El anuncio de que el IRA Provisional había entregado todas sus armas fue ahogado por las ráfagas de las armas de los paramilitares protestantes. En las pantallas de televisión se pudieron ver las peores escenas de violencia en años. Los medios de comEl anuncio de que el IRA Provisional había entregado todas sus armas fue ahogado por las ráfagas de las armas de los paramilitares protestantes. En las pantallas de televisión se pudieron ver las peores escenas de violencia en años. Los medios de comunicación continúan diciendo que el proceso de paz es un éxito, pero guardan silencio sobre el aumento del sectarismo y el fracaso del Acuerdo de Viernes Santo. Por esa razón cuando salieron las escenas de enfrentamientos entre protestantes y la policía hace unas semanas causaron una conmoción. Existe un ambiente de violencia que se ha acumulado durante el verano, incluida una lucha sangrienta entre bandas protestantes rivales.

Se ha producido un dramático aumento de la violencia sectaria contra los católicos en la zona de Ballymena (representada en el parlamento por el líder protestante del DUP Ian Paisley), y prácticamente no se ha informado de ello. ¡Nada puede dañar la imagen de “paz” que quiere transmitir el gobierno de Blair!

El éxito de ese “proceso de paz” se suponía que debía celebrarse con una fiesta frente al Ayuntamiento. Pero no ocurrió así. Los ladrillos y las balas sonaban tras las barricadas en llamas levantadas por toda la ciudad, se lanzaron cócteles molotov contra la policía y el ejército. Las ametralladoras se podían oír en la zona de Shankill. Algunas escenas recordaban más a Iraq que a la “paz”. Belfast presenció disturbios al norte y al este de la ciudad.

Años de propaganda sectaria

La chispa que inició este fuego fue el cambio de ruta de una relativamente pequeña manifestación orangista en Whiterock, al norte de Belfast, a menos de cien metros de las casas católicas y del puente que está frente al muro de la paz —la prueba más sólida del fracaso del Acuerdo de Viernes Santo— que divide las dos comunidades.

Esta fue la chispa, pero el material combustible lo proporcionaron años de propaganda sectaria donde se intentó presentar el Acuerdo de Viernes Santo como un paso hacia una Irlanda unida en la que los protestantes serían una minoría oprimida, cambiándose el puesto con la población católica de los seis contados. También es consecuencia de las espantosas condiciones económicas y sociales a las que se enfrentan los jóvenes trabajadores protestantes, todo con la ayuda de los gángsteres unionistas y sus batallas por el territorio.

La Orden de Orange y los políticos unionistas azuzaron los temores de la clase obrera protestante ante la erosión de sus “tradiciones culturales” (es decir, el “derecho a marchar” a través de las zonas católicas). Se ha escrito mucho sobre este “derecho a marchar”, pero hay una diferencia clara entre el derecho a manifestarse, a protestar o incluso celebrar algún acontecimiento histórico y otra cosa distinta es desfilar tu superioridad delante de las mismas casas de la población católica. Eso no es un “derecho”.

En un intento de justificar retrospectivamente la violencia, los políticos de todos los partidos unionistas descubrieron de repente la situación de marginación que sufría la clase obrera protestante. Estos son los mismos políticos que durante años han ondeado la Union Jack (bandera británica) para distraer a esas mismas personas de sus verdaderas condiciones sociales y económicas.

Por supuesto, detrás de esta situación sigue la batalla de los distintos sectores del unionismo, utilizando la carta del sectarismo, para controlar a las masas protestantes. Se trata también de mantener la división antinatural que alimentan los políticos sectarios y sobre la que descansa el sistema capitalista.

Degradación social

Es sorprendente que la principal queja de los manifestantes unionistas fuera que las autoridades estaban concediendo demasiados favores a la “otra parte”, es decir, a los republicanos y a los nacionalistas. Hay una alta tasa de desempleo y se ha extendido la decadencia social entre la clase obrera protestante y en todas partes. Por supuesto, los dirigentes unionistas dicen que su comunidad es ignorada mientras que los republicanos, a sus ojos, están siendo favorecidos.

Pero mientras los políticos unionistas hablan de que sus zonas obreras sufren la “peor privación social y económica de Europa”, los informes del gobierno dicen que los “católicos viven en zonas menos organizadas y menos atractivas para la inversión”. Las cifras oficiales sugieren que los protestantes continúan teniendo mejores perspectivas laborales que los católicos.

En cierto sentido ambos tienen razón. La realidad es que la clase obrera de ambas partes sufre la decadencia económica y social. La culpa no es de uno u otro sector de la clase obrera, sino del sistema capitalista que divide despiadadamente a los trabajadores para mantenerlos sometidos.

La marcha protestante fue claramente una excusa para los dos grupos paramilitares protestantes, la Asociación para la Defensa del Ulster y la Fuerza de Voluntarios del Ulster, que tenían la intención de rebelarse contra la autoridad policial. Realmente su único objetivo es mantener la división sectaria. La mayor parte de sus actividades está vinculada a batallas criminales por el territorio, el tráfico de drogas y el blanqueo de dinero.

El completo fracaso del Acuerdo de Viernes Santo

La entrega de las armas por parte del IRA Provisional tampoco será una solución. Su política está basada en compartir el poder al norte y al sur de la frontera. Es poco probable que consiga alguno de sus objetivos. Incluso si consiguen escaños en la asamblea eso tampoco resolverá nada para la clase obrera. No crearía empleo ni vivienda. Lo único que la clase obrera tiene enfrente es más de lo mismo: más violencia sectaria, más ataques unionistas y más desempleo. Las condiciones sociales y económicas de la clase obrera protestante y católica no mejorarán bajo este sistema. No mejorarán mientras pervivan el sectarismo, el miedo y la división.

No hay paz. No hay un movimiento hacia la unificación. No hay una base para crear empleo, construcción de viviendas dignas o mejorar la sanidad y la educación. Incluso si el parlamento autónomo de Stormont se volviera a reunir no podría hacer nada para hacer frente a los problemas que tiene la clase obrera. Simplemente aplicaría la política que está llevando a cabo el gobierno británico, privatización, recortes, etc.

El Acuerdo de Viernes Santo ha demostrado que no es un paso adelante hacia la unidad de Irlanda. Todo lo contrario, ha legitimado la partición. No ha llevado la democracia a los seis condados. Las tropas no han desaparecido de las calles. Se prometió reducir el número de soldados (actualmente hay más soldados británicos en los seis condados que en Iraq), pero todavía están allí 5.000 soldados.

Las conquistas reales del Acuerdo de Viernes Santo son: la segregación, aumento del sectarismo y el reforzamiento del crimen de la partición. El proceso de paz desde el principio era una vergüenza, una mentira y una trampa. El Sinn Fein lo presentó como un paso adelante hacia la unidad con la clara intención de calmar a su base electoral.

La clase obrera protestante nunca aceptará ser una minoría en una Irlanda de pobreza y privación, que es la única Irlanda que puede ofrecer el capitalismo. Los trabajadores católicos nunca tendrán empleo, vivienda o escuelas con este sistema. Todas las habladurías del Sinn Fein sobre la “igualdad” son sólo un eco de la política de Blair. El capitalismo no puede ofrecer esta igualdad, sólo puede redistribuir la pobreza, no puede resolver ninguno de los problemas de los trabajadores sino que sólo puede añadir más combustible a las llamas del sectarismo.


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