En las elecciones del pasado 22 de enero resultó elegido presidente de la República el candidato de la derecha Cavaco Silva. A pesar de que es la primera vez desde la Revolución de los Claveles en que la Presidencia será ocupada por el candidato de lEn las elecciones del pasado 22 de enero resultó elegido presidente de la República el candidato de la derecha Cavaco Silva. A pesar de que es la primera vez desde la Revolución de los Claveles en que la Presidencia será ocupada por el candidato de la derecha, los datos, lejos de indicar un giro a la derecha en la sociedad portuguesa, demuestran un clima cada vez mayor de contestación a la política reformista del Partido Socialista (PSP).

Cavaco se enfrentaba en estas elecciones a Mario Soares, presidente de Portugal entre 1985 y 1995, que se presentaba como el candidato oficial del PSP; a Manuel Alegre, candidato no oficial del PSP; al candidato del Partido Comunista y al del Bloco de Esquerda. Cavaco ha obtenido la mayoría con un estrecho margen (50,54% de los votos). Sorprendentemente, el segundo candidato más votado ha sido Manuel Alegre, con el 20,74%, a pesar de no contar con el apoyo del aparato del PSP. Su candidatura ha canalizado el descontento de los votantes del PSP con la política que está llevando a cabo en el gobierno. Mario Soares obtiene la tercera posición con un 14,31% de los votos, a poco más de 300.000 votos del candidato comunista que obtiene un 8,64% de los votos. La abstención ha sido de un 39,6%, casi un 5% más que en las elecciones legislativas de febrero de 2005.

La gran derrotada de estas elecciones ha sido la dirección del PSP. Apostaron por un candidato, Mario Soares, que representa la “concordia nacional”, es decir, los pactos del PSP con la derecha para salvar al país de las situaciones difíciles. El PSP, que ganó la mayoría absoluta en el parlamento en las elecciones de febrero de 2005 después del hundimiento del gobierno de derechas y al calor de una fuerte movilización social, ha aplicado una política de recortes sociales y ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. En las elecciones presidenciales el descontento con el gobierno se ha demostrado principalmente en el aumento de la abstención y el voto al candidato socialista crítico con la dirección, Manuel Alegre. Es de destacar el aumento del voto al Partido Comunista respecto a las elecciones de febrero del 2005, que pasa del 432.000 a 474.083 votos.

Crisis económica

Los trabajadores portugueses no han dejado de sufrir la crisis económica. Con una tasa de paro del 10,2%, deslocalizaciones de empresas y unos salarios cada año más bajos debido al aumento de los precios, la receta de la dirección reformista del PSP para solucionar la crisis ha sido una contrarreforma laboral. Esta contrarreforma pretende aumentar la precariedad y dificultar la negociación colectiva dejando a los trabajadores sin casi derechos sindicales. Los presupuestos del estado para el 2006 demuestran claramente a quién beneficia esta política: mientras que los impuestos indirectos (los que pagamos todos) aumentan un 11% y los impuestos a las rentas de los trabajadores un 4,8%, los impuestos a las empresas disminuyen en un 4%. Sacrificios para los de siempre, beneficios para los de costumbre.

No obstante, los trabajadores portugueses no están dispuestos a tragar con estas recetas reformistas, continúan con las movilizaciones que cada vez alcanzan a más sectores. Los trabajadores portugueses se movilizaron el 10 de noviembre en el día nacional de lucha e hicieron una semana de coordinación de las luchas que tuvo lugar entre 12 y 17 de diciembre. Las movilizaciones continúan y el 3 de febrero tendrá lugar una manifestación nacional convocada por el Frente Común de los Sindicatos de la Administración Pública. La movilización en la calle exige al gobierno del PSP que cumpla sus promesas electorales y deje de beneficiar a las grandes fortunas. Las elecciones demuestran que el descontento social se está organizando y puede escindir el PSP entre un ala de derechas y una ala de izquierdas. La necesidad de recuperar las tradiciones y lecciones de la Revolución de los Claveles está más presente que nunca.


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