El 13 de febrero la revista internacional Times publicó un adelanto de su portada, su diseño era totalmente irreverente; nadie se podía explicar porqué aparecía, al centro, la imagen de Peña Nieto: sacando el pecho, orgulloso, satisfecho, con el epígrafe “Salvando a México”. De inmediato los representantes del gobierno se vieron hostigados por los periodistas con la pregunta ¿cuánto pagaron por la portada? Y es que la escena simplemente no venía al caso. Nadie se imaginaba que dos días antes de que la revista finalmente saliera a circulación “El Chapo” Guzmán sería aprendido, y entonces sí; todo el show cobraría sentido.

 

Las autodefensas rompen el mito del narcotráfico

Es un lugar común el hecho de que el gobierno de Peña busca legitimarse con la detención del capo “más buscado del mundo”, para ello cuenta con toda una campaña internacional. Sin embargo, el aspecto más importante a saber es por qué los empresarios más acaudalados del país, sus televisoras, agencias como la DEA y el gobierno norteamericano en su conjunto han tenido que derrumbar oficialmente una imagen construida, durante más de una década, sobre el supuestamente todo poderoso narcotráfico en México, encarnado en la figura de Guzmán Loera.

Después del asesinato de Osama Bin Laden, el gobierno norteamericano situó a los jefes del narcotráfico en México y muy en particular a “El Chapo” como el enemigo público número uno de la unión americana, ofrecían cinco millones de dólares por información que condujera a su captura. La policía de la ciudad de Chicago, contribuyendo a la mitología, planteó que “El Chapo” había superado a Al Capone en cuanto a su capacidad de violencia y corrupción. La revista Forbes lo colocó, desde 2009 hasta el 2012, como uno de los 100 hombres más poderosos del mundo, además de uno de los más ricos con ingresos anuales calculados hasta en 3 mil millones de dólares. En la prensa internacional era imposible no asociar a México con muertos, droga y “El Chapo”.

El derrumbe de la mitología del narcotráfico en México, como una fuerza toda poderosa, ante la cual únicamente el gobierno, sus soldados e instituciones podían hacer algo para defender a los de a pié, fue obra de los grupos de autodefensa y policías comunitarias que no sin extremas dificultades se han extendido y fortalecido desde finales del 2012. Estos grupos de campesinos y trabajadores armados han enfrentado exitosamente al ejército conjunto del narcotráfico y el Estado, decidiendo en asambleas democráticas el futuro de sus pueblos, sobre todo en el ámbito de la seguridad pública. Este movimiento que a pesar de no tener una política totalmente acertada en cuanto a su relación con el estado burgués; en el cual aún depositan una confianza parcial pero injustificada, es a pesar de sus errores y carácter inacabado, un ejemplo revolucionario para toda la clase trabajadora. La lección más importante que han demostrado es que el proletariado organizado puede acabar con los problemas, incluso los más complejos, que provoca el capitalismo. Esta lección es la que ha cimbrado al gobierno de México y EUA, no les ha quedado otra alternativa más que intentar ganar legitimidad con la aprensión de la cara más pública del narcotráfico.

La detención de “El Chapo” definitivamente no estaba en el guión del gobierno. Declaraciones públicas del ex director de la DEA Phill Jordan, han planteado lo obvio; el Cartel de Sinaloa participó en el financiamiento de la campaña presidencial de Peña Nieto. El “marketing” del Chapo - mezcla de verdades y exageraciones- se construyó conscientemente para vender la idea de que existía una fuerza únicamente equiparable a la del Estado. Todo el país estaba azotado por una peste que no tenía remedio, era obligado invocar fuerzas allende la frontera norte para hacerle frente al monstruo. En esta guerra eterna entre los gobiernos y el narco, paradójicamente, había un tercero, el único perdedor: el proletariado. El negocio del narcotráfico de hecho creció de manera exponencial justo cuando más “se le combatía”. El Estado, con todas las contradicciones internas que le provocaba la “guerra contra el narco”, finalmente lograba uno de sus objetivos más importantes; agazapar a la clase trabajadora, poniéndola en medio del fuego cruzado. Curiosa guerra donde los bandos formalmente enemigos estaban en última instancia aliados contra un tercero, al que realmente combatían con saña. Obligados por las circunstancias, el proletariado junto con sectores pequeño burgueses desplazados de la élite burguesa, entraron a la contienda con las propias reglas que le habían impuesto sus contrincantes, demostrando que también podían usar las armas y vencer. Fueron ellos los que acabaron con la estrategia del gobierno de utilizar al narco y al ejército como una fuerza conjunta para evitar la organización de los sectores más pobres del país. Les salió el tiro por la culata.

Todos sabemos que la detención del Chapo es un asunto mediático, no rompe con el fondo del negocio del tráfico de drogas, totalmente incrustado en la economía mexicana y en quienes la controlan. Ello significa que el efecto de violencia y decadencia que se cierne entre la población trabajadora seguirá estando presente. Lo más significativo de la aprensión de “El Chapo” es que el gobierno y el imperialismo norteamericano han reconocido la bancarrota de su campaña. Han tenido que hacer sacrificios y llegar a un “acuerdo” interno obligados por la acción de unos campesinos, trabajadores y pequeños propietarios que “no eran nada”, “no valían nada”, campesinos que ya no tenían nada que perder, “más que sus cadenas”. ¡He ahí la fuerza de la clase trabajadora organizada! …simultáneamente a la distribución del heroico Peña Nieto de la revista Times, el lunes 24 de febrero, los grupos de autodefensa en Michoacán celebraron con movilizaciones su primer año de existencia.


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