Economía

Jueves 29 de enero 5:00 p.m. en La Casa del Obrero (15 Oriente, Número 8, colonia El Carmen, Puebla, Pue.)

  ¡Que la crisis la paguen los capitalistas! La crisis del capitalismo mundial es un hecho que nadie puede ignorar. Ayer mismo los economistas nos aseguraban que era imposible otro 1929. Ahora hablan de la amenaza de otra Gran Depresión. El FMI advierte de un aumento del riesgo de una recesión económica severa y prolongada a escala mundial. Lo que comenzó como un colapso financiero en EEUU se ha extendido ahora a la economía real, amenazando los empleos, las viviendas y las vidas de millones de personas.

Por todas partes el ambiente de las masas está cambiando. En América Latina existe fermento revolucionario, que se intensificará y extenderá a otros continentes. En Gran Bretaña, en EEUU y otras naciones industrializadas, muchos que antes no cuestionaban el orden social existente, ahora se hacen preguntas. Ideas que antes escuchaba sólo un número reducido de personas, encontrarán eco entre un auditorio mucho más amplio. Se está preparando el terreno para un auge sin precedentes de la lucha de clases en todo el mundo.

Cuando colapsó la URSS nos dijeron que la historia había terminado. Por el contrario, la historia aún no ha empezado. En el espacio de sólo veinte años el capitalismo ha demostrado ser un sistema en total bancarrota. ¡Es necesario luchar por una alternativa socialista! Nuestro objetivo es conseguir un cambio fundamental de la sociedad y luchar por el socialismo a escala nacional e internacional. Luchamos por la causa más importante: la emancipación de la clase obrera y el establecimiento de una forma de sociedad humana nueva y superior. Ésa es la única causa realmente digna por la que luchar en la primera década del siglo XXI. ¡Únete a nosotros! Asiste a la charla pública: “Una alternativa socialista a la crisis global del capitalismo”

Ahora que se ha disipado el polvo electoral, muchos ya se han desencantado con Obama y su elección de gabinete. Sin embargo, disfruta de unos niveles de aprobación superiores al 80 por ciento. Pero eso sólo significa que la reacción a la inevitable desilusión será mucho más explosiva.

La crisis económica mundial está sacudiendo la conciencia de la clase obrera mundial. En ninguna otra parte es más cierto que en el país más poderoso y rico del planeta: Estados Unidos. Después de décadas de relativa paz entre las clases, la lucha de clases ha regresado.

Aproximadamente se han perdido 1,3 millones de empleos sólo en los últimos tres meses de 2008. El mercado inmobiliario ha colapsado y el desempleo es más elevado que en cualquier otro momento desde principio de la década de los años ochenta, y puede ser aún peor. Se han evaporado 6 billones de dólares en precios inmobiliarios y 8 billones en el valor de las acciones. Las ventas al por menor durante las vacaciones cayeron un 4 por ciento, la peor cifra en décadas. Los tres grandes del automóvil están al borde del colapso e incluso el gigante japonés Toyota, que ha acaparado una parte del mercado norteamericano a costa de las empresas nacionales, ha anunciado pérdidas por primera vez desde 1941.

El período de vacaciones ha sido el peor en décadas, en diciembre, la actividad fabril en EEUU cayó a su nivel más bajo desde 1981. Miles de millones de dólares del contribuyente han ido destinados al rescate de los bancos y aseguradoras privadas sin que tengan que rendir ningún tipo de cuenta. Lejos de revigorizar la economía salvando empleos y terminando con los desahucios, cientos de miles más han perdido su casa y los despidos en masa se han disparado, mientas, los ejecutivos de las empresas rescatadas se embolsan la friolera de 1.600 millones de dólares en concepto de salarios, primas y extras. Así son "los negocios como se habitual" bajo el capitalismo.

Podría ser la peor crisis desde la Gran Depresión, un período en la historia de EEUU que provoca escalofríos en la columna vertebral tanto de los trabajadores como de la clase dominante. Pero la crisis económica de los años treinta finalmente llevó a un auge impresionante de la lucha de clases. La acumulación de contradicciones inherentes dentro del sistema, que se exacerbaron por la expansión del crédito, el endeudamiento y la burbuja inmobiliaria, ahora están saliendo a la superficie. Ya podemos ver ejemplos de lo que sucederá cuando los trabajadores estadounidenses lleguen a la dolorosa conclusión de que la ilusión del "sueño americano" es en realidad una pesadilla.

¿Pero van a ir mejor las cosas ahora que se ha ido George W. Bush? Como hemos explicado en otras ocasiones, dadas las expectativas que ha generado, Barack Obama tendrá que hacer algunos cambios y podría incluso hacer algunas inversiones considerables para reforzar la seguridad social, crear empleos, reducciones de impuestos y reconstruir la infraestructura del país. Pero esto de ninguna manera bastará para corregir el daño ya provocado y dejar el sistema intacto.

Muchos por supuesto darán la bienvenida a este relativo "alivio de las cadenas", incluso aunque sea mayoritariamente cosmético, podría aumentar la confianza de los trabajadores tras ocho años de Bush y un empeoramiento de la economía. Pero no cambiará nada fundamental. Los altos mandos de la economía seguirán en manos privadas y las decisiones reales de quién tiene un empleo y una casa aún se decidirán en los bancos y en las empresas que forman el Fortune 500.

Los nombramientos de gabinete apuntan a que todo seguirá igual en Washington. Sobre estos nombramientos y su política probable ya escribiremos en los siguientes números de Socialist Appeal. Pero basta con decir que no traerán un fin inmediato de la guerra en Iraq, él quiere extender la guerra a Afganistán y no ha descartado una invasión de Pakistán. En cuanto a América Latina, su visión en todo lo esencial es una continuación de la Doctrina Monroe que ha guiado la política norteamericana en la región durante casi doscientos años. En otras palabras, continuará la guerra en casa de la clase dominante contra los trabajadores y en el extranjero sucederá lo mismo.

La mayoría de las personas tendrán que aprender a través del camino más duro, de su propia experiencia, que Obama, como representante de la gran empresa, es orgánicamente incapaz de defender los intereses de la clase obrera. La mayoría de las personas no aprenden de los libros, historia o teoría. La vida les enseña, sin embargo, es una maravillosa profesora y la clase obrera norteamericana ahora ha aprendido algunas lecciones amargas sobre cómo funciona realmente el capitalismo, o mejor dicho, cómo no funciona. Con la economía empeorando y la situación internacional aún más inestable, la gente esperará de Obama resultados rápidos. Si no cumple, cada vez estarán más abiertos a la formación de un partido obrero de masas basado en los sindicatos. También aprenderán a ocuparse ellos mismos de las cosas, como hicieron los trabajadores de Republic Windows en Chicago (ciudad natal de Obama).

Enfrentados a la pérdida no sólo de sus empleos sino también de sus ingresos, indemnizaciones por despido y beneficios, muchos de ellos inmigrantes latinos, ocuparon la fábrica durante casi una semana. Generaron tal apoyo popular, a pesar de la total inactividad de la dirección sindical, que el Bank of America tuvo que garantizar los préstamos a la empresa para que pudiera hacer frente a las obligaciones con los trabajadores. Incluso Obama tuvo que apoyar a estos trabajadores, aunque utilizó el episodio para justificar la necesidad de los rescates bancarios. Y aunque los trabajadores perdieron sus empleos, pero cobraron sus indemnizaciones y salarios, el resultado fue percibido por millones de trabajadores como una victoria. Esto puede animar a otros trabajadores a seguir el mismo ejemplo. La industria automovilística, por ejemplo, está contra la pared, y el ejemplo los trabajadores de Republic seguro que hará pensar a los trabajadores del automóvil. Puede que un movimiento generalizado de ocupaciones de fábrica no esté a la vuelta de la esquina, pero ya se han plantado las semillas para una recuperación de las tradiciones combativas de la clase obrera norteamericana. Los acontecimientos se pueden desarrollar más rápidamente de lo que se espera.

El magnífico movimiento de los trabajadores inmigrantes en la primavera de 2006 es otro ejemplo de lo que está por venir. El movimiento al final fue coaptado por el Partido Demócrata y sacado de las calles. Pero las contradicciones fundamentales no se han solucionado. Tarde o temprano, estallará de nuevo, con la lucha a un plano superior. La campaña de "cien días" para presionar a Obama y exigir una amnistía para todos ya se ha lanzado.

Muchos comentaristas han comparado a Obama con Abraham Lincoln. Pero no debemos olvidar que Lincoln presidió uno de los períodos más tumultuosos de la historia de EEUU, una guerra de clases entre el norte capitalista y el sur esclavista. La tarea de Lincoln era defender y expandir el sistema capitalista, que en aquel momento históricamente era progresista. Pero la tarea de Obama es mantener a toda costa el sistema capitalista y en su época de decadencia imperialista.

Hemos entrado en una nueva época. Pero no será un período de pez, prosperidad y abundancia. Al lado del caos capitalista de guerra, crisis y miseria, se forjarán las fuerzas que terminarán de una vez por todas con este sistema de explotación. ¡Únete a nosotros en la lucha por un mundo mejor!

12 de enero de 2009

Frente la crisis económica saquemos lecciones y vayamos a la huelga este 1º de febrero

UAM-I, viernes 23 de enero en el Auditorio 2 Edificio C a las 14 hrs.

situamLa bancarrota del capitalismo mexicano
El mundo entero está padeciendo ya los efectos de la que amenaza ser la peor crisis económica en ochenta años. Nuestro país no es la excepción: en diciembre se perdieron 327 mil empleos formales; la inflación se disparó a cerca del 7% anual, cifra no vista desde hace 8 años. En ese marco de estancamiento económico, de desempleo creciente y de mayor carestía la clase trabajadora ha tenido que cargar con los costes más dolorosos, mientras que para los grandes banqueros y empresarios no ha habido más que rescates y subsidios. Los mismos que hoy arrebatan a la clase trabajadora sus prestaciones y su única fuente de subsistencia son aquellos que de forma cínica se jugaron nuestras pensiones en la bolsa y son los mismos a quienes el gobierno federal defiende a capa y espada.

Los sindicatos frente a la crisis

Hoy más que nunca es necesario que todos los trabajadores nos mantengamos unidos y que de manera contundente demostremos a la burguesía y al gobierno federal que nosotros somos los que hacemos que las fábricas, los medios de transporte, los hospitales y las escuelas funcionen. En esta tarea fundamental los sindicatos juegan un papel de primer orden. Sin sindicatos poderosos, la lucha por mejores condiciones de vida es imposible. 

Lecciones de la Huelga pasada

Las razones para volver a luchar están presentes y en esa lucha, el Situam es un referente importante ante el movimiento democrático universitario y ante la clase obrera mexicana en su conjunto.

Para todos aquellos trabajadores que sostuvimos la huelga del año pasado queda claro que la huelga no fue un error, que lo se necesitaba no era levantar la huelga, sino dar la lucha por sacar nuestro movimiento del aislamiento en el que se encontraba por la vía de los hechos, vinculando nuestras acciones con las de otros movimientos de la educación pública y del movimiento obrero y campesino en general. Los acontecimientos del año pasado pusieron a prueba a la dirección sindical anterior y a las corrientes  y de una forma descarada se quitaron sus máscaras para mostrar abiertamente la de agentes de la patronal y del Estado.

¡Huelga!

Hoy los trabajadores del Situam debemos de sacar las lecciones adecuadas y no permitir que aquellos agentes de la patronal nos intimiden diciendo que la huelga ha demostrado ser un método de lucha incorrecto, porque lo que demostró ser incorrecto y no estar a la altura fueron las direcciones reformistas en los sindicatos (aquellas que en el mejor de los casos prefieren limosnear que exigir y luchar por nuestros derechos). La conclusión es evidente: necesitamos hoy más que nunca una dirección auténticamente revolucionaria.

La Rectoría de la UAM tratará de convencernos de que no puede darnos lo que nos merecemos (un aumento salarial capaz de resarcir nuestro poder adquisitivo y en general, respetar nuestro Contrato Colectivo de Trabajo) diciendo que la economía mexicana está en crisis, que el gobierno federal no puede cubrir nuestras demandas y que de forma solidaria los afiliados del Situam debemos de apretarnos el cinturón. Pero en ningún momento debemos de olvidar que se trata del mismo gobierno que rescata y subsidia a empresarios y banqueros, que mantiene a una burocracia (como el rector de la UAM) con sueldos exorbitantes y que ha sido cómplice de aquellos burgueses que ocasionaron la crisis económica actual.

La base de nuestro sindicato debe de defender su independencia del Estado, controlar a sus dirigentes, y obligarles a luchar enérgicamente por los intereses de los trabajadores. Las huelgas y manifestaciones son una forma de conseguir que los trabajadores comprendamos nuestro poder y preparar el terreno para un cambio fundamental de la sociedad.

¡Únete a Militante y lucha por una corriente revolucionaria dentro del Situam!

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¡Huelga General!

Sólo existen dos caminos para la humanidad: Socialismo o Barbarie….
Carlos Marx

02ConmovidoNo hay nada más cierto y vigente que esta frase.  Han pasado sólo unos meses de que la principal potencia mundial anunciara la crisis que paralizaría los principales mercados mundiales. Miles de personas están siendo afectadas por lo que se vislumbra, y de hecho es la crisis económica más brutal que ha tenido el sistema capitalista en su historia, incluso más que la de la década de los años 30. Lo que en un inicio se presentó como un sueño para la humanidad  ahora es un enfermo crónico en la sala de terapia intensiva de un hospital. Hablamos del sistema capitalista, ese que ha traído para la población mundial hambre, miseria, guerras y explotación.

Cualquier persona podría tomar el periódico La Jornadade cualquiera de los días de diciembre y ver en la sección de economía el anuncio de miles de despidos como plan anticrisis de las principales empresas del mundo. No hay un día en que alguna empresa no anuncie el recorte de personal bajo el argumento de que la crisis los ha obligado. En realidad es sólo un pretexto para cargar la crisis que la burguesía internacional ha generado a la espalda de los trabajadores.

Es insolente la manera en que se habla del despido masivo de trabajadores. Cual si fuéramos un objeto, los empresarios hablan de eliminar de sus plantas laborales a millones de personas. Pero no sólo se vanaglorian de despedir a miles de trabajadores sino que, además, amenazan a diestra y siniestra a aquellos que intentan organizarse para defender los puestos de trabajo, los salarios o bien los contratos colectivos del trabajo.

Tan sólo lo que va de diciembre diversas industrias, como la automotriz, la del vestido, la farmacéutica, la textil, la minera, los bancos, las telecomunicaciones, los servicios, el comercio y un largo etcétera, han anunciado el despido de casi medio millón de personas como parte de la política que los capitalistas están adoptando a nivel internacional.

Cínicos y descarados, como siempre lo han sido, los capitalistas se atreven a plantear que no hay de qué preocuparse, que de ésta saldremos pronto, que lo único que hay que hacer es trabajar más y con más esfuerzo para preservar el empleo. Pero ¿con qué cara esta gente se atreve a dirigirse a la población? Son los burgueses, esta clase parasitaria, quienes, cuales viles garrapatas, exprimen hasta la última gota del sudor de los trabajadores. Esos que se dedican a mandar, a comer, a ir de compras, a viajar, mientras miles de obreros tienen que conformarse con un miserable salario que no alcanza ni siquiera para pagar cuestiones elementales como una buena alimentación, educación o vivienda para sus familias.

El pasado 1º de diciembre La Jornada publicaba que, “el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) advirtió a los trabajadores que solicitar incrementos salariales por encima de la inflación esperada para el próximo año sería contraproducente, pues se vería en riesgo la preservación de la planta laboral, la meta oficial sobre el crecimiento de los precios y la operabilidad de las empresas, ante la debilidad económica…” para, acto seguido, anunciar que “la producción de la industria automotriz caerá un 50% y con ello miles de empleos.”

Desfachatados, como suelen ser, los capitalistas sueltan un sinfín de anuncios similares con el objetivo de sembrar el pánico de los trabajadores a la organización y lucha por la defensa de sus intereses. Pero resulta que los trabajadores estamos hartos de la forma en que el burgués se dirige a nosotros, la forma en que nos trata e incluso la forma en que se comporta. Los trabajadores vivimos en carne propia la explotación, sabemos lo que es pasar hambre, lo que es vivir con el dinero contado en los bolsillos, lo que es no poder dar una vida digna a nuestras familias, sabemos lo que es vivir al día, y de todo ello nos hemos hartado. Todo tiene un límite y ahora ha llegado.

En tan sólo trece días del mes de diciembre, las principales notas de La Jornada, referentes al tema de la crisis mundial, se muestran de la siguiente forma:

1 de diciembre de 2008

  • Se perderán empleos si suben salarios.
  • Caerá 50% la producción automotriz en México en 2009.

3 de diciembre de 2008

  • Por fusión despedirán a 30 mil empleados: Bank of América.
  • Cancela AHMSA 12 mil empleos como estrategia ante la recesión.

4 de diciembre de 2008

  • Pobres, excluidos y sin trabajo, dice la OIT.

5 de diciembre de 2008

  • Despedirán a 20 mil empleados empresas de telecomunicación, noticias y química de EU.

6 de diciembre de 2008

  • Perdió Estados Unidos 533 mil empleos en noviembre; la peor caída en 34 años.
  • Anuncian principales automotrices cierre temporal de miles de plazas.
  • En riesgo 35 mil empleos temporales: Lorenzo Ysasi.

7 de diciembre de 2008

  • Quedaron sin trabajo 150 mil personas. Cierre de 3 mil 286 empresas textiles.
  • La PGR proyecta desaparecer 10 mil 500 plazas, señala el sindicato de la institución.
  • Recorta 2 mil empleos industria metal mecánica y automotriz.

8 de diciembre de 2008

  • Cierran más de mil firmas en un año; desaparecen 189 mil empleos.10 de diciembre de 2008
  • Podrían desaparecer 50 mil empleos en el sector farmacéutico: Anafarmex.
  • Despedirá Sony a 16 mil empleados.

11 de diciembre de 2008

  • La industria del vestido perdió 36 mil empleos.
  • La sueca SKF, de repuestos para autos, eliminará 2,500 puestos.
  • La minera Río Tinto despedirá a 14 mil personas por la crisis.
  • Office Depot cierra 126 tiendas y recorta 2 mil 200 empleos.
  • Baja en la producción de tabaco causa la pérdida de 300 mil empleos en Nayarit.

12 de diciembre de 2008

  • Newsweek planea recortar personal y reducir páginas y ejemplares.
  • Editores de periódicos españoles piden ser incluidos en los planes de rescate.
  • Eliminará Bank of America hasta 35 mil empleos por integrar a Merrill Lynch.
  • Récord en EU de solicitudes de subsidio por desempleo.
  • La recesión empeorará en 2009, con más desempleo.
  • Hay en el DF 110 mil familias en situación de pobreza alimentaria.
  • Los salarios obreros en México, los más bajos de AL: Bertha Luján.

13 de diciembre de 2008

  • GM cerrará temporalmente sus tres plantas instaladas en México.

Tras la maraña de cifras, anuncios de despidos masivos y amenazas entre líneas que los empresarios se han encargado de difundir a través de los medios masivos de comunicación un trabajador sólo puede sacar la siguiente conclusión: el sistema capitalista no sirve y lo que hay que hacer es transformar la sociedad.

10Valiente deninciaLos responsables del caos económico, político y social en el que hombres y mujeres nos vemos sumergidos no pueden hacer otra cosa más que ocultar que décadas de explotación y mal gobierno han llevado a millones de individuos en el mundo a sufrir terribles condiciones de vida, aún así, las cifras los han rebasado y los han obligado a aceptar su ineptidud, muy a su pesar. Por ejemplo, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), anunció el 10 de diciembre pasado que “el número de personas que pasan hambre en el mundo en 2008 aumentó fuertemente y se sitúa ya en 963 millones, cifra que podría incrementarse a causa de la crisis…el compromiso adoptado en 1996 en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación para reducir a la mitad el número de desnutridos hacia 2015 podría no cumplirse antes de 2150. Recomendó invertir “más en la agricultura”. La Jornada, 10 diciembre de 2008.

Mientras eso sucede, los gobiernos de casi todo el mundo están regalando millones de dólares, euros, pesos a los banqueros y a los empresarios. Pero incluso los empresarios nos demuestran que saben protestar en contra del gobierno cuando éste ataca sus intereses. Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo, se quejaba amargamente de que las tasas de interés de los bancos eran altísimas; pero claro, a este señor no le importa aplicar la misma política contra aquellos que se atreven a adeudar algunos centavos de los recibos telefónicos. Cuando se trata de altos costos para él se convierte en una tragedia y en un abuso, pero cuando se trata de un trabajador común y corriente hay que aplicarle todo el peso de la ley, amenazarlo vía telefónica con denuncias y embargos y ejercer una presión psicológica en su contra.

09Que detallazo“Defenderemos los empleos”…Calderón

De la boca de Calderón no salen otra cosa que demagogia pura. Se pronuncia por la defensa de los salarios, en contra del desempleo, a favor de las mayorías (entiéndase minorías) y por los derechos de los trabajadores pero, ¿cual es su política en realidad?

La política de Calderón, desde el primer momento en que subió al poder, vía fraude electoral, ha sido la de atacar los derechos democráticos de los trabajadores. Primero, las jubilaciones y pensiones mediante la aprobación de la nefasta Ley del ISSSTE; luego, la privatización del petróleo, mediante una reforma que, en la vía de los hechos deja abierta la posibilidad  de intervención a la industria privada y, más recientemente, la llamada Alianza por la Calidad de la Educación. Y entre las grandes, pequeñas reformas que atentan, por aquí, por allá, por allende y por acullá, contra los derechos de los trabajadores y sus hijos.

Aunado a ello, intenta desviar la atención con la llamada guerra en contra del narcotráfico que a la fecha ha cobrado más de 6 mil vidas de hombres, mujeres y niños. El ejército es utilizado no para detener esta guerra, sino para amedrentar a los trabajadores. No olvidemos el caso de la familia que fue asesinada a mansalva en un retén militar bajo el argumento de que portaban drogas, cosa que después resultó ser totalmente falsa, o más recientemente, el caso de una mujer embarazada que fue muerta a tiros en un reten bajo el argumento de que, según la SEDENA, "cumplían un plan de defensa" ya que dos autos que pasaron con anterioridad habían disparado contra el puesto militar…” La Jornada, 14 diciembre 2008.

Calderón ha invertido millones de pesos en el ejército. Ha duplicado, y en algunos casos triplicado el salario de los soldados con el objetivo de crear una base de apoyo ante cualquier revuelta social que pudiera desatarse. Víctima de su propia política, la medidas que ha implantado no le ha funcionado en lo más mínimo. Eso lo demuestran las brutales cifras de deserción existentes a lo interno del ejército mexicano.

“Con objeto de evitar la elevada deserción en el Ejército –28 mil efectivos en los primeros dos años del gobierno de Felipe Calderón y 100 mil en el sexenio foxista–, la Cámara de Diputados reformó el marco legal que rige la actuación del Ejército y de la Armada para conceder licencias de seis a 12 meses a los militares y marinos en activo, y evitar así la “separación de la unidad familiar”. La Jornada, 8 diciembre 2008.

Aunque han tratado de atribuir la deserción al motivo de separación familiar la verdad es otra. Buena parte de los mandos bajos del ejército, principalmente cabos, son gente cuyas familias viven en la miseria absoluta; esto es un factor importante pues, en un momento decisivo, podría resultar contraproducente la utilización del ejército para reprimir las luchas sociales como sucedió en Oaxaca en 2006.

A pesar del clima de hostigamiento y represión hacia los trabajadores organizados, el débil gobierno calderonista no ha logrado ganarse ni un ápice de la confianza de la población en su política. No sólo ha reprimido las luchas de los trabajadores, sino que se ha encargado de encarcelarlos y ponerles condenas dignas de lo que se merecería un tipejo como él. Tal es el caso de Ignacio del Valle, preso político desde hace más de 2 años y quien pugna una condena de más de 100 años por delitos fabricados.

Pero no sólo ello. El gobierno calderonista y toda la gente que lo rodea ha aplicado la misma política. Hoy se despide a trabajadores por el simple hecho de afiliarse a un sindicato como lo hizo recientemente Lilia Izquierdo Carballeda, dueña de una gasolinera ubicada en Churubusco, quien “despidió a ocho despachadores por haberse afiliado a un gremio perteneciente al Frente Auténtico del Trabajo (FAT)”.  La Jornada, 13 de diciembre de 2008.

No olvidemos también la represión de la que ha sido objeto el magisterio. El caso de Xoxocotla, quizás el más reciente, donde se mandaron tanquetas del ejército para desalojar la toma de una carretera de acceso a esta población. También está el caso de los mineros, cuyos dirigentes han sido encarcelados de manera arbitraria en pasados días. Incluso el sector estudiantil ha sido brutalmente reprimido, no olvidemos la detención de 150 estudiantes pertenecientes a la Escuela Normal de Tiripetío, de los cuales más de 140 eran mujeres que fueron golpeadas e insultadas por los “cuidadores del orden”.

El gobierno de Felipe Calderón arroja la piedra y esconde la mano. La burguesía no conoce otros métodos  que los de la represión pues, en última instancia, como bien explicaba Lenin en El Estado y la Revolución, el Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.

La burguesía se está jugando su prestigio, fortuna y comodidades y no puede permitir que los trabajadores, que la proveen de estos elementos, se subleve en contra de ellos. Aquella falsa idea de que la lucha de clases debe ser pacífica es falsa a lo ancho y largo. Los trabajadores debemos emprender una lucha en contra de esta clase zángana. No hay caminos a medias.

La otra cara de la moneda

A estas alturas del partido el panorama podría presentarse desolador. Pero no hay que ser fatalistas. El anuncio constante de los despidos masivos tienen el objetivo claro de infundir incertidumbre y temor a perder el empleo, a ser reprimidos, a tener salarios más bajos y a desmoralizar al movimiento de los trabajadores, sin embargo no han logrado disuadir a los trabajadores de la idea de luchar en contra de las injusticias y ruindades que el capitalismo significa. Perro que ladra no muerde reza un refrán muy famoso.

Los medios masivos de comunicación representan a una clase, y esa es la burguesía. En ellos no podemos encontrar otra cosa que morbo, amarillismo, chismes y mentiras.  No es común encontrar, en un periódico de la burguesía, noticias sobre alguna huelga de trabajadores, sobre alguna movilización en defensa de los derechos de los mismos, o sobre alguna lucha que haya triunfado. Contados son los medios que hacen este tipo de labor, pero no propiamente porque sean afines a la lucha de los trabajadores sino porque la presión del movimiento los obliga a dar este tipo de noticias para que no se queden sin lectores.

Millones de personas a nivel mundial están saliendo a las calles a luchar por una sociedad mejor. En Europa, por ejemplo, millones de jóvenes y trabajadores italianos, españoles, griegos, alemanes y franceses, entre otros, han salido masivamente a poner un alto a sus derechistas o reformistas gobiernos. El caso más sonado últimamente ha sido el de las revueltas estudiantiles en Grecia. A pesar de que lo han informado sólo se dedican a señalar los disturbios existentes en las manifestaciones, pero no señalan que ha habido una huelga general que ha paralizado en su totalidad a esa nación.

Para no irnos tan lejos, podemos mencionar dos casos recientes de luchas que han resultado triunfales en Estados Unidos. El primero, el de los trabajadores de la  fábrica Republic Windows and Doors, quienes este 13 de diciembre pasado, después de tomar por algunos días la fábrica, tras el anuncio del cierre de ésta por parte del patrón, lograron un “acuerdo…que otorga a los trabajadores ocho semanas de sueldo como liquidación, dos meses de seguro médico y pago para vacaciones aun no usadas –todas las demandas básicas que presentaron-...” o el caso del Comité de Trabajadores de Immokalee (CIW, por sus siglas en inglés) quienes, tras el lanzamiento de la Campaña por la Comida Justa en 2001 recibieron el apoyo de decenas de organizaciones sindicales, vecinales, religiosas y universitarias, mismo que les ha ayudado a triunfar en sus demandas en 2005, en contra de la empresa Taco Bell; en 2007, contra Mc Donald’s; en este año en contra de Burger King, Whole Foods (cadena de supermercados de productos orgánicos) y hace una semana en contra de la gigantesca cadena de comida rápida Subway.  Cabe mencionar que la CIW es una organización de migrantes en su mayoría conformada por trabajadores mexicanos.

