dinamarca_presidentaLos conservadores daneses han perdido el poder después de diez años dirigiendo el país escandinavo a pesar de sus maniobras radicales, xenófobas y electoralistas para cortar la libertad de movimientos de inmigrantes con la excusa de un hipotético desembarco masivo de árabes escapando de la revolución en el Magreb, con la intención de movilizar a los sectores más atrasados y a las capas medias afectadas por la crisis económica. Su derrota deja claro que el verdadero motivo de alarma para el pueblo danés es la situación económica en Europa, y que ya no valen estratagemas de distracción ante una situación tan real como la crisis del capitalismo.

Casi todos los analistas han coincidido en señalar que la preocupación ante la gravísima situación económica que atraviesa el país es la verdadera causa del vuelco electoral en Dinamarca; hecho que sin ninguna duda se encuadra dentro de un proceso muy similar que se está dando en Alemania, Francia, Italia… El caso más llamativo es el de Alemania, donde el partido de Merkel, la CDU, en las últimas convocatorias regionales ha demostrado que está perdiendo terreno a pasos agigantados, de forma paralela al avance socialdemócrata: en Renania, donde los conservadores tienen uno de sus mayores feudos tradicionales, perdieron 8 puntos; en Berlín el SPD consigue su tercer mandato consecutivo; en Hamburgo hubo mayoría absoluta del SPD después de una década de estar en la oposición; en  Bremen CDU quedó a 18 puntos por debajo del SPD e incluso en Pomerania el CDU ha perdido otros 5 puntos respecto a 2006, quedando con un 23,6% de votos mientras el SPD conseguía un avance de 7 puntos y recogía el 36,5% de papeletas.

En la coalición de izquierdas danesa, denominado el “Bloque Rojo”, el Partido Socialdemócrata es el más grande y su dirigente Helle Thorning-Schmidt formará gobierno en los próximos días. Todos los medios han destacado sobre todo el hecho de que una mujer vaya estar al frente del gobierno danés, aunque lo realmente importante es que la derecha ha sido barrida del poder. Ser mujer no le otorga automáticamente el título de “más progresista”, de la misma manera que a Obama no le hace más progresista el hecho de ser negro. Aunque en ambos casos indica que la mayor parte de la gente no tiene prejuicios sexistas o racistas, sino que éstos son inoculados artificialmente por los sectores más reaccionarios cuando les interesa para dividir. La cuestión fundamental es ¿qué programa va a aplicar la izquierda en Dinamarca?

La propuesta socialdemócrata de trabajar todos 12 minutos más al día para disminuir el déficit nacional de 6.300 millones y reducir el desempleo (la tasa de desempleo en Dinamarca es del 6%, se ha doblado en dos años) no deja de ser una ilusión óptica que más pronto que tarde se revelará no sólo inútil, sino contraproducente. ¿Desde cuándo los socialdemócratas proponen trabajar más horas para bajar la tasa de desempleo?

Pero no es con estas propuestas como han conseguido romper con la maldición electoral, el triunfo electoral ha sido gracias al auge del ala izquierda de la coalición (Lista Unidad) y al desengaño con los conservadores en ausencia crecimiento económico. El gobierno conservador había conseguido mantenerse en el poder gracias al apoyo prestado por el Partido Popular danés, de extrema derecha, a cambio de modificar la legislación sobre inmigración en las líneas más reaccionarias en toda Europa, vetando la libre circulación de personas procedentes de Alemania y Suecia, en un intento de criminalizar a los inmigrantes de origen árabe y magrebí. Este tipo de medidas políticas van en la línea del individualismo y el sálvese quien pueda que impera en las medidas económicas y políticas de todos los países de la Unión Europea y que ni siquiera son capaces de ralentizar la caída, tan sólo sirven para preservar los beneficios de unos pocos.

Aunque el Partido Socialdemócrata ha mantenido el número de votos (con un descenso muy leve) desde 2005, ha conseguido un 24,9% de los votos, es el peor resultado en sus 108 años de historia. Sus socios de coalición, Lista Unidad (en la que participan Comunistas y Verdes) ha doblado desde 2005 (y triplicado respecto a los comicios de 2007) su número de papeletas, ha pasado del 2,2% al 6,7% de los votos. En Copenhague ha conseguido aumentar su base electoral de manera más clara; algo similar al auge de la izquierda en Alemania (Die Linke), que deja claro que hay un espacio a la izquierda en Europa que es posible ocupar con un programa contundente de oposición al capitalismo. A poco que asome dicho programa de izquierda, el apoyo de la clase trabajadora se hace notar.

Los otros partidos de la coalición, el Partido Popular Socialista y los Liberales Radicales, han conseguido un 9,2% y 9,5% respectivamente. Precisamente la presencia en la coalición de otros partidos más a la izquierda que los socialdemócratas ha sido uno de los factores decisivos para el triunfo de la izquierda, muchos trabajadores y jóvenes no confían en los socialdemócratas, pero confían en que la presencia de otros partidos en la coalición serán un freno a la hora de aplicar más ataques contra los trabajadores. A pesar de todo, la coalición de izquierdas no obtiene los 92 parlamentarios necesarios para la mayoría absoluta.

Dinamarca sufre los mismos problemas que el resto de países europeos y la burguesía danesa necesita imperiosamente llevar a la práctica los mismos paquetes de austeridad que se han aplicado en Grecia, Portugal o Gran Bretaña. Las exportaciones danesas sufren la recesión mundial, el desempleo ha pasado del 0 al 5%, la producción industrial ha caído, la situación de la banca obligó al gobierno a lanzar un plan de rescate que equivale al 3,8% del PIB y el déficit sigue disparándose.

Se esperaba que estas elecciones significaran la elección de un gobierno fuerte y con la mayoría necesaria para aplicar las medidas de austeridad necesarias. Ahora esa tarea recaerá sobre los socialdemócratas, que durante estos últimos años han apoyado toda la política económica aplicada por el gobierno de derechas encabezado por Rasmussen, por ejemplo, la líder socialdemócrata no dudó en pedir a los sindicatos que aceptaran la prolongación de la jornada laboral, pero ahora en el gobierno, se toparán con el gran obstáculo que representa tener como socios de coalición a partidos que han manifestado claramente su oposición a este tipo de medidas.

El factor decisivo para este cambio político en Dinamarca es la situación económica. La existencia de un programa claro que propugna sin tapujos el socialismo, que hace frente a la corrupción política rescatando los principios leninistas de revocabilidad de los cargos y de representante obrero, sueldo obrero (los diputados comunistas sólo pueden serlo durante dos legislaturas seguidas y su sueldo no puede superar el salario medio de un obrero del metal, aportando a su partido la diferencia entre el salario recibido del Estado y el salario de un obrero industrial) sin duda están en las causas de su ascenso político.

El triunfo de la izquierda y el aumento de apoyo a los partidos más a la izquierda son un reflejo del giro a la izquierda que se expresa en el frente electoral cuando los jóvenes y trabajadores tienen una alternativa, como hemos podido ver estos últimos años en Alemania, Holanda, Grecia o Portugal. La aceptación por parte de la socialdemocracia de la necesidad de medidas de austeridad y la oposición de sus socios de gobierno no parece presagiar un gobierno estable. Los resultados electorales y la alta participación en las elecciones (87,7%), demuestran que los jóvenes y trabajadores daneses quieren un cambio real,  como ya demostraron en las manifestaciones de masas del pasado verano de 2010 contra los ataques del gobierno.


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