¡Los trabajadores griegos propinan un golpe brutal a la Troika!

Syriza tiene que dar un paso adelante: ninguna concesión más a la UE, nacionalización de la banca, luchar por el socialismo

El 5 de julio se ha convertido en una jornada histórica para los trabajadores griegos, de Europa y de todo el mundo. Enfrentando la campaña del miedo que la UE, la oligarquía griega y su armada mediática han desatado de manera estruendosa, y dando la espalda a la santa alianza forjada por la derecha y la socialdemocracia internacional, el pueblo de Grecia ha vuelto a dar una lección de dignidad golpeando duramente a todos aquellos que lo quieren someter a la ruina. La Troika ha sufrido un revés contundente que va mucho más allá de los 22 puntos de diferencia que ha cosechado el voto NO frente al SÍ.

Los resultados del referéndum del 5 de julio demuestran, por encima de todo, que el proceso de la revolución griega sigue una dinámica ascendente, que la clase obrera y la juventud están decididas a dar todos los pasos necesarios para derrotar a sus enemigos —el capital financiero internacional y los capitalistas griegos— y que la experiencia de años de lucha de clases sin cuartel no ha pasado en balde. Las condiciones para que los trabajadores, para que el conjunto de los oprimidos de Grecia sean los dueños de su destino, están más que maduras.

 Tras el 5 de julio, es el momento de abandonar la línea de las concesiones y acuerdos que supondrán más recortes y sufrimientos. Es el momento de que Syriza se apoye en la fuerza del pueblo y adopte medidas audaces que abran el camino hacia la transformación socialista de Grecia.

Durante días se ha presentado una imagen de Grecia completamente distorsionada. Las falacias y calumnias de la reacción contra Syriza y contra Tsipras han ocupado horas en las televisiones, y colmado las crónicas, las columnas y editoriales de la gran mayoría de la prensa mundial. Pero esta campaña de mentiras, al igual que las declaraciones de los líderes de los partidos de la derecha y de la socialdemocracia a favor del SÍ, en absolutamente todos los países de la Unión Europea, y sus deseos descarados de aplastar a Syriza para colocar un ejecutivo títere y servil de los grandes monopolios y la banca internacional, como lo fueron los anteriores gobiernos de unidad entre el PASOK y Nueva Democracia, se han estrellado contra la conciencia y la determinación de lucha de todo un pueblo. ¡Qué lección más impresionante!

Un triunfo que llena de confianza al movimiento obrero griego y del conjunto de Europa en el combate contra las medidas de austeridad y los recortes sociales que han hundido en la catástrofe a Grecia, al Estado español, a Portugal, y empobrecido de manera dramática al viejo continente.

Lo que pretende la burguesía europea

La ruptura de las negociaciones entre la Troika y el gobierno griego el sábado 27 de junio supuso una aceleración brusca, un punto de inflexión, del proceso revolucionario. Pasando por diferentes etapas, desde los años de gobiernos socialdemócratas hasta los ejecutivos de unidad nacional, las más de 30 huelgas generales, movilizaciones de masas y ocupaciones de fábricas, hasta la victoria de Syriza el pasado 25 de enero, los trabajadores de Grecia han realizado un aprendizaje duro pero fructífero. Todas las promesas de la Europa del capital se han desacreditado bajo los efectos de los diferentes “rescates”, que han arrasado con el empleo, los servicios públicos, los salarios, las pensiones y el futuro de la joven generación. A la población de Grecia le ha sido arrancada de cuajo cualquier expectativa de mejora, cualquier posibilidad de mirar con confianza al futuro, mientras los grandes magnates del país evadían cientos de miles de millones de euros a sus cuentas secretas en Suiza y otros paraísos fiscales, y los bancos alemanes, franceses y británicos recibían puntualmente los pagos multimillonarios por créditos concedidos a gobiernos que han robado a manos llenas.

En estos días, diferentes comisiones de investigación sobre la deuda griega, tanto las impulsadas por el parlamento de Atenas como otras auspiciadas por organismos internacionales, han dejado claro que no más del el 4% de los miles de millones supuestamente otorgados por la Troika en sus planes de “rescate”, han terminado realmente en el presupuesto griego. El 96% restante ha retornado para compensar a los prestamistas nacionales e internacionales, alimentando una deuda incontrolable para mayor beneficio de los bancos europeos y los grandes fondos de inversión a costa de planes de austeridad que han sumido a Grecia en una recesión profunda. De hecho, la caída del PIB griego en estos años y el retroceso social sólo es comparable al que sufrió el país bajo la bota de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso el FMI, que ha jugado en estos años el papel de verdugo con el BCE y la Comisión Europea, ha reconocido que la deuda de Grecia es impagable. ¡Así de cínicos son!