A nivel nacional tampoco nos quedamos atrás. Sectores enteros de trabajadores han sido los actores principales que han triunfado a pesar de las circunstancias desde 2006. El magisterio ha dado un ejemplo a millones de trabajadores mexicanos en sus luchas. El movimiento ha sido tan fuerte que el gobierno no ha podido aplicar, en algunos estados, la llamada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE). El caso de los mineros no es menor. Una y otra vez han salido triunfales de su lucha a pesar de que la Secretaría de Trabajo y Previsión Social se ha empeñado en declarar las huelgas de los mineros como inexistentes o ilegales.

Pero el caso de México no lo podemos ver de manera asilada. México se encuentra en un proceso revolucionario, al igual que Venezuela y Bolivia. Millones de trabajadores Latinoamericanos están tomando en cuenta las luchas del pueblo Venezolano como ejemplo. No existe un solo régimen de la burguesía estable desde el Río Bravo hasta la Patagonia. La crisis mundial, las terribles condiciones de vida y los ataques constantes a los trabajadores y sus familias son elementos que están jugando un papel importante en la toma de conciencia. Debemos luchar por extender nuestros brazos más allá de lo posible. Sumar al resto de América Latina a la órbita de la revolución.

De Sindicatos y PRD

A pesar de que el ambiente al interno del movimiento obrero es bastante bueno las dirigencias de los principales sindicatos de nuestro país y del PRD no han hecho gran cosa por detener la oleada de despidos masivos. Su política ha estado por debajo de las circunstancias. En lo que se refiere a la UNT solamente hasta la reciente detención de algunos dirigentes mineros la dirección colegiada de esta central obrera convocó a una movilización, cuestión con la que estamos totalmente de acuerdo, sin embargo sobre la oleada de despidos que ya se está presentando la reacción de los dirigentes sindicales en el mejor de los casos no ha pasado de sólo hacer declaraciones y por el momento no han lanzado un plan concreto de movilización y lucha para frenar los ceses laborales.  

Por su parte, en el PRD, de la derecha encabezada por Jesús Ortega ni qué decir, se trata de abiertos agentes de Calderón en el seno del partido; por otro lado está el movimiento de masas encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el cual si bien ha dado un paso al frente a este respecto vinculando a su lucha original por PEMEX, la problemática de los efectos de la crisis sobre las mayorías trabajadoras (tras las recientes sacudidas económicas y sus inminentes efectos de estas sobre las condiciones de trabajo y de vida dicho movimiento ya no sólo se llama “en defensa del petróleo” sino que también de la “economía popular”) y llamando a movilizaciones a este propósito, es necesario que pase a acciones más firmes tales como la huelga general pues la experiencia demuestra que ante problemas tan fuertes en los que está de por medio la defensa de los derechos de la clase trabajadora, la burguesía suele retroceder siempre y cuando sienta que el suelo se le mueve debajo de los pies, viéndose sus privilegios e intereses en peligro. Es por ello que AMLO tiene que ir más lejos de lo que hasta ahora ha hecho si es que realmente está dispuesto a defender los derechos de los trabajadores y los más pobres.

Una huelga general habría derrotado al frade electoral del 2006; una huelga general habría derrotado a la contrarreforma petrolera. Ante la crisis el camino a seguir es el de la huelga general. El PRD y los sindicatos deben formar un frente único contra los despidos y los salarios de miseria e impulsar una seria y verdadera convocatoria a la huelga general.

Hoy más que nunca es necesario que todos los sectores que nos encontramos en lucha la unifiquemos en una sola. No es lo mismo asestar un golpe a la burguesía con la mano abierta que con un puño cerrado. El tambaleante gobierno Calderonista necesita tan sólo un empujón para  caer. Un soplo de la clase trabajadora podría terminar con décadas de explotación.

Los trabajadores mexicanos debemos tomar el ejemplo de los trabajadores venezolanos o brasileños que mantienen fábricas ocupadas. Fábrica cerrada, fábrica tomada bajo control de los trabajadores. Debemos entender que una empresa puede funcionar sin empresarios, pero no sin obreros. No se prende un foco, no funciona una máquina, no suena un teléfono sin el permiso de la clase obrera. Es la burguesía la que necesita de nosotros, no al revés.

AMLO, que se ha mantenido siempre al frente del movimiento de la CND debe pasar de las palabras a la acción. Es necesario que llame a defender el PRD, a sanearlo, a limpiarlo de esos sectores oportunistas y reaccionarios que se encuentran enquistados en su interior. Gente sin escrúpulos como Jesús Ortega que está dispuesto a negociar y vender cualquier cosa con el afán de mantener su prestigio y beneficios que obtiene.

15PreparadosTodo aquel sector consecuente que se diga de izquierda debe defender a capa y espada los intereses de los trabajadores, debe luchar por establecer un gobierno a favor de los mismos y debe dar una batalla decisiva en contra del sistema capitalista, de lo contrario se presentarán como oportunistas ante el movimiento de las clases explotadas.

Los trabajadores que hemos pasado por la escuela de la vida no nos tragamos el cuento de que con un rescate bancario se mejorarán las cosas. Lo hicieron en 1994 y tuvo consecuencias catastróficas, miles de familias perdieron todo lo que habían logrado juntar después de años de trabajo. Sabemos perfectamente que tras el intento de rescate bancario está todo, menos la defensa de los derechos laborales y mucho menos la intención de que la crisis no golpee a los trabajadores.

Es necesario convocar a una huelga general no mediante llamados abstractos sino organizando comités de huelga en cada fábrica, centro de trabajo, colonia y escuela. Comités de huelga que preparen la huelga de manera militante, una huelga que demuestre el poder que los trabajadores tenemos, una huelga que transforme radicalmente la sociedad, que ayude al capitalismo a morir a bien y para siempre.

Únete a Militante y lucha por una sociedad socialista

2009 será un periodo convulsivo en el cual cada uno de nosotros jugaremos un papel, quizás el decisivo para ladear la balanza hacia el lado de los trabajadores. Desde 2006 México se encuentra en un período revolucionario. Miles de personas han entrado de manera decisiva en la política y tomando su futuro en sus manos. Marx explicaba que una vez que los trabajadores entran de manera tajante a la lucha no hay fuerza humana que pueda detenerlos y eso es lo que estamos experimentando en la actualidad.

Imagen(2081)Los trabajadores tenemos casi todo para obtener la victoria, tenemos ímpetu, fuerzas, ganas y coraje de luchar y triunfar en la defensa de nuestros derechos, sin embargo hace falta la palanca que nos permita avanzar en nuestros objetivos. A pesar de que hoy podemos estar organizados en los sindicatos o la CND tenemos que luchar por conformar un partido revolucionario que canalice la fortaleza del movimiento obrero.

No es suficiente con tener buenas intenciones, de buenas intenciones está rodeado el mundo. Tampoco es suficiente con hacer únicamente movilizaciones o mítines, por supuesto que estos métodos sirven al movimiento de los trabajadores, sin embargo, una huelga general que paralice al país pondría de manera clara las cartas sobre la mesa; demostraría que el verdadero poder lo tenemos los trabajadores.

La Tendencia Marxista Militante (TMM), sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional, hace un llamado a todo aquel trabajador y joven consciente a unirse y participar con nosotros. A casi 20 años de su fundación en México, en los cuales hemos desarrollado una orientación decidida hacia los sindicatos y el PRD para extender las ideas del marxismo entre la base proletaria de esas organizaciones, los trabajadores y jóvenes aglutinados en la TMM hemos conseguido grandes triunfos en contra del Estado cada vez que éste ha intentado atacarnos. Nos hemos sumado siempre al movimiento de los trabajadores. Cada marcha, mitin o movilización ha contado con la presencia de nuestros camaradas. Es con el movimiento obrero y estudiantil con quienes hemos participado desde hace ya algunos años. Como diría nuestro compañero Ted Grant, fuera del movimiento obrero no hay nada. Es por ello que la TMM te invita a luchar por mejores salarios, empleos de calidad, educación de calidad, vivienda digna, seguridad social digna y, en general, por la transformación socialista de la sociedad, nacionalizando a los bancos, la industria y la tierra para ponerlos bajo el control democrático de los trabajadores de la ciudad y el campo. Hoy debemos dejar en claro a la burguesía mundial que los trabajadores no estamos dispuestos a soportar un solo ataque más en nuestra contra. Es tiempo de impulsar una huelga general que derroque al gobierno de la burguesía. Dejemos claro: ¡¡Que la crisis la paguen sus responsables: los capitalistas!!

Basta de despidos
Exigimos un salario digno
Unidos y organizados…¡¡Venceremos!!

