Más dominación imperialista auspiciada por Calderón

Antes de tener que retirarse, Calderón, se ha encargado de redoblar el yugo del imperialismo norteamericano sobre el conjunto de la clase obrera mexicana adhiriendo al país al Acuerdo Transpacífico, el pasado mes de junio. Este acuerdo comercial tiene el objetivo de colocar en una situación todavía más ventajosa a los monopolios norteamericanos en los mercados de 12 países de Asía y América, la mayoría de ellos subdesarrollados. De esta manera los monopolios gringos buscan reposicionarse para ganar la guerra comercial que está librando con el capitalismo chino, a costa de exacerbar la miseria de millones de obreros y campesinos a escala continental.

La guerra comercial entre EUA y China

La asociación comercial con 12 países en ambos extremos del Pacífico es una de las  tácticas más importantes del imperialismo norteamericano en su guerra comercial con China. Ambos países están en una franca disputa por el mercado mundial; cada uno requiere apropiarse de recursos naturales, mano de obra y áreas dónde sus mercancías puedas ser consumidas, para hacer prevalecer su  poderío económico mundial. 

El plan nacional de exportación lanzado por Obama en 2010 se propuso incrementar las exportaciones norteamericanas al doble, en un lapso de cinco años. Para lograrlo es preciso reconquistar y ampliar sus áreas de influencia, en otras palabras es necesario detener la cada vez mayor influencia de los capitalistas chinos en América Latina, pues en los últimos años China se ha convertido en el socio comercial más importante de Brasil, Chile, Perú y Argentina.  Por otro lado, el plan de Obama también requería establecer políticas económicas que permitieran el acceso sin restricciones de mercancías y capitales norteamericanos a las economías de los distintos países que ahora forman parte del Acuerdo Transpacífico,  TPP pos sus siglas en inglés. 

Con la firma del TPP, el imperialismo norteamericano ha dado otro paso más al frente de cara a realizar exorbitantes negocios para un puñado de capitalistas que ahora podrán colocar sus mercancías en condiciones por demás favorables, en un mercado de más de 650 millones de personas. También se prevé que los capitales imperialistas podrán acceder a la adquisición o inversión dentro de empresas que son propiedad del Estado, como es el caso de PEMEX o CFE en México. De igual manera el TPP establece reglas que inhiben la producción de ciertas mercancías, si no están elaboradas por las multinacionales más poderosas que poseen las patentes o licencias de producción, acabando así también con la competencia en cada uno de los países. Ello significara, por ejemplo, restricciones en la producción de medicamentos genéricos, tan socorridos en América Latina. 

Adhesión de México al Acuerdo Transpacífico

A pesar de que las negociaciones del TPP están prácticamente terminadas, el contenido específico del mismo se ha mantenido en total secrecía (incluso para el parlamento 8norteamericano), tal como lo describe un artículo publicado en el periódico británico The Guardian: “No es posible discutir los meritos del TPP ya que el gobierno ha mantenido los borradores del texto en secreto para el público. Solamente los propios negociadores y un selecto grupo de socios de los corporativos  tienen acceso al documento actual. Los altos ejecutivos de General Electric, Goldman Sachs y Pfizer, probablemente, todos ellos tengan borradores de secciones relevantes del TPP. Sin embargo, los miembros correspondientes al relevante comité del congreso, aún no han hablando  de lo que se está negociando”. 

A espaldas de las mismas instituciones burguesas los peces gordos del capitalismo se están repartiendo el “derecho” a usufructuar la fuerza de trabajo de cientos de millones de trabajadores. En todo caso con quién el imperialismo ha tenido que sentarse a convencer, presionar y en última instancia obligar a firmar el acuerdo es con los capitalistas más acaudalados de cada uno de los países. Es un hecho que los Carlos Slim, Caludio X. Gonzales, y demás bandidos de su categoría sacarán alguna ventaja de este acuerdo, para el resto de medianos y pequeños capitalistas (“Pepe y Toño”) habrá muy poco y para otros de plano no habrá nada. 