La experiencia de las pasadas jornadas deja claro que a la burguesía, europea, americana o de cualquier otra parte del mundo, le sobra la democracia cuando están en juego sus intereses fundamentales. En el caso de Venezuela, y a pesar de los reiterados triunfos de Chávez y Maduro en todo tipo de elecciones, la clase dominante se ha hartado de gritar a los cuatro vientos que el país de la revolución bolivariana vive sumido en una dictadura donde no se respetan los derechos democráticos y se encarcelan a los opositores políticos. Lo mismo se puede decir de los gobiernos de Ecuador o Bolivia, vilipendiados diariamente por “populistas” y “enemigos de la libertad”. Las elecciones democráticas en estos países no han evitado que la burguesía imperialista de EEUU y de la UE haya dejado un solo día de urdir golpes de estado y planes de sabotaje económico para propiciar su caída. En el caso de Grecia la línea de conducta ha sido la misma. Como ha señalado el ministro de Economía Varoufakis, el país heleno se ha visto enfrentado al terrorismo económico más descarnado, que intentaba generar las condiciones necesarias para inclinar la balanza a favor del SÍ. Pero exactamente igual que en Venezuela, Bolivia o Ecuador, han sido los trabajadores, la juventud y los oprimidos, demostrando un instinto de clase extraordinario y una voluntad capaz de enfrentar cualquier prueba, la que ha vuelto a derrotar a la reacción.

Lo que realmente está en juego

La historia enseña que la debilidad invita a la agresión. Todas las concesiones hechas por el gobierno de Syriza, todos los intentos de Tsipras de llegar a un acuerdo con la Troika aunque eso supusiera abandonar los puntos fundamentales del programa de Salónica, se han revelado como una estrategia completamente errónea. Tsipras y muchos de sus ministros creen realmente que la democracia en abstracto es un valor importante en las circunstancias revolucionarias que vive Grecia. Pensaban que su mayoría parlamentaria tras las elecciones del pasado enero sería suficiente para quebrar la voluntad de la Troika y obligar al gran capital financiero a sentarse en la mesa de negociación y hacer concesiones. Pronto han descubierto que este enfoque de la realidad no era más que ilusión. La burguesía europea ha buscado desde el minuto uno infringir la derrota más dura posible a Syriza y a los trabajadores griegos, y a través de ésta mandar al conjunto de los oprimidos de Europa un mensaje muy claro. De hecho, la secuencia de las negociaciones muestra que el auténtico interés de la Troika no era llegar a ningún acuerdo, lo que pretenden es una rendición sin condiciones. Cuando el 20 de febrero Tsipras concluyó un primer pacto que incluía la continuación de las privatizaciones y nuevos recortes, la justificación que se dio fue que con esta firma se ganaba tiempo para continuar negociando. Meses más tarde, cuando el gobierno Tsipras estaba dispuesto a transigir con más concesiones en una cuestión tan sensible como las ya de por sí paupérrimas pensiones de los jubilados griegos, la Troika colocó encima de la mesa condiciones aún más duras, que de ser ratificadas hubieran supuesto su suicidio político.

Lamentablemente, en el núcleo central del discurso del sector mayoritario de Syriza la convocatoria del referéndum se ha utilizado como un nuevo medio para presionar a la Troika y obtener condiciones más favorables en una nueva ronda de negociación. En ningún momento Tsipras y sus colaboradores han intentado basarse en la fuerza del pueblo que les respalda para plantear abiertamente una alternativa socialista. Negociar o solicitar un nuevo rescate, como propuso Tsipras en la carta enviada el martes 1 de julio, que obviamente supondría más recortes y austeridad, tiene poco que ver con una política coherente para poner fin a las recetas que han hundido en la catástrofe al pueblo griego.

