El pasado 19 de abril, El País publicaba un artículo titulado ‘Los hambrientos salen de nuevo a las calles'. Este titular refleja perfectamente la situación que están viviendo millones de personas en todo el mundo que se ven abocadas al hambre debido a las grandes subidas de precios de los alimentos básicos. Por ejemplo, el arroz, el principal alimento de 2.500 millones de personas en el sureste asiático, ha subido en sólo dos meses un 75%, y el precio del trigo un 120%. Según la ONU en 2007 el precio global de los alimentos aumentó un 40%. Según dijo el responsable del FMI, Strauss-Khan: "Miles, cientos de miles de personas padecerán hambre. Los niños sufrirán malnutrición con consecuencias para el resto de sus vidas"; pero lo que más les preocupa, como reconocía el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, es que "33 países en el mundo afrontan la posibilidad de malestar social o político debido a los elevados precios de los alimentos y la energía" (fuente: IAR Noticias). Y eso es lo que está pasando. A los capitalistas no les importa el sufrimiento de millones de personas, sino el que estos millones de personas salgan a la calle y pongan en peligro la supervivencia de su sistema y beneficios.
Las luchas se extienden por todos los continentes. En Bangladesh, el 13 de abril, más de 20.000 trabajadores del textil salieron a las calles para exigir salarios más altos. Egipto está viviendo la oleada de luchas obreras más importantes de los últimos 45 años y amenaza con derribar al régimen de Mubarak. En África, a principios de abril hubo una huelga general de 48 horas en Burkina Fasso. En Costa de Marfil, miles se manifestaron frente a la casa del presidente Lurent Gbagbo gritando "Estamos hambrientos". Ha habido manifestaciones y protestas de masas en casi todos los países del África subsahariana. Lo mismo ha ocurrido en Perú, Indonesia, Filipinas, Pakistán, Uzbekistán, Tailandia, Haití, Camboya o Yemen. Pero no hay que irse muy lejos para ver la cara del hambre, sólo en Alemania, la que se supone es la "locomotora" económica de Europa, 800.000 personas sobreviven gracias a la comida que desechan los grandes supermercados.
Esto no ha hecho más que empezar, la mayoría de los economistas dicen que los precios no han tocado aún techo y eso significa que para millones de personas en el próximo período la alternativa será: morir de hambre o luchar para transformar la sociedad.


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