 
La crisis se desarrolla de una manera acelerada e implacable. En el mes de noviembre, el ritmo de destrucción de empleo en EEUU ha sido el más rápido en 34 años. El PIB mundial ha registrado una caída abrupta. La recesión estuvo precedida por una crisis financiera (la llamada crisis del crédito), sin embargo, simplemente fue el preludio de la crisis real. Como siempre, los economistas burgueses sacan la conclusión de que la causa de la crisis es la falta de crédito. En realidad, la escasez de crédito está provocada por la crisis. Durante el boom todos estaban dispuestos a pedir prestado y prestar dinero, confiaban en conseguir jugosos beneficios. Como siempre en todo esto existía un gran elemento de especulación. El vertiginoso aumento de los precios bursátiles no guardaba relación alguna con la situación real. Debemos tener en cuenta que, en última instancia, los beneficios de los capitalistas sólo pueden salir del trabajo no pagado de la clase obrera. En la medida que se extrae plusvalía, los capitalistas, terratenientes, banqueros y especuladores bursátiles pueden conseguir beneficios. Se creó la ilusión de que este alegre carnaval podría durar eternamente. Pero este proceso tarde o temprano choca contra las contradicciones inherentes del sistema capitalista. Ahora ha comenzado la segunda fase, la crisis de la economía real. Millones de trabajadores se enfrentan a la reducción del horario de trabajo, supresión de las horas extras, despidos y cierres de empresas. Los empresarios exigen recortes salariales amenazando con el cierre. Esta situación significa una reducción general de los niveles de vida, que a su vez supone una nueva caída de la demanda, más cierres, desempleo y nuevos recortes. La caída de la actividad conlleva un descenso de las declaraciones de ingresos, que, consiguientemente, supone nuevos recortes del gasto social. En EEUU se han perdido 533.000 empleos en noviembre, la mayor caída mensual desde diciembre de 1974. El desempleo ha subido hasta el 6,7 por ciento. Sin embargo, esta cifra subestima la seriedad de la situación. No incluye a las personas que se han renunciado a buscar un empleo, eso pondría la tasa de desempleo en el 12,5 por ciento. Se han anunciado un torrente de cierres de empresa. El Banco de América va a despedir a 35.000 trabajadores después de ser adquirido por Merill Lynch. Dow Chemicals va a cerrar 20 plantas con la pérdida de 5.000 puestos de trabajo en EEUU y Europa. 3M despedirá a otros 2.300 trabajadores. Anheuser-Bush InBev va a reducir un 6 por ciento de su fuerza laboral en EEUU (tres cuartas partes en San Luis). Ya nadie repite la estupidez de que la crisis se limitaría a EEUU. Es un fenómeno internacional. La gran empresa japonesa Sony va a despedir a 16.000 trabajadores, reducir sus inversiones y recortar parte de su producción. La perspectiva es que sus beneficios anuales se reduzcan a la mitad debido al hundimiento de la demanda de sus televisiones de LCD. La empresa minera anglo-australiana Río Tinto está reduciendo el gasto en capital y vendiendo activos para pagar los 10.000 millones de dólares que debe. Reducirá 14.000 empleos de aquí a finales de 2009. Woolworth, una importante cadena de tiendas en Gran Bretaña, va a cerrar después de cien años de existencia, dejando a 30.000 trabajadores en el paro. La lista es interminable y aumenta en todo momento. La alarma creciente de la clase dominante se refleja en la sucesión de medidas de pánico adoptadas por los gobiernos y bancos centrales, que ya no pretenden evitar la recesión sino sólo calmar sus efectos. Pero a pesar de todas estas medidas, la crisis se profundiza y se extiende. La economía mundial ha entrado en una espiral descendente y nadie sabe dónde está el fondo o cuando se alcanzará. En el pasado los economistas burgueses negaban la posibilidad de una recesión. Ahora la única duda que tienen es si será una recesión profunda o una depresión. Para los millones de trabajadores afectados por los cierres de fábricas, bancarrotas, despidos y desahucios, no obstante, la diferencia es simplemente semántica. La burguesía y sus economistas favoritos imaginan que todas las crisis están causadas por la falta de "confianza" y que, por tanto, unas cuantas declaraciones alentadoras (acompañadas por grandes donativos de dinero público) resolverán el problema. No comprenden que la confianza no cae del cielo sino que refleja las condiciones reales. Contrariamente a esta explicación superficial e idealista (que no explica nada), nosotros respondemos: no es la falta de confianza la que provoca la crisis, sino que es la crisis la que crea la falta de confianza. Es necesario tener en mente que a menos que los capitalistas vendan sus mercancías, no podrán conseguir ninguna plusvalía. La capacidad de encontrar mercados está limitada por el consumo limitado de la sociedad. Tarde o temprano se llega a un punto donde los mercados están saturados y no se pueden encontrar compradores. En la crisis de 1990-1991 y 2001 la demanda no cayó demasiado. En el primer caso el rápido desarrollo de Asia (China) proporcionó un amortiguador que evitó que la crisis se convirtiese en una recesión. Después de todo, el enorme aumento del crédito y la burbuja inmobiliaria especulativa mantuvieron todo en pie. Pero los cimientos eran totalmente inestables. Esta situación no se podía mantener. La realidad es que los capitalistas evitaron una recesión profunda durante dos décadas pero sólo a costa de crear las condiciones para una recesión aún más seria en el futuro. Eso explica la alarma con que la burguesía ve la crisis actual. Durante el boom, cuando se conseguían beneficios, la gente compraba y vendía, pedía dinero prestado y prestaba, se endeudaban alegremente superando sus beneficios. Si cualquiera observa que todo está basado en la especulación y la estafa a nadie le importaba. ¿No somos ricos? ¿No estamos todos haciendo dinero? ¡Vive hoy y mañana Dios dirá! Pero el boom alcanza sus límites, debe hacerlo, esta "exuberancia irracional" se convierte en su contrario. La confianza se evapora junto con el milagro del enriquecimiento interminable. En lugar del viejo alegre optimismo tenemos pánico y desesperación. Ya no es la codicia, sino una emoción igualmente primordial, el miedo, se convierte en el ambiente predominante del mercado. Contradiciendo todos los análisis anteriores, los economistas burgueses ahora dicen que esta recesión será más prolongada y profunda que cualquier otra desde la Segunda Guerra Mundial. Los capitalistas están pagando el precio de la "exuberancia irracional" que mostraron en el período anterior. Aterrorizados por las consecuencias sociales y políticos, recurren a políticas desesperadas que sólo servirán para exacerbar los problemas a largo plazo. En cada coyuntura los portavoces de la burguesía anuncian que "lo peor ha pasado". Estas declaraciones, que se hicieron también a intervalos regulares después del crack de Wall Street de 1929, siempre van seguidas de nuevas caídas de las bolsas y nuevos recortes de la producción. La burguesía se está hundiendo en una zanja profunda de la que no será fácil salir. Los bancos se están hundiendo bajo el peso de sus deudas malas. Nadie sabe a cuánto ascienden y por tanto nadie conoce qué bancos (si hay alguno) son viables. Por eso los economistas dicen que esta recesión no es "normal". Algunos economistas miran hacia atrás con nostalgia a los "buenos días" del patrón oro, pero un regreso al patrón oro ahora es imposible. Llevaría a un colapso completo e una recesión aún más profunda que la Gran Depresión de los años treinta. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la economía mundial se basaba en el patrón oro, que tenía sentido como una manera de regular los mercados monetarios. Los gobiernos tenían que mantener una cantidad determinada de oro como respaldo de sus monedas nacionales. Finalmente, los acreedores podían exigir el pago de las deudas en oro, que, como cualquier otra mercancía, tiene un valor objetivo. La eliminación del patrón oro sólo fue posible porque después de la Segunda Guerra Mundial EEUU tenía dos tercios del oro mundial en Fort Knox y su industria estaba intacta. Podía imponer sus condiciones al resto del mundo. Todo el mundo quería dólares porque en aquel momento el dólar era tan bueno como el oro. El dólar se convirtió en la moneda internacional (con la libra esterlina como socio de segunda clase). Este fue un factor en el auge del comercio mundial después de 1945, la base real del auge económico del capitalismo mundial en esa época. Ahora, sin embargo, todo eso ha cambiado. EEUU ha pasado de ser el mayor acreedor del mundo a ser el mayor deudor mundial. El dólar sigue como moneda mundial, pero nadie está seguro de lo que realmente vale. Cantidades inimaginables de capital ficticio se han bombeado en la economía mundial durante las últimas dos o tres décadas. Sólo el mercado mundial en derivados vale más de 500 billones de dólares, la mayoría tiene un carácter especulativo y ficticio. Los mercados de derivados equivalen a 36 veces el valor total del PIB norteamericano [el PIB de EEUU en 2007 era de 13,8 billones de dólares] o aproximadamente 10 veces el valor de toda la producción mundial. La expansión sin precedentes del crédito en el último período sirvió para mantener niveles altos de demanda en EEUU y en otros países. Pero ahora esta situación ha llegado a sus límites. Todo el proceso se convierte en su contrario. Nadie quiere prestar dinero y pocos desean pedir prestado. La sociedad es presa de un sentimiento de tacañería y avaricia. Las masas no tienen dinero para gastar, sólo deudas que pagar. Aquellos que anteriormente prestaban alegremente dinero ahora reclaman sus deudas. Muchos de los que contrajeron hipotecas para comprar casas no pueden pagarlas y se encuentran con el desahucio. Como el precio de sus viviendas ha caído, ahora están cargados con deudas enormes, que a diferencia del precio de las viviendas, no caen. Los banqueros, ayer ansiosos por prestar dinero a todos, ahora lo están por acumular dinero y no compartir ni un céntimo. Esta actitud tacaña y desconfiada se aplica no sólo a los propietarios privados de viviendas y pequeñas empresas, sino también a otros bancos y grandes empresas. No están dispuestos a prestar dinero a otros bancos porque no están seguros de recuperar su dinero. Ni tampoco están preparados para adelantar dinero a empresas para comprar materias primas y equipamiento. Sí están bastante dispuestos a empujar y obligar al cierre de empresas como si fuesen cajas de cerrillas, dejando a miles sin trabajo sin pestañear. Como el crédito es la savia del sistema capitalista, la interrupción de la oferta de crédito significa que no sólo las "malas" empresas entrarán en bancarrota sino también las "buenas". La sequía de crédito amenaza a todo el proceso productivo de la sociedad con un estrangulamiento lento. Los efectos se pueden ver en un torrente repentino de bancarrotas y cierres, afectando no sólo a las pequeñas empresas sino también a empresas importantes como Ford, General Motors, Sony, Nissan y muchas otras. La razón principal de esta situación es el colapso de la demanda, agravado por la escasez de crédito. De repente hay demasiado acero, cemento, automóviles, muchas oficinas vacías, demasiado petróleo... En otras palabras, lo que vemos es una crisis clásica de sobreproducción. Las grandes empresas automovilísticas norteamericanas intentaron aumentar su parte del mercado mediante descuentos feroces. Esto funcionó temporalmente pero sólo a costa de reducir los márgenes de beneficio. Finalmente, el resultado fue la bancarrota. Ahora están obligadas a recurrir, gorra en mano, al gobierno estadounidense que finalmente aceptó darles una parte importante del dinero de los contribuyentes para mantenerlas a flote. Llega después del rescate a los bancos, lo que representa una medida sin precedentes, sobre todo si tenemos en cuenta que los republicanos se suponían que eran el partido de la economía de libre mercado por excelencia. Fue una medida desesperada. Esta propuesta de un donativo generoso a las grandes empresas automovilísticas estaba dictada por el miedo a las consecuencias sociales y políticas de que empresas como Chrysler y GM entrasen en bancarrota, lo que significaría la pérdida de millones de empleos. También era una medida proteccionista, dirigida contra los manufactureros extranjeros de automóviles. Si se aprueba, sin duda provocará medidas similares en Europa y Japón. Sin embargo, el gobierno insiste en recortes salariales a cambio de la ayuda, algo rechazado por los sindicatos. Los republicanos, por tanto, votaron en contra de la propuesta, que fue derrotada en el Senado. Se trata de una repetición del enfrentamiento anterior entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el rescate a los bancos. Demuestra profundas contradicciones a todos los niveles de la sociedad norteamericana. Estamos entrando en un período de creciente proteccionismo y tensiones entre las principales naciones capitalistas. La tendencia hacia el proteccionismo será aún más pronunciada con Obama, que tendrá la presión de "salvar los empleos norteamericanos". Debemos recortar que los Demócratas siempre han estado inclinados hacia el proteccionismo. Esta situación provocará represalias de los rivales de EEUU. Ya Wolkswagen está exigiendo ayuda del Estado. Otros la seguirán. La crisis está revelando profundas fisuras en la UE. Los británicos y franceses presionan a Alemania para que reflaccione su economía (es decir, aumentar su déficit para crear más demanda para los productos británicos y franceses). Pero Alemania se resiste. No ven razón para que Alemania pague el precio de los problemas de otras personas. Pero la participación de Alemania es absolutamente necesaria si se quiere que tengan éxito los planes de recuperación de Europa. Todos deben reflaccionar simultáneamente, sino Alemania se beneficiaría "injustamente" de los esfuerzos de los demás. Pero estas propuestas no han sido bien recibidas en Berlín. El ministro de economía alemán, Peer Steinbrueck, ridiculizó el ansia general de lo que él denominó "el gran plan de rescate" como algo inútil, dijo que "no existe" tal plan y se intenta resolver la crisis sin precedentes como un rompecabezas que se resolverá por aproximaciones sucesivas. Las autoridades europeas creen que la respuesta está en abundantes programas de gasto, en realidad, añadió Steinbrueck, "dejemos que paguen los alemanes porque ellos pueden". En realidad, lo que dice Steinbrueck es correcto. Dijo que mientras las políticas pueden aliviar la situación, la recesión es inevitable, independientemente de lo que hagan los gobiernos. La política de Brown y Bush significa intentar reflaccionar la burbuja que en primer lugar provocó el caos actual. Han arrojado miles de millones a los bancos con la esperanza de que vuelven a prestar dinero otra vez. Pero han fracasado. Los banqueros no están dispuestos a prestar en las circunstancias actuales y no importa las reducciones de interés o las subvenciones estatales, nada supondrá una diferencia. En cualquier caso, el alcance de estos recortes es mínimo. En el caso de EEUU están prácticamente a cero. Una a una, las burguesías en los países ricos del mundo están agotando todos sus recursos en un vano intento de detener una recesión que es imparable. En realidad la burguesía está atrapada. Hagan lo que hagan estará equivocado. Si no intervienen bombeando dinero a los bancos y en las empresas fracasadas, habría una recesión profunda con desempleo de masas como en los años treinta. Pero si recurren a métodos keynesianos de financiación del déficit, crearán unas deudas enormes que socavarán cualquier futura recuperación y actuarán como un tremendo dragado de la inversión productiva, creando las condiciones para un largo período de recortes y austeridad. La política equivocada aplicada en el período anterior ahora se ha revelado como una colosal resaca de deudas. Esto significa que la recesión será más profunda y prolongada de lo que sería de otra manera. La burguesía ahora paga el precio de los "éxitos" de los últimos veinte años. Países enteros se enfrentan a la insolvencia. Islandia ya está en bancarrota. Los pasivos de los bancos representan ahora el 700 por ciento del PIB de Suiza, hasta ahora considerado como un paraíso seguro para el capital. La cifra de Gran Bretaña es del 430 por ciento. La de EEUU está apenas por debajo del 100 por cien, después del enorme rescate del sector bancario. La intensificación de la recesión supondrá una profundización de las tensiones entre Europa y EEUU, entre EEUU, China y Japón, y entre Rusia y EEUU. En el pasado estas tensiones habrían llevado a una guerra mundial. La Segunda Guerra Mundial fue la que solucionó la crisis económica de los años treinta mediante un enorme gasto en armas y la destrucción general de los medios de producción durante la guerra. Sin embargo, la situación ahora es totalmente diferente. El colapso de la URSS y el colosal poder del imperialismo norteamericano significa está descartada una guerra mundial. Con un gasto anual en armas aproximadamente de unos 600.000 millones de dólares, no hay poder sobre la Tierra que pueda hacer frente a EEUU. Pero habrá "pequeñas" guerras constantes, como las guerras en Iraq, Afganistán, Somalia, Congo, etc., El conflicto entre Rusia y EEUU puede llevar a guerras como las de Georgia. Los enfrentamientos y tensiones diplomáticas añadirán un nuevo ingrediente a la inestabilidad general. La incontrolable extensión del terrorismo es un síntoma de la crisis subyacente. Todos estos fenómenos, que lamentan los pacifistas sentimentales, son simplemente una expresión de la causa subyacente, que es la contradicción entre el colosal potencial de las fuerzas productivas y los estrechos límites de la propiedad privada y el estado nacional. Las potencias más grandes (especialmente EEUU) intentarán utilizar su musculatura para intimidar a sus rivales, arrebatar mercados y fuentes de materias primas, pero los capitalistas no pueden encontrar una salida a la crisis por el camino de la guerra como hicieron en 1914 y 1939. Por lo tanto, todas las contradicciones se expresarán internamente, a través de un incremento de la intensificación de la lucha de clases. Los ojos de la burguesía ahora están fijos en China, esperan que de ella pueda llegar la salvación. Pero China ahora está firmemente clavada al mercado capitalista mundial y debe sufrir las consecuencias de la recesión como todos los demás. Para mantener el desempleo en sus niveles actuales es necesaria una tasa de crecimiento de por lo menos el 8 por ciento. Si el crecimiento cae por debajo de ese nivel, se presenta la perspectiva de un serio conflicto social. Las últimas estimaciones del FMI para el crecimiento chino en 2009 ahora son sólo de un 5 por ciento. Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, dijo lo siguiente: "Comenzamos con un crecimiento para China del 11 por ciento, después el 8, más tarde el 7, y China probablemente crezca un 5 o 6 por ciento". Esta previsión aún es alta comparada con las tasas de crecimiento de EEUU y Europa. Pero representa una caída brusca en comparación con el tipo de crecimiento aproximado del 10 por ciento que ha disfrutado China en el último período. No está claro aún que pueda alcanzar ni siquiera ese nivel. China tiene un mercado interno enorme, probablemente de unos 300 millones de personas. Pero es insuficiente para absorber la gran capacidad productiva que ha acumulado la industria china durante las últimas dos o tres décadas. La caída de la demanda en el mercado norteamericano está golpeando a las exportaciones chinas. La contracción de la producción industrial china se profundizó en noviembre cuando la producción de acero cayó un 12,4 por ciento respecto al año anterior, las entregas de las acerías cayeron un 11,3 por ciento, la generación de electricidad bajó un 9,6 por ciento y la producción petroquímica también cayó. En noviembre las exportaciones anuales cayeron un 2,2 por ciento, cuando los analistas esperaban que aumentasen un 15 por ciento. Para comprender el cambio debemos recordar que entre 2000 y 2006 las exportaciones chinas crecieron a una tasa anual del 26 por ciento. En el mismo mes las importaciones cayeron un 18 por ciento. Era la primera vez que caían las importaciones desde el año 2001. Hay síntomas alarmantes de sobreproducción y sobreinversión en China, cuyo mercado interno, aunque considerable, no es lo suficiente grande para absorber el colosal potencial productivo acumulado a lo largo de dos o tres décadas y que ahora están alcanzando sus límites. La primera advertencia de la crisis fue la abrupta caída de la bolsa, que ha perdido aproximadamente un 60 por ciento de su valor. Pero la crisis no se limitó a las bolsas. Los precios inmobiliarios están cayendo, la construcción se está desacelerando y la industria crece menos que el PIB. La tasa anual de ventas de automóviles en noviembre cayó más de un 10 por ciento. La generación de electricidad, en general considerable como un índice fiable del crecimiento económico, cayó un 7 por ciento. Estas cifras han alterado las ideas de los economistas occidentales sobre China. El anterior optimismo se está convirtiendo rápidamente en pesimismo. The Economist (13/12/2008) afirmaba: "Los optimistas incluso esperaban que estos enormes mercados emergentes (India y China) pudieran proporcionar los motores que sacasen a la economía mundial de la recesión. Ahora algunos temen lo contrario: que la recesión global arrastre a China e India con ella, provocando desempleo de masas en los dos países que, a pesar de todos sus éxitos, tiene a dos quintas partes de los niños malnutridos del mundo". Es verdad que China tiene enormes reservas, que puede utilizar para fomentar planes de obras públicas y desarrollar la infraestructura. En noviembre el gobierno anunció un paquete de estímulo fiscal de cuatro billones de yuan (casi 600.000 millones de dólares). Pero según algunas estimaciones, eso añadiría al PIB un incremento apenas superior al uno por ciento. Es insuficiente para los tipos de resultados que necesita China. Pekín sólo tiene otra opción: intentar resolver la crisis exportando más. Esta solución entra en directa colisión con Europa y EEUU, que están presionando a China para que reflacione su economía e importe más. Paulson visita Pekín para pedir a China que revalúe el yuan, pero es más probable que Pekín apoye una devaluación, que profundizará las contradicciones que existen entre China y EEUU. Los líderes temen que el empeoramiento de la situación económica provoque lo que ellos denominan "una situación reactiva de agitación sociales a una escala de masas". The Economist (13/12/2008) decía: "Cada semana llegan informes de cierres de fábricas, particularmente en el cinturón industrial del Delta del Río de la Perla, al sur de China. Los trabajadores que no cobran han protagonizado protestas violentas". La misma revista añade: "En realidad, las manifestaciones y protestas, siempre comunes en China, están proliferando, los trabajadores despedidos de las fábricas junto a los campesinos sin tierra, los defensores del medio ambiente y las víctimas del acoso policial están tomando las calles". La desaceleración de China está golpeando a Japón, para este país el mercado chino cada vez era más importante. En los tres meses previos a septiembre la economía japonesa se hundió a una tasa anual del 1,8 por ciento. Otras economías emergentes incluso han sido menos capaces que China de dar el estímulo necesario a la economía mundial. Todas se verán arrastradas en el próximo período. Eso significa convulsiones sociales y políticas a una escala enorme. El caos en Tailandia es una prueba más de esta situación. Después de un período de cinco años en el que India creció un 8,8 por ciento, las exportaciones en octubre cayeron un 12 por ciento comparadas con el mismo período del año anterior. Cientos de pequeñas empresas textiles han cerrado. Pero también las grandes empresas están en crisis. La industria automovilística ha suspendido la producción. Las ventas de Ambassador, el automóvil más popular en la India, se han hundido. Pakistán ya está al borde de la bancarrota. El banco central ha revisado sus perspectivas de crecimiento al 7,5 por ciento y son demasiado optimistas. El crecimiento real podría caer al 5,5 por ciento, el más bajo desde 2002. Con un déficit presupuestario cercano al 8 por ciento del PIB, India, a diferencia de China, tiene poco margen de maniobra. Si China necesita una tasa de crecimiento del 8 por ciento para absorber siete millones de personas que cada año entran en el mercado laboral, ¿cómo puede India absorber una fuerza laboral que se expande a un ritmo anual de 14 millones de personas? Su principal crecimiento ha venido de sectores como la tecnología de la información que no emplea a una gran cantidad de trabajadores. Un crecimiento rápido del desempleo juvenil en India creará unas condiciones explosivas en la sociedad. "Y como en China, aparecerá el malestar e incluso la insurgencia se extienden". (Ibíd.,) La caía de la demanda mundial se expresa en una caída general del precio de las mercancías. El petróleo pasó de un pico de 147 dólares a aproximadamente 40 dólares en cuestión de meses. Esto afectará a todas las economías productoras de petróleo en Oriente Medio, Irán, Indonesia, Nigeria, México, Rusia y Venezuela. Rusia tiene el tercer superávit más grande del mundo pero desde agosto ha caído en 144.000 millones de dólares. Hay una huida del rublo, lo que subraya los temores de la burguesía ante el futuro. La camarilla gobernante intenta desviar la atención de las masas sobre la crisis mediante aventuras en el exterior (como Georgia). Pero la crisis tarde o temprano debe expresarse en una crisis del régimen y en el crecimiento de la oposición, las huelgas y las protestas. La economía ucraniana está en crisis y el país ha pedido prestados 16.000 millones de dólares al FMI. La crisis económica está profundizando la crisis política, que tiene un carácter endémico. El callejón sin salida del régimen se expresa en el fracaso total del capitalismo para resolver los problemas de Ucrania o de cualquier otra de las antiguas repúblicas soviéticas. El gobierno pro-norteamericano ha evitado las elecciones pero realmente pende de un hilo. La mayoría de las otras repúblicas soviéticas están en una situación incluso peor. La abrupta caída del precio del petróleo intensificará el fermento prerrevolucionario en Irán, donde el régimen de Ahmadinejad está suspendido en el aire. Entre la juventud ya está extendido el descontento y la furia, pero también entre los trabajadores y la clase media. Se ha producido una oleada de huelgas. El hecho de que los estadounidenses hayan decidido retirarse de Iraq significa que se verán obligados a abrir negociaciones con Irán y Siria para cubrir la retaguardia. Este hecho priva a Admadinejad de su principal baza, el chovinismo anti-norteamericano y la retórica belicista. Privado del enemigo externo, las contradicciones dentro de Irán saldrán a la superficie y con implicaciones revolucionarias. En los países más pobres de África han comenzado a aparecer elementos de barbarie y en algunos casos amenazan con hundir a la sociedad y empujarla al salvajismo. En el Congo, cinco millones de personas han muerto en una sangrienta guerra civil. En Zimbawe, la población se enfrenta a los horrores del hambre y el cólera. En Sierra Leona, más del 70 por ciento de la población vive con 70 centavos al día y dos tercios de las mujeres son analfabetas. A la pesadilla del hambre y la pobreza se añade el azote de la malaria y el SIDA. En todas partes las fuerzas productivas están estancadas o en declive, creando más desempleo, pobreza y desesperación. No es difícil representar al mundo en general como una pesadilla o un manicomio. Son los síntomas que se asocian a la decadencia senil de un sistema que ha superado su utilidad histórica, como el Imperio Romano en su período de decadencia. Pero hay otra cara de la moneda. Existe fermento en la sociedad y los comienzos de la rebelión. Esto naturalmente comienza en la juventud que, en primer lugar, es la primera víctima de la crisis y, en segundo lugar, es el barómetro más sensible del ambiente de descontento que madura silenciosamente en las entrañas de la sociedad. Es verdad que lo repentino de la crisis ha conmocionado no sólo a la burguesía sino también a los trabajadores. Existirá una cierta tendencia a aferrarse al empleo e incluso aceptar recortes a corto plazo, sobre todo cuando los dirigentes sindicales no ofrecen ninguna alternativa. Pero también habrá un sentimiento general de rabia y amargura, que tarde o temprano encontrará su camino hacia la superficie. Es inevitable que la primera capa que se ponga en movimiento sea la juventud. Siempre ocurre así. La juventud, empezando por los estudiantes, es siempre el barómetro más sensible de los sentimientos que se desarrolla en la sociedad. Pueden anticipar grandes movimientos de los trabajadores, como ocurrió en Rusia en 1901-1903 y en Francia en 1968. En Italia y Alemania ha habido grandes movimientos de protesta de la juventud. En España las huelgas estudiantiles de este otoño fueron organizadas y dirigidas por el Sindicato de Estudiantes con una dirección marxista. También ha habido agitaciones juveniles en Hungría y antes en Francia. Pero en Grecia este movimiento ha adquirido un carácter explosivo y semi-insurreccional, combinado con una huelga general de los trabajadores. Es una advertencia seria para la burguesía de lo que puede ocurrir en otros países. Demuestra la falsedad del argumento de que el comienzo de la crisis económica inevitablemente provocará una parálisis de la clase obrera. A la burguesía le gustaría recurrir a la represión. Esto se ve en las recientes declaraciones de Cossiga en Italia, que tienen un carácter claramente bonapartista. Pero Grecia demuestra los límites de esta política. El asesinato de un joven estudiante por la policía sacó a las masas a la calle. El gobierno de derechas consideró la posibilidad de decretar el estado de excepción pero Karamanlis no pudo usar la fuerza para imponer el orden en las calles porque habría llevado a Grecia al borde de la guerra civil. Tuvo que retroceder. El gobierno quedó paralizado. Los acontecimientos griegos demuestran la debilidad de la reacción y la enorme fuerza de la clase obrera en la actualidad. Si los dirigentes del movimiento obrero griego hubieran defendido una política revolucionaria habrían podido tomar el poder. Pero sin la dirección adecuada el movimiento quedará reducido a una revuelta sin sentido, el gobierno finalmente recuperará el control. Sin embargo, el movimiento fue una seria advertencia para los capitalistas griegos sobre el sentimiento de rabia y frustración que existe en la sociedad. El gobierno de Nueva Democracia está acabado. Se está abriendo en Grecia una nueva etapa de la lucha de clases. Y mañana el mismo proceso se verá en un país tras otro. En América Latina la revolución ya ha comenzado. No es casualidad y lo explicamos hace una década, cuando decidimos orientar a la CMI hacia América Latina. En este continente el capitalismo ha roto por su eslabón más débil. La Revolución Venezolana ha alcanzado un punto crítico, donde su dirección futura se resolverá de una manera u otra. La crisis del capitalismo golpea duro a América Latina, aunque se desarrolla de una manera desigual, afectando a algunos países más que a otros. Brasil, el gigante económico de la región, esperar crecer un 4 por ciento (probablemente es optimista) mientras que México, ligado estrechamente a la economía estadounidense, se espera que crezca sólo un 0,4 por ciento. Sin embargo, a ritmos diferentes y a tiempos distintos, todos se verán afectados. En octubre el FMI preveía una tasa de crecimiento del 3,5 por ciento para América Latina en 2009. Dos meses después, el Banco Mundial reducía sus estimaciones al 2,1 por ciento y Morgan Stanley pronosticaba una caída del 0,7 por ciento para las siete economías más grandes de la región. En los últimos dos meses se han visto afectados por las crisis de la bolsa y monetaria, y también por los recortes del crédito. Después ha seguido una reducción de las exportaciones y también caídas bruscas de los precios de las mercancías. La desaceleración de China afecta a la demanda de petróleo venezolano, a los minerales peruanos, la soja argentina, y al hierro y zumo de naranja brasileños. La crisis en EEUU afecta al continente de una manera más directa. Ciudades enteras, pueblos, regiones e incluso países como México, El Salvador, Honduras, Colombia y Ecuador dependen de las remesas enviadas por sus emigrantes en EEUU o Europa. Como los trabajadores inmigrantes son los primeros en ser despedidos, ahora se ven obligados a regresar a cara. Estos países se ven al mismo tiempo privados de divisas y obligados a absorber una afluencia de mano de obra, eso significa ya un aumento del desempleo. Los reformistas dicen que el "modelo venezolano" garantizaría la inmunidad ante los problemas asociados al "modelo neoliberal". Pero es una ilusión reformista. Como la revolución aún no se ha llevado hasta el final, Venezuela todavía está sometida a las vicisitudes del mercado mundial capitalista. La caída del precio del petróleo supone que las reformas del último período están amenazadas. Morgan Stanley pronostica para 2009 una contracción económica, tanto en Venezuela como en Argentina, del 1 y el 2 por ciento respectivamente. Eso significará que las reformas y las misiones estarán en dificultad. Además de la crisis general del capitalismo, la economía venezolana sufre el sabotaje y la huelga de capital destinada a desestabilizar el gobierno bolivariano y provocar un descontento masivo. A pesar de todos los llamamientos a los capitalistas, la inversión privada prácticamente no existe y hay una huida de capital. Sólo el sector estatal mantiene la economía. Tarde o temprano la revolución tendrá que decidir si avanza y lleva adelante la transformación socialista de la sociedad o da marcha atrás, un paso tras otro, hasta una derrota ignominiosa. La exigencia de medidas drásticas contra la contrarrevolución y la expropiación bajo control obrero va en aumento, la situación se debe resolver. En el pasado, el imperialismo norteamericano habría intervenido militarmente para abortar el proceso, pero ahora está en serias dificultades. EEUU está empantanado en Iraq y Afganistán, no puede abrir otro frente en América Latina, que además tendría consecuencias revolucionarias dentro de EEUU. Ahora es un momento decisivo para la revolución venezolana. Las fuerzas de la burguesía contrarrevolucionaria han cobrado vida después de su avance parcial en las elecciones de noviembre, que les ha dado puntos de apoyo importantes para lanzar una nueva ofensiva. La crisis económica les dará aún más impulso. Chávez ha defendido más expropiaciones y proponer presentarse de nuevo a la presidencia. Chávez podría utilizar su mayoría en la Asamblea Nacional para aprobarlo incluso sin un referéndum. Eso provocaría enfrentamientos en las calles, lo que plantearía a quemarropa la cuestión del poder. Ya están dibujadas las líneas de la batalla que decidirán el destino de la revolución en uno u otro sentido. Será un período de enorme turbulencia e inestabilidad, un período de revolución y contrarrevolución que puede durar años, con alzas y bajas. En el pasado, una situación prerrevolucionaria o revolucionaria no duraba demasiado. Terminaría en el triunfo de la revolución o de la contrarrevolución en forma de fascismo o bonapartismo. Pero en las condiciones actuales no es ese el caso. En el pasado, la burguesía en Europa y en otras partes tenía importantes reservas de apoyo entre la población, particularmente entre la clase de pequeños propietarios campesinos. Ya no sucede así. Las capas medias de pequeños propietarios se han reducido debido al desarrollo del capitalismo, mientras que la clase obrera ha aumentado y se ha convertido en muchos países en la mayoría de la sociedad. Antes, los estudiantes procedían de familias ricas y estaban inclinados hacia el fascismo. Ahora en la mayoría de los casos los estudiantes son de izquierdas. La clase dominante no es lo suficientemente fuerza para moverse hacia la reacción, pero la clase obrera carece de su dirección. Eso significa que la situación actual de equilibrio inestable entre las clases puede durar un tiempo. La revolución nunca se mueve en línea recta. Inevitablemente habrá flujos y reflujos en el movimiento, como ocurrió en las revoluciones rusa y española. Entre febrero y octubre de 1917 hubo períodos de enorme auge, pero también otros períodos de cansancio, desesperación e incluso reacción (julio-agosto). Lo mismo ocurrió en España entre 1931 y 1937, donde tuvimos el Bienio Negro en 1934-1935. Pero en una situación donde el péndulo gira a la izquierda, estas "calmas" sólo son el preludio de una nueva oleada revolucionaria aún más tormentosa. La situación objetiva en la que hemos entrado ahora será más similar al período de entreguerras, o a los años setenta, que a los últimos veinte años. Condiciones similares tienden a producir resultados parecidos. Las masas estarán más abiertas a nuestras ideas que lo estuvieron en el pasado. La degeneración de las organizaciones de masas en el último período ha alcanzado niveles nunca vistos. Los socialdemócratas han abonado toda pretensión de defender el socialismo y los antiguos "comunistas" han abandonado todo intento de defender el comunismo. Es una ironía de la historia que precisamente en este momento hayan renunciado a cualquier pretensión de cambio revolucionario de la sociedad. Ahora la historia se venga de ellos. Los destacados éxitos de los marxistas en Rifondazione Comunista en Italia y en el Partido Comunista Francés, son una prueba del cambio profundo que se está produciendo. En el pasado habría sido impensable tal giro en los acontecimientos. Eso demuestra la existencia de un descontento profundo en la base. El mismo descontento existe en todas las organizaciones de masas. Crecerá según se desarrolle la crisis y la política de la dirección quede desenmascarada en la práctica. Es verdad que la conciencia tiende a ir por detrás de los acontecimientos, pero tarde o temprano ésta se dispara como un resorte. Ese es precisamente el significado de una revolución. Estamos llegando a ese punto crítico. En la sociedad se está desarrollando un sentimiento general anti-capitalista, no sólo en la clase obrera, sino también en la clase media. Personas que antes nunca habrían cuestionado el capitalismo ahora cada vez están más descontentas. Es una situación muy peligrosa para la clase dominante. Y la crisis sólo acaba de comenzar. La ocupación de la fábrica Republic Windows and Doors en Chicago demuestra el potencial revolucionario que se está desarrollando en el mismo EEUU. Eran principalmente trabajadores latinos mal pagados. La fábrica tuvo que cerrar porque los bancos se negaban a conceder créditos y los empresarios no iban a pagar a los trabajadores los despidos. Eso desencadenó la ocupación. Los trabajadores dijeron: "No tenemos dinero para pagar nuestras hipotecas, ¡perderemos no sólo nuestros empleos sino también nuestras casas!" Así que ocuparon la empresa. Pero entonces se planteó la cuestión de la propiedad. Entre los trabajadores arraigó la idea: ¡estos bienes nos pertenecen! Así es cómo se transforma rápidamente la conciencia en el transcurso de la lucha. En Bélgica colapsó el gigantesco banco Fortis, la empresa fue saqueada por los capitalistas franceses y holandeses. Fortis era considerado como el "banco del pueblo". 700.000 personas tenían acciones en él. Pero las acciones colapsaron y perdieron el 90 por ciento de su valor. Este hecho provocó una oleada de rabia dirigida contra los bancos. En todas partes vemos la misma indignación contra los banqueros y los capitalistas, que están obligados a apoyarse en los dirigentes de la clase obrera para mantenerse en el poder. En la crisis del capitalismo los dirigentes obreros parlamentarios se aferran a la clase dominante y los dirigentes sindicales a los líderes parlamentarios. En estos períodos la clase dominante prefiere en el gobierno a los dirigentes obreros reformistas. Su política es utilizarlos y desacreditarlos. Utilizarán a estos dirigentes para que hagan el trabajo sucio y después les echarán a un lado como un trapo sucio. Después dirán a las masas: "¡Veis lo que significa el socialismo!" De esta manera, se abre una contradicción entre la parte superior del movimiento, que gira a la derecha, en dirección a la colaboración de clases, y por otro lado la base, que gira a la izquierda buscando una solución radical y la acción combativa. Tarde o temprano esta contradicción interna se debe resolver. En el próximo período veremos todo tipo de crisis y escisiones en las organizaciones tradicionales de la clase obrera. Se están abriendo grandes oportunidades para los maristas y la crisis social aún está en su etapa inicial. Según se desarrolle la crisis, la radicalización de la clase obrera alcanzará niveles no vistos en décadas. Ideas que eran escuchadas por pequeños grupos encontrarán una audiencia de masas. Se pondrán las bases para la creación de corrientes marxistas de masas en todas partes. En última instancia, esa es la única garantía de la futura transformación socialista de la sociedad. Londres, 15 de diciembre de 2008.

El propósito de este artículo es demostrar que la escasez de alimentos que afecta a muchos países este año no se debe a ningún desastre natural, o al hecho de que haya demasiados seres humanos que alimentar. Los datos lo demuestran y nos ocuparemos de este tema a lo largo de este artículo.

 

En 1859 Marx explicaba lo siguiente:

"Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización". (Carlos Marx. Prólogo a la Contribución de la Economía Política. 1859).

Lo que Marx dice en el párrafo citado anteriormente es que no es posible ninguna nueva sociedad hasta que no han nacido las fuerzas materiales de la nueva sociedad. A lo largo de un período de aproximadamente dos siglos, el capitalismo ha creado unas masivas fuerzas productivas. Este hecho también se aplica a los alimentos, no sólo en términos absolutos sino también en términos relativos, es decir, en proporción al número real de seres humanos que habitan el planeta.

El problema no es de producción sino de distribución. Hay cientos de millones, en realidad miles de millones, de personas que pasan hambre no porque no se produzca suficiente comida, sino porque no pueden permitirse comprar la comida que se produce. De esta manera, tenemos "sobreproducción" de alimentos, no en el sentido de que se produzcan más alimentos de los necesarios, sino en el sentido de que hay demasiados para que puedan ser absorbidos por el mercado. Siempre debemos tener en cuenta que para los capitalistas sólo existen los individuos si tienen poder adquisitivo, es decir, dinero en sus bolsillos para gastar. Si no tienen dinero entonces no entran en sus estadísticas.

Eso es así si lo miras desde un punto de vista económico. Pero desde el punto de vista político la situación es muy diferente. A principios de este año tuvimos disturbios alimentarios en docenas de países a través del mundo. Estas personas inexistentes desde el punto de vista del mercado salieron a las calles en Haití y forzaron la dimisión del primer ministro. De esta manera tenemos un incremento de la inestabilidad social y político, una consecuencia directa de los límites del capitalismo.

Por encima de la crisis alimentaria tenemos la crisis generalizada del capitalismo que ha tenido un gran impacto en la conciencia de los trabajadores de todo el mundo. Miles de millones de personas están cuestionando el sistema bajo el que viven. Este sistema se suponía era el mejor que podíamos esperar, si creemos a los medios de comunicación de masas, a los gobiernos y presuntos expertos económicos.

Para los marxistas lo que está ocurriendo en el mundo no es una sorpresa. En realidad, lo sorprendente no fue en absoluto el crack financiero. Lo sorprendente fue lo que tardó en llegar. Durante años habíamos avisado de que esta crisis estallaría tarde o temprano. Si se leen los artículos publicado en Marxist.com durante estos años, se podrá ver que explicamos de una manera consistente y sistemática que la acumulación de esas enormes cantidades de deuda, es decir, capital ficticio, finalmente llevaría a una crisis severa.

 En 2006 explicamos:

"Hemos entrado en el período más turbulento de la historia mundial. Una sacudida tras otra está sacudiendo los cimientos del sistema. La situación mundial se caracteriza por una extrema inestabilidad, que se refleja en el callejón sin salida del sistema capitalista a escala mundial. El mundo se ha hundido en un torbellino de conflictos, guerras y terrorismo. Las tendencias contrarrevolucionarias en la actual situación mundial son obvias. Son una expresión de la lucha por la supervivencia de un sistema socio-económico ha superado su utilidad histórica y se ha convertido en una barrera para el progreso humano. El viejo sistema está en una situación de enfermedad terminal pero se niega a morir". (La revolución mundial y las tareas de los marxistas. 2006).

Una indicación de que en 2006 no exagerábamos es el actual callejón sin salida del capitalismo mundial. Cuando decíamos que "hemos entrado en el período más turbulento de la historia mundial" algunos dudaron de que fuese cierto. ¿El período en el que hemos entrado realmente podría ser más turbulento que la primera mitad del siglo XX que presenció dos guerras mundiales y la peor crisis económica experimentada por el capitalismo? Nadie puede dudar ahora de que teníamos razón y que realmente hemos entrado en ese período.

Las contradicciones acumuladas durante décadas han salido a la superficie de la sociedad como una venganza. Y dentro de esta crisis tenemos la crisis particular de la producción de alimentos o, para ser más precisos, de distribución de alimentos.

Bajo el capitalismo tenemos millones de parados y se necesitarían producir muchas cosas, tenemos millones de personas perdiendo sus casas y hay muchas viviendas vacías, millones mueren de hambre y se produce una abundancia de alimentos.

La cuestión de los alimentos y la presunta "crisis alimentaria" es utilizada por la burguesía para defender la idea de que necesitamos medidas de austeridad en los países capitalistas desarrollados. La pequeña burguesía añade su voz intentando hacer que todos nos sintamos culpables por nuestra supuesta "opulencia". Es una manera infantil y superficial de decir lo mismo. Si los trabajadores en occidente comieran y consumieran menos esto no resolvería de ninguna manera la crisis alimentaria en los países más pobres. El poder adquisitivo de miles de millones de pobres a través del planeta no se dispararía de repente.

Así que la cuestión de la crisis alimentaria requiere desenredar los mitos propagados por los medios de comunicación oficiales. Una forma muy común y banal de analizar el tema es que "hay demasiados seres humanos" o que "las personas en occidente consumen demasiado". De esta forma la culpa no está en el sistema capitalista, sino que recae sobre los hombros de la clase obrera de los países industrializados. Esta idea está bastante de moda entre los seguidores del movimiento "verde". Una mirada más cerca y profunda de la situación real revelará que el mundo realmente produce suficientes alimentos para todos. Como ya hemos dicho antes, el problema no es de oferta, ¡sino de capacidad para comprar!

El mecanismo de la deuda en el "Tercer Mundo"

Para empezar nuestro análisis del problema es útil mirar atrás en el tiempo y examinar cómo evolucionó a lo largo de los años el endeudamiento de los países subdesarrollados y cómo ha aumentado en provecho de los países imperialistas y sus elites dominantes.

Ya antes de los años setenta existía el fenómeno de la creciente deuda del "Tercer Mundo". Pero desde mediados de los setenta (es decir, desde la primera recesión mundial simultánea desde la Segunda Guerra Mundial) cada vez más países se vieron obligados a recurrir al FMI y al Banco Mundial para renegociar sus deudas e implantar una política conocida como "programas de estabilización del FMI".

Durante todos los años sesenta y setenta esta situación afectó a los países más pobres, los programas de austeridad derivados de esta situación provocaron resultados similares a los actuales: crecimiento del desempleo, aumento de los precios de los productos básicos, empeoramiento de la sanidad, servicios sociales y también dio lugar a numerosos movimientos de masas, muchos de ellos con un carácter revolucionario.

En el fondo de esta situación estaba la política monetarista que dominó el pensamiento económico burgués después de la explosión de la inflación en la década de los setenta. Frente a esta situación, los capitalistas sintieron la necesidad de "sacar" del sistema el capital ficticio que habían acumulado. Esta situación es la que se enfrentan de nuevo hoy en día, pero a una escala mucho mayor.

Algunas cifras ayudarán a demostrar cómo ha crecido la deuda del "Tercer Mundo". En 1960 era de 18.000 millones de dólares; en 1970 había pasado a 75.000 millones y en 1973 a 112.000 millones de dólares. Una década después, en 1984, se había disparado hasta los 900.000 millones de dólares. En un período de sólo 24 años la deuda total del mundo subdesarrollado se ha multiplicado por 50, lo que implica el pago de enormes tipos de interés a los países industrializados desarrollados.

Vemos este asombroso aumento de la deuda, pero aún sería más impresionante si compara con lo que iba a llegar después, hasta 1973 la deuda se mantuvo dentro de ciertos límites, gracias a los ingresos por exportaciones de los países más pobres y las remesas enviadas por sus trabajadores inmigrantes. Todo esto fue posible sobre la base del masivo boom de la posguerra (1948-1973). En ese período el PIB global de los principales países capitalistas desarrollados creció entre un 500 y un 600 por ciento, un crecimiento sin precedente de las fuerzas productivas, algunas de las migajas de este impresionante banquete cayeron al mundo subdesarrollado.

Sin embargo, en términos relativos, la imagen era diferente. Cuando los países capitalistas desarrollados pasaban a través del largo período de boom, con una enorme expansión de la producción y con una acumulación de capital, la mayoría de los países menos desarrollados se vieron atados cada vez más a las necesidades de los países industrializados, con un intercambio desigual de valor. Conseguían menos por más. Los precios de sus exportaciones (principalmente materias primas y productos agrícolas) caían con relación al aumento de los precios de los bienes industriales. Esto también explica su creciente endeudamiento con los países imperialistas y su sistema bancario.

