El pasado 14 de abril finalizó la toma en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, después de poco más de cinco meses. El 30 de abril las Mujeres Organizadas operan la misma decisión en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Estas tomas han sido referentes importantes en el movimiento feminista universitario por eso consideramos transcendental hacer un balance a fondo con el objetivo de abonar al fortalecimiento y avance de la lucha de las mujeres no sólo en la Universidad sino en el conjunto de la sociedad.

Los avances del movimiento

La lucha feminista universitaria es reflejo del ambiente combativo que recorre todo el país, las tomas y paros son parte de la oleada de lucha del último periodo y también de la ofensiva feminista que convocó a decenas de miles de mujeres a la protesta el 8 de marzo. Ha sido ese ambiente generalizado, la situación de efervescencia que transita por la Universidad y no los métodos separatistas los que han forzado a la Rectoría y su gente a aceptar otorgar una serie de concesiones. No fue por voluntad propia, lo han hecho obligados y con la intención de lavarse el rostro y apropiarse de nuestras demandas, sin dar una lucha sería contra el machismo institucional. Evidentemente tratan de contener y manipular nuestra lucha presentando las concesiones como un triunfo de la democracia, el diálogo y el espíritu universitario. Que nadie se equivoque, este avance es resultado de la lucha combativa del movimiento feminista en su conjunto y de nadie más.

La Comisión Tripartita Autónoma, las Unidades para la violencia de género y la incorporación de materias sobre género en el plan de estudios son avances parciales, pero innegablemente producto del ambiente de lucha que recorre la Universidad. Sumados a la Comisión Tripartita Permanente de la Facultad de Psicología y las materias curriculares sobre el mismo tema en la Facultad de Química. Incluso logros cuestionables como la reforma a la Legislación Universitaria y las Comisiones de género en todas las dependencias universitarias son avances pero no suficientes y seguirá siendo papel mojado, como muchas leyes y protocolos, sino se vela desde la base de la comunidad el cumplimiento de estas, por eso la lucha aquí no culmina, todo lo contrario, tenemos que mejorar y ampliar la organización e intensificar la lucha no sólo para seguir avanzando y arrebatar otra serie de derechos sino también para hacerlos cumplir.

Incluso la paridad dentro del Tribunal Universitario, no nos sirve de mucho, ya que desde siempre este organismo ha demostrado estar al servicio de los intereses de las cúpulas, pueden ser que estas sean mujeres, pero desde nuestro punto de vista, no basta el género para garantizar que nuestros intereses estén representados, no da garantía de que la violencia se frene y si se perpetúe a través de la impunidad.

Lxs compañerxs de Libres y Combativas y el Sindicato de Estudiantes creemos que la lucha no ha sido en vano, la energía desplegada por cientos de estudiantes en la UNAM y otras universidades en los meses pasados y la demostración inmensa que se vivió con decenas de miles de mujeres en la calle el 8 de marzo sigue ahí, esperando a salir de nuevo, sigue latente y creciendo todos los días dentro y, sobre todo, fuera de la universidad, avanza a cada momento, más lento o más rápido pero imparable.

Aunque las demandas han sido resueltas sólo de manera muy parcial e indirecta y pocas veces las exigencias han sido respondidas de manera concreta algunas de las cosas ganadas suponen hechos trascendentes en la Universidad y la educación superior pública y pueden ser usados para seguir avanzando. Y como todos los avances parciales corren el peligro de ser desaparecidos, que queden en el papel, o peor aún, de ser utilizados en contra del propio movimiento. Pero este peligro no es intrínseco, depende de lo que el movimiento en su conjunto, las mujeres y la base estudiantil, podamos hacer, de la fortaleza que tengamos para continuar.

Retos del feminismo en la Universidad

Precisamente esta es la cuestión más controversial a la hora de hacer un balance. Se ganaron cosas gracias al empuje de miles de mujeres y oprimidxs que hemos salido a las calles, impulsando una y otra vez, aquí y allá la lucha feminista. Pero también ha habido desgaste y un cuestionamiento creciente hacia las colectivas y grupos que sostuvieron las tomas y paros y las formas y métodos que proclamaron como los únicos correctos.

Este sector del feminismo en la Universidad, las Mujeres Organizadas y otros grupos, al calor de la lucha feminista general declararon una lucha sin tregua ni escalas, la última batalla para derribar al patriarcado en la Universidad. El problema es que las compañeras no comprendieron correctamente que el patriarcado va más allá de las universidades, no puedes erradicar la violencia machista atrincherándote en una facultad de una universidad.

