El reciente levantamiento de la CNTE es un hecho trascendental, no solo por la defensa de los derechos legítimos de las y los trabajadores adscritos al ISSSTE, o por la mejora de las condiciones laborales del magisterio. En el fondo, es un llamado a la coherencia política: a demostrar, con hechos, para quién se gobierna ¿para los banqueros o para la clase trabajadora?
Tener una jubilación digna es una necesidad; luchar por ella no significa hacerle el juego a la derecha –como afirmó Claudia Sheinbaum–. Miles de trabajadoras y trabajadores del magisterio están en riesgo de caer en la pobreza si se mantiene el actual sistema de pensiones basado en UMAs. Cientos más enfrentamos crisis de deuda por créditos de vivienda del FOVISSSTE, impagables con los salarios actuales.
Todo esto, sin duda, tiene repercusiones en la educación en todos los niveles: maestros que atienden grupos multigrado, maestras que deben recorrer la ciudad a diario para cubrir dobles jornadas frente a grupo, además de preparar exámenes, tareas y cumplir con labores de cuidado en casa que implican otra jornada completa para la mayoría.
La lucha no es solo de la CNTE ni solo para la CNTE
Miles de profesores de bachillerato o nivel universitario carecen de plaza permanente, obligadxs a complementar su ingreso con uno o más trabajos. Como resultado, docentes corren de un sitio a otro, todos los días, a distintas horas, solo para cubrir los gastos básicos de un hogar. Esta dinámica cotidiana impuesta por el gobierno a millones de trabajadorxs de la educación es lo que realmente daña la educación pública, no las marchas ni los plantones.
Se estima que más de 3.2 millones de trabajadores del sector público –incluidos docentes– están bajo el régimen de cuentas individuales establecido por la reforma del ISSSTE de 2007. En la educación media superior, el 58% del personal docente trabaja por horas; en el nivel superior, la cifra asciende al 70%. Estas formas de contratación suelen implicar menores aportaciones a las cuentas individuales, y por ende, pensiones bajas.
Además, la precariedad laboral es una realidad cotidiana para muchos docentes universitarios en México. Según la Coalición de Trabajadores Académicos en Contingencia (COCAL), hasta el 80% del profesorado universitario labora en condiciones precarias: contratos por hora, temporales o por asignatura. Estas condiciones hacen prácticamente imposible acumular los recursos necesarios para una jubilación digna.
México es uno de los países de la OCDE con los peores salarios magisteriales: en 2023 eran 23% menores que el promedio.
Mientras tanto, las instituciones bancarias propietarias de las Afores reportan ganancias millonarias. Banco Azteca, por ejemplo, registró este año un crecimiento del 10% en sus ingresos consolidados. Su propietario, Salinas Pliego, figura entre los multimillonarios del país con una fortuna de 4,600 millones de dólares, aún así se niega a pagar los impuestos que le corresponden, con la complacencia del Poder Judicial.
Otro gran tenedor de Afores es Citibanamex, con ganancias de 22,590 millones de pesos en 2024, un 2.7% más que en 2023. Banorte reportó beneficios por 45,288 millones, un incremento del 2.73% respecto al año anterior. 2024 marca el cuarto año consecutivo de récords en ganancias para estas instituciones.
Estos beneficios millonarios tienen su contraparte con lxs millones de trabajadores despojados de su derecho a una pensión pública tras la reforma de 2007. Por eso, desde entonces hasta hoy, seguimos exigiendo su abrogación.
La derecha no está en el magisterio; está en la Secretaría de Educación Pública
La lucha contra la derecha y el estancamiento en las negociaciones con la CNTE están profundamente relacionadas, aunque no en el sentido que argumenta el gobierno.
Los llamados de las bases militantes de Morena para enfrentar a la derecha dentro del partido han sido ignorados. Esa misma derecha ha ocupado posiciones clave y marcado la pauta en muchos conflictos internos. La sordera de la comisión negociadora e incluso de la misma presidencia ante las demandas de la CNTE es prueba de ello.
Desde las páginas del Militante hemos explicado cómo la derecha más amenazante, ahora mismo, no está en la oposición, sino dentro de Morena. El arribismo rampante ha conquistado cada vez más espacios en el partido. La Secretaría de Educación Pública es un ejemplo claro, al igual que las voces internas que condenan la lucha de la CNTE y acusan absurdamente a la organización magisterial más democrática y combativa de estar infiltrada por la derecha.