Los Programas de Ajuste Estructural

1975 fue un punto de inflexión, con la primera recesión mundial simultánea desde la Segunda Guerra Mundial. Esto afectó de manera dramática a los países subdesarrollados y la situación a la que se enfrentan estos países empeoró (como demuestra la cifra anterior de 1984). En esta situación los bancos privados comenzaron a jugar un papel creciente en la concesión de créditos a estos países, empeorando aún más la deuda. Pero la deuda se debía devolver y con interés. ¿Estos países dónde encontraron en gran parte el dinero para financiar la devolución de la deuda?

La respuesta del sistema financiero occidental para "resolver" la crisis llegó en marzo de 1980 con los famosos "préstamos de ajuste estructural". En realidad ya existía algo parecido desde los años cincuenta pero a una escala mucho menor. (Después se desarrollaron más).

Estos préstamos estaban vinculados a ciertas condiciones: tipos de interés más altos; reducción de los controles de precios; reducción de impuestos a las empresas privadas; reducir la intervención estatal en la economía; recortes de subsidios a alimentos básicos y por supuesto la privatización. Ese fue el remedio de las potencias imperialistas para los países subdesarrollados. ¡Es como un hombre que sufre de malnutrición y el médico le dice que todo lo que necesita es seguir una dieta estricta!

La preocupación real del FMI no era el sufrimiento de los pueblos de estos países. La idea de que ellos presentaban era que si conseguían que estos países exportaran más entonces podrían equilibrar sus presupuestos y reducir la deuda. Al mismo tiempo, exigían que estos países abrieran sus mercados internos, redujeran las barreras arancelarias y subvenciones estatales a los productores locales, facilitando así la exportación de los países industrializados a esos países.

Podemos ver el ejemplo con lo ocurrido en Filipinas en 1981. En ese año al país sólo se le concedía un crédito si su gobierno aceptaba reducir los controles proteccionistas a la importación. Eso haría que los productos de los países desarrollados fueran más baratos y por tanto más competitivos en los mercados internos de los países más pobres.

En Filipinas, en 1982 los pagos de intereses como porcentaje del gasto gubernamental pasaron del 19 al 57 por ciento, mientras que al mismo tiempo se producía un colapso del "gasto en capital", es decir, inversiones, del 19,3 al 4,4 por ciento.

De esta manera vemos que en realidad los Programas de Ajuste Estructural (PAE) estaban diseñados para crear un contexto favorable para los países imperialistas, no para fortalecer en absoluto la economía local. Aunque según la teoría los países subdesarrollados se suponía que desarrollarían sus exportaciones, los principales mercados para esas exportaciones en realidad eran EEUU, la UE y Japón, todos con barreras proteccionistas en sus mercados, mientras que los mercados de los países subdesarrollados debían estar abiertos forzosamente a las importaciones de los países industrializados. En esta situación la única manera en la que podían competir los países pobres en un "mercado abierto" era reduciendo aún más los salarios de sus trabajadores ya de por sí muy pobres.

La aplicación de esta política lejos de fortalecer las economías de los países subdesarrollados llevó a muchas bancarrotas en las industrias locales. Frente a industrias avanzadas más competitivas, las industrias de los países más pobres no podían mantener su situación ni siquiera dentro de su propio mercado. Este hecho demuestra cómo la política impuesta por los imperialistas no pretendía fortalecer la economía de los países más pobres... más bien lo contrario.

Podemos dar otro ejemplo, Haití en octubre de 1995. El gobierno se negó a firmar un acuerdo de préstamo con el Banco Mundial porque creía que no podría aplicar la política vinculada al préstamo. La respuesta fue que USAID bloqueó un préstamos de 4,5 millones de dólares para presionar al gobierno y que éste firmase el "plan de ajuste". Más tarde veremos los efectos que tuvo para la agricultura haitiana.

Esta política se aplicó en Bolivia, Costa Rica, Costa de Marfil, Indonesia, Malawi, Somalia y en muchos otros países. Países como México y Filipinas se han transformado pasando de países que antes eran autosuficientes en alimentos, a países dependientes de los alimentos.

El efecto de esta política en Zimbawe es un claro ejemplo de cómo el imperialismo destruye una economía local. A principios de 1990 se impuso un Programa de Ajuste Estructural patrocinado por el FMI y el Banco Mundial. La deuda de Zimbawe había crecido en el período anterior. Parte de esas deudas en realidad se habían heredado del anterior gobierno racista blanco.

Para reducir la deuda y pagar los intereses de la deuda contraída, se redujo drásticamente el gasto en educación y sanidad. Más importante aún fue la eliminación de las subvenciones estatales a los alimentos y los controles de precios. El resultado fue que la población comenzó a pasar hambre. En 1997, Zimbawe gastaba siete veces más en servicio de la deuda (pago de intereses) que en educación y sanidad.

Todo esto lo llevó a cabo Mugabe. ¡Mientras exprimía la riqueza de las masas empobrecidas de Zimbawe y se la entregaba a los países occidentales entonces era amigo de Occidente! El caos que actualmente existe en el país es un resultado directo de esta política.

Los efectos de esta misma política en Haití fueron similares. La agricultura se liberalizó y los ingresos rurales y la producción colapsaron. Los pobres ahora se ven reducidos a alimentarse de lodo mezclado con un poco de aceite y grasa, ¡lo justo para llenar sus estómagos!

La verdadera relación entre los países subdesarrollados y desarrollados

El mecanismo de la deuda oculta la relación real entre los países subdesarrollados y los desarrollados. El mito es que occidente garantiza la "ayuda" a esos países. La realidad es que con esta "ayuda" encierran a estos países una trampa mortal. Los préstamos realmente crean una situación mediante la cual se saca más capital de los países pobres de lo que realmente entra, para ser más claros: enriquecen a los capitalistas y banqueros en los países desarrollados.

Una cifra confirma este hecho: ¡En 1989 las denominadas "naciones en vías de desarrollo" pagaron 52.000 millones MÁS de dólares al mundo "desarrollado" en pagos de intereses de la deuda de lo que recibieron en ayuda o préstamos!

Este proceso llevó a una abrupta caída de los subsidios gubernamentales a la agricultura, afecto severamente a la capacidad de estos países de alimentarse. Filipinas pasó de ser un exportador neto de alimentos a convertirse en uno de los principales importadores mundiales de arroz, mientras que una parte importante del PIB abandona el país en concepto de servicio de la deuda.

Regresemos al caso de Haití: Hace 20 años este país producía 170.000 toneladas de arroz al año, lo que equivalía al 95 por ciento de sus necesidades de consumo interno, así que importaba muy poco. Pero en 1995 intervino el FMI con sus préstamos. El problema es que los préstamos llegaban con unas condiciones adjuntas. Haití conseguía el préstamo si reducía sus aranceles (impuestos) sobre el arroz importado, de un 35 a un 3 por ciento. De esta forma el arroz importado, principalmente de EEUU, era más competitivo. Esto destruyó la producción local y ahora el 75 por ciento del arroz consumido en Haití proviene de EEUU. Este es un ejemplo muy claro de cómo el imperialismo destruye la capacidad productiva en estos países para estimular su propia producción y beneficios. Que estas prácticas puedan llevar a una hambruna de masas es algo que les preocupa muy poco.

En todo este proceso vemos cómo los países pobres son obligados a abrir sus mercados para cumplir las reglas del "libre comercio". ¿Pero se aplican estas reglas a los países desarrollados? ¡En absoluto! Desde finales de los años noventa los subsidios estatales a la agricultura han cubierto el 40 por ciento del valor de la producción agrícola en la UE y un 25 por ciento en EEUU. En los 30 países más ricos, el 30 por ciento de los ingresos agrícolas procede de las subvenciones estatales, un total de 280.000 millones de dólares anuales.

Vemos por ejemplo cómo el algodón norteamericano se vende en el mercado mundial a precios que están entre un 20 y un 55 por ciento por debajo de coste real de producción. ¡Esto ha provocado la bancarrota de los campesinos de África central y occidental! Podemos hacer la siguiente pregunta: ¿Dónde está el "libre mercado"? Comprobamos cómo hay una regla para el poder y otra para el rico.

Además de todo esto tenemos el fenómeno de la política denominada "set aside" en la UE, mediante la cual se paga a los campesinos para que mantengan la tierra en barbecho, es decir, para que no produzcan. Tenemos la destrucción de alimentos tanto en la UE como en EEUU para mantener altos los precios en el mercado. Canadá, por ejemplo, paga a los ganaderos para que maten cerdos y así reducir la oferta y mantener altos los precios. Pero la carne, en el mejor de los casos, es utilizada para producir comida de perros, no para alimentar a los hambrientos del mundo.

El ejemplo de Malawi

¿Realmente la situación debe ser así? ¡Evidentemente no! Lo que ocurrió en Malawi en 1999 es un buen ejemplo. Ese año el gobierno decidió ignorar el consejo del FMI y del Banco Mundial y dio a los pequeños campesinos un paquete inicial de semillas y fertilizantes. ¡El resultado fue que ese año Malawi tuvo plusvalía nacional de trigo!

Pero después el Banco Mundial y otros "donantes de ayuda" intervinieron y obligaron al gobierno a reducir el programa con el argumento de que "distorsionaba el mercado". Así que yo no se entregaron paquetes gratuitos a los pequeños campesinos. Y, sorpresa, esta situación llevó al colapso de la producción agrícola. En 2000-2002 en Malawi hubo una hambruna y unas 1.500 personas murieron a causa de ella.

En 2005, Malawi se enfrentó a una crisis alimentaria aún peor. Una vez más, el nuevo gobierno ya había tenido suficiente "ayuda" del FMI/Banco Mundial y decidió reintroducir los subsidios para fertilizantes. Dos millones de familias campesinas pudieron comprar fertilizantes aun tercio (33 por ciento) del precio de mercado y también obtuvieron descuentos en semillas. Se pueden adivinar los resultados: durante dos años Malawi tuvo una cosecha enorme, un millón de toneladas de maíz de excedente e incluso ¡exportó alimentos a Sudáfrica!

Sólo este ejemplo demuestra que hay un enorme potencial para producir alimentos en estos países. El problema no es el cambio climático o el crecimiento de la población (aunque el clima ha afectado a las cosechas en algunas zonas del mundo). Si que se trata de la política económica, del capitalismo y de su funcionamiento.

La crisis actual tiene sus raíces en la recesión mundial de 1973-1974 y la explosión de la inflación en el mismo período. La respuesta de los capitalistas fue adoptar una política monetarista y llevar a cabo privatizaciones y recortes del gasto público. Con las privatizaciones, los capitalistas buscaban nuevos campos de inversión y beneficios más rápidos.

Esto es lo que vimos en los países capitalistas desarrollados y que aún vemos hoy. Este proceso tenía su paralelo en los antiguos países coloniales, pero en ese caso ha significado la muerte para millones de personas. Ahora vemos este peligro reapareciendo en Somalia, Etiopía y en otros lugares. En el Cuerno de África unos 14 millones de personas hoy están en riesgo.

La actual crisis alimentaria refleja la crisis general del capitalismo durante un período de 30 años. La situación se está volviendo intolerable y esto explica los disturbios en aproximadamente 40 países del globo. Esta rebelión es parte de la marea ascendente de la lucha de clases en todas partes.

Y se produce suficiente comida en el mundo para alimentar a todos. La FAO en los años noventa publicó un estudio sobre la producción mundial de alimentos y demostraba que el mundo producía suficiente para alimentar a todos con 2.700 calorías diarias, mientras que en 1965 esta cifra era de sólo 2.300 calorías. Así que la producción de alimentos aumentó no sólo en términos absolutos sino también con relación al crecimiento de la población.

Otro estudio reciente (del año 2000) decía que el mundo producía 3.500 calorías diarias por cada habitante del planeta. Y eso sólo en producción de grano. No incluía cosas como los vegetales, judías, nueces, tubérculos, fruta, carnes grasas y pescados. Si incluimos todos tenemos que se producen más de 2 kilos diarios de alimentos por persona, divididos aproximadamente en 1,2 kilos de granos, judías y nueces, 0,5 kilos de frutas y vegetales y 0,5 kilos de carne, leche y huevos.

Por tanto, ya bajo el capitalismo actual se producen suficientes alimentos para alimentar a todos. Desde el año 2000 no se ha producido una caída significativa en la producción global de alimentos.

En realidad, en 2007 se registró una cosecha global de trigo récord. En los últimos veinte años la producción de alimentos ha aumentado una media del 2 por ciento anual, mientras que la población mundial ha crecido sólo un 1,4 por ciento al año.

Es verdad que en el período reciente los stocks han sido más bajos, pero aún hay suficientes alimentos para todos. El cambio climático ha afectado a algunas zonas, como el caso de Australia que ha padecido una sequía, pero la producción mundial global no ha caído.world_production_wheat.jpg

Lo cierto es que los países capitalistas desarrollados han concentrado en sus manos la producción de alimentos, estrangulando a los países más pobres. Hace cuarenta años las "naciones en desarrollo" tenían una plusvalía exportadora neta de unos 7.000 millones de dólares. En 1980 había caído hasta los 1.000 millones. Hoy lo que ellos denominan "déficit alimentario del sur" se ha convertido en 11.000 millones de dólares anuales. Ahora los países pobres tienen que comprar alimentos a los ricos.

Biocombustibles

Repetimos: no se ha producido una caída de la producción mundial de alimentos. Sin embargo, ha habido algunos cambios políticos y una redirección de la producción agrícola que ha afectado a la oferta. Por ejemplo, en EEUU el 30 por ciento de la producción de grano se ha cambiado a la producción de biocombustibles. Prefieren poner alimentos en los tanques de gasolina que alimentar a las personas.

Han intentado encubrir esta situación como parte del esfuerzo mundial de reducir el efecto invernadero causado por el exceso de emisiones de carbono a la atmósfera. Pero algunos cálculos demuestran que el etanol basado en el cereal, en lugar de reducir un 20 por ciento las emisiones de carbono, como pretendían originalmente, lo que han hecho es casi doblar las emisiones durante un período de treinta años.

Detrás de la presunta preocupación por el medioambiente está una política consciente del imperialismo norteamericano, que busca asegurarse suministros "seguros" de energía en la medida que zonas como Oriente Medio están en una situación de caos político. Su aventura en Iraq ha fracasado y no ha conseguido los resultados esperados.

Durante los últimos ocho años el porcentaje de tierra en EEUU que ha pasado a producir cereales para biocombustibles ha aumentado gradualmente. En el año 2000, sólo el 6 por ciento de la producción total de cereal en EEUU iba para la producción de etanol. En 2005 esta cifra había aumentado al 14 por ciento y en 2006 alcanzó el 20 por ciento. Esta es precisamente la cantidad de la producción de cereal norteamericano que estos últimos años se dedicaba a la exportación.

No es una causalidad, por tanto, que en el año 2007 las exportaciones de cereales norteamericanas cayeran a una tasa del 19 por ciento, considerando que EEUU tradicionalmente contaba con aproximadamente el 40 por ciento de todo el comercio de cereal en el mercado mundial, casi una caída de una quinta parte de las exportaciones de cereales norteamericanas para consumo humano es normal que tengan un impacto importante en la oferta internacional de cereales. Las matemáticas son fáciles: una quinta parte de 40 es un 8 por ciento. Así que tenemos una caída brusca del 8 por ciento del cereal disponible en el mercado mundial, y no se debe a una calamidad humana, sino a la situación política mundial.

La especulación

Otro aspecto importante a considerar es la especulación. Los especuladores han estado cambiando sus operaciones hacia el mercado de alimentos. En los últimos años, los especuladores han provocado burbujas en la bolsa, en las empresas puntocom, en el mercado inmobiliario, etc., Cada una de ellas ha estallado en determinado momento. La burbuja inmobiliaria comenzó a pincharse hace aproximadamente dos años. Y sólo hace dos años, a mediados de 2006, comenzó la especulación intensa en contratos de futuros en la producción agrícola. ¡Desde junio de 2006 el número de contratos de futuros en trigo, soja, cereales y arroz se ha triplicado!

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En 2006 la bolsa de Nueva York se unió a la de Ámsterdam, Bruselas, Lisboa y París para crear una bolsa unificada electrónica de futuros, ¡de esta manera hacían más fácil la especulación! Fue un importante factor que contribuyó a crear una burbuja de precios en los productos agrícolas. Como resultado, los precios globales han aumentado un 83 por ciento durante los últimos tres años.

Lo que hemos visto es un cambio del capital de una burbuja a otra en busca de beneficios más rápidos y fáciles. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha dejado a millones sin casa en todo el mundo. ¡Ahora la burbuja alimentaria está matando de hambre a millones de personas!

El sistema capitalista mundial sólo significa desempleo, falta de vivienda, de sanidad, etc., Significa la muerte para millones de personas, que mueren porque no pueden permitirse pagar los precios de los productos agrícolas que han subido debido a la especulación.

Producir para la necesidad no para el beneficio

¡Con esto basta para condenar el sistema capitalista! Ha llegado el momento de gestionar la situación de una manera diferente: la producción para la necesidad y no para el beneficio. Regresaremos a Marx: "las condiciones materiales para su solución ya están presentes o al menos en proceso de formación". La economía mundial puede producir suficiente comida para todos. Ya produce más de lo que realmente necesitamos, como demuestra el caso de Malawi tiene el potencial para alimentar a muchos más. Lo que hemos visto en el período reciente es a los gobiernos occidentales arrojando cientos de miles de millones de dólares, en realidad billones, al sistema bancario. Este dinero desaparecerá en un pozo sin fondo. Pero lo que revela es que los recursos existen. Esta enorme cantidad de capital se podría utilizar para erradicar la deuda del "tercer mundo" y proporcionar ayudas a los campesinos. Sobre esta base, todos los países africanos podrían producir plusvalía de alimentos.

Algunas cifras ayudarán a ilustrar las enormes contradicciones que hoy existen. De los 4.400 millones de personas que viven en los países subdesarrollados, el 60 por ciento no tienen acceso a la sanidad básica, un 30 por ciento no disponen de agua potable, un 25 por ciento carecen de vivienda decente, un 20 por ciento no tienen acceso a los servicios sanitarios modernos, un 20 por ciento de los niños no pasan de la educación primaria y un 20 por ciento están desnutridos. Más de 1.200 millones de personas viven con menos de un dólar al día, más del 50 por ciento son niños.

La otra cara de esta situación es que las tres personas más ricas del mundo han acumulado unos activos mayores que el producto nacional bruto combinado de los países menos desarrollados con sus 600 millones de habitantes. Los activos de las 200 personas más ricas del mundo son mayores que los ingresos combinados del 41 por ciento de la población mundial.

Nada de esto lo provocan factores naturales. Son la consecuencia directa del modo de producción capitalista. Aliviar la deuda de los 20 países más endeudados se podrían conseguir a un coste de entre 5.500 millones y 7.700 millones de dólares. Eso es menos de lo que cuesta un bombardero silencioso. La educación básica para todos costaría sólo 6.000 millones de dólares anuales. Proporcionar agua y sanidad para todos sólo 9.000 millones de dólares. El cuidado sanitario básico y las provisiones de alimentos costarían 13.000 millones de dólares (Fuente: Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas. Informe sobre el Desarrollo Humano años 2000, 1999 y 1998).

En EEUU, el país más rico del mundo, los pobres mueren por carecer de cuidados sanitarios básicos y dar sanidad gratuita a todos costaría 42.000 millones de dólares, pero no hay ni un centavo disponible para este tipo de gastos.

¿No está suficientemente claro que la fuente de los problemas está en el móvil del beneficio que mueve el sistema capitalista? Toda la propaganda de los medios de comunicación sobre la "escasez de alimentos" es falsa. Las cifras que hemos proporcionado demuestran claramente que hay comida disponible y que el planeta puede producir más.

Los medios de comunicación de la burguesía bombardean constantemente al público general con la idea de que en los países capitalistas desarrollados se "consume demasiado", lo lógico debería ser entonces consumir menos. Cuando utilizan la palabra "nosotros" ellos quieren decir por supuesto la clase obrera y la clase media, no los ricos. Ellos intentan inculcar en los trabajadores un sentimiento de culpabilidad. Lo que pretenden es un programa de austeridad que implica recortes de los salarios reales y menos gasto en el estado del bienestar. Esto se adecúa muy bien a las necesidades de la clase capitalista que pretende reducir los costes de producción para ser aún más competitivos en el mercado.

Como ya hemos visto, en esta campaña de propaganda deshonesta en muchos países capitalistas desarrollados cuentan con la ayuda de grupos como el Partido Verde, que venden la idea de que consumir menos tendría un efecto positivo sobre las condiciones de vida en el mundo. Lo que ignoran estas personas es que los trabajadores ya consumen menos como resultado de la profundización de la recesión en la que acabamos de entrar. Las cifras demuestran que el consumo de ciertos alimentos ha caído. En países como Gran Bretaña los supermercados de "descuento" como Lidl y Aldi han visto aumentar sus ventas un 25-30 por ciento en este último período. ¿Esta reducción del consumo ha tenido un efecto beneficioso para miles de millones de pobres en el poder o ha provocado un cambio significativo en los ingresos de los países subdesarrollados? No, por supuesto. El ataque a la clase obrera es en todos los países, desde el menos al más desarrollado.

Lo que hace falta no son ajustes menores aquí o allí dentro del sistema capitalista. Hay que eliminar el propio sistema. ¡Debe ser sustituido por un sistema socialista mundial! La crisis actual del capitalismo mundial, y la "crisis alimentaria" es parte de esa crisis global, está llevando a millones de personas a cuestionar el propio sistema bajo el que vivimos. Los datos y cifras son claros. Debemos utilizarlas dentro del movimiento para contrarrestar la propaganda de los principales medios de comunicación y explicar lo que realmente está sucediendo.

Diciembre de 2008.

El pasado 15 de noviembre 2008 quedó definido el Presupuesto De Egresos De La Federación (PEF) para el año 2009. Tres billones 45 mil 478.6 millones de pesos, es decir, el 23.5% del Producto Interno Bruto en México. El prespuesto más alto de la historia. ¿Qué significa esto?

El comercio exterior mexicano se lleva a cabo en 85% con Estados Unidos, que está sumergido en una profunda recesión. Las previsiones del Banco de México esperan que el PIB caiga el próximo año a menos de un punto porcentual, aunque es bastante probable que asistamos a un crecimiento negativo, es decir, no sólo no se crezca sino que se produzca menos que en 2008. El gobierno cuando elaboró el presupuesto 2009 esperaba que el PIB creciese un 3%, después tuvo que rectificar. Así que, Calderón presentó una edición del presupuesto el 8 de septiembre y tras el estallamiento de la crisis lo recortó, para después volver a reasignar entre 200 mil millones a ciertas dependencias, incluidos 53 mil millones para el llamado programa anticrisis, que representa apenas el 1.7% del presupuesto, es decir, nada.

Antes de ejercerlo, el presupuesto 2009 es ya deficitario, los números oficiales hablan de un déficit previsto de 1.8%. Esto significa que el déficit se cubrirá con deuda o con impuestos o con los dos conceptos. Seguirán reduciendo el gasto público y colocando la rodilla sobre la espalda de los trabajadores a través de impuestos y recortes salariales, para intentar rebajar el déficit público. Como siempre, si no luchamos por derribar al régimen Calderón y construimos una democracia obrera, seremos los trabajadores y campesinos pobres los que paguemos la factura de la crisis.

Pero, más allá de las cifras, el contenido político del presupuesto salta a la vista de manera evidente. De un lado y lo más trascendental es que se incrementa el presupuesto destinado al aparato represivo del Estado. Veamos los ejemplos más relevantes: la Secretaría de Seguridad Pública con relación al año pasado, tuvo un incremento de 62.2% (832 mil 916 millones 838 mil 380 pesos); la Procuraduría General de la República, un incremento de 29.2% (12 mil 309 millones 857 mil 565 pesos); Gobernación tendrá 25.1% adicional (9 mil 594 millones 007 mil 041 pesos); la Defensa Nacional con 19.4% más que el año pasado (43 mil 623 millones 321 mil 860 pesos) y el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen), tendrá un presupuesto de dos mil 439 millones 293 mil 945 pesos. Esto habla claramente de cómo la burguesía se prepara para la lucha de clases, tendiendo la cortina de humo de la “delincuencia”, pero en realidad para enfrentar a los trabajadores. De otro lado, el presupuesto intenta comprar la paz social reorientando endeble gasto, a todas luces insuficiente a comunicaciones, educación, salud y agricultura, sectores que fueron a los que más se incrementaron sus recursos. Con estos ajustes por ejemplo, la UNAM obtendría 690 millones adicionales al presupuesto originalmente presentado por Calderón, en tanto que el Instituto Politécnico Nacional recibiría 450 millones extra y la Universidad Autónoma Metropolitana 250 millones. A pesar de que en el PEF 2009 se aprobó un incremento de más de 15 mil 400 millones de pesos adicionales a educación pública, la inversión en el sector universitario y posgrado representa sólo un aumento de dos centésimas porcentuales del producto interno bruto (PIB), al pasar del ridículo 0.59 a 0.61%, cuando debería ser del 8% del PIB. En tanto que, de los 4 mil 600 millones de pesos extraordinarios destinados a educación básica, al menos 2 mil 500 millones están vinculados a programas de la llamada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE). ¿Será quizás para que Elba Esther pueda sueguir relagalando camionetas Hummer?

En el caso del campo se asignó un monto total de 235 mil 858 millones de pesos, a través del Programa Especial Concurrente, del cual se hace alaraca de que es un monto muy superior al del año pasado; y de 48 mil millones para la construcción de infraestructura carretera y ferroviaria, pero a la par, sólo para desenmascarar el acto propagandístico, se aumentó el monto destinado a deuda pública en 289 mil millones de pesos, es decir, se destina más a la deuda que al destrozado campo mexicano.

Esta es la verdadera cara de la hipocresía propagandística del régimen, que anuncia “aumentos” al presupuesto, pero no dice que antes había recortado y ante la amenaza de una explosión social se vio obligado a hacer ajustes al alza, pero que quedan muy por debajo de las necesidades reales del gasto social.

En general, el gasto de la Administración Pública Federal se ubicará en 2 billones 247.2 mil millones de pesos, ¡casi 74% del total presupuesto! Esto es, tres cuartas partes del presupuesto se destinan al dispendio y manutención de un puñado de burócratas. Esto es una muestra contundente del enorme peso que significa el Estado burgués que sólo sirve para oprimir a los trabajadores y campesinos pobres, a cambio de dar una vida de faraones egipcios a los administradores de la burguesía, veamos tan sólo unos ejemplos:

  • La cámara de diputados se asignó un presupuesto de 5 mil 500 millones de pesos, esto es una tercera parte de lo adicional asignado a la educación pública.
  • El secretario de Hacienda el gordo Carstens gasta 3 mil pesos diarios en comida, gana gana 149 mil 582 pesos: tiene además un pago adicional de 66 mil pesos denominado “pago de riesgo” ¡por haberse arriesgado a regresar a México y dejar su cargo en el Fondo Monetario Internacional! Por si fuera poco, tiene asignados cuatro celulares, tres vehículos, 500 litros de gasolina al mes.
  • El director de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles, que además de su salario de 144 mil pesos tiene seguro de gastos médicos mayores, una prima vacacional de 24 días al año, 44 días de aguinaldo, vehículos y vales de gasolina. Igual que Luis Pazos de la Torre, titular de la Comisión Nacional de Defensa de Usuarios de Servicios Financieros.
  • Oficialmente el salario del espurio continuará siendo el más elevado del sector público, pues se le asignarán —sin incluir las prestaciones— 152 mil 467 pesos mensuales.
  • Los ex presidentes cuestan a los trabajadores más de 300 millones de pesos por el aparato que los rodea, incluida la pensión a Sasha Montenegro (viuda de José López Portillo).