Esto llevó a un problema muy concreto: que en vez de llevar las demandas hacia adelante, en vez de empujar y continuar la enorme fuerza y energía que demostró el movimiento feminista en las calles, acrecentarla y con miles y miles de compañeras y compañeros movilizados dentro y fuera de la UNAM obligar a las autoridades a aceptar las exigencias  lo canalizaron para tomar instalaciones y exigir mesas de diálogo y soluciones que cuestionan o modifican pero no rompen la institucionalidad autoritaria y patriarcal universitaria y terminaron aceptando pequeñas cosas dentro de los marcos del legalismo universitario.

Sus métodos e ideas tomaron forma de una manera diferente a lo declarado pues empezaron a reducir sus horizontes, a acrecentar sus ademanes y gestos mientras disminuía su fuerza, a autojustificarse y, aunque sin perder la solidaridad general, a aislarse en el terreno concreto para enfrentarse al monstruo autoritario y patriarcal que rige la UNAM. Olvidaron que sola, aislada, ninguna lucha triunfa, ni siquiera la feminista; pagando el altísimo precio del sacrificio, del debilitamiento y desgaste de una capa de las y los activistas más decididas y comprometidas.

¿Reformas o revolución?

Las autoridades hicieron gala de toda su intransigencia, desprecio y maña para ignorar, minimizar y ocultar su lucha. Fortalecidas además frente a los errores políticos que obligaron al grueso de la comunidad estudiantil, académica y trabajadora a ser simpatizantes pasivos, meros espectadores. Con una lucha masiva su pudiera haber conseguido más o lo mismo a un menor costo. El problema es que hacerlo así rompe con su perspectiva separatista y radical y entonces debilitadas terminaron luchando por un programa completamente reformista.

“La negligencia de las autoridades nos orilla a dejar de vivir por tener que hacer su trabajo”. Esta parte de una declaración de las MOFFyL dice mucho. Que las autoridades están ahí para oprimirnos nadie lo duda, pero de ninguna queremos un movimiento que haga su trabajo, queremos un movimiento que rompa su poder, queremos una nueva forma de organizar la vida de la universidad y la sociedad entera, sin autoritarismo ni machismo. Ir avanzando en esta transformación es para hacerles imposible su existencia no para sustituirlos. La Comisión Tripartita Autónoma nos dice de sí misma: “es un órgano de observación, vigilancia y consulta en el cumplimientos de las políticas institucionales en materia de género”. Casi siempre, en los que nos fortalecemos lo suficiente para atacar el bastión principal del enemigo, tenemos que usar espacios legales limitados, pero los usamos revolucionariamente, no para ser consultadas, sino para socavar cotidianamente la estructura legal de la opresión y para esto tenemos que asegurar una idea que permita extender y fortalecer en el tiempo la organización feminista y estudiantil.

Pero no se piense que despreciamos los avances parciales. Cada vez que las mujeres humildes y trabajadoras, pues, cada vez que las mujeres proletarias nos lanzamos a la lucha lo hacemos para destruir un poco cada ocasión al capitalismo que nos explota y a su opresión patriarcal que nos aplasta, y sabiendo que esta no es una guerra de un sólo día luchamos por conseguir mejoras en nuestra situación al mismo tiempo que tenemos claro que sólo las conseguiremos poniendo en peligro a la burguesía y su dominación, que cada mejora que logremos la tenemos que usar para reforzarnos y proseguir socavando y destruyendo su poder. Mientras seguimos caminando, no queremos curar al capital, no queremos deconstruir al patriarcado, queremos destruirlos y eliminar la violencia machista y clasista que nos somete y nos mata.

Repetimos pues que las conquistas parciales y transitorias son útiles, la diferencia es que se pregona destruir todo, “que arda todo lo que tenga que arder” y se terminó por jugar dentro de las reglas del capitalismo, el patriarcado y el autoritarismo inveterado de la Universidad. Y cuando percibieron esa realidad también alejaron de si el apoyo de los sectores estudiantiles que activamente les apoyábamos. La falta de democracia, es decir, debate abierto, honesto, autocrítica y toma colectiva de decisiones no fue una casualidad fue producto de la misma bancarrota del feminismo separatista y reformista.

Pero estamos convencidas que esto pudo haber sido diferente. En vez de declarar que la lucha era sólo de ellas tenemos que impulsar un movimiento masivo de la comunidad, que gane el apoyo de las y los trabajadores y explotados y que trastorne realmente la vida universitaria y rompa la resistencia de las autoridades. Por qué las luchas se ganan movilizados masivamente, combativamente en la calle; no ganas nada en las mesas de negociación que no hayas ganado antes en la calle. Cada diálogo tenía que ser acompañado con una movilización general de la comunidad universitaria y haciendo el llamado a participar al resto de la población explotada y oprimida.