¿Cómo puede criminalizarse de ese modo al magisterio, equiparándolo con quienes, desde dentro del gobierno, colaboraron con el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz –miembros del gabinete de la jefa de gobierno– o con quienes ordenaron el desalojo violento del Multiforo Alicia durante un concierto de Muguruza?
¿Qué tiene que ver una maestra o maestro que lleva 21 días acampando en el Zócalo con personajes como Germán Martínez, Javier Corral o Manuel Espino, a quienes Morena ha abierto las puertas de par en par?
Miles de veces hemos escuchado, especialmente en el movimiento feminista, que “esas no son las formas”, pero, ¿qué otras formas quedan ante la sordera y el desprecio del gobierno federal al negarse siquiera a sentarse a dialogar? Si el gremio más grande de América Latina, y la lucha contra la pobreza y la precariedad no son razones suficientes para una mesa de diálogo, ¿qué sí lo es?
En contraste, dos personas sí han logrado reunirse, en privado y con total sigilo, con la presidenta: Carlos Slim y su hijo.
Permitir el ascenso de agentes de la derecha –que hoy representan casi la mitad de lxs gobernadores de Morena– y privilegiar el diálogo con lxs multimillonarios del país no tiene nada que ver con gobernar para el pueblo. Ese no es el principio que la actual presidenta prometió continuar tras su predecesor.
Por eso, no nos equivocamos al afirmar que esta lucha sí representa una confrontación entre la izquierda y la derecha, pero son lxs funcionarixs de la presidencia quienes están del lado equivocado.
La solución está en manos del gobierno
El gobierno federal tiene en sus manos la solución. La única salida real y definitiva es expropiar la banca y devolver las Afores al sistema público de pensiones. La presidenta no solo tiene la facultad constitucional para hacerlo, también cuenta con mayoría parlamentaria y un nivel de apoyo popular que ni Lázaro Cárdenas tuvo en el momento de expropiar la industria petrolera. Cabe destacar que ese apoyo popular ha estado integrado en gran medida por trabajadorxs del magisterio.
Los recursos para salud, educación, vivienda y pensiones dignas existen, el problema es que están en manos equivocadas. La única forma de recuperarlos es expropiar a los grandes bancos, mineras, eléctricas, petroleras y maquiladoras que se apropian de nuestras ganancias, para luego alegar que “no hay dinero” para salarios dignos o jornadas reducidas.
La disyuntiva es clara: o se gobierna para mantener el statu quo, que significa seguir enriqueciendo a lxs banqueros a costa del trabajo de millones, o se gobierna para quienes realmente sostienen este país, y que, en las pasadas elecciones, sumaron más de 30 millones de votos por Claudia Sheinbaum con la esperanza de acabar con los gobiernos proempresariales.
¡Tenemos la fuerza, vamos por la huelga educativa nacional!
La demostración de fuerza y capacidad de organización en las últimas semanas no deja lugar a dudas: la CNTE ha mostrado toda su potencia de fuego. Más de 20 días de campamento, cerca de 30 mil docentes en pie de lucha, asambleas masivas y resolutivas que van desde los análisis más profundos hasta la definición de acciones concretas y combativas. Una poderosa mezcla entre la experiencia forjada en años de marchas, plantones, bloqueos y enfrentamientos con el ejército, la policía y las guardias presidenciales. Con el fantasma de la APPO recorriendo el campamento, y la energía renovada de las nuevas generaciones de profesorxs que se integran a su primera lucha sindical.
Tenemos todas las condiciones para seguir ampliando el movimiento: levantar piquetes de huelga en cada escuela que aún no se ha sumado, convocar asambleas y comités de huelga en cada centro educativo, inundar las redes sociales con la justeza de nuestras demandas y hacer un llamado al conjunto de lxs trabajadores, estén o no directamente afectados por la reforma a la ley del ISSSTE, a unirse a esta causa.
La comunidad estudiantil y las familias también debemos sumarnos, si nuestrxs profesorxs paran, nosotrxs debemos acompañarles, pues se trata de mejorar los empleos que ocuparemos mañana y dignificar la educación pública.
Todo debe empujar hacia la huelga educativa nacional, para demostrar que la fuerza revolucionaria está con el magisterio. Una fuerza capaz de romper el pacto entre el gobierno, la derecha, los empresarios y los banqueros.
