El ballet de los ministros cristiano-demócratas italianos, que como ratas amenazan con abandonar un barco que se hunde, no deja dormir al presidente del gobierno Silvio Berlusconi.El ballet de los ministros cristiano-demócratas italianos, que como ratas amenazan con abandonar un barco que se hunde, no deja dormir al presidente del gobierno Silvio Berlusconi. Cada partido de la coalición hace sus cuentas y maniobras para ver cómo lavar la cara ante las próximas elecciones previstas para la primavera de 2006, si es que no se ven obligados a adelantarlas para este próximo otoño. La derrota electoral en las elecciones regionales de abril tiene todo el aspecto de una debacle y proyecta su sombra siniestra sobre el ejecutivo de centro-derecha dirigido por Il Cavaliere. Ahora la derecha teme las elecciones como la peste.

La derecha en Italia ha sufrido una derrota devastadora pero el partido de Berlusconi, Forza Italia, sufrió la mayor: perdió 1,8 millones de votos, comparado con las elecciones regionales de 2000 y 4,5 millones con las elecciones generales de 2001. Esto marca el principio del fin de Berlusconi.

Los partidos de la derecha, entre los cuales la burguesía italiana reparte a sus representantes (demócrata-cristianos, Liga Norte, Forza Italia y Alianza Nacional), si no fuera por el caciquismo, la alianza con la mafia y la venta de puestos de trabajo en la administración pública, habrían perdido bastante más que unos cuantos millones de votos el pasado mes de abril. Aún así, la derecha ha sufrido una derrota devastadora; pero el partido de Berlusconi, Forza Italia, sufrió la mayor: perdió 1,8 millones de votos comparado con las elecciones regionales de 2000 y 4,5 millones con las elecciones generales de 2001. Esto marca el principio del fin de Berlusconi. El partido de Berlusconi, Forza Italia, ha demostrado que no se trata de un verdadero partido sino unas siglas electorales basadas en la persona de Berlusconi. Unas siglas que subieron como la espuma debido al fracaso social del gobierno de centro-izquierda (1996-1999).

Ahora se pueden contar con los dedos de una mano las regiones (autonomías) donde la derecha sigue gobernando: de las 13 regiones en las que se celebraron elecciones sólo ha ganado en dos y sin conseguir la mayoría absoluta. La izquierda ha arrasado, sobre todo los Demócratas de Izquierda —es decir, la socialdemocracia—, que tras muchos años vuelve a ser el primer partido político del país.

Estos resultados reflejan que millones de trabajadores, jóvenes y parados italianos han entendido quién es Berlusconi. Durante los últimos años han sufrido continuos ataques a sus condiciones de vida y a sus derechos sociales y laborales. Ya se pudo ver esto en toda una serie de movilizaciones durante estos últimos años, huelgas generales, huelgas localizadas muy militantes y también la gran manifestación con tres millones de personas en Roma contra la guerra de Iraq.

Los estrategas del capital italiano llevan tiempo preparándose para este acontecimiento. Han preparado su “alternativa” en forma de Prodi y la coalición de centro-izquierda. Ahora parece muy probable que el próximo año Prodi ganará las elecciones generales y será el nuevo primer ministro. La coalición de Prodi representa una “alianza” entre sectores clave de la burguesía italiana y la cúpula del movimiento obrero.

A pesar de que la burguesía durante estos años ha estado satisfecha con los ataques de Berlusconi a las condiciones de vida de la clase obrera, ahora prefiere un cambio aunque al mismo tiempo lo teme. La burguesía lleva tiempo preparándose para este acontecimiento y ha preparado su “alternativa” en forma de gobierno Prodi y una coalición de centro-izquierda. Aunque Berlusconi consiguiera sobrevivir hasta 2006 es evidente que se trata de un cartucho gastado y el decadente capitalismo italiano necesita otra “alternativa” capaz de continuar con sus ataques contra los trabajadores. Berlusconi intentará por todos los medios mantenerse en el gobierno hasta el final para aprobar, entre otras cosas, todas las leyes o decretos que le permitan eludir la cárcel por acusaciones de corrupción.

Romano Prodi es un reformista de derechas que además es amigo personal de Luca Cordero di Montezemolo, el presidente de la patronal Confindustria, de Ferrari y Fiat. El próximo gobierno, en octubre o dentro de un año, será otro instrumento de la patronal pero con una importante diferencia con respeto al gobierno de Berlusconi, y es que estará sometido a la constante presión de los trabajadores italianos que depositarán en él sus esperanzas para que dé marcha atrás en todas las contrarreformas aprobadas por la derecha.


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