Todos los gobiernos europeos, sin excepción, intentan que el peso de la crisis recaiga exclusivamente sobre los hombros de los trabajadores. Las medidas de austeridad, el recorte de derechos laborales y sindicales, tendrán un profundo impacto en la vida de millones de jóvenes y trabajadores europeos. Ya en 2011 tuvimos ejemplos de cómo la clase obrera europea no estaba dispuesta a hacer más sacrificios y ha emprendido el camino de la lucha. Así lo vimos en Gran Bretaña, con la mayor huelga del sector público desde los años 70, además de huelgas generales en Bélgica, Portugal, Grecia, Chipre, y grandes movilizaciones en países como Irlanda o Italia. Todo apunta que 2012 será un año de intensificación de la lucha de clases en Europa, como muestra tenemos lo que ha sucedido esta últimas semanas en Portugal, Italia, Bélgica o Rumanía.

Portugal: la mayor movilización desde los años setenta y huelga general el 22 de marzo

El pasado 11 de febrero tuvo lugar en Portugal la manifestación más masiva que se recuerda desde hace más de treinta años, en Lisboa se manifestaron 300.000 trabajadores. El motivo fue la reforma laboral que el gobierno conservador plantea llevar a cabo, siguiendo la estela de las severas medidas de austeridad y recortes del gasto público para cumplir las exigencias del rescate financiero internacional que recibió Portugal en mayo pasado.
La nueva reforma laboral incluye la reducción de las vacaciones hasta los 22 días laborables y las indemnizaciones por despido pasan de 30 días por año trabajado a entre 8 y 12 días. Las protestas también iban dirigidas contra el aumento de precios del transporte público, el incremento de las tasas que se pagan en la sanidad pública y la subida generalizada de impuestos.
Pocos días después de esta masiva movilización, el mismo día que se hacía público el último dato de desempleo que alcanzaba la cifra récord del 14 %, el recién elegido secretario general de la CGTP, Armenio Carlos, que parece tener un discurso más combativo y a la izquierda que su predecesor, anunciaba la convocatoria de una huelga general para el próximo 22 de marzo. En esta ocasión y a diferencia de la última huelga general el pasado noviembre, la UGT no se sumará a la huelga.

Italia: se intensifica la lucha contra el gobierno Monti

El gobierno de Mario Monti se enfrenta a una difícil situación debido al recrudecimiento de las luchas en diferentes sectores. Desde principios de año no ha habido descanso en las luchas de los trabajadores, entre las que han destacado especialmente las jornadas de huelga en los transportes, en la que participaron camioneros, taxistas. Además, el pasado 27 de febrero se unieron a una huelga de 24 horas los transportes públicos locales convocados por la Organización de Sindicatos Autónomos (Orsa) y la Unión de Sindicatos de Base (USB), incluso fue secundada por los trabajadores de tierra de Alitalia, algunos pilotos y los trabajadores de las tiendas Duty Free de los aeropuertos de Ciampino y Fiumicino, así como los mozos de carga y descarga de equipajes. En esta jornada de huelga contra el gobierno Monti y todas sus medidas de ajuste (aumento del IVA, incremento del IRPF, reintroducción del copago sanitario y subida de la gasolina y del IBI sobre la primera vivienda entre otras) se paralizó todo el país llegando incluso al corte de tráfico en varias autopistas y el bloqueo de acceso a puertos y embarcaderos. La repercusión de las protestas durante esos días de lucha tuvo efectos notables, afectando al suministro de supermercados o el cese de la producción en varias plantas de Fiat, así como en dos instalaciones de Coca Cola y otras dos de pasta Barilla. La manifestación de 40.000 personas que inundó las calles de Roma en la jornada del 27 de enero parece ser la primera de las muchas que veremos en el próximo periodo.
En la actualidad, los sindicatos mantienen negociaciones con el gobierno de Monti sobre una reforma laboral que pretende “flexibilizar” el mercado laboral, a imagen y semejanza de lo han hecho el resto de gobiernos europeos: ataque a los derechos laborales, abaratamiento del despido etc. Monti ha afirmado que “habrá reforma laboral antes de finales de marzo con o sin los sindicatos”. En marzo hay convocadas nuevas movilizaciones, el 1 de marzo en el transporte público y el 9 de marzo una huelga de 8 horas convocada por la FIOM.

Bélgica: la mayor huelga general en veinte años

Los planes de ajuste planteados para reducir el déficit de Bélgica han activado la lucha del movimiento obrero. Por primera vez desde 1993, a finales de enero el país vivió una huelga general que afectó tanto a los trabajadores del sector público como a los del privado, el origen de la protesta son los planes de ajuste aprobados por el gobierno que entre otras medidas aumenta la edad de jubilación. La huelga, para que tuviera mayor repercusión, se convocó el 28 de enero, el mismo día que se celebraba en Bruselas una cumbre europea, el seguimiento fue muy importante en el transporte público, incluidos los ferrocarriles, además de en aeropuertos, y en la enseñanza.
Esta huelga general es el augurio de un período de fuertes movilizaciones en los próximos meses. Los trabajadores ferroviarios, que en diciembre ya realizaron paros y participaron en la huelga del sector público de ese mes, convocaron otra huelga en el sector el 15 de febrero como respuesta a los ataques anunciados por la empresa de ferrocarriles SNCB. Esta jornada de lucha fue desconvocada en el último momento porque la empresa accedió a negociar con los trabajadores, mostrando así la fuerza del movimiento obrero.
Este clima de combatividad y lucha se ha trasladado a otros sectores de la producción, como los trabajadores del puerto de Antwerp, que fueron a la huelga contra la reforma de las pensiones que pretende aumentar la edad de jubilación de 60 a 62 años. Este paro tuvo repercusiones en todo el continente, ya que Antwerp es el segundo puerto más importante de Europa.

Rumanía: las masas derriban al gobierno

La oleada de luchas en Europa Occidental ha llegado también al Este. Los trabajadores en Rumanía llevan sufriendo una batería de ataques brutales desde que empezó la crisis. En 2009 el gobierno rumano negoció un crédito con el FMI por valor de 20.000 millones de euros, con la intención de evitar el colapso financiero del país, a cambio de una reducción drástica del gasto público. Entre otras medidas impuso la reducción de un 25% de los salarios, despidos masivos de funcionarios, aumento de impuestos como el IVA, del 19 al 24%, o la condena a la miseria para los pensionistas con una reducción abrupta de las pensiones.
El pasado mes de enero, el primer ministro del gobierno conservador, Emil Boc, anunció su intención de privatizar parte del servicio sanitario, una medida que sirvió para encender la mecha con las primeras protestas espontáneas en la calle. Tras estas primeras movilizaciones, se desarrolló por todo el país la mayor oleada de movilizaciones de los últimos veinte años, no solo contra los recortes y los planes de austeridad, además se exigía la dimisión del primer ministro y del presidente, Traian Basescu.
Finalmente Emil Boc dimitió y como hemos visto en Italia y Grecia, en lugar de convocar elecciones, el parlamento rumano aprobó la formación de un gobierno de “tecnócratas”, con la aprobación del FMI y la Unión Europea, al frente de este gobierno está Mihai Razvan Ungureanu, el antiguo jefe del servicio de espionaje y hombre de confianza del presidente. Se trata de una maniobra destinada a conseguir cierto margen que les permita seguir adelante con las medidas de austeridad, pero no va a evitar que la lucha de los trabajadores siga adelante.


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