El proceso de crisis se está agravando por la caída de los precios internacionales del petróleo que se han desplomado desde aproximadamente 100 USD a menos de 40 USD por barril. Por tal motivo las entidades (gobiernos de los estados) dejarán de recibir 8 mil 349 millones de pesos. Por donde quiera que se le vea en el horizonte se perfila una enorme explosión social, pugnas internas que llevarán a más asesinatos políticos y ajustes de cuentas entre la élite, como indicador de la descomposición del régimen.

No es suficiente con hacer llamados a la cordura y sugerir que el presupuesto se oriente al gasto social e inversión productiva, como intentó infructuosamente hacer el sector del PRD ligado a AMLO, a quienes la aplanadora del PRI—PAN—Derecha del PRD (Los Chuchos), derrotaron con 436 votos en contra de 44. Intentar convencer a la burguesía que deje de enriquecerse es como intentar convencer a un tigre de que se vuelva vegetariano.

Si bien las propuestas de AMLO son bienvenidas (como por ejemplo, quitarle las pensiones a los expresidentes), está claro que limitar la lucha al estrecho margen del parlamento, sin fundamentarlo preponderantemente con la lucha en las calles y organizando una poderosa huelga general para derribar a Calderón, la burguesía seguirá empobreciendo a la clase obrera y el campesinado cada vez más y más. La única alternativa que tenemos es luchar organizadamente rescatando a nuestros sindicatos y arrebatando el control del PRD a la derecha.

La presente versión es un resumen del artículo publicado en la página de internet militante.org: México y la crisis financiera: ¡Que la crisis la paguen los banqueros y empresarios!

El plan “anticrisis” de Calderón es una estafa para los trabajadores ¡Que la crisis la paguen los banqueros y empresarios!

México y el mundo entero están padeciendo ya los efectos de la peor crisis económica en ochenta años. El epicentro ha sido EEUU donde a estas alturas, producto del colapso financiero y sus secuelas, ya ha sufrido pérdidas equivalentes a 1.4 billones de dólares. Los estragos de la actual situación ya son muy importantes para la economía yanqui y las diferentes medidas adoptadas por el gobierno de Bush, el cual gastó 900 mil millones de dólares en su sistema bursátil desde agosto del 2007 al 21 de septiembre pasado para tratar de revertir dicha problemática, sin tener resultados favorables. La fuerte sacudida económica, que se ha agudizado desde el pasado septiembre, está impactando negativamente al conjunto de las principales economías del mundo, pues además del imperialismo USA, el panorama de la Unión Europea dista de ser optimista pues se calcula que este año su economía sólo crecerá en un 0.6% contra el 2.9% alcanzado en 2007. En Asia las cosas también marchan mal para los dos gigantes de la región: por su parte Japón ya reportó durante abril-junio el peor trimestre de desarrollo de su PIB a lo largo de siete años al registrar un crecimiento durante esos meses del 0.7%. Y en el caso de China, tan sólo en la industria juguetera se estima que a lo largo de este año quebrarán 3 mil 631 fábricas, número que equivale ya al 52.7% de las empresas del ramo. El espurio Calderón y su gobierno, durante agosto y septiembre pasado, se mantuvieron firmes en la idea de que los efectos de la crisis financiera mundial no tendrían significativas repercusiones sobre México, sin embargo, bastó una ligera sacudida que llevó al peso a una cotización superior a las 14.31 unidades por dólar, ameritando ello la intervención del Estado a través del Banco de México (BM) subastando 8 mil 900 millones de dólares, para detener la devaluación del peso. Por otra parte el gobierno de Calderón ha asumido la deuda de empresas como Comercial Mexicana, por 2 mil millones de dólares. Tras estos acontecimientos, Calderón no tuvo más remedio que aceptar que la crisis mundial afectará a México, razón por la cual finalmente presentó su plan “anticrisis” denominado Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo (PICE) el cual no es otra cosa más que un nuevo asalto en despoblado para los trabajadores, tal como lo fue y lo sigue siendo el Fobaproa-IPAB.

Efectos de la crisis en México

Un informe del INEGI destaca que tan sólo en agosto pasado se registraron 900 cierres de empresas; incluso gigantes industriales como CEMEX y TELMEX, registraron pérdidas durante el tercer trimestre de este año en un 74% y 42.8% respectivamente. Por su parte, la industria automotriz ha visto caer su producción en un 4.7% a consecuencia de que las exportaciones, prácticamente dirigidas en su totalidad a los EEUU, se han recortado un 14.7% en lo que va del año. En el Estado de Aguascalientes ya se están desarrollando paros técnicos en la industria metalmecánica obligando a los obreros a recibir el 50% de sus salarios. En el sector financiero los inversores de la BMV han optando por otras latitudes en búsqueda de mejores utilidades, haciendo que el valor de siete de las 36 principales empresas que cotizan se reduzca drásticamente a menos de la mitad de su cotización en 2007 y que otras 17 de estas acciones registren “pérdidas en ascenso”. La BMV de enero a octubre suma pérdidas por 2.1 billones de pesos, 47% menos sobre las utilidades logradas en 2007. La crisis financiera ha profundizado y acelerado una tendencia que se ha venido desarrollando a lo largo de los últimos años, desde el 2001 el PIB creció únicamente 0.2% para después, en 2006, alcanzar los 4.8 puntos porcentuales y así para, durante el primer año del gobierno del fraude electoral, reducir su crecimiento al 3.3%. La producción industrial creció en todo 2006 en un 5%, un año después este índice sólo alcanzaría un raquítico 1.4%. Y para este año las cosas pintan peor pues entre enero y agosto la producción sólo logró desarrollarse el 0.6%. El decrépito capitalismo mexicano está ante la seria posibilidad de un colapso económico con dimensiones similares o superiores a la crisis de 1994-95, la cual sigue siendo considerada la peor de toda nuestra historia. La clase trabajadora ha tenido que cargar con la crisis. El IMSS durante julio y agosto pasados registró la pérdida de 22 mil plazas laborales; ya en este septiembre el índice de desempleo abierto alcanzó al 4.25 de la Población Económicamente Activa (PEA), siendo éste el registro más alto desde agosto del 2004. De acuerdo al propio empresariado, las condiciones dominantes permitirán que en el mejor de los casos en este 2008 sólo se generen 300 mil empleos, cantidad lejana a las 800 mil nuevas plazas fijadas como objetivo por el gobierno.

El fraude del Plan Anti-crisis

Calderón ha propuesto su tan mentado plan “anticrisis”, con el cual se busca repeler el impacto de la crisis financiera sobre México. La estrategia comprende el desarrollo de obras de infraestructura de parte del Estado por una cantidad equivalente a los 53 mil millones de pesos, la inversión de 12 mil millones de pesos para una nueva refinería de PEMEX, la desgravación de algunos impuestos, así como 90 mil millones de pesos de financiamiento para la iniciativa privada, esta última medida para poner a disposición del sector empresarial toda la “liquidez” (dinero) que sea necesaria y asegurar con ello el “no interrumpir la canalización de créditos”. Estas medidas a la par de la subasta de dólares para mantener la estabilidad en la paridad entre el peso y el dólar. La economía mexicana está fuertemente vinculada a la de los EEUU, y las enormes vicisitudes económicas del imperialismo yanqui inevitablemente arrastrarán a México. Durante la última década y media las exportaciones al mercado norteamericano han sido el principal motor de nuestra economía aportando más del 60% del PIB. En 2006 las exportaciones crecieron un 16.8%, un año después nada más lo hicieron al 3.2%. Y de acuerdo al BM, la perspectiva para este año es la de un crecimiento entre el 2.3 y el 2.4%. Para que esta tendencia cambie, se necesita que los EEUU experimenten una pronta e importante recuperación económica. La desaceleración de la industria yanqui también está afectando a las exportaciones por medio de la reducción de los ingresos de divisas por la venta petróleo. A la fecha la demanda por petróleo de parte los EEUU ha caído en dos millones de barriles diarios. Ello ha empujado los precios internacionales de este energético a su nivel más bajo desde el 3 de julio, día en que el precio reportó su máximo histórico llegando a los 145 dólares por barril en el caso del West Texas y los 131.24 dólares para la mezcla mexicana. El viernes 24 de octubre, el barril mexicano ya se cotizó en el mercado a 51.03 dólares, 80 dólares menos al precio del 3 de julio y 18.97 dólares por debajo de los 70 dólares por barril estimados por el gobierno para definir sus ingresos para las finanzas públicas del 2009. El petróleo significa la principal fuente de divisas para México y cubre el 40% del gasto público, ello quiere decir que la tendencia que están experimentando ya los precios internacionales de esta materia prima se está transformando en un durísimo revés para la economía nacional. Ante esta clase de dificultades Calderón conminó a los empresarios a valorar las virtudes de la devaluación del peso para fortalecer las exportaciones. Calderón piensa que es posible que se repita el milagro que hace algunos años condujo a México al ranking mundial de los países exportadores, ubicándose en el décimo lugar a finales de la década de los años 90. Sin embargo, no basta que el peso se abarate frente al dólar, para que las exportaciones se recuperen se requiere que el mercado de los EEUU esté en condiciones de mantener e incrementar su demanda, lo cual no ocurrirá. Otra fuente de divisas de la cual dependen millones de mexicanos, son las remesas. Al respecto, en el documento Perspectivas para la Revolución en México, debatido y aprobado en el XIII Congreso Nacional de la Tendencia Marxista Militante desarrollado en febrero del 2008, señalamos lo siguiente: “Entre 2003 y 2006 las remesas crecieron en un promedio anual del 19.1%, si bien en ese último año se logró un resultado aceptable, esos mismos meses ya marcan la tendencia a la baja que se vive hasta el día de hoy; durante el año pasado el ritmo de crecimiento de las remesas fue de la siguiente manera: 1er trimestre, 27.5%; 2do trimestre, 19.7%; 3er trimestre, 10.7%; 4to trimestre, 5.5%. Y ya en el caso del primer trimestre del 2007, el crecimiento apenas fue del 3.4%. Sobre esta última cifra un análisis del BM destaca que en realidad el crecimiento de este primer trimestre fue tan sólo del 0.6%”. Las remesas reportaron durante agosto una caída del 12.2% respecto al mismo mes del año pasado, significando un ingreso total para la economía nacional durante los primeros nueve meses del 2008 de 15 mil 553 millones de dólares, cantidad 4.2% inferior a la lograda en el mismo periodo del 2007.

La crisis apenas comienza

Sin embargo, lo peor aún está por venir, las medidas impulsadas por Bush a partir de la intervención del Estado con multimillonarias sumas de dólares sobre el sistema financiero son síntomas que anticipan el que esta crisis se profundizará aún más de lo que hemos visto hasta el momento, arrastrando a México. Ante esta realidad tan patente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha planteado una perspectiva de crecimiento para los EEUU de 1.6% en 2008 (porcentaje menor al del 2007 cuando se llegó al 2%) y de 0.1% en 2009. El FMI estima que en el año que entra, el conjunto de las economías industrializadas experimentarán un crecimiento del cero por ciento o negativo. Estos cálculos del FMI significan un pésimo augurio para la economía mexicana par la cual se estima que este año crezca, de acuerdo al BM, tan sólo entre 2.2 y 2.7%, porcentaje por debajo del 3.7% para el PIB que Calderón se fijó como objetivo para 2008. Calderón estima que en 2009 la economía nacional se desarrollará en un 1.8%. Aun así, incluso de lograrse ese 1.8% se trataría de un resultado pésimo pues se calcula que con ese ritmo la industria decrecerá un 1% en 2009. Dicho en otras palabras, bajo este panorama lo único que se puede esperar para el año entrante es la quiebra de más empresas y un número mayor de despidos. Los tormentosos 8, 9 y 10 de octubre demostraron la enorme fragilidad de la moneda nacional que ahora se ha devaluado y con ello la deuda externa del sector privado, ha pasado de 804 mil 680 millones hasta los 921 mil 100 millones de pesos. La devaluación encareció en más de 100 mil millones de pesos la deuda, siendo esta diferencia una cantidad que rebasa los 90 mil millones ofrecidos por el plan “anticrisis” de Calderón. Otro ejemplo de los efectos negativos de la devaluación, es el encarecimiento de las importaciones, las cuales se han elevado en un 40% entre septiembre y octubre. Esto tendrá un impacto inflacionario elevando los costes de operación y producción de la industria, además de abaratar los salarios reales de los trabajadores. Una expresión de la forma en que esta última problemática afectará a la clase trabajadora, son los aproximadamente 20 mil millones de dólares a que México se ve obligado a gastar cada año para importar alimentos. Pero el rosario de predicamentos de Calderón y su plan “anticrisis” ahí no termina, otra cruz que tendrá que cargar es la nada moderada fuga de capitales. A este respecto, en lo relacionado a mexicanos con cuentas de depósito en bancos extranjeros, particularmente de los EEUU, la suma acumulada al finalizar el 2007 ya era de los 82 mil 522 millones de dólares, para que a lo largo del primer semestre se agregarán a esta cantidad otros 11 mil 701 millones más. En total por ese medio han salido del país 94 mil 233 millones de dólares, cantidad superior a los poco más de 84 mil millones de dólares que integraban las reservas internacionales del BM antes del 8 de octubre. Es importante destacar la fuga de capitales pues se trata de una tendencia que inevitablemente va en contra sentido de las intenciones del plan “anticrisis” de Calderón, este fenómenos refleja de una manera nítida hasta dónde la burguesía tiene confianza en el destino de la economía mexicana y en la propia capacidad de Calderón para actuar y revertir o atenuar los problemas. Desafortunadamente para el presidente espurio este movimiento de capitales hacia destinos más seguros demuestra que la desconfianza entre la burguesía cada vez es mayor, resultando este estado de ánimo por sí mismo un estupendo termómetro para medir las posibilidades de la economía.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

La verdad es que basta una mirada un poco detenida sobre una serie de factores para concluir que el panorama es enormemente sombrío y que el plan “anticrisis” es demasiado limitado para cumplir con su objetivo. Pero el tan mentado plan no para ahí, en lo que verdaderamente consiste es en trasferir capital a la burguesía a través de los fondos públicos. Resulta curioso que Calderón esté poniendo a disposición de la burguesía varios millones de pesos, de “liquidez” para que no se interrumpa el otorgamiento de créditos. Esa aseveración es absurda, si hay un sector que se ha visto especialmente beneficiado de la economía mexicana es la banca, la cual mantiene al país en una sequía de créditos desde hace ya más de una década. En la actualidad solamente el 18% de las empresas tiene acceso al crédito de la banca, mientras que aproximadamente el 60% de éstas tienen en sus proveedores a su única fuente de crédito. El escaso crédito otorgado por la banca, contrasta con sus ganancias producto de la especulación y el parasitismo, las cuales sumaron al concluir el primer semestre de este 2008 la estratosférica cifra de los 17 billones 485 mil millones de pesos, 27.3% más de lo logrado un año antes. Esa cantidad equivale a ¡¡¡una vez y medio el valor anual del PIB mexicano!!! De esa enorme fortuna los bancos solamente destinan el 10% al crédito. ¿Con tanto dinero en las bóvedas de los bancos es válido hablar de falta de “liquidez” para darle continuidad al crédito? Definitivamente hay dinero suficiente y está en manos del parasitario capital financiero, pero los banqueros no están dispuestos a “tomar riesgos” menos ahora que las turbulencias están sacudiendo al sistema financiero mundial. Para tomar riesgos existe el dinero del Estado el cual además, cada que es puesto al alcance de los banqueros, como ha sido el caso del Fobaproa-IPAB por ejemplo, se trasforma en jugosos negocios para los Barones del Dinero. Para esta clase de especuladores además han sido puestas a su servicio las reservas internacionales, las cuales son fondos que se acumulan en el BM como resultado de las transacciones mercantiles con el exterior. La necesidad de la burguesía por proteger sus fortunas y negocios ante la adversidad de la crisis, obligó una demanda desmedida de dólares por parte de ésta para sustituir una momeada débil como lo es el peso y poder también sacar provecho de paso a la inevitable devaluación de la moneda nacional. Con esta medida los especuladores forzaron una mayor oferta de divisa yanqui la cual vino del BM de México, el cual entre el 8 y 16 de octubre ya había subastado 10 mil 800 millones de dólares. Esa subasta ya significó el empelo de aproximadamente 10% de las reservas internacionales en apenas 72 horas. Para evaluar la magnitud del descalabro basta comparar la cantidad subastada durante esos días y las desarrolladas a lo largo de todo diciembre de 1994, mes en el que estalló la peor crisis económica de toda la historia de México: en aquel entonces durante todo ese mes el BM, para tratar de impedir el desplome del peso, subastó 6 mil 336 millones de dólares pues para el 20 de diciembre de ese año el valor del peso frente al dólar ya se había desplomado 15%. Las subastas de dólares del BM fueron incapaces de frenar ese fenómeno y la momeada nacional terminaría experimentando una devaluación del 83% a lo largo de 1995 y del 173.82% al concluir la administración de Ernesto Zedillo en el año 2000. Desafortunadamente para Calderón, las subastas del BM, que al 16 de octubre ya habían hecho que las reservas internacionales pasaran de 84 mil 116 millones a 74 mil 316 millones de dólares, no han logrado frenar el descenso del peso el cual a estas alturas ya ha perdido más del 40% de su valor frente al dólar. Eso a pesar de que la suma subastada entre el 8 y 16 de octubre pasados representa una cantidad de un tercio mayor a los dólares subastados a lo largo del fatídico diciembre de 1994. El problema es que conforme pasen las semanas y los meses y conforme la crisis económica del mundo y de México se extienda y profundice, a riesgo de que se presente un colapso estrepitoso del peso, Calderón tendrá que echar mano de más dólares para subastarlos creando una enorme presión y contradicción frente a otro hecho insoslayable: la merma de la actividad económica en el mundo y en particular en los EEUU crearán un ambiente en el que las diferentes fuentes de las que provienen los dólares para las reservas del BM desempeñarán este papel de manera cada vez más limitada, transformándose todo ello en una genuina bomba de tiempo para el peso, la economía nacional y Calderón. Todas las repercusiones de la crisis y las medidas que adopten tanto la burguesía como Calderón para tratar de contrarrestarla, necesariamente serán pagadas por los trabajadores. La burguesía necesita exprimir hasta la última gota de sangre a los trabajadores para salvar sus privilegios, en condiciones como éstas, las políticas de ataques impulsados por el gobierno de Calderón contra los intereses del pueblo trabajador les resultan de máxima prioridad a los banqueros y empresarios pues no tienen otro camino a seguir. De ahí su empeño por privatizar al petróleo y es sólo cuestión de tiempo para que actúen contra los derechos laborales sustentados en la Ley Federal del Trabajo.

La única salida a la crisis es acabar con el capitalismo

En condiciones de crisis económica, colapsarán aún más los niveles de vida y las condiciones laborales de la clase obrera. La crisis actual es un firme testimonio de que el capitalismo es un sistema que ha dejado de ser viable y que sólo genera problemas para la humanidad. Esta crisis financiera también demuestra que las ideas de los grandes pensadores del socialismo científico, Marx, Engels, Lenin y Trotsky, son más actuales que nunca. Como nunca antes en la historia del capitalismo los acontecimientos se han encargado de ratificar la certeza de cada uno de los postulados de estos grandes revolucionarios. La burguesía ha machacado a los trabajadores mexicanos durante décadas, los choques entre las clases han alcanzado en los últimos años niveles no vistos en décadas, siendo los de especial relevancia los acontecimientos revolucionarios del 2006; insurrección en Oaxaca y la fenomenal lucha contra el fraude electoral encabezada por López Obrador. Y los dos años subsecuentes también hemos visto estupendas reacciones de los trabajadores contra la funesta nueva Ley del ISSSTE, en defensa del petróleo y más recientemente contra la Alianza por la Calidad de la Educación impuesta por los charros del SNTE y la Secretaría de Educación Pública, por citar algún ejemplo. En los últimos años ahí donde se han lanzado ataques, siempre ha habido respuesta de parte de los trabajadores. Los marxistas no hacemos una relación mecánica entre el ciclo económico y la lucha de clases, la historia demuestra que no necesariamente una crisis económica tiene que lanzar a las masas a luchar a las calles contra sus opresores; incluso, en el caso contrario, la historia también está llena de ejemplos en los que los trabajadores hacen huelgas y movilizaciones de masas en momentos de auge económico. Ante ello, y ante la valoración de la trayectoria reciente y del estado actual de la lucha de clases en México, tenemos que destacar que en términos políticos no es lo mismo afrontar esta clase de crisis económicas cuando el proletariado se encuentra derrotado y desmoralizado a hacerlo en un momento de ascenso del movimiento de los trabajadores. En nuestro país este último es el caso, la lucha proletaria continúa en una etapa ascendente y aún no se experimenta una derrota dolorosa como para desmoralizar al movimiento. En este ambiente de crispación y polarización social, las secuelas de la crisis se trasformarán en un acicate más para la revolución y para nuevos y más profundos estallidos sociales. Esta nueva etapa de lucha caracterizada no sólo por una mayor polarización social, sino además por un capitalismo mostrándose con su rostro más descarnado y decrépito, estimulará ideas y conclusiones revolucionarias entre los trabajadores, favoreciendo de manera formidable el desarrollo del programa socialista en el movimiento. La clave para capitalizar esas inquietudes es que los marxistas se mantengan firmemente vinculados a los trabajadores y sus organizaciones exponiendo su programa e insistiendo en la necesidad de expropiar a los banqueros y empresarios como única solución ante la decadencia del capitalismo, además de agitar en torno a consignas como la unidad en la acción del movimiento obrero, por la huelga general y por el derrocamiento de Calderón. Los trabajadores no tenemos otra vía, la única manera de frenar los nocivos efectos de la catástrofe capitalista es eliminando junto al Estado burgués, a la propiedad privada sobre las principales palancas de la economía para ponerlas bajo el control de los trabajadores. 23 de octubre de 2008.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas! Manifiesto de la Corriente Marxista Internacional ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!

El potencial productivo de Europa es tremendo. Con una población de 497 millones y una renta per cápita de 32.300 dólares, es una fuerza formidable que podría potencialmente desafiar a los poderosos Estados Unidos. Pero este potencial nunca se materializará bajo el capitalismo. Todos los intentos de avanzar en la unificación de Europa han chocado contra la roca de los intereses nacionales enfrentados. El inicio de la recesión servirá para profundizar estas divisiones y poner un signo de interrogación sobre el futuro de la misma UE.

La formación de la Unión Europea fue una admisión tácita del hecho de que es imposible resolver los problemas de la economía dentro de los límites estrechos del mercado nacional. Pero sobre bases capitalistas la unidad de Europa no se conseguirá jamás. En una crisis afloran las contradicciones entre los capitalistas de los distintos estados nacionales. La crisis actual ha sacado a la luz las fisuras ocultas y demostrado el sinsentido que representa toda la demagogia sobre la unidad europea. A pesar de las afirmaciones de Sarkozy, las relaciones entre los líderes europeos son muy tensas, por no hablar de las relaciones entre los líderes de Francia y Alemania, los dos países clave de la UE.

La declaración unilateral del gobierno alemán de "garantizar" el billón de euros de los depósitos bancarios privados de ese país pilló desprevenidos a los demás gobiernos de la UE y representó un pisotón a la promesa de cooperación europea alcanzada previamente en la mini-cumbre de París a la que asistieron los líderes de Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia. La acción alemana representaba la amenaza de sacar los ahorros de los bancos en otros países para llevarlos a los bancos alemanes. Los otros países estaban furiosos. ¿Pero cuál es la diferencia entre esto y la declaración del gobierno irlandés de garantizar todos los depósitos de sus seis principales bancos durante dos años? ¿O la promesa frecuente del gobierno británico de que adoptaría "todas las medidas posibles" para proteger a los ahorradores? ¿O la promesa de Sarkozy de que los ahorradores privados franceses no perderían ni "un solo euro"?

Esta acción demostró la hipocresía de la Comisión Europea, que considera un desafío la medida irlandesa pero más tarde no dice nada de la "promesa" de Berlín. ¿Cuál es la diferencia entre Irlanda y Alemania? Sólo que Irlanda es un país pequeño y Alemania grande, además de controlar los hilos de la UE. Una sucesión de gobiernos de la UE aprobó garantías similares, incluidos Suecia, Dinamarca, Austria y Portugal, para evitar que los ahorradores huyeran a los bancos alemanes (o irlandeses).

En realidad cada gobierno nacional intenta poner en primer lugar sus propios intereses. Las suspicacias mutuas de los gobiernos de la UE salen a la superficie tan pronto como se han enfrentado a una crisis. Cada gobierno debe luchar para afrontar el pánico que se extiende desde el otro lado del Atlántico mediante instituciones financieras europeas. Washington, con un gobierno y un sistema político, tiene dificultades para hacer frente a la crisis global de crédito. La UE tiene una única moneda y un solo mercado pero 27 gobiernos, sin un sistema global de supervisión bancaria o gobierno económico.

Es imposible unir economías que empujan en diferentes direcciones y los gobiernos europeos están pagando el precio de crear una moneda única sin las instituciones o sistema regulador capaz de manejar una única economía. En el próximo período inevitablemente aparecerán tendencias proteccionistas. Los intentos de los gobiernos individuales de atraer miles de millones de euros en ahorros de otros países son un anticipo de la política de "fastidiar al vecino" que podemos esperar según se profundice la crisis.

Sylvester Eijffinger, de la Universidad de Tilburg, asesor monetario del parlamento europeo, dijo lo siguiente: "Esto es una llamada de atención. Primero tuvimos integración económica, después tuvimos integración monetaria. Pero nunca desarrollamos una integración política y reguladora paralela que nos permitiera afrontar una crisis como a la que hoy nos enfrentamos". Son tales las tensiones entre los estados nacionales que en el próximo período incluso podría ponerse en cuestión la propia existencia del euro. No es inconcebible que la UE pudiera romperse o al menos salir con sus estructuras radicalmente alteradas y que la UE quedase reducida a poco más que una unión aduanera débil.

La UE en realidad es un club capitalista dominado por los bancos y grandes monopolios de los estados miembros. Los nuevos estados miembros de Europa del Este son utilizados como una fuente de mano de obra barata, con precios "europeos" y salarios "del Este". Por otro lado, la UE es un bloque imperialista que explota a las antiguas colonias de los países europeos en África, Oriente Medio, Asia y el Caribe. No hay nada progresista en eso. La única forma de conseguir el verdadero potencial de Europa es con el establecimiento de una federación socialista, que integraría las fuerzas productivas de Europa en un plan común. Esto se combinaría con la máxima autonomía para todos los pueblos de Europa, incluidos vascos, catalanes, escoceses, galeses y demás nacionalidades y minorías nacionales y lingüísticas. Pondría las bases para una solución pacífica y democrática del problema nacional en países como Irlanda o Chipre. La federación socialista se formaría estrictamente sobre bases voluntarias con total igualdad para todos los ciudadanos.

Nuestras reivindicaciones

1)   ¡No a la Europa de los burócratas, bancos y monopolios!
2)   Expropiación de los bancos y monopolios, creación de un plan socialista de producción integrado y democrático.
3)   Fin de toda discriminación contra los inmigrantes, mujeres y jóvenes. ¡A igual trabajo, igual salario!
4)   Desarrollo de lazos entre los activistas sindicales de Europa y a escala global. ¡Por un frente único de trabajadores combativos contra las grandes transnacionales!
5)   ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!

Europa del Este, Rusia y China

El comienzo de la recesión en Europa occidental está agravando los problemas de las llamadas economías emergentes de Europa del Este, donde los inversores están deshaciendose de sus activos de mayor riesgo huyendo hacia destinos más seguros. Las economías relativamente débiles de Europa del Este pagarán un precio caro por su enredo en la economía capitalista mundial. Ya se esperan caídas bruscas del crecimiento y un aumento de la pobreza en Rusia, Ucrania y Rumania. A pesar del crecimiento económico de algunas zonas de Europa del Este, el crecimiento per cápita del PIB para la región en general se espera que sea cero.