La inviabilidad del separatismo

La realidad es dura y concreta, y el separatismo ha mostrado sus límites. Lo logrado se consiguió a pesar de esta teoría y su metodología; se arrebataron cosas gracias a la fuerza del movimiento en su conjunto y al respaldo de miles de cientos de jóvenes, mujeres y hombres hacia la lucha feminista, que además impidió a las autoridades universitarias optar por la salida represiva. Es cierto que las autoridades son una inmundicia impresentable y que para nada les interesan nuestros derechos, hacen el teatro de estar dispuestos a hacer todo lo que puedan para mejorar las cosas, nos hacen creer son todos oídos y que sienten plenamente nuestros pesares ¡mentira! Ellos están ahí para mantener el estado de cosas y en todo caso darnos migajas para acallar temporalmente el descontento existente. Pero también no son invencibles, se les puede derrotar.

En la presente coyuntura el movimiento feminista en su conjunto conserva una fuerza descomunal ¿por qué no usarla? Y aquí cabe una crítica, de que el desgaste y la prolongación de los paros fue porque desde la dirección de las tomas alejaron al conjunto de la comunidad, la obligaron a apoyar pasivamente, incluso se argüía que esa no era tu lucha y esto les restó fuerza para imponer sus exigencias a las autoridades.

De haber existido un llamado serio y decidido, no sólo hacia la comunidad de la UNAM, sino al resto de escuelas, universidades, sectores en lucha y trabajadoras para dar una batalla conjunta y unificada, golpeando todos juntos el mismo día a la misma hora con movilizaciones en las calles trascendiendo las cuatro paredes de nuestras instituciones, otra historia sería. Esto era totalmente posible, lo vimos en el hervidero de paros y luchas que presenciamos a lo largo de meses demostrando que había las condiciones para darle un carácter general y cohesionado a esta batalla, pero también esto demostraba que podíamos no sólo arrebatar lo hasta ahora conquistado rápidamente sino aún ir más lejos, por ejemplo, la caída de macho mayor de la UNAM, Enrique Graue.

Pero ¿por qué no se hizo? Porque desafortunadamente en la dirección de estas tomas predomina la ideología de la pequeña burguesía de: “nosotras no imponemos nada”; “si quieres súmate, nosotras no te diremos que hacer”. Y otros argumentos como: “esta lucha es nuestra y de nadie más”; “si nos unimos con otras luchas, se invisibiliza la nuestra”; “si integramos a más sectores, perdemos protagonismo las mujeres”. Pero todo eso es una justificación y una imposición, la práctica real detrás de esos argumentos “democráticos” y “radicales” es: “tú no nos puedes decir qué hacer”, aquí la democracia no es para todas. En la práctica alejan a otras mujeres e incluso tienen una praxis homofóbica y transfóbica, lo que están defendiendo es su propio protagonismo individual y como grupo diferenciado, no los intereses de “todas las mujeres de la UNAM”.

Estas ideas no hacen más que justificar una imposición de facto. En lugar de construir una alternativa conjunta y colectiva entre todas y todos, discutir con las amplias capas que integran el movimiento y construir unidad. Por supuesto que esto es más complicado, pero es el único camino para la victoria real. Por eso, la falta de democracia es consecuencia de una política derivada de una ideología que no nos permite vernos como parte e integrantes una clase, es decir, como mujeres y proletarias, como oprimidas y oprimidos que necesitan responder conjunta y colectivamente.

Tendríamos que ser muy arrogantes para pensar que nuestro movimiento, la lucha de las mujeres oprimidas, no tiene una historia de donde podemos aprender y nutrirnos. Todos los argumentos expuestos a lo largo de estos meses por parte de las direcciones de las tomas ya fueron probados en el pasado y ahora mismo lo están haciendo nuevamente. Su feminismo individual, que se viste con los ropajes de la sororidad, resistencia, rebeldía, dignidad, etc. por muy radical que suene es la otra cara de la moneda del individualismo que todos los días se propaga en la sociedad, desde los libros universitarios, los políticos, los medios de comunicación hasta la academia y el feminismo de derecha. La raíz entonces está aquí: el punto de vista que alimenta su perspectiva política y sus métodos de lucha no es el de las mujeres y oprimidas y oprimidos que tienen que entablar una lucha colectiva en los centros de trabajo, en el campo, en los barrios y pueblos por luchar contra la doble opresión de ser mujeres y trabajadoras contra sus explotadores y opresores, sean hombres o mujeres.

Las historias de nuestras batallas por conquistar nuestros derechos nos enseñan que nuestras luchas jamás son eficaces sino las hacemos amplias y unidas con otros sectores en lucha. Los derechos actuales no han sido frutos de “mujeres” en abstracto sino del pueblo en su conjunto dirigido por trabajadoras, jornaleras e incluso mujeres que provenían de la intelectualidad pero que adoptaron el punto de vista de los trabajadores y sus métodos precisamente siendo conscientes que la viabilidad de su lucha dependía de ello. El aislamiento y la autocomplacencia hace que nuestro movimiento sea limitado e incluso permanezca dentro del marco de la reformas locales y cosméticas.    

