sindicalismo independiente, los cuales arengaban apenas hace un par de semanas sobre la convocatoria a la huelga general, ahora están proponiendo como centro de la lucha la impugnación de la contrarreforma ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Lucha de clases

Esos episodios podrían representar el fin del paréntesis de casi 12 años en los que los gobiernos del PAN, el de Fox y el de Calderón, estuvieron semiparalizadas en el impulso de las contrarreformas más añoradas por la burguesía a consecuencia de la acción de las masas proletarias en las calles. Se trató de un periodo en el que incluso, como lo fue en 2006, se presentó la oportunidad para que los trabajadores tomaran el poder. Sin embargo toda esa energía ha sido desperdiciada por la dirección del movimiento, factor que está siendo aprovechado por la burguesía para atacar.

No es descartable que en algunos meses el nuevo gobierno del PRI esté impulsando una contrarreforma fiscal para eliminar la tasa cero en IVA para alimentos y medicamentos y acto seguido, ahora si ir por una privatización clásica del sector energético, Pemex y CFE, o cuando menos profundizar de manera más agresiva la “privatización silenciosa” de ambas paraestatales.

El hecho es que sería un error pensar todo ello significará un día de campo para el PRI. Nada más parecido a ello. El lapso de 2001 a 2006 fue de una significativa actividad sindical, siendo éste último año el más intento; tras las elecciones de 2006 y la lucha contra el fraude electoral de ese año el movimiento de masas se expresó en los últimos años principalmente a través del frente político, significando ello un respiro para los dirigentes sindicales quienes veían como las masivas convocatorias de AMLO le sacaban presión a los sindicatos, cuestión que fue aprovechada pro estos para sólo convocar tibiamente en el mejor de los casos cada que se requería que los trabajadores se hicieran presentes en las calles a través de sus gremios, siendo un ejemplo de ello el del SME, cuya lucha tras el golpe de Calderón en Octubre del 2009 no fue acompañada de los llamados verdaderamente serios a la movilización por parte de la dirección de la UNT. Pero ahora la crisis de capitalismo impone dos realidades a la lucha de clases: a pesar de la aprobación de la contrarreforma laboral, para la burguesía aún no es suficiente y necesita apabullar más todavía las condiciones de vida de los trabajadores (desmantelas la seguridad social, aplastar las pensiones, eliminar el reparto de utilidades y los aguinaldos…) y por otro lado el Estado no puede comprar la paz social y sí por el contrario, requiere recortar más las conquistas sociales, entre ellas la educación pública.

Todo ello, para mala fortuna de los dirigentes sindicales, pone en el centro de los ataques al movimiento obrero. Y los síntomas de cambio ya empiezan a notar, tal es el caso de dirigentes como Agustín Rodríguez del STUNAM y miembro de la dirección colegiada de la UNT, pero también otros dirigentes, que se han visto obligados a plantear la posibilidad de pasar a la huelga general como forma de lucha. Otro síntoma es el de los 4 mil obreros de Nissan tomando en dos oportunidades la carrera México DF-Cuernavaca pretextando contra el reciente ataque; destacamos este caso porque salvo los mineros, la actividad política de los sindicatos de industria ha sido baja en los últimos años, haciendo del caso de Nissan un hecho destacable pues puede ser ya un anticipo de la entrada a mediano plazo de este tipo de batallones a la lucha de clases.

Por otra parte el surgimiento del #YoSoy132 en mayo pasado, siendo esta la primera expresión del movimiento estudiantil de alcance nacional desde 1968, también es un síntoma digno de destacar. Y precisamente el día de hoy, cuando se cumplen 44 años de la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, viarias escuelas de la UNAM, del IPN y de la UAM, todas en el DF, han respondido favorablemente al llamado de huelga estudiantil de 24 horas. Seguramente este, que es un hecho inédito en varios años, será el caso de varias decenas más de colegios y universidades de distintas ciudades del país.

No negamos la posibilidad de un impase que incluso sea aprovechado por la burguesía para ser mas agresiva, pero en todo caso de darse será temporal, pues el cambio de eje de gravitación del frente político-electoral al sindical y la irrupción del movimiento estudiantil, significan también la entrada de batallones frescos a la lucha de clases. Existen síntomas importantes de lo que se está cocinado en las entrañas del movimiento obrero y juvenil y llegado el momento toda la rabia acumulada brotará sobre la superficie y más que un día de campo, lo que se está gestando en México es nuevo choque de trenes.

¿Se trata del final de ese largo periodo de 12 años de espera de la burguesía o de tan sólo de un paréntesis? Aún no está la última palabra al respecto, pero está claro que la estabilidad social no es el panorama más probable para el transito del nuevo gobierno del PRI.

Ante ese panorama resulta doblemente trascendente una alternativa revolucionara como la que defiende Militante en la que se llame al movimiento obrero a expropiar a los capitalista bajo el control democrático de los trabajadores.

 


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