Hungría se prepara para la "realidad de la recesión" y se espera que el PIB se encoja el próximo año, según reconoce el primer ministro Ferenc Gyurcsany. El gobierno cuando elaboró el presupuesto para el próximo año esperaba que el PIB creciese un 3 por ciento. Ahora se enfrenta a grandes recortes y al aumento del desempleo. La crisis financiera llega sólo dos años después de que Gyurcsany aumentara los impuestos y redujese los empleos del sector público y las ayudas a los productos energéticos para las familias, con la intención de reducir el gran déficit público que tenía respecto a la Unión Europea.

El gobierno húngaro se vio obligado a buscar un préstamo urgente de 5.000 millones de euros del Banco Central Europeo. Sofocado por el abrazo de los banqueros internacionales, Hungría tendrá que reducir el gasto público para intentar rebajar el déficit público. Como siempre, serán los trabajadores y campesinos los que paguen la factura. El gobierno propone congelación salarial, supresión de las bonificaciones a los trabajadores públicos y reducir el déficit presupuestario a un 2,6 por ciento del PIB. Polonia y otros países de Europa del Este están sólo un paso por detrás de Hungría.

Los pueblos de Europa del Este se unieron a la UE con la idea de que disfrutarían del tipo de nivel de vida que veían en Alemania o Francia. Pero estas ilusiones pronto se comprobó que eran falsas. Una pequeña minoría de la población se enriqueció gracias al saqueo de la propiedad pública a través de las privatizaciones. Pero la mayoría de los polacos, checos, eslovacos y húngaros no han sacado ningún beneficio del regreso al capitalismo. Durante el boom fueron explotados como mano de obra barata en los países más ricos. Ahora Europa del Este se enfrenta a la bancarrota. Y el colapso económico en Europa del Este arrastrará a las economías de Austria y a otros países de la UE muy expuestos en esta región.

En ninguna otra parte de Europa las consecuencias de la restauración capitalista han sido tan serias como en los Balcanes. La ruptura de Yugoslavia fue un acto criminal que ha llevado a una serie de guerras fratricidas, terrorismo, asesinato de masas y genocidio. Esta monstruosa situación ha tenido consecuencias catastróficas para millones de personas que antes disfrutaban de un nivel de vida bueno, de paz y pleno empleo. Ahora muchos echan la vista atrás y sienten nostalgia de la vieja Yugoslavia. El capitalismo no les ha traído otra cosa que guerra, miseria y sufrimiento.

La situación a la que se enfrenta Rusia no es mucho mejor. Aquí la contradicción es aún más manifiesta que en Europa del Este. La restauración del capitalismo no ha beneficiado a la aplastante mayoría de los ciudadanos de la antigua Unión Soviética. Ha creado una oligarquía obscenamente rica, que está estrechamente vinculada a los elementos criminales. Pero es una ínfima minoría. Para millones de rusos las dos décadas pasadas sólo han significado miseria, hambre, sufrimiento y humillación. Ha supuesto el colapso de los servicios sanitario y educativo, que eran gratuitos para todos los ciudadanos en los tiempos soviéticos, así como el colapso de la cultura, el empobrecimiento general y la desigualdad.

Durante algún tiempo, la gente pensó que lo peor había pasado y que la economía se recuperaba de la profunda recesión que siguió al colapso de la URSS. Pero ahora Rusia se enfrenta a la peor crisis financiera desde el colapso de 1998. La caída del precio del petróleo, un reflejo de la recesión mundial de la demanda, ha empujado la economía a la crisis. El anterior ambiente de optimismo en Moscú se ha evaporado después de las abruptas caídas de la bolsa, que se ha tenido que cerrar debido a la intensa turbulencia. Como el cuento de hadas de la bruja Baba Yaga, el capitalismo ruso es una cabaña construida sobre patas de gallina. La crisis se revela en el reducido volumen de la construcción, el desempleo y las restricciones a abrir nuevas líneas de crédito para empresas privadas.

La crisis ha obligado al gobierno a seguir el camino de Washington y Londres, gastando miles de millones de dólares de dinero público para rescatar empresas privadas. Se han destinado más de 200.000 millones de dólares a préstamos, reducciones de impuestos y otras medidas. Pero los ciudadanos rusos corrientes se preguntarán por qué el dinero público se debe utilizar para el rescate de los oligarcas que se han enriquecido saqueando el Estado durante el último período. Si la empresa privada y el mercado se supone que son superiores a la economía nacionalizada y planificada, ¿por qué el sector privado ahora necesita el apoyo del Estado?

La situación es aún peor en otras antiguas repúblicas soviéticas, como es el caso de Ucrania, donde la pobreza va acompañada de inestabilidad política,corrupción y caos. Para los pueblos del Cáucaso y Asia Central ha sido una absoluta calamidad. Georgia, Armenia y Azerbaiyán están en una situación de guerra constante y las masas además soportan la pesada carga del gasto militar. El terrorismo se extiende desde la ocupada Chechenia a otras repúblicas. La guerra en Afganistán amenaza con desestabilizar no sólo Pakistán sino también toda Asia Central.

Hay un viejo refrán que dice: "La vida enseña". Mucha gente en Rusia, Ucrania y Europa del Este ahora dicen: teníamos problemas antes, pero al menos teníamos pleno empleo, una casa, sanidad y educación gratis. Ahora estos países se enfrentan a la ruina y el desempleo de masas. Los pueblos del Cáucaso anhelan el regreso a la paz y la estabilidad. Nadie quiere un regreso a la burocracia o la dictadura totalitaria. Pero un régimen genuinamente socialista, como el régimen de democracia obrera establecido por Lenin y Trotsky después de la Revolución de Octubre, no tiene nada en común con la grotesca caricatura estalinista que surgió tras la muerte de Lenin.

Eso fue el resultado del aislamiento de la revolución en unas condiciones de atraso extremo. Pero ahora, sobre la base del avance de la industria, la ciencia y la tecnología conseguida durante los últimos noventa años, se han creado las condiciones objetivas para un avance rápido hacia el socialismo. Lo que hace falta es el establecimiento de una federación socialista voluntaria donde la economía esté en manos del Estado, y el Estado esté bajo el control democrático de los trabajadores y campesinos. Pero la condición previa para esto es la expropiación de los oligarcas, banqueros y capitalistas.

La crisis mundial está teniendo un impacto importante en la economía china. El crecimiento económico chino depende mucho de las exportaciones y en el pico de este reciente boom la tasa anual de crecimiento de las exportaciones alcanzó la cifra del 38 por ciento (en el tercer trimestre de 2003). Ahora la cifra del último trimestre ha revelado una caída aproximada del 2 por ciento y con ella hemos visto también una importante desaceleración de los pedidos manufactureros en los últimos meses. Los comentaristas burgueses serios discuten ahora si la producción china sufrirá una "desaceleración gradual" o una "caída abrupta".

Stephen Green, experto en economía china de Standard Chartered, ha pronosticado que las exportaciones podrían caer hasta "cero o incluso tener un crecimiento negativo" el próximo año. Lo estrechamente unida que está China a la economía mundial se vio en un reciente cálculo de JP Morgan Chase que prevé una caída del 5,7 por ciento de las exportaciones chinas por cada porcentaje de punto que caiga el crecimiento económico global. Esto supondrá cierres de fábricas masivos en toda China con millones de trabajadores enfrentándose al desempleo.

En 2007 el crecimiento fue del 12 por ciento y en 2008 ya se ha desacelerado hasta el 9 por ciento, pero la caída podría ser aún mayor. En la zona que rodea Hong Kong más de dos millones de trabajadores podrían perder sus empleos en los próximos meses. Esto viene acompañado del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y una caida brusca de los precios inmobiliarios, dejando a muchas familias chinas con un valor negativo, es decir, una hipoteca que supera el valor del precio de sus viviendas. Esto está teniendo un impacto en el mercado interior. La respuesta del gobierno chino ha sido recurrir a un paquete económico para estimular el crecimiento.

Necesitan mantener un crecimiento superior al ocho por ciento para conseguir cierto grado de estabilidad social. Es verdad que China ha acumulado enormes reservas. Pero éstas no compensarán la pérdida de mercados exteriores cuando la economía mundial se hunda más en la recesión. Como resultado de esta situación se está extendiendo el malestar laboral y ya ha habido una oleada de protestas para exigir el pago de los salarios, con bloqueos de carreteras y piquetes en las fábricas. Como en Rusia y Europa del Este, igual en China, habrá una violenta reacción contra el capitalismo. Las ideas del marxismo ganarán terreno y preparará el camino para un movimiento nuevo e irresistible hacia el socialismo.

Nuestras reivindicaciones:

1)   ¡No a la privatización y por el abandono de la economía de mercado!
2)   ¡Abajo los oligarcas y los nuevos ricos! ¡Por la renacionalización de las empresas privatizadas sin compensación!
3)   ¡Por la democracia obrera!
4)   ¡Abajo la burocracia y la corrupción! ¡Los sindicatos deben defender los derechos de los trabajadores!
5)   ¡Los partidos comunistas deben defender una política comunista! ¡Regreso al programa de Marx y Lenin!
6)   ¡Por la reintroducción del monopolio estatal del comercio exterior!

La crisis del "Tercer Mundo"

La crisis actual sin duda golpeará más duramente a los países pobres de África, Oriente Medio, Asia y América Latina. Incluso en el boom, la aplastante mayoría sacó poco o ningún beneficio. En todos los países se ha producido una extrema polarización entre ricos y pobres. El dos por ciento de la población del planeta ahora tiene más de la mitad de la riqueza mundial. 1.200 millones de hombres, mujeres y niños viven en condiciones de absoluta pobreza. Ocho millones mueren cada año como consecuencia de la pobreza. Esto es lo mejor que el capitalismo puede ofrecer. ¿Qué ocurrirá ahora?

Además del colapso de las exportaciones, que afectará a todas las mercancías (excepto el oro y la plata), incluido el petróleo, ahora se enfrentan al aumento del coste de los alimentos, que en gran medida es el resultado de la especulación. Un informe reciente del Banco Interamericano avisaba de que el coste de los alimentos empujará a 26 millones de personas en América Latina a la absoluta pobreza. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha avisado de que los más pobres del mundo se enfrentan al "triple peligro" de: alimentos, combustible y finanzas. "No se puede pedir a los más pobres que paguen el precio más alto. Calculamos que 44 millones de personas más sufrirán este año de malnutrición debido a los altos precios de los alimentos. No podemos permitir que la crisis financiera se convierta en una crisis humanitaria". Son palabras hermosas, pero las cosas no se arreglan con palabras elocuentes.

La pobreza y el hambre mundial aumentarán debido a la crisis financiera global y las medidas de "ajuste estructural" de libre mercado dictadas por el FMI. Esta es una conclusión ineludible del último informe sobre la pobreza global publicado por el Banco Mundial. El Banco reveló que el número de personas obligadas a vivir con menos de un dólar diario estaba aumentando y podría alcanzar los 1.500 millones para finales de este año. Aproximadamente 200 millones de personas han caído en la abyecta pobreza desde los últimos cálculos de 1993. Se espera un crecimiento negativo del PIB per capita en Oriente Medio y el norte de África. Resumiendo la situación, el World Bank Director of Poverty Reduction and Economic Management, Michael Walton, dijo: "La imagen global que emergió a finales de los años noventa era de atasco del progreso debido a la crisis del Sudeste Asiático, aumentó el número de pobres en India, continuó el incremento en el África sub-sahariana y un profundo empeoramiento en Europa y Asia Central".

Sólo en Indonesia, la proporción de gente obligada a vivir con menos de un dólar diario aumentó del 11 por ciento en 1997 al 19,9 por ciento en 1998, con 20 millones más de gente en las filas de los "nuevos pobres", equivalente a una nación de tamaño medio como Australia. En Corea del Sur, la incidencia de la pobreza urbana pasó del 8,6 por ciento en 1997 al 19,2 por ciento en 2007. El número de personas que viven con menos de un dólar al día en India ha aumentado a 340 millones, de una estimación de 300 millones a finales de los años ochenta. Los últimos datos sobre estancamiento salarial en las zonas rurales sugerían un nuevo incremento de las tasas de pobreza en ese país. Y esta era la situación con una auge económico con tasas de crecimiento próximas al 10 por ciento anuales. Las cifras oficiales calculan que el crecimiento económico ya comienza a desacelerarse. En agosto de 2008 el crecimiento industrial fue del 1,3 por ciento anual, un resultado miserable comparado con un crecimiento superior al 10 por ciento el año anterior.

El FMI exige a los países pobres que abran sus mercados para la penetración del capital internacional. Exige recortes del gasto gubernamental, eliminación de los subsidios a los alimentos y otros productos de consumo popular y la privatización de las empresas públicas. El objetivo declarado es conseguir un "crecimiento económico sostenible". En realidad, significa la destrucción de sus industrias nacionales, la agricultura y un abrupto aumento del desempleo y la pobreza.

Un estudio reciente revelaba la existencia de una transferencia neta de pagos superior a los 1.000 millones de dólares de los gobiernos africanos al FMI en 1997 y 1998. Sin embargo, a pesar del aumento de estas devoluciones, la deuda total africana continuó aumentando en 3 por ciento. A pesar de que los países africanos necesitan urgentemente aumentar el gasto en sanidad, educación y cuidado sanitario, las medidas de ajuste estructural del FMI les obligan a recortar este gasto, el gasto per cápita en educación entre 1986 y 1996 cayó.

La catástrofe del "Tercer Mundo" es artificial. No hay nada automático en ello. De hecho, en la primera década del siglo XXI nadie tendría que pasar hambre por necesidad. El dinero que se ha entregado a los bancos podría haber solucionado el problema del hambre mundial, salvando millones de vidas. En junio de 2008 la FAO pidió 30.000 millones de dólares para estimular la agricultura y evitar futuras escaseces alimenticias. Sólo recibió 7.500 millones de dólares, pagables en cuatro años, lo que supone aproximadamente 1.800 millones de dólares al año. Este es el equivalente a dos dólares diarios por persona que pasa hambre.

Es habitual en occidente plantear la "solución" de los problemas de estos países en términos de ayuda. Se pide a los países "ricos" que den más dinero a los países "pobres". Pero en primer lugar, las cantidades mezquinas de la supuesta ayuda representan sólo una parte minúscula de la riqueza que se saquea de Asia, África, Oriente Medio y América Latina. En segundo lugar, esta ayuda con frecuencia está vinculada a intereses comerciales, militares o diplomáticos de los países donantes y, por tanto, significa una manera de incrementar la subordinación de las antiguas naciones coloniales a sus antiguos amos.

En cualquier caso, es inaceptable que países con enormes recursos queden reducidos a buscar la caridad como mendigos peleando por las migajas de la mesa del rico. La condición previa es romper el dominio del imperialismo y derrocar el dominio de los gobernantes corruptos locales que no son más que los chicos de los recados locales del imperialismo y las grandes empresas transnacionales. Ni la ayuda ni la caridad, sino un cambio radical de sociedad es la respuesta a la pobreza global.

En muchos países la clase obrera, después de años de abatimiento y agotamiento, está tomando el camino de la lucha. La lucha del pueblo palestino contra la opresión israelí continúa. Pero es la poderosa clase obrera de países como Sudáfrica, Nigeria y Egipto la que representa la clave del futuro. En Egipto hemos presenciado una oleada de huelgas y ocupaciones de fábrica contra la privatización y en defensa del empleo, incluido la victoriosa huelga con ocupación de fábricas de los más de 20.000 trabajadores del complejo textil Mahalla. Los trabajadores iraníes también están en marcha. Ha habido una importante oleada de huelgas, en la que han participado muchos sectores de la clase obrera: conductores de autobús, astilleros, ferroviarios, textil, trabajadores de la caña de azúcar de Haft-Tapeh, petróleo y otros sectores. Estas huelgas comienzan con reivindicaciones económicas, pero dada la naturaleza del régimen inevitablemente adquieren un carácter cada vez mas político y revolucionario.

En Nigeria, los trabajadores han protagonizado una serie de huelgas generales (¡8 en los últimos 8 años!), paralizando el país y planteando la cuestión del poder, sólo para ser defraudados por los dirigentes sindicales una y otra vez. En Sudáfrica también, el poderoso movimiento obrero ha organizado una huelga general tras otra, la más reciente en junio de 2007 y agosto de 2008. Hemos visto impresionantes movimientos de los trabajadores en Marruecos, Jordania, Líbano y también en Israel, ese bastión de la reacción en Oriente Medio. También ha habido movimientos de masas de trabajadores y campesinos en Pakistán, India, Bangladesh y Nepal, donde ha llevado al derrocamiento de la monarquía.

América Latina está sumida en un movimiento revolucionario desde Tierra del Fuego hasta Río Grande, con Venezuela a la vanguardia. Los llamamientos de Hugo Chávez a favor del socialismo no han caído en oídos sordos. La idea del socialismo ha regresado al orden del día. En Bolivia y Ecuador el movimiento de masas contra el capitalismo y el imperialismo está avanzando a pesar de la resistencia de los oligarcas apoyados por Washington. Es necesario poner en el orden del día la lucha por la política de la clase obrera, la solidaridad proletaria internacional y la lucha por el socialismo como la única solución duradera a los problemas de las masas.

Nuestras reivindicaciones:

1)   ¡Cancelación inmediata de todas las deudas del Tercer Mundo!
2)   ¡Abajo el latifundismo y el capitalismo!
3)   ¡Expropiación de la propiedad de los grandes terratenientes y por la reforma agraria! Allí donde sea posible, las grandes haciendas se deberían administrar de forma colectiva, utilizando métodos modernos de agricultura para impulsar la producción.
4)   ¡Liberación del dominio imperialista! ¡Nacionalización de la propiedad de las grandes transnacionales!
5)   Programa urgente para acabar con el analfabetismo y crear una mano de obra cualificada y formada.
6)   Libre acceso al servicio sanitario para todos.
7)   ¡No a la opresión de la mujer! ¡Plena igualdad legal, social y económica para la mujer!
8)   ¡No a la corrupción y la opresión! ¡Plenos derechos democráticos y derrocamiento de los chicos de los recados locales del imperialismo!

¡No al imperialismo!

El aspecto más destacable de la situación actual es el caos y la turbulencia que afecta a todo el planeta. Existe inestabilidad a todos los niveles: económico, social, político, diplomático y militar. En todas partes hay guerra o la amenaza de guerra: la invasión de Afganistán fue seguida por la ocupación aún más sangrienta y criminal de Iraq. En todas partes ha habido guerras: en los Balcanes, en Líbano y Gaza, la guerra de Darfur, en Somalia, en Uganda. En el Congo unos cinco millones de personas han sido masacradas en los últimos años, la ONU y la llamada comunidad internacional no movieron un dedo.

Consciente de su enorme poder, Washington sustituye la diplomacia "normal" por la bravuconería más vergonzosa. Su mensaje es brutalmente claro: "haced lo que os decimos o de lo contrario os bombardearemos e invadiremos". El antiguo presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, reveló que poco después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, EEUU amenazó con bombardear su país hasta "devolverlo a la Edad de Piedra" si no ofrecía su cooperación en la lucha contra el terrorismo y los talibán. Ahora Musharraf se ha ido y la fuerza aérea norteamericana bombardea el territorio pakistaní.

El imperialismo norteamericano invadió Iraq con el falso pretexto de que tenía armas de destrucción masiva. Dijeron que Sadam Hussein era un dictador brutal que asesinó y torturó a su propio pueblo. Ahora la ONU ha tenido que admitir que en el Iraq ocupado el asesinato y la tortura masiva son algo endémico. Según una reciente encuesta, el 70 por ciento de los iraquíes piensan que viven peor que con Sadam.

La "guerra contra el terrorismo" ha provocado más terrorismo a escala mundial que nunca. Allí donde ponen el pie los imperialistas norteamericanos causan la destrucción y el sufrimiento más terribles. Las espantosas escenas de muerte y destrucción en Iraq y Afganistán recuerdan las palabras del historiador romano Tácito: "Crearon un desierto y lo llamaron paz". Pero, comparado con el poder del imperialismo norteamericano, el poder del Imperio Romano era un juego de niños. No contento con saquear Iraq, Washington amenaza a Siria e Irán. Ha conseguido desestabilizar Asia Central. Constantemente intenta derrocar al gobierno elegido democráticamente de Venezuela y asesinar al presidente Chávez. Conspira para reducir a Cuba de nuevo al estatus de semicolonia y organizar atentados terroristas contra ella.

La mayoría de la gente rechaza estas barbaridades con repugnancia. Parece que el mundo de repente se ha vuelto loco. Sin embargo, esta respuesta es inútil y contraproducente. La situación actual a la que se enfrenta la raza humana no se puede explicar como una expresión de la locura o la crueldad inherente a hombres y mujeres. El gran filósofo Spinoza dijo en cierta ocasión: "ni reír ni llorar, sino comprender". Es un consejo serio: si no somos capaces de comprender el mundo en el que vivimos, nunca seremos capaces de cambiarlo. La historia no es un sinsentido. Se puede explicar, y el marxismo da una explicación científica.

No tiene sentido aproximarse a la guerra desde un punto de vista sentimental. Clausewitz dijo hace tiempo que la guerra es la continuación de la política por otro medio. Este caos sangriento refleja algo. Es un reflejo de las contradicciones irresolubles a las que se enfrenta el imperialismo a escala mundial. Son las convulsiones de un sistema socio-económico que se encuentra en un callejón sin salida. Hemos visto situaciones similares antes en la historia del mundo, como en el largo declive del Imperio Romano o en el período de agonía del feudalismo. La actual inestabilidad global es sólo un reflejo del hecho de que el sistema capitalista ha agotado su potencial histórico y no es ya capaz de desarrollar las fuerzas productivas como hizo en el pasado.

El capitalismo senil, asediado por contradicciones irresolubles por todos lados, encuentra su contrapartida en el imperialismo más brutal que el mundo haya visto jamás. La galopante carrera armamentística está consumiendo una porción cada vez mayor de la riqueza creada por la clase obrera. EEUU, que ahora es la única superpotencia mundial, cada año gasta aproximadamente 600.000 millones de dólares en armas. Cuenta con casi el 40 por ciento del gasto militar mundial. En cambio, Gran Bretaña, Francia y Alemania representan sólo un cinco por ciento cada uno, mientras que Rusia, increíblemente, sólo cuenta con aproximadamente el 6 por ciento. La situación representa una amenaza para el futuro de la humanidad.

Las enormes sumas de dinero gastadas en armas serían, por sí solas, suficientes para resolver el problema de la pobreza mundial. Según algunos cálculos, sólo el coste total de la guerra de Irak le costará 3 billones de dólares a EEUU. Todo el mundo sabe que esto es una locura. Pero el desarme sólo se puede conseguir con un cambio fundamental de la sociedad. La liquidación del imperialismo sólo se puede conseguir liquidando el capitalismo y el dominio de los bancos y monopolios, estableciendo un orden mundial racional, basado en las necesidades de la población y no en la lucha voraz por los mercados, materias primas y esferas de influencia, que es la causa real de la guerra.

Nuestras reivindicaciones:

1)   Oposición a las guerras reaccionarias del imperialismo.
2)   Retirada inmediata de todas las tropas extranjeras de Irak y Afganistán.
3)   Recorte drástico del gasto inútil en armas y aumento masivo del gasto social.
4)   Plenos derechos civiles para los soldados, incluido el derecho a afiliarse a un sindicato y el derecho a huelga.
5)   Defensa de Venezuela, Cuba y Bolivia contra los planes agresivos de Washington.
6)   ¡Contra el racismo! ¡Defensa de los derechos de todos los pueblos oprimidos y explotados! ¡Por la unidad de todos los trabajadores, independientemente de la raza, color, nacionalidad o religión!
7)   ¡Por el internacionalismo proletario! ¡Trabajadores del mundo, uníos!

¡Por un mundo socialista!

El mercado no se puede planificar o regular. No responde a las medidas tomadas por los gobiernos nacionales. El presidente del Banco Mundial lo admitió cuando dijo: "El G7 no funciona. Necesitamos un grupo mejor para un tiempo mejor". Pero los tiempos mejores no están a la vista. El FMI no puede solventar la situación de todo el mundo. Y la crisis a la que nos enfrentamos ahora, es mundial. Ningún país puede escapar. La crisis es global y exige una solución global. Ésta sólo puede llegar con el socialismo.

En la Edad Media la producción se limitaba al mercado local. Incluso para transportar mercancías de una ciudad a otra se debían pagar impuestos, peajes y otros derechos. La eliminación de estas restricciones feudales, el establecimiento de un mercado nacional y un estado nacional fueron las condiciones previas para el desarrollo del capitalismo moderno. En el siglo XXI, no obstante, los estados nacionales y el mercado nacional son demasiado estrechos como para contener el fabuloso desarrollo de la industria, agricultura, ciencia y tecnología. En lugar de una serie de economías nacionales, surgió el mercado mundial. Carlos Marx ya previó esta situación en el brillante pronóstico que hizo en El Manifiesto Comunista hace más de 150 años. El aplastante dominio del mercado mundial ahora es la característica más importante de la época moderna.

En su primer periodo, el capitalismo jugó un papel progresista derribando las viejas barreras y restricciones feudales, creando el mercado mundial. Más tarde, la expansión del capitalismo creó el mercado mundial, y el dominio de éste es la característica más importante de la época moderna. La llegada de la globalización es una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha superado los estrechos límites del estado nacional. Sin embargo, la globalización no elimina las contradicciones del capitalismo. Sólo las reproduce a una escala mucho mayor. Durante un tiempo, el capitalismo consiguió superar sus contradicciones aumentando el comercio mundial (globalización). Por primera vez en la historia, todo el mundo ha sido arrastrado al mercado mundial. Los capitalistas encontraron nuevos mercados y lugares para la inversión en China y otros países. Pero ahora este proceso ha alcanzado sus límites.

La crisis actual es, en última instancia, una expresión de la rebelión de las fuerzas productivas contra la camisa de fuerza de la propiedad privada y el estado nacional. La crisis actual tiene un carácter global. La globalización se revela como una crisis global del capitalismo. Es imposible resolverla sobre bases nacionales. Todos los expertos están de acuerdo en que los problemas a los que se enfrenta el planeta no se pueden resolver sobre bases nacionales. El problema del hambre mundial en gran medida se ha exacerbado con la producción de biocombustibles en EEUU. Todo esto va en interés de las grandes empresas agrarias y de nadie más. Sólo una economía global planificada puede poner freno a esta locura.

En su sed insaciable de beneficio, el sistema capitalista puso en peligro a todo el planeta. Un sistema económico que destroza el planeta en busca de botín, que destruye el medio ambiente, que asola los bosques tropicales, que envenena el aire que respiramos, el agua que bebemos y la comida que comemos no merece vivir. Las carreteras de nuestras grandes ciudades están atascadas con vehículos privados. La congestión de tráfico supuso que sólo en 2003 la gente dedicase 7.000 millones de horas y desperdiciase 22.500 millones de litros de combustible en atascos de tráfico. La ausencia de planificación lleva al colapso de la infraestructura del transporte y al deterioro del medioambiente provocado por la emisión de gases invernadero y a la contaminación atmosférica, el 60-70 por ciento de la cual es provocada por los vehículos.

Dejamos a un lado el tremendo coste humano de esta locura: los accidentes, la gente muerta y mutilada en las carreteras, la tensión insoportable, las condiciones inhumanas, el ruido y el caos. La pérdida de productividad es colosal. Y no obstante, todo esto se podría resolver fácilmente con un buen sistema integrado de transporte público gratuito o casi gratuito de calidad. El transporte aéreo, por carretera, ferrocarril y marítimo deberían ser de propiedad pública e integrados racionalmente para servir a las necesidades humanas.

La continuación del capitalismo no sólo es una amenaza para los empleos y niveles de vida; es una amenaza para el futuro del planeta y la vida sobre la tierra.

¿Es una utopía?