Solamente los sectarios podrían dejar de valorar el enorme apoyo de la población a Tsipras y su gobierno, cuando les ven comportarse de una manera muy diferente al servilismo despreciable que manifestaron Papandreu o Samaras. Pero, precisamente este respaldo, que es la continuación de la lucha heroica de los trabajadores griegos que han protagonizado la oleada huelguística de resistencia más importante de los últimos 40 años del continente europeo, es la fuente que legitima a Syriza para llevar a cabo las medidas que hagan posible acabar con esta pesadilla. La capacidad de la burguesía para negarse a aceptar los pronunciamientos democráticos de los pueblos de Venezuela o de Grecia derivan de su posición en la sociedad: es la clase que posee los medios de producción, el capital financiero y los resortes del poder político y del Estado. La posibilidad de los trabajadores y de los oprimidos para acabar con la miseria, el desempleo masivo, las privatizaciones, la austeridad y los recortes, proviene de su capacidad para imponerse a través de la vía revolucionaria.

¿Y ahora qué?

El triunfo aplastante del NO por más de 22 puntos de diferencia confirma nuevamente que la correlación de fuerzas en la sociedad es extraordinariamente favorable a la clase obrera. El entusiasmo desatado en la Plaza de Sintagma es una muestra más de la energía revolucionaria de los oprimidos. El voto contra la Troika ha sido especialmente mayoritario entre la juventud menor de 30 años, según algunos estudios llega hasta el 80%, entre los obreros industriales, los empleados públicos y los desempleados. Pero además, la señal inequívoca del fermento revolucionario en la sociedad ha sido el comportamiento de una parte considerable de las capas medias empobrecidas, que a pesar del chantaje económico y la campaña brutal de los partidos del sistema (PASOK y ND) se han inclinado mayoritariamente por el NO, siguiendo la estela que marca una clase trabajadora movilizada. La derrota de las fuerzas de la reacción ha sido tan brutal, ha tenido un efecto tan devastador en su filas, que los que prometían la cabeza de Tsipras en bandeja se han visto obligados a ofrecer la de Samaras.

La otra lección es que esta clase trabajadora, y sus sectores de vanguardia, han mostrado una orientación mucho más a la izquierda que la que marcan sus dirigentes. Y cuando hablamos de dirigentes no nos referimos sólo a la mayoría que se agrupa en Syriza entorno a Tsipras. La política sectaria y ultraizquierdista que ha mantenido la dirección estalinista del Partido Comunista de Grecia (KKE) se ha revelado un completo error y no ha convencido a su base militante y electoral, que como reflejan los datos se ha pronunciado por el NO. Llamar a votar contra la Troika y contra Syriza en el referéndum, introduciendo una papeleta en la urna que no sería contada como válida, es solamente una treta para ocultar la ausencia de una política marxista y leninista por parte de los dirigentes del KKE. En la práctica, su llamado al voto nulo era regalar cientos de miles de papeletas a la derecha. Cuando en la lucha revolucionaria se confunde la trinchera de clase, no puede más que esperarse errores cada vez más trágicos. La militancia del KKE, del PAME, no se merece una dirección así. Una dirección que es capaz de considerar que el triunfo del NO o del SÍ en este referéndum da lo mismo para los intereses de la clase trabajadora y de la revolución socialista en Grecia, no puede manifestar de manera más evidente su completa bancarrota.

La reacción de derechas y la Troika han sufrido un serio revés. La cuestión ahora es no echar por la borda toda la fuerza demostrada, todo el terreno conquistado, en una negociación que prolongue la agonía del pueblo griego. Y en este sentido, la noticia de la salida del ministro Varoufakis, que se ha convertido en blanco del odio y las iras de los arrogantes negociadores de la Troika simplemente por decir algunas verdades evidentes, manda una señal completamente inaceptable. Es obvio que Varoufakis, tal como ha señalado en un comunicado público, no se ha ido voluntariamente sino apartado por Tsipras, cesado como un gesto de buena voluntad hacia la Troika. De nuevo el sector mayoritario que domina el aparato de Syriza ha querido demostrar, precisamente tras el triunfo aplastante del NO en el referéndum, su buena predisposición a la negociación. Qué contraste con la actitud de los buitres de la Troika: en el caso de una victoria del SÍ no habrían tardado ni un segundo en exigir la dimisión en bloque del gobierno de Syriza.