No es casualidad que México y Canadá hayan sido los últimos dos países en adherirse al TPP, es decir, tardaron al menos 5 años antes de decidirse a establecer un nuevo tratado comercial con EUA, puesto que los tres países se encuentran  regidos desde 1994 por el Tratado de Libre Comercio para América del Norte. Esta vacilación tiene que ver con las contradicciones internas que genera para la clase dominante de cada uno de los países el hecho de que el imperialismo se sirva con la cuchara grande frente a sus narices, sin que ellos puedan tomar otra cosa más que las sobras. Mientras  que el grueso de las ganancias se queda en los bancos norteamericanos, ellos, sin embargo, se quedan con la inestabilidad política y una situación económica socavada para sus propios intereses. 

Pero en última instancia son impotentes, y por ello no pueden hacer otra cosa más que aceptar los designios del imperialismo. Ante el optimismo del presidente del Consejo Coordinadora Empresarial por la adhesión de México al TPP, Francisco Funtanet, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales, explicó que, “Por un lado, las autoridades mexicanas no podrán abrir ni opinar sobre los textos que ya se han negociado, como, por ejemplo, el capítulo de Pymes; y por el otro, que nuestro país no tendrá “autoridad de veto” sobre el cierre de los capítulos restantes y está incapacitado para proponer nuevos”. Mas adelante sentenció: “Las negociaciones avanzan, pero México no podrá estar en las mesas de las discusiones. Hay que transitar de forma cuidadosa y coordinada en las negociaciones” (El Economista 28/06/2012).

Más rapiña imperialista: Pemex y la Reforma a la Ley Federal del Trabajo

Hablando de acuerdos tras bambalinas, es preciso también señalar que, el pasado mes de febrero, Calderón y Hillary Clinton  firmaron el acuerdo de explotación de yacimientos petroleros transfronterizos, después de una década de haberse prorrogado. Dicho acuerdo contempla que las reservas de petróleo que se extienden en ambos lados de la frontera marítima de México y EUA, en el Golfo de México, deberán ser explotadas de manera conjunta por ambos países, evitando así el dilema de calcular la parte de los recursos que a cada país le corresponde. Acto seguido el acuerdo contempla que “Si los dos gobiernos no pueden llegar a un acuerdo sobre cómo explotar un yacimiento, podrán tomar su parte unilateralmente” (Ágora No 3, 2012). Tomando en cuenta que tanto para el primero como para el segundo caso únicamente las multinacionales gringas cuentan con la capacidad técnica para llevar adelante la extracción de petróleo puesto que se encuentra en aguas profundas,  resulta obvio que dicho acuerdo se ha hecho a la medida de las necesidades de los imperialistas, teniendo que contentarse la burguesía mexicana con lo que tengan a bien concederles sus congéneres de clase.

De igual manera el debate sobre la reforma a la Ley Federal del Trabajo está vinculado a las necesidades tanto de la burguesía nacional como imperialista. Si de lo que se trata es de hacer las mercancías norteamericanas más rentables en el mercado mundial, se requiere abaratar los costos de producción, en este caso los salarios en México, ya que están involucrados en la producción de las mercancías norteamericanas, al nivel de los salarios chinos(1). Un estudio del gobierno norteamericano, publicado en 2011, señaló que “En 2003 el salario manufacturero en México medido en dólares era 4 veces superior al de China, pero 5 años después esa diferencia bajó a 2.3 veces” (Trabajadores, No 87, 2011). Información más reciente señala que: “El poder adquisitivo del salario promedio de los trabajadores chinos es ya 1.7 veces el de sus contrapartes mexicanos, una situación que es totalmente inversa a la que ocurría hasta hace pocos años” (La Jornada. 23/09/2012).

 En conclusión, los ataques a las condiciones de vida del proletariado en México forman parte de un entramado de relaciones económicas a nivel mundial, de ahí que la lucha del proletariado no se reduce a movilizarse contra Calderón o Peña Nieto y el PRI. No hay lugar para una lucha a medias para “reformar el capitalismo”, lo que se requiere es la lucha revolucionaria del proletariado a escala mundial para subvertir los cimientos de esta sociedad que a unos y a otros elementos de la clase obrera, hunde en la miseria. 

*Para hacernos de una idea de la importancia de los salarios pulverizados en México para el imperialismo yanqui basta recordar que la siguiente lista de gigantes corporativos como los siguientes también están instalados en México: General Motors, Chrysler, Ford, Pepsi, Coca Cola, Wal-Mart, Mc Donlad´s, IBM, Intel, Hewlett Packard, Kimberly-Clark, General Electric y CITIBANK-Banamex, entre otros.

 


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