Mediante el aumento de la participación en los mercados mundiales, los banqueros y capitalistas consiguieron fabulosos beneficios durante el último período. Pero este proceso ahora ha alcanzado su límite. Todos los factores que sirvieron para empujar hacia arriba a la economía mundial durante el último período, ahora se combinan para provocar una espiral descendente. La demanda, que se expandió artificialmente gracias a los bajos tipos de interés, ahora se ha contraído abruptamente. La severidad de la "corrección" refleja la exagerada confianza y la "exuberancia irracional" del período anterior.

Así como en el período de decadencia feudal las viejas barreras, los peajes de carretera, los impuestos y las monedas locales se convirtieron en obstáculos intolerables para el desarrollo de las fuerzas productivas, los actuales estados nacionales con sus fronteras nacionales, pasaportes, controles a la importación, restricciones de la inmigración y aranceles proteccionistas se han convertido en barreras que impiden el libre movimiento de mercancías y personas. El libre desarrollo de las fuerzas productivas, la única garantía real para el desarrollo de la civilización humana y la cultura, exige la supresión de todas las fronteras y el establecimiento de una mancomunidad mundial.

Tal desarrollo sólo será posible bajo el socialismo. La condición previa es la abolición de la propiedad privada de los puntos clave de la economía: la propiedad común de la tierra, los bancos y las principales industrias. Un plan de producción común es la única manera de movilizar el colosal potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica. Eso significaría un sistema económico basado en la producción para las necesidades de muchos, no para el beneficio de unos pocos.

Una federación socialista de Europa, América Latina o de Oriente Medio, abriría un tremendo y nuevo panorama para el desarrollo humano. El objetivo final es la Federación Socialista Mundial, donde los recursos de todo el planeta se dediquen al beneficio de toda la humanidad. Las guerras, el desempleo, el hambre y la privación se convertirían sólo en un mal recuerdo del pasado, como una pesadilla ya medio olvidada.

Algunos dirán que se trata de una utopía, es decir, algo que no se puede conseguir. Pero si a un campesino medieval le hubiéramos explicado la perspectiva de una economía mundial con ordenadores y viajes al espacio, habría reaccionado exactamente de la misma manera. Y si bien se mira, ¿es realmente tan difícil? El potencial de las fuerzas productivas permitiría solucionar fácilmente todos los problemas que atormentan a la raza humana: pobreza, falta de vivienda, hambre, enfermedad y analfabetismo. Los recursos están ahí. Lo que hace falta es un sistema económico racional que pueda ponerlos en funcionamiento.

Las condiciones objetivas para el socialismo ya existen. ¿Es realmente una utopía? Sólo los escépticos más miopes, sin un conocimiento de la historia o visión del futuro, podrían decir eso. La pregunta que debemos hacer es la siguiente: ¿es aceptable que en la primera década del siglo XXI las vidas, los empleos y las viviendas de todo el mundo se decidan de la misma manera que un jugador lanza los dados en un casino? ¿Realmente creemos que la humanidad no se merece un sistema mejor que el juego ciego de las fuerzas del mercado?

Los defensores del llamado libre mercado no pueden dar un argumento racional que pueda justificar esta absurda suposición. En lugar del argumento lógico, ellos afirman simplemente que ésta es la situación natural e inevitable de las cosas y que, en cualquier caso, no hay alternativa. No es un argumento coherente, sino sólo un prejuicio ciego. Esperan que, repitiendo constantemente el mismo mantra, finalmente la gente se lo crea. Pero la vida en sí misma ha demostrado la mentira de que "la economía de libre mercado funciona". Nuestra propia experiencia y las pruebas que nos dan nuestros ojos nos dicen que no funciona, que es un sistema despilfarrador, caótico, bárbaro e irracional que destroza la vida de millones para el beneficio de unos pocos.

El sistema capitalista está condenado porque ni siquiera es capaz de alimentar a la población mundial. Su continuación amenaza el futuro de la civilización y la cultura e incluso amenaza la continuidad de la vida misma. El sistema capitalista debe morir para que la raza humana pueda vivir. En la futura sociedad socialista, los hombres y las mujeres libres echarán la vista atrás a nuestro mundo actual con el mismo sentido de incredulidad con el que nosotros contemplamos el mundo de los caníbales. Y para los caníbales, un mundo donde hombres y mujeres no se devoraran mutuamente también parecería una utopía.

La crisis de dirección

En 1938, León Trotsky escribía: "Las charlatanerías de toda especie según las cuales las condiciones históricas no estarían todavía ‘maduras' para el socialismo no son sino el producto de la ignorancia o de un engaño consciente. Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse. Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe.

Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria".
La clase obrera hace tiempo que creó partidos para defender sus intereses y cambiar la sociedad. Algunos se llamaron socialistas, otros laboristas, comunistas o de izquierdas. Pero ninguno de ellos defiende una política comunista o socialista. El largo período de auge capitalista después de la Segunda Guerra Mundial puso el sello final a la degeneración burocrática y reformista de las organizaciones de masas del proletariado. Los dirigentes de los sindicatos, así como de los partidos socialistas y comunistas, han cedido a la presión de la burguesía, y la mayoría de ellos hace tiempo que abandonaron cualquier pretensión de defender un cambio de sociedad.

Los dirigentes de los partidos obreros tradicionales, socialdemócratas y el Partido Laborista, están totalmente entrampados con los capitalistas y su Estado. En contra de sus deseos, los capitalistas han tenido que nacionalizar bancos, pero lo han hecho de manera que dedican ingentes subvenciones a los banqueros y no en beneficio de la población. Nosotros exigimos la nacionalización de todo el sector bancario y financiero, con un mínimo de compensación sólo en caso de necesidad comprobada.

Los dirigentes de los antiguos partidos comunistas de Rusia, Europa del Este y de muchos otros países han abandonado totalmente el programa revolucionario de Marx y Lenin. Nos enfrentamos a la contradicción manifiesta de que precisamente en un momento en que el capitalismo está en crisis en todas partes, cuando millones de hombres y mujeres buscan un cambio fundamental en la sociedad, los dirigentes de las organizaciones de masas se aferran cada vez más tenazmente al orden existente. Como Trotsky dijo hace tiempo: la situación política mundial en general se caracteriza principalmente por la crisis histórica de la dirección del proletariado.

Es intolerable que los dirigentes que hablan en nombre del socialismo y la clase obrera, o incluso de la "democracia", aprueben enormes planes de rescate paraa bancos privados, lo que significa un aumento importante de la deuda pública, que será pagada con años de recortes y austeridad. Lo hacen en nombre del "interés general", pero en realidad es una medida que va en interés de los ricos y en contra de los intereses de la mayoría. Esta situación no puede durar.

No hay alternativa para la clase obrera fuera del movimiento obrero o sindical. En condiciones de crisis capitalista, las organizaciones de masas sufrirán una tremenda sacudida. Comenzando por los sindicatos, los dirigentes del ala derecha sufrirán la presión de la base. O ceden a esa presión y comienzan a reflejar la presión desde abajo o serán echados a un lado y sustituidos por personas que estén más en contacto con las ideas y aspiraciones de los trabajadores. Nuestra tarea es llevar las ideas del marxismo al movimiento obrero y ganar a la clase obrera para las ideas del socialismo científico. Hace más de 150 años Marx y Engels proclamaron lo siguiente en El Manifiesto Comunista:

"¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general?
"Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.
"No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.
"Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.
"Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario".

Los marxistas comprendemos el papel de las organizaciones de masas. No confundimos la dirección con la masa de trabajadores que están detrás de ella. Hay un abismo entre los oportunistas y arribistas que están en la dirección y la clase que les vota. La crisis actual sacará a la luz este abismo y lo ampliará hasta alcanzar un punto de ruptura. Sin embargo, la clase obrera se aferra a las organizaciones de masas, a pesar de la política de los dirigentes, porque no hay alternativa. La clase obrera no entiende de pequeñas organizaciones. Todos los intentos de las sectas de crear "partidos revolucionarios de masas" al margen de las organizaciones de masas han fracaso miserablemente y están destinados a fracasar en el futuro.

Lucharemos contra la política de bancarrota y nos enfrentaremos a la vieja dirección. Exigimos la ruptura con los banqueros y los capitalistas, exigimos que apliquen una política en interés de los trabajadores y la clase media. En 1917, Lenin y los bolcheviques le dijeron a los dirigentes mencheviques y social-revolucionarios: "¡Romped con la burguesía, tomad el poder!" Pero los mencheviques y social-revolucionarios se negaron obstinadamente a tomar el poder. Se aferraron a la burguesía y de esta manera prepararon la victoria de los bolcheviques. De la misma manera, decimos a esos partidos y organizaciones que se basan en los trabajadores y que hablan en su nombre que rompan políticamente con la burguesía y  que luchen por un gobierno socialista con un programa socialista.

Daremos apoyo crítico a los partidos obreros de masas contra los partidos de los banqueros y capitalistas, pero exigimos que pongan en práctica una política en interés de la clase obrera. No hay manera de que la crisis se solucione con medidas paliativas de los gobiernos y banqueros. Las medidas parciales no proporcionarán una salida. El problema es que las direcciones de las organizaciones obreras de masas en todos los países no tienen una perspectiva de cambio fundamental de la sociedad. Pero eso es precisamente lo que hace falta.

El ser social determina la conciencia. La clase obrera en general aprende de la experiencia, y la experiencia de la crisis capitalista implica que aprenderá rápido. Ayudaremos a los trabajadores a sacar las conclusiones necesarias no con estridentes denuncias sino con la explicación paciente, con el trabajo sistemático en las organizaciones de masas. La gente se hace preguntas y busca respuestas. La tarea de los marxistas sólo es hacer consciente el deseo inconsciente o semi-consciente de la clase obrera de cambiar la sociedad.

1)   ¡Contra el sectarismo!
2)   ¡Por la transformación de las organizaciones de masas de la clase obrera!
3)   ¡Luchemos por la transformación de los sindicatos!
4)   ¡Luchemos por un programa marxista!

¡Ayúdanos a construir la CMI!

No basta con lamentar la situación en la que se encuentra el mundo. ¡Es necesario actuar! Aquellos que dicen: "no estoy interesado en política" deberían haber nacido en otra época. Hoy no es posible escapar de la política. ¡Inténtalo! Enciérrate en tu casa, cierra la puerta y escóndete debajo de la cama. Pero la política llamará a tu puerta y entrará en tu casa. La política afecta a cada uno de los aspectos de nuestra vida. El problema es que mucha gente identifica la política con los partidos políticos existentes y con sus dirigentes. Echan una mirada a los salones del parlamento, el arribismo, los discursos vacíos, las promesas incumplidas, y se alejan.

Los anarquistas sacan la conclusión de que no necesitamos un partido. Esto es un error. Si mi casa se derrumba no puedo llegar a la conclusión de que debo dormir en la calle, sino que debo empezar a reconstruirla urgentemente. Si no estoy satisfecho con la dirección actual de los sindicatos y los partidos obreros, debo luchar por una dirección alternativa, con un programa y una política adecuadas a mis necesidades.

La Corriente Marxista Internacional lucha por el socialismo en cuarenta países y cinco continentes. Defendemos enérgicamente los fundamentos del marxismo. Defendemos las ideas básicas, tradiciones,  política y principios elaborados por Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Actualmente nuestra voz es aún débil. Durante mucho tiempo los marxistas se vieron obligados a nadar contra corriente. La Corriente Marxista Internacional ha demostrado su capacidad de mantenerse firme en condiciones adversas. Ahora nadamos a favor de la marea de la historia. Los acontecimientos han confirmado todas nuestras perspectivas. Esto nos da una confianza inquebrantable en las ideas y métodos del marxismo, en la clase obrera y en el futuro socialista de la humanidad.

Empezando por los trabajadores y jóvenes más avanzados, nuestra voz llegará a la masa de trabajadores en cada fábrica, sindicato, comité de empresa, instituto y universidad, a cada barrio obrero. Para llevar a cabo este trabajo necesitamos tu ayuda. Necesitamos colaboradores que escriban artículos, vendan periódicos, recauden dinero y trabajen en los sindicatos y en el movimiento obrero. Queremos que tú también formes parte de esto. No penséis: "Yo no puedo contribuir a nada importante". Juntos, una vez estemos organizados, podremos conseguir cosas realmente importantes.

La clase obrera tiene en sus manos un poder colosal. Sin el permiso de los trabajadores no se enciende una sola bombilla, no se mueve una rueda ni suena un teléfono. El problema es que los trabajadores no son conscientes de este poder. Nuestra tarea es hacerles conscientes de ello. Lucharemos a favor de toda reforma, de todo avance, por pequeños que éstos sean, porque sólo a través de la lucha cotidiana bajo el sistema capitalista los trabajadores adquirirán la confianza necesaria en sus fuerzas para cambiar la sociedad.

Por todas partes el ambiente de las masas está cambiando. En América Latina existe fermento revolucionario, que se intensificará y extenderá a otros continentes. En Gran Bretaña, en EEUU y otras naciones industrializadas, muchos que antes no cuestionaban el orden social existente, ahora se hacen preguntas. Ideas que antes escuchaba sólo un número reducido de personas, encontrarán eco entre un auditorio mucho más amplio. Se está preparando el terreno para un auge sin precedentes de la lucha de clases en todo el mundo.

Cuando colapsó la URSS nos dijeron que la historia había terminado. Por el contrario, la historia aún no ha empezado. En el espacio de sólo veinte años el capitalismo ha demostrado ser un sistema en total bancarrota. ¡Es necesario luchar por una alternativa socialista! Nuestro objetivo es conseguir un cambio fundamental de la sociedad y luchar por el socialismo a escala nacional e internacional. Luchamos por la causa más importante: la emancipación de la clase obrera y el establecimiento de una forma de sociedad humana nueva y superior. Ésa es la única causa realmente digna por la que luchar en la primera década del siglo XXI.

¡Únete a nosotros!

Londres, 30 de octubre de 2008.

Lea también Una alternativa marxista a la crisis global del capitalismo (primera parte)

¡Que la crisis la paguen los capitalistas! Manifiesto de la Corriente Marxista Internacional Una crisis global del capitalismo

La crisis del capitalismo mundial es un hecho que nadie puede ignorar. Ayer mismo los economistas nos aseguraban que era imposible otro 1929. Ahora hablan de la amenaza de otra Gran Depresión. El FMI advierte de un aumento del riesgo de una recesión económica severa y prolongada a escala mundial. Lo que comenzó como un colapso financiero en EEUU se ha extendido ahora a la economía real, amenazando los empleos, las viviendas y las vidas de millones de personas.

El pánico se ha apoderado de los mercados. Richard Fuld, antiguo ejecutivo jefe de Lehman Brothers, dijo en el Congreso norteamericano que su banco había volado debido a una "tormenta de miedo". Esa tormenta no muestra signos de amainar. No sólo los bancos están amenazados con la bancarrota, sino también países, como demuestra el ejemplo de Islandia. Asia se suponía que salvaría al mundo de la recesión, pero los mercados asiáticos han sido arrastrados por el torbellino general. Diariamente se registran caídas exorbitantes desde Tokio a Shanghái, desde Moscú a Hong Kong.

Este es el mayor colapso financiero desde 1929. Y como ocurrió con el gran crack, también ha estado precedido de una especulación masiva durante el período anterior. La magnitud de la especulación en las últimas dos décadas no tiene precedentes. La capitalización bursátil en EEUU pasó de 5,4 billones de dólares en 1994 a 17,7 billones en 1999 y 35 billones en 2007. Esto supera con creces la cantidad de capital especulativo que estaba presente antes de 1929. El mercado mundial de derivados alcanza por lo menos los 500 billones de dólares, lo cual es diez veces más que el total de la producción mundial de mercancías y servicios.

En los años de boom, cuando los banqueros consiguieron acumular cantidades incalculables de riqueza, no se planteaba compartir los beneficios con el resto de la sociedad. Pero ahora que tienen dificultades recurren al gobierno exigiendo dinero. Si eres un jugador compulsivo que pides prestados mil dólares y los pierdes, siendo incapaz de devolverlos irás a prisión. Pero si eres un banquero rico que ha apostado miles de millones de dólares del dinero de otras personas y los pierdes, no sólo no vas a prisión, sino que además el Estado te recompensará con más miles de millones de dólares de otras personas.

Enfrentados al riesgo de un colapso total del sistema bancario, los gobiernos están tomando medidas desesperadas. La administración Bush ha inyectado 700.000 millones de dólares en las arcas de los banqueros en un intento frenético de infundir vida a un sistema financiero moribundo. Es el equivalente de aproximadamente 2.400 dólares por cada hombre, mujer y niño de EEUU. El gobierno británico ha anunciado un plan de rescate superior a los 400.000 millones de libras (proporcionalmente muy superior al de EEUU) y la UE ha añadido otros tantos miles de millones. El plan de rescate alemán asciende a aproximadamente el 20 por ciento del PIB de la economía más grande de Europa. La administración de la canciller Angela Merkel prometió 80.000 millones de euros para recapitalizar los bancos con problemas, y el resto ha sido destinado a cubrir las garantías de los préstamos y las pérdidas. Hasta ahora se han gastado ya en el mundo aproximadamente 2,5 billones de dólares y eso no ha conseguido detener la espiral descendente.

Medidas desesperadas

La crisis actual está lejos de haber terminado todo su recorrido. Las medidas que han tomado gobiernos y bancos centrales no la pararán. Arrojando grandes sumas de dinero a los bancos sólo conseguirán, en el mejor de los casos, un respiro temporal y aliviar ligeramente la crisis a costa de una enorme carga de deuda para futuras generaciones. Pero todo economista serio sabe que los mercados tienen que caer aún más.

En cierto sentido la situación actual es aún peor que en los años treinta. La enorme oleada de especulación que precedió y preparó esta crisis financiera es varias veces mayor que la que desencadenó el crack de 1929. Las cantidades de capital ficticio que se han bombeado al sistema financiero mundial y que constituyen un veneno que amenaza con destruirlo todo, son tan formidables que nadie es capaz de cuantificarlas. La consiguiente "corrección" (por hacer uso del eufemismo actual al que recurren los economistas) será por tanto incluso más dolorosa y duradera.

En los años treinta EEUU era el mayor acreedor del mundo, ahora es el mayor deudor. En la época del New Deal, Roosevelt, en un intento de sacar la economía norteamericana de la Gran Depresión, tenía a su disposición enormes cantidades de dinero. Hoy, Bush tiene que suplicar a un Congreso reticente que le entregue un dinero que no tiene. La aprobación del regalo de 700.000 millones de dólares a los grandes negocios significa el aumento correspondiente del endeudamiento público. Esto a su vez significa todo un período de austeridad y recortes de los niveles de vida para millones de ciudadanos estadounidenses.

Estas medidas de pánico no evitarán la crisis, que apenas acaba de comenzar. De la misma manera, el New Deal de Roosevelt, contrariamente a la percepción popular, no detuvo la Gran Depresión. La economía norteamericana permaneció en situación de depresión hasta 1941, cuando EEUU entró en la Segunda Guerra Mundial y el gigantesco gasto militar finalmente acabó con el desempleo. Una vez más nos enfrentamos a un período largo de declive de los niveles de vida, cierres de fábrica, reducción de los salarios, recortes del gasto público y austeridad general.

Los capitalistas se encuentran en un callejón sin salida y no ven una alternativa. Todos los partidos tradicionales están en una situación de perplejidad que raya la parálisis. El presidente Bush le ha dicho al mundo que "llevará su tiempo" para que su plan de rescate financiero funcione. Mientras tanto, más empresas caen en la bancarrota, más gente pierde su empleo y más naciones se arruinan. La crisis crediticia está comenzando a estrangular a empresas antes sanas. Incapaces de conseguir capital, las empresas tendrán que recortar primero la inversión fija, después el capital circulante y finalmente el empleo.

Los empresarios están rogando a los gobiernos y bancos centrales que recorten los tipos de interés. Pero en las circunstancias actuales esta medida no ayudará. El recorte coordinado de medio punto porcentual fue seguido por caídas profundas en los mercados bursátiles mundiales. El caos en los mercados no se resolverá con reducciones de los tipos de los tipos de interés de los bancos centrales. Frente a una recesión global nadie quiere comprar acciones y nadie está dispuesto a prestar dinero. Los bancos dejan de prestar dinero porque no confían en recuperar ese dinero. Todo el sistema está amenazado con la parálisis.

A pesar de los esfuerzos coordinados de los bancos centrales para inyectar dinero al sistema, los mercados del crédito siguen obstinadamente congelados. El gobierno británico dio a los banqueros un regalo superior a los 400.000 millones de libras. La reacción fue una caída de la bolsa. De hecho, el tipo de interés de los préstamos interbancarios aumentó después del anuncio de este donativo y tras el anuncio de que el Banco de Inglaterra reduciría los tipos de interés medio punto porcentual. Por lo general, estos recortes no se están trasladando a los prestatarios ni a los compradores de casas. Estas medidas no han solucionado la crisis, sino más bien han metido dinero en los bolsillos de la misma gente cuya actividad especulativa, si no causó la crisis, sí que la ha exacerbado enormemente y la ha dado un carácter convulso e incontrolable.

Los banqueros nunca pierden

En el pasado el banquero era percibido como un hombre respetable con traje gris que se suponía era un modelo de responsabilidad y que sometía a la gente a una severa investigación antes de prestar dinero. Pero en el último período todo eso cambió. Con los tipos de interés bajos y abundante liquidez, los banqueros dejaron a un lado la cautela y prestaron miles de millones de dólares por altos márgenes a gente que, cuando subieron los tipos de interés, descubrieron que eran incapaces de devolverlos. El resultado fue la crisis de las hipotecas subprime que ayudó a desestabilizar todo el sistema financiero.

Los gobiernos y bancos centrales conspiraron para avivar las llamas de la especulación en un intento de evitar una recesión. Con Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal los tipos de interés se mantuvieron muy bajos. Esta medida fue alabada como una política sabia. Pero estos métodos de posponer el día funesto sólo sirvieron para hacer que la crisis fuera mil veces peor cuando ésta finalmente llegó. El dinero barato permitió a los banqueros participar en una orgía de especulación. Los individuos pedían dinero prestado para invertir en propiedad o comprar bienes; los inversores utilizaban la deuda barata para invertir en valores con mayor rendimiento o vivían de prestado a costa de las inversiones existentes; los préstamos bancarios iban muy por delante de los depósitos bancarios alcanzando un nivel sin precedentes, y las actividades dudosas no se apuntaban en los libros de cuentas.

Ahora toda esta situación se ha convertido en su contrario. Todos los factores que impulsaron la economía se combinan ahora para crear una fiera espiral descendente. Cuando la llega la hora de pagar la deuda, la escasez de crédito amenaza con paralizar toda la economía. Si un trabajador hace una pifia en su trabajo, será despedido. Pero cuando los banqueros arruinan todo el sistema financiero, esperan ser recompensados. Los hombres con trajes elegantes que hicieron fortunas especulando con el dinero de otros ahora exigen que el contribuyente les rescate. Esta es una lógica muy peculiar que la mayoría de la gente tiene dificultades para comprender.

En los años de boom el sector bancario y financiero consiguió enormes beneficios. Sólo en el año 2006 los grandes bancos generaron aproximadamente el 40 por ciento de todos los beneficios empresariales de EEUU. Es una industria donde los altos ejecutivos reciben recompensas 344 veces superiores a lo que cobra un trabajador medio norteamericano. Hace treinta años un presidente medio de una empresa conseguía aproximadamente 35 veces el salario de un trabajador medio. El año pasado, el presidente de una de las 500 primeras empresas recibió en concepto de "compensación" 10,5 millones de dólares.

Los banqueros quieren que olvidemos todo esto y nos concentremos en la urgencia de salvar los bancos. Todas las necesidades apremiantes de la sociedad se dejan a un lado y la riqueza de la sociedad se pone enteramente a disposición de los banqueros, cuyos servicios a la sociedad se supone que son más importantes que los servicios de enfermeras, médicos, profesores o trabajadores de la construcción. Los gobiernos de la UE y EEUU gastaron en una semana el equivalente a lo que sería necesario para aliviar el hambre mundial durante casi 50 años. Mientras millones pasan hambre, los banqueros continúan recibiendo suntuosos salarios y bonificaciones, y mantienen un estilo de vida extravagante a costa de la población. El hecho de que exista una crisis no supone ninguna diferencia para ellos.

"¿En interés de todos?"

A la mayoría de la gente no le convence los argumentos de los banqueros y políticos. Se sienten amargamente molestos por el hecho de que su dinero, tan difícil de ganar, sea entregado a los banqueros y a los ricos. Pero cuando protestan se encuentran con un coro ensordecedor de políticos que dicen: "No hay alternativa". Este argumento se repite con tanta frecuencia e insistencia que silencia a la mayoría de los críticos, especialmente cuando todos los partidos están de acuerdo en ello.

Demócratas y republicanos, socialdemócratas, demócrata cristianos, conservadores y laboristas, todos han unido sus fuerzas en una auténtica conspiración para convencer a la opinión pública de que es "en el interés de todos" robar a la clase obrera para poner más dinero en manos de los gánsteres empresariales. "Necesitamos un sistema bancario sano (es decir, rentable)", gritan. "Necesitamos restaurar la confianza porque, si no, tendremos un Apocalipsis mañana por la mañana".

Este tipo de argumentación pretende generar una atmósfera de pánico y temor para que sea imposible tener una discusión racional. Pero, ¿en qué consiste realmente este argumento? Despojado de todas las sutilezas, significa sólo una cosa: Ya que los bancos están en manos de los ricos, y ya que los ricos sólo "arriesgarán" su dinero si consiguen una alta tasa de beneficios, y ya que de momento no están consiguiendo beneficios sino sólo pérdidas, el gobierno debe de intervenir y darles grandes sumas de dinero para restaurar sus beneficios y, por tanto, su confianza. Así, y sólo así, todo estará bien.

El famoso economista norteamericano John Kenneth Galbraith resumió su argumento de la siguiente forma: "Los pobres tienen demasiado dinero y los ricos no tienen suficiente". La idea es que si a los ricos les va bien entonces a largo plazo algo de la riqueza se filtrará y nos beneficiaremos todos. Pero como decía Keynes: a largo plazo todos estaremos muertos. Además, esta teoría ha demostrado ser falsa en la práctica.

El argumento de que es absolutamente necesario inyectar enormes sumas de dinero público en los bancos porque de no hacerlo significaría una catástrofe, no convence a los trabajadores y trabajadoras. Estos últimos hacen una pregunta muy sencilla: ¿por qué debemos pagar nosotros por los errores de los banqueros? Si ellos son los que se han metido en este lío, entonces ellos deberían salir solos. Aparte de una considerable pérdida de empleos en los sectores financiero y de servicios, la crisis bancaria afecta en otros sentidos a los niveles de vida. La agitación en los mercados ha hundido la bolsa y devastado los ahorros de trabajadores y clase media.

Hasta la fecha, los planes de jubilación en EEUU han perdido 2 billones de dólares. Eso significa que gente que ha trabajado duro durante toda su vida y ahorrado dinero con la esperanza de tener una jubilación relativamente digna, ahora tiene que cancelar esos planes y retrasar su jubilación. Más de la mitad de las personas entrevistadas en una encuesta reciente decían que les preocupaba tener que trabajar más horas porque el valor de sus ahorros para la jubilación había caído y casi uno de cada cuatro ha tenido que aumentar el número de horas de trabajo.

Mucha gente se enfrenta a los desahucios y a la pérdida de sus hogares. Si una familia pierde su casa, se dice que es el resultado de su propia codicia y falta de previsión. Las férreas leyes del mercado y la "supervivencia del más fuerte" les condenan a vivir en la calle. Es una cuestión privada y no preocupa al gobierno. Pero si un banco se arruina por la especulación voraz de los banqueros, es una terrible desgracia para toda la sociedad y, por tanto, toda la sociedad debe unirse para salvarle. ¡Esta es la lógica retorcida del capitalismo!

Hay que luchar contra este intento vergonzoso de colocar la carga de la crisis sobre los hombros de los que menos tienen. Para resolver la crisis es necesario arrebatar todo el sistema bancario y financiero de las manos de los especuladores y ponerlo bajo el control democrático de la sociedad, para así servir a los intereses de la mayoría y no a los intereses de los ricos.