Tan negativos son los errores sectarios y ultraizquierdistas, como una política reformista que ningunee este triunfo histórico y lo sacrifique en beneficio de la continuidad de planes de rescate. Tsipras debe rectificar urgentemente su política, debe poner proa hacia la izquierda, y para favorecer este giro los sectores que se reclaman del marxismo revolucionario dentro de Syriza, especialmente la Plataforma de Izquierdas, tienen que responder con decisión, movilizar a la militancia y al conjunto del movimiento obrero para que se pongan en práctica todos los puntos del programa de Salónica rompiendo definitivamente con las recetas de austeridad de la UE.

La auténtica democracia no puede existir si no va acompañada de justicia social y de igualdad. Los responsables de la catástrofe que vive el pueblo de Grecia están claramente identificados: son la oligarquía económica del país, que ha robado toda la riqueza producida durante décadas por la clase obrera y la tiene a buen recaudo en las cámaras acorazadas de los bancos europeos y de todo el mundo; es el capital financiero y los grandes monopolios, y todos los políticos que actúan como sus mayordomos. No habrá respiro para el pueblo de Grecia mientras las palancas del poder económico y político sigan en manos de esta minoría de privilegiados, de esta elite que no se somete a ninguna votación pero que toma decisiones que afectan de manera crucial a la vida de la población. La clase obrera griega ya ha pronunciado su veredicto: quiere romper radicalmente con el capitalismo, quiere una sociedad liberada de penalidades, de pobreza infantil, de desempleo masivo, de exilio forzoso de sus jóvenes, de miseria para sus mayores. Y esa sociedad nueva, democrática y justa solo puede ser una sociedad socialista.

Los revolucionarios de Grecia, de Europa y del mundo, debemos dejar clara nuestra posición. El gobierno de Syriza tiene una enorme responsabilidad histórica. Debe cumplir con el pueblo de Grecia y tomar medidas audaces para resolver sus necesidades, y esto pasa por:

1.           Frente al sabotaje de los capitalistas, los planes de austeridad y recortes sociales, poner la economía bajo el control democrático de la mayoría de la población. Expropiación de la banca, de las grandes empresas y monopolios estratégicos (luz, agua, telecomunicaciones, seguros…) bajo el control democrático de los trabajadores. Movilizar los recursos existentes para combatir el desempleo y asegurar una vida digna a todas las familias.

2.           Rechazo a todos los planes del FMI, el BCE y la UE ¡No al pago de la deuda! El pueblo griego no debe nada a la banca internacional ¡Al contrario! Confiscación de todos los recursos del capital internacional depositados en Grecia. Confiscación sin indemnización del patrimonio y activos financieros de todos los grandes capitalistas del país. Esta es la única medida que puede frenar la fuga de capitales.

3.           Renacionalización de todas las empresas públicas y sectores que han sido privatizados. Incremento drástico de los salarios, de las pensiones y defensa de la sanidad, la educación pública y de todos los servicios sociales.

4.           Combatir el desempleo. Sobre la base de la expropiación de la banca y los monopolios, plan de choque para invertir en la creación de infraestructuras sociales, escuelas, institutos, hospitales, etc., dando trabajo a los parados y a la juventud.

5.           Contra el sabotaje de los capitalistas a la producción: Control obrero en todas las empresas, y nacionalización de aquellas en las que los empresarios planteen despidos o cierres.

6.           Para que todas las palancas del Estado y de la economía estén verdaderamente al servicio de la mayoría, y para hacer frente a la amenaza fascista: creación de comités de lucha en todas las fábricas, centros de estudios y barrios, basados en la participación democrática desde abajo y unificados en todo el país. Llamamiento a la clase obrera a ocupar fábricas y centros neurálgicos del Estado en caso de sabotaje declarado. Animar a la formación de comités de soldados en todos los cuarteles, para neutralizar los planes golpistas.

7.           Frente a la Europa de la Troika, romper con la UE y no negociar. Levantar la bandera de la Federación Socialista de Europa, llamando a la solidaridad internacionalista de toda la clase obrera europea frente a las agresiones de la burguesía contra el pueblo griego.

Abrir la senda hacia el socialismo en Grecia movilizaría a la clase obrera y la juventud de Europa y del mundo entero. Para evitar las derrotas del pasado hay que sacar las conclusiones de las experiencias revolucionarias. Solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, solo podemos confiar en la clase obrera y su capacidad para dirigir la sociedad sin el concurso de los capitalistas.

 


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