Los métodos de este sector del feminismo de la universidad las redujeron y objetivamente las convirtieron en un feminismo ineficaz, manejable y poco dañino para el sistema porque no tienen una vía para conectar y continuar la lucha entre las reformas, los logros parciales, y la lucha total por destruir la explotación y la opresión capitalista y patriarcal. Su bandera puede ser un ejemplo para muchas otras compañeras, pero el feminismo eficaz no utiliza esa metodología, no desgasta así a su vanguardia y no levanta los paros en las condiciones que ya vimos. El feminismo en la Universidad coincidió y conectó con el movimiento general de las mujeres oprimidas en el resto del país, pero dejó de retroalimentarse con éste cuando aposto por el separatismo y se sectarizó. Mientras peleaba por el reconocimiento oficial ‒porque el de miles de estudiantes, docentes y trabajadores ya lo tenía–, Rectoría maniobraba para hacer aparecer las reformas como obsequios magnánimos. Mientras en muchas escuelas las mujeres seguían intentando organizarse, el feminismo pequeño burgués radical, separatista, transfóbico y anarquista quería aparentar que sólo es posible su feminismo, cuando realmente el grueso de compañeras jóvenes y trabajadoras defendemos otra metodología y otros principios políticos.

Construyamos un feminismo eficaz, de clase y revolucionario

Los paros, las asambleas, las marchas, todas estas herramientas de lucha deben servir para hacer crecer la consciencia y fortalecer la organización. Necesitan la participación democrática y colectiva de todas y todos los estudiantes, trabajadoras y trabajadores, así como de nuestras maestras y maestros que honestamente y respetuosamente se sumen a esta batalla. El debate colectivo en asambleas, la participación activa y presencial en los paros, manifestaciones, mítines y demás acciones hacen tomar consciencia de la opresión y del papel que juega el machismo en la sociedad; la lucha mixta no es una sentencia de nuestra ceguera creada por la opresión, que preferimos a los “vatos” que a nuestras “hermanas”, es más bien el método más eficaz que la historia nos ha legado para erradicar de la conciencia de miles de oprimidas y oprimidos el machismo y el individualismo, constituirnos como un único puño y luchar conscientemente contra un mismo enemigo y construir un solo frente antipatriarcal y anticapitalista.

Pero las tomas separatistas, decididas al margen de la comunidad, sin cualquier método democrático, la práctica homofóbica y transfóbica, el alejamiento de compañeras que intentan contribuir, la exclusión de todo debate y crítica generan un distanciamiento, escepticismo e incredulidad. En vez de estas acciones aisladas y burocráticas en Libres y Combativas preferimos el camino de convencer a través de la explicación paciente pero decidida, organizar a las compañeras y compañeros en la lucha masiva y combativa. Aparentemente es más largo y difícil pero el único camino seguro para ganar las luchas y, muy importante, en condiciones de mantener y proseguir la consciencia y la organización preparando el siguiente asalto.

Utilicemos los avances de estos dos semestres de lucha feminista para continuar. Aún tenemos que ganar más cosas en el camino y fortalecernos para las grandes batallas que derribarán al machista mayor de Rectoría y conquistar el fin de la violencia machista en la universidad. Desde ya y al regreso a las clases presenciales levantemos nuestras demandas, reorganicemos el movimiento feminista universitario y salgamos a la calle nuevamente.

Continuaremos exigimos:

  • Ayuda psicológica adecuada y suficiente en todas las dependencias universitarias para las estudiantes, docentes y trabajadoras.
  • Expulsión o despido inmediato de los agresores sexuales. No más agresores en la UNAM.
  • Mecanismos de denuncia seguros y que no revictimicen a las denunciantes.
  • Servicio médico digno, suficiente y eficiente durante toda la jornada escolar.
  • Protección, acompañamiento, justicia y reparación para las víctimas.
  • Basta de homofobia y transfobia en la Universidad ¡Queremos ser lo que somos!
  • Un plan educativo científico, critico, histórico, popular y no elitista donde sea eliminado toda la moral del sistema machista imperante. Exigimos educación sexual integral e inclusiva en las escuelas desde nivel básico hasta superior.  
  • Derechos plenos de organización, reunión, expresión para estudiantes, trabajadores y académicos.
  • Basta de represión hacia las y los que luchan, respeto a la organización independiente y los espacios estudiantiles y feministas.
  • Mejora de nuestras instalaciones.
  • Contratación de más personal docente en condiciones laborales dignas.
  • 10% del PIB a la educación pública.

Únete a Libres y Combativas y luchemos juntxs por conquistar mejoras en nuestras escuelas, pero también por transformar nuestra sociedad de raíz para erradicar de verdad el machismo imperante.  


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