Nuestras reivindicaciones:

1)   ¡No más rescates a los ricos! ¡Ni una compensación para los peces gordos! Nacionalización de los bancos y aseguradoras bajo el control y administración democrática de los trabajadores. Las decisiones bancarias se deben tomar en interés de la mayoría de la sociedad y no en el interés de una minoría de zánganos ricos. La compensación por los bancos y empresas nacionalizadas sólo se debe pagar en caso de necesidad comprobada a los pequeños inversores. La nacionalización de los bancos es la única manera de garantizar los depósitos y ahorros de la gente corriente.

2)   Control democrático de los bancos. Los consejos de administración deberían estar formados de la siguiente manera: un tercio elegido por los trabajadores del banco, un tercio elegido por los sindicatos para representar a los intereses de la clase obrera en su totalidad y un tercio por el gobierno.

3)   Prohibición inmediata de las bonificaciones exorbitantes, los salarios de todos los ejecutivos deberían limitarse al salario de un trabajador cualificado. ¿Por qué un banquero debe ganar más que un médico o un dentista? Si los banqueros no están dispuestos a cumplir unos términos razonables, hay que enseñarles la puerta y sustituirlos por licenciados cualificados, muchos de los cuales buscan empleo y están dispuestos a servir a la sociedad.

4)   Reducción inmediata de los tipos de interés, que deberían limitarse a los costes necesarios de las operaciones bancarias. Disposición de crédito barato para aquellos que lo necesiten: pequeñas empresas y trabajadores para comprar casas, y no para los banqueros y capitalistas.

5)   Derecho a una vivienda, paralización inmediata de los desahucios, reducción general de los alquileres y un masivo programa de construcción de vivienda social asequible.

La causa de la crisis

La causa de fondo de la crisis no es el mal comportamiento de algunos individuos. Si eso fuera así entonces la solución sería sencilla: conseguir que en el futuro se comporten mejor. Eso es lo que Gordon Brown quiere decir cuando habla de la "transparencia, honestidad y responsabilidad". Pero todo el mundo sabe que las finanzas internacionales son tan transparentes como un pozo negro, que la fraternidad bancaria es tan honesta como una reunión de la mafia y es tan responsable como un jugador compulsivo. Pero incluso si todos los banqueros fueran unos santos, eso no supondría ninguna diferencia fundamental.

No es correcto atribuir la causa de la crisis a la avaricia y la corrupción de los banqueros (aunque son sumamente codiciosos y corruptos). Más bien es una expresión de la enfermedad del sistema en general, una expresión de la crisis orgánica del capitalismo. El problema no es la codicia de ciertos individuos, ni la falta de liquidez o la ausencia de confianza. El problema es que el sistema capitalista a escala mundial está en un absoluto callejón sin salida. La causa primordial de la crisis es que el desarrollo de las fuerzas productivas ha superado los estrechos límites de la propiedad privada y el estado nacional. La expansión y contracción del crédito con frecuencia se presenta como la causa de la crisis, pero en realidad sólo es el síntoma más visible. Las crisis son una parte integral del sistema capitalista.

Marx y Engels hace tiempo explicaron que:

"Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía.

"Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio.

"Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas".

Estas palabras de El Manifiesto Comunista, escrito en 1848, son tan relevantes y están tan vigentes hoy como cuando fueron escritas. Podían haber sido escritas ayer.

En cualquier caso, la cuestión más importante no es la banca sino la economía real: la producción de mercancías y servicios. Para poder obtener beneficios, estos deben encontrar un mercado. Pero la demanda está sufriendo una abrupta caída y la situación se ha agravado por la falta de crédito. Nos enfrentamos a una crisis clásica del capitalismo que ya se ha cobrado muchas víctimas inocentes. El colapso de los precios inmobiliarios en EEUU ha llevado a una crisis en la industria de la construcción, que ya ha destruido miles de puestos de trabajo. La industria automovilística está en crisis, las ventas en EEUU están en su nivel más bajo en 16 años. Esto a su vez significa una caída de la demanda de acero, plástico, caucho, electricidad, petróleo y otros productos. Tendrá consecuencias en toda la economía, supondrá un aumento del desempleo y una caída de los niveles de vida.

Anarquía capitalista

Durante los últimos treinta años o más, nos han insistido que el mejor de los sistemas económicos posibles era algo llamado economía de libre mercado. Desde finales de los años setenta, el mantra de la burguesía fue "deja los mercados a rienda suelta" y "mantén el Estado fuera de la economía". El mercado se suponía que poseía poderes mágicos que le permitían organizar las fuerzas productivas sin la intervención del Estado. Esta idea es tan vieja como Adam Smith, que en el siglo XVIII hablaba de la "mano invisible del mercado". Los políticos y economistas alardeaban de haber eliminado el ciclo económico. "No regresaremos al ciclo de boom y recesión", repetían una y otra vez.

¡Ni hablar de seguir regulación alguna! Todo lo contrario, exigían a gritos que se suprimieran todas las regulaciones ya que iban en "detrimento del libre mercado". Por lo tanto, arrojaron a la hoguera todas las regulaciones y dejaron que las fuerzas del mercado reinaran libremente. La concupiscencia por el beneficio hizo el resto, según se movían de un continente a otro cantidades enormes de capital sin ningún tipo de obstáculo, destruyendo industrias y derrumbando divisas nacionales sólo con apretar la tecla de un ordenador. Es lo que Marx denominaba la anarquía del capitalismo. Ahora vemos los resultados. Con 700.000 millones de dólares del gobierno estadounidense y más de 400.000 millones de libras del británico, el Estado se verá implicado en la economía durante muchos años. 400.000 millones de libras es el equivalente a la mitad de la renta nacional británica. Incluso si esta cantidad se reembolsa (que es mucho suponer) eso significa muchos años de aumentos de impuestos, recortes del gasto social y austeridad.

El instinto de manada, una ley muy vieja, es lo que gobierna el comportamiento de los mercados. El apenas perceptible olor de un león merodeando en la sabana conseguirá que una manada de ñus se asuste y provocará una estampida que nada detendrá. Este es el tipo de mecanismo que determina los destinos de millones de personas. Esta es la cruda realidad de la economía de mercado. Igual que el ñu puede oler a un león, los mercados pueden oler la inminencia de la recesión. La perspectiva de una recesión es la verdadera causa del pánico. Una vez esto ocurra, nada podrá detenerlo. Todos los discursos, todos los recortes de tipos de interés, todas las limosnas a los bancos no tendrán efecto en los mercados financieros. Verán que los gobiernos y bancos centrales tienen miedo y sacarán las conclusiones necesarias.

El pánico que ha recorrido los mercados amenaza con aplastar todos los intentos de los gobiernos de contener la crisis. Ninguna de las medidas desesperadas adoptadas por la Reserva Federal de EEUU, ni los gobiernos europeos, ni por los bancos centrales han conseguido detener la estampida. El efecto de este escándalo es mayor porque la misma gente que ahora pide a gritos la ayuda estatal es la que siempre gritaba que el gobierno no tenía cabida en el funcionamiento de la economía y que el libre mercado debía funcionar sin regulaciones ni ninguna otra forma de intromisión del Estado.

Ahora todos se quejan amargamente de que los reguladores no hicieron bien su trabajo. Pero hasta hace poco todos estaban de acuerdo en que la tarea de los reguladores era sencillamente dejar solos a los mercados. Las autoridades protectoras tienen mucha razón cuando dicen que su trabajo no es dirigir los bancos, porque ese fue el mantra de los últimos treinta años. Desde Londres a Nueva York y Reikiavik los reguladores fracasaron y dieron rienda suelta a los "excesos" de la industria financiera. Durante las últimas tres décadas todos los defensores de la economía de mercado exigieron la supresión de las regulaciones.

La competencia por los negocios entre centros financieros se suponía que garantizaba que el mercado funcionase de manera eficiente, gracias a la mano invisible del mercado. Pero la bancarrota de esta política de laisez-faire quedó cruelmente al descubierto el verano de 2007. Ahora todos se dan golpes en el pecho y gimen por las consecuencias de sus propios actos. La sociedad paga ahora la factura de una política que permitió a los capitalistas y a sus representantes políticos intentar mantener un boom inflando constantemente la burbuja especulativa. Todos participaron en este masivo fraude. Republicanos y demócratas, laboristas y conservadores, socialdemócratas y antiguos "comunistas", todos abrazaron la economía de mercado y aplaudieron este alegre carnaval de hacer dinero.

Es muy fácil ser sabio después de que han sucedido los acontecimientos, como te dirá cualquier borracho a la mañana siguiente después de una borrachera. Todos juran que han aprendido la lección y que nunca más beberán, una decisión excelente que sinceramente quieren cumplir, hasta la siguiente borrachera. Ahora los reguladores financieros están metiendo la nariz en incluso los aspectos más pequeños de los asuntos de la banca, pero sólo después de que los bancos se pusieran al borde del colapso. ¿Dónde estaban antes los reguladores?

Ahora todo el mundo culpa de la crisis a los codiciosos banqueros. Pero sólo ayer estos mismos codiciosos banqueros eran aclamados universalmente como los salvadores de la nación, los creadores de riqueza, los emprendedores de riesgos y los creadores de empleo. Muchos en la City de Londres y en Wall Street ahora se enfrentan a la pérdida de sus puestos de trabajo. Pero los negociantes habrán conseguido millones por la especulación en el mercado. Los jefes de los operadores en los consejos de administración permitieron que continuara el casino porque su salario estaba también vinculado a los resultados a corto plazo.

Tardíamente las autoridades intentan poner freno a los salarios de los banqueros como uno de los precios de los planes de rescate. Lo hacen no por principio ni convicción, sino porque temen la reacción de la población ante el escándalo de que se paguen enormes sobresueldos de los fondos públicos a las mismas personas que han causado el caos en la economía. A los empresarios no les importa el ambiente de rabia y odio que se está acumulando en la sociedad. En cualquier caso les es indiferente. Pero los políticos no se pueden permitir ser totalmente indiferentes a los votantes que pueden echarles en las próximas elecciones.

El problema al que se enfrentan es que es imposible regular la anarquía capitalista. Se quejan de la codicia, pero ésta es el corazón de la economía de mercado y no se puede evitar. Todos los intentos de limitar la "excesiva" remuneración, las comisiones, etc., se encontrarán con un sabotaje. El mercado expresará su desaprobación con repentinas caídas de los precios de las acciones. Eso servirá para concentrar la mente de los legisladores y les obligará a prestar atención al electorado real: los propietarios de la riqueza. Cuando un trabajador sacrifica este año un aumento salarial, ese dinero está perdido para siempre. Pero esa misma regla no se aplica a los banqueros y capitalistas. Incluso si estos últimos, por razones cosméticas, aceptan restringir este año sus gratificaciones, compensarán este gran "sacrificio" aumentado sus ingresos el próximo año. No es nada difícil.

La idea de que los hombres y las mujeres son incapaces de ordenar mejor sus asuntos es una calumnia monstruosa contra la raza humana. Durante los últimos 10.000 años la humanidad ha demostrado ser capaz de superar todos los obstáculos y avanzar hacia el objetivo final de la libertad. Los maravillosos descubrimientos de la ciencia y la tecnología han puesto en nuestras manos la perspectiva de resolver todos los problemas que nos han atormentado durante siglos y milenios. Pero este colosal potencial nunca se podrá desarrollar hasta su máxima plenitud mientras esté subordinado al sistema de beneficio.

Por una vida mejor

Increíblemente, en sus esfuerzos por defender el capitalismo, algunos comentaristas intentan culpar de la crisis a los consumidores y compradores de casas. "Todos somos culpables", dicen, sin ni siquiera ruborizarse. Después de todo, según dicen, nadie nos obligó a tomar un 125 por ciento de hipoteca ni a endeudarnos para pagar las vacaciones en el extranjero o zapatos de diseño. Pero en una situación donde la economía se desarrolla rápido y el crédito es barato, incluso los pobres tienen la tentación de "vivir más allá de sus posibilidades". En realidad, en determinado momento los tipos de interés reales en EEUU fueron negativos, eso significaba que a la gente se le castigaba por no adquirir un préstamo.

El capitalismo crea constantemente nuevas necesidades y la publicidad es ahora una gran industria, que utiliza los métodos más sofisticados para convencer a los consumidores de que deben tener esto o aquello. El estilo de vida colmado de las ricas "celebridades" se presenta ante la mirada fija de los pobres, les presentan una visión distorsionada de la vida y les lavan el cerebro para que aspiren a cosas que nunca serán suyas. Después, los hipócritas burgueses señalan con el dedo acusador a las masas que, como Tántalo, están condenados a observar el banquete mientras sufren todos los tormentos del hambre y la sed.

No hay nada inmoral e ilógico en aspirar a una vida mejor. Si los hombres y las mujeres no aspiraran constantemente a algo mejor, entonces nunca habría progreso. La sociedad se hundiría en una situación de estancamiento e inercia. Ciertamente debemos aspirar a una vida mejor, porque sólo tenemos una. Y si todo lo que podemos esperar es lo que ahora existe, la perspectiva de la humanidad realmente sería sombría. Lo que sí es inmoral e inhumano es la lucha incesante por la supervivencia que ha creado el capitalismo, que se basa en la codicia individual, no simplemente como una virtud sino como el motivo principal de todo progreso humano.

La clase capitalista cree en la presunta supervivencia del más fuerte. Sin embargo, lo que quieren decir con esta supervivencia no es el más fuerte o más inteligente, sino sólo el rico, a pesar de que pueda ser débil, estúpido, feo o enfermo, y da igual cuántos seres inteligentes y fuertes mueran en el proceso. Se cultiva sistemáticamente la idea de que mi avance personal debe ser a costa de los demás, que mi codicia personal debe ser satisfecha con las pérdidas de los otros y que para avanzar es necesario pisotear a los demás. Este tipo de violento individualismo burgués es la base moral y psicológica de muchos de los males que actualmente afectan a la sociedad, que corroe sus entrañas y la arrastran al nivel de la barbarie primitiva. Es la moralidad de la competencia brutal, el concepto de "sálvese quien pueda y tonto el último".

Esta caricatura miserable de la selección natural es una calumnia a la memoria de Charles Darwin. De hecho, no fue la competencia sino la cooperación la clave para la supervivencia y desarrollo de la raza humana desde sus primeros orígenes. Nuestros primeros ancestros en la sabana del África oriental (porque todos descendemos de inmigrantes africanos) eran criaturas débiles y pequeñas. Carecían de garras y dientes fuertes. No podían correr tan rápido como los animales que querían comer o los depredadores que les querían comer. De acuerdo con la "supervivencia del más fuerte" nuestra especie se habría extinguido hace millones de años. La principal ventaja evolutiva que poseían nuestros ancestros fue la cooperación y la producción social. El individualismo en esas condiciones habría significado la muerte.

Cambio de conciencia

A los defensores de la llamada teoría de la supervivencia del más fuerte sólo hay que hacerles una pregunta sencilla: ¿por qué a los bancos, que han demostrado una incapacidad total para la supervivencia, no les dejan morir sino que se les debe salvar a toda costa con la generosidad de esa misma sociedad que se supone no existía? Para salvar a los bancos débiles y no aptos, dirigidos por banqueros estúpidos e ineficientes, se supone que la mayoría inteligente y trabajadora debe sacrificarse con mucho gusto. Pero la sociedad de ninguna manera está convencida de la utilidad de esta noble causa, ni de que deban abandonarse "superfluidades" como hospitales y escuelas, ni aceptar un régimen de austeridad en el futuro.

Las sacudidas económicas que diariamente aparecen en los periódicos y pantallas de televisión cuentan una historia cuyo significado es claro para todos: el sistema actual no funciona. Por utilizar una expresión norteamericana: no ha estado a la altura de la situación. No hay dinero para la sanidad, escuelas o pensiones, pero para Wall Street hay todo el dinero del mundo. En palabras del escritor norteamericano más grande de la actualidad, Gore Vidal, lo que tenemos es socialismo para los ricos y economía de libre mercado para los pobres.

Mucha gente normal está sacando de esta situación conclusiones correctas. Comienzan a cuestionar el sistema capitalista y buscan alternativas. Desgraciadamente, no hay alternativas inmediatamente evidentes. En EEUU miran a Obama y los Demócratas. Pero los Republicanos y los Demócratas sólo son la bota derecha e izquierda del Gran Capital. Gore Vidal dijo: "En nuestra República hay un partido, el Partido de la Propiedad, con dos alas de derechas". Obama y McCain lealmente apoyaron el plan de rescate de 700.000 millones de dólares para el Gran Capital. Representan los mismos intereses con sólo leves variaciones en la táctica.

Estos acontecimientos tendrán un efecto poderoso sobre la conciencia. Una proposición elemental del marxismo es que la conciencia humana es profundamente conservadora. En general a la gente no le gusta el cambio. El hábito, la tradición y la rutina juegan un papel muy importante en la modelación de la psicología de las masas, que normalmente se resiste a la idea de alteraciones importantes en sus vidas y costumbres. Pero cuando los grandes acontecimientos sacuden la sociedad hasta sus cimientos, la gente se ve obligada a reconsiderar sus viejas ideas, creencias y prejuicios.

Ahora hemos entrado en ese período. El largo período de relativa prosperidad que ha durado dos décadas o más en los países capitalistas desarrollados dejó su huella aparte de una suave recesión en 2001. A pesar de todas las injusticias manifiestas del capitalismo, a pesar de las largas horas de trabajo, la intensificación de la explotación, la bruta desigualdad, el lujo obsceno de la riqueza desfilando vergonzosamente al lado de un número creciente de pobres y marginados, a pesar de todo esto, la mayoría de la gente creía que la economía de mercado funcionaba y que podría incluso beneficiarla. Esto fue particularmente cierto en EEUU. Pero para un número cada vez mayor de gente eso ya no es así.

Cómo combatir el desempleo

Durante el boom, cuando se hacían fantásticos beneficios, la mayoría de la clase obrera no experimentó un aumento real de los salarios. Fue sometida a una incesante presión para conseguir una productividad cada vez mayor y más horas de trabajo. Pero ahora, cuando la crisis comienza a golpear, la clase obrera está amenazada no sólo por los drásticos recortes de los niveles y condiciones de vida, sino también con la pérdida de sus empleos. Los cierres de fábricas y el aumento del desempleo están a la orden del día. Esto a su vez significa una profundización de la crisis y un mayor deterioro de los niveles de vida de la población. A escala mundial, millones se enfrentan al peligro de ser arrojados al pozo de la pauperización.

Durante diez años la economía española se presentó como el motor de la creación de empleo de la zona euro. Ahora las filas de parados en el Estado español han aumentado en más de 800.000 personas el año pasado. El colapso de la larga década del boom de la construcción ha empujado la tasa de desempleo española al 11,3 por ciento, la mayor de la Unión Europea. "Lo peor está por llegar, esto sólo acaba de comenzar", decía Daniele Antonucci, un economista de Merrill Lynch International con base en Londres. Pronostica que la tasa de desempleo española aumentará el próximo año hasta el 13 por ciento, mientras que el desempleo europeo pasará al 8,1 por ciento desde el 7,5 por ciento de finales de 2008. En realidad, las cifras del desempleo son aún peores, pero los gobiernos recurren a todo tipo de trucos para reducirlas. La misma situación existe, en mayor o menor grado, en todos los países.

Si no pueden aumentar o mejorar su nivel de vida, los trabajadores deben al menos defenderlo. El desempleo amenaza a la sociedad con la desintegración. La clase obrera no puede permitir el desarrollo de un desempleo masivo crónico. El derecho al trabajo es un derecho fundamental. ¿Qué tipo de sociedad condena a millones de hombres y mujeres sanos a una vida de inactividad forzosa cuando su trabajo y habilidad es necesario para satisfacer las necesidades de la población? ¿Acaso no necesitamos más hospitales y escuelas? ¿No necesitamos buenas carreteras y viviendas? ¿No necesitamos reparar y mejorar la infraestructura y el sistema de transportes?

La respuesta a todas estas preguntas es bien conocida. Pero la respuesta de la clase dominante siempre es la misma: no podemos costear estas cosas. Ahora todo el mundo sabe que esta respuesta es falsa. Sabemos que los gobiernos pueden generar enormes cantidades de dinero cuando conviene a los intereses de la minoría rica que posee y controla los bancos y la industria. Sólo cuando la mayoría de la clase obrera pide que se atiendan sus necesidades entonces los gobiernos dicen que la caja está vacía.

¿Qué demuestra esto? Demuestra que en el sistema en que vivimos los beneficios de unos pocos son más importantes que las necesidades de muchos. Demuestra que todo el sistema productivo está basado en una única y exclusiva cosa: el beneficio o, por decirlo claramente, la codicia. Cuando los trabajadores van a la huelga, la prensa (que también es propiedad y está controlada por un puñado de multimillonarios) los ridiculiza calificándoles de "avariciosos". Pero su "avaricia" es sólo la lucha para cubrir sus necesidades: pagar el alquiler o la hipoteca, pagar la comida y el combustible que suben cada mes, satisfacer las necesidades de sus hijos y familias.

Por otro lado, la codicia de los banqueros y capitalistas es la codicia de acumular inmensas fortunas a partir del trabajo de otros (porque ellos no producen nada). Con ese dinero compran obras de arte, no para su regocijo personal sino sólo como otro tipo de inversión rentable, un estilo de vida opulento y extravagante, o para satisfacer una nueva especulación que siempre termina en colapso económico y miseria, no para ellos mismos, sino para la mayoría sobre la que descansa el trabajo productivo de la sociedad.

En el pasado los empresarios decían que la nueva tecnología aliviaría la carga de trabajo, pero ha ocurrido lo contrario. ¡La UE acaba de aprobar una ley que aumenta la jornada laboral semanal máxima a 60 horas! Esto sucede en la primera década del siglo XXI, cuando los milagrosos avances de la ciencia y la tecnología modernas han producido más aparatos para ahorrar trabajo que en toda la historia anterior. ¿Qué sentido tiene? ¿Cuál es el sentido de tener un gran número de desempleados pagados por no hacer nada mientras en los centros de trabajo a otros se les obliga a trabajar largas horas de trabajo extra forzoso?

Durante el boom, los empresarios obligaron a los trabajadores a largas horas de trabajo extra, para exprimir hasta la última onza de plusvalía de su trabajo. Pero cuando la recesión comienza y ya no tienen mercado para sus mercancías, no vacilan en cerrar sus fábricas como si se tratasen de cajas de cerillas, echando a los trabajadores a la calle mientras explotan hasta el límite a los demás. El callejón sin salida del capitalismo es tal que el desempleo ya no tendrá un carácter "coyuntural", sino que cada vez será más orgánico o "estructural". Un hombre o una mujer con más de 40 ó 50 años de edad probablemente no trabajará más en su vida, mientras que muchas personas cualificadas que pierden su empleo tendrán que aceptar empleos no cualificados y peor pagados para sobrevivir.

¡Esta es la economía de un manicomio! Desde un punto de vista capitalista es bastante lógico. ¡Pero rechazamos esta lógica loca del capitalismo! Contra la amenaza del desempleo debemos defender la consigna de obras públicas y repartir el trabajo sin pérdida de salario. La sociedad necesita escuelas, hospitales, carreteras y viviendas. ¡Los parados deben tener trabajo en un programa de obras públicas!

Los sindicatos deben garantizar que los desempleados estén estrechamente vinculados a los trabajadores, unidos en la solidaridad y la responsabilidad mutua. ¡Es necesario compartir el trabajo disponible sin pérdida de salario! Todo el trabajo disponible se debe dividir entre la fuerza laboral de acuerdo con la jornada laboral semanal definida. El salario medio de cada trabajador debe ser el mismo que existía con la antigua jornada laboral. Los salarios, garantizando estrictamente un mínimo, deben subir de acuerdo con los precios. Este es el único programa que puede proteger a los trabajadores en tiempos de crisis.

Cuando consiguen enormes beneficios los dueños de la propiedad guardan celosamente sus secretos empresariales. Ahora que hay crisis, señalarán a sus libros de cuentas como una "prueba" de que no pueden satisfacer las reivindicaciones de los trabajadores. Este es especialmente el caso de los capitalistas más pequeños. Pero la cuestión no es si nuestras reivindicaciones son "realistas" o no desde el punto de vista de los empresarios. Tenemos el deber de proteger los intereses vitales de la clase obrera y protegerla de los peores efectos de la crisis. Los empresarios se quejarán de que esto reducirá sus beneficios y tendrán un efecto negativo en su incentivo para invertir. ¿Pero qué incentivo tiene la mayoría de la población en un sistema basado en el beneficio privado? Si los intereses vitales de la mayoría son incompatibles con las demandas del sistema actual, ¡entonces al diablo el sistema!

¿Realmente es lógico que la vida y el destino de millones de personas estén determinados por el juego ciego de las fuerzas de mercado? ¿Es justo que la vida económica del planeta se decida como si fuera un gigantesco casino? ¿Está justificado que la codicia de beneficio sea la única fuerza motriz que decide si hombres y mujeres tendrán un empleo o un techo sobre sus cabezas? Aquellos que poseen los medios de producción y controlan nuestros destinos responderán de manera afirmativa porque corresponde a sus intereses. Pero la mayoría de la sociedad, que son las víctimas inocentes de este sistema caníbal, tendrá una opinión muy distinta.

Luchando por defenderse contra los intentos de hacerles pagar la crisis, los trabajadores comprenderán la necesidad de un cambio fundamental de la sociedad. La única respuesta a los cierres de fábrica son las ocupaciones de fábrica: "Fábrica cerrada, fábrica tomada". Esa es la única consigna efectiva para combatir los cierres. Las ocupaciones de fábrica necesariamente llevan al control obrero. A través del control obrero los trabajadores adquieren la experiencia de la contabilidad y administración de la empresa que les permitirá más tarde dirigir la sociedad en general.

Esta ha sido la experiencia de las luchas obreras más avanzadas en los años recientes, sobre todo en América Latina. En Brasil (CIPLA/Interfibras, Flasko y otras fábricas), Argentina (Brukman, Zanon y muchas otras) y en Venezuela, donde la gigantesca empresa PDVSA fue dirigida y volvió a ser puesta en funcionamiento por los obreros durante los meses que duró el cierre patronal en 2002-2003, y donde en 2005 se desarrolló el movimiento de fábricas ocupadas alrededor de Inveval y que cobra fuerza.

En todos estos casos y en muchos más, los trabajadores han intentado con éxito, a pesar de todos los inconvenientes, dirigir sus empresas bajo el control y administración de los trabajadores. Pero el control obrero no puede ser un fin en sí mismo. Plantea la cuestión de la propiedad. Plantea la pregunta: ¿Quién es el dueño de la casa? El control obrero o bien lleva a la nacionalización o bien simplemente será un episodio efímero. La única solución real al desempleo es una economía socialista planificada, basada en la nacionalización de los bancos y de las principales industrias bajo el control y administración democrática de los trabajadores.

Nuestras reivindicaciones:

1)   ¡No al desempleo! ¡Trabajo o salario completo para todos!

2)   ¡No a los secretos empresariales! ¡Apertura de los libros de cuentas! Los trabajadores deben tener acceso a información sobre todas las estafas, especulación, evasión de impuestos, acuerdos sospechosos y comisiones o compensaciones económicas excesivas. ¡Que los trabajadores puedan ver cómo han sido estafados y quién es el responsable del caos actual!

3)   ¡No a los cierres de fábricas! ¡Fábrica cerrada, fábrica tomada!

4)   ¡Nacionalización de las fábricas amenazadas de cierre bajo el control y gestión de los obreros!

5)   Por un amplio programa de obras públicas. Por un programa de emergencia de construcción para satisfacer la demanda de vivienda social, escuelas, hospitales y carreteras que dé empleo a los desempleados.

6)   ¡Introducción inmediata de la jornada laboral de 32 horas semanales sin reducción salarial!

7)   Por una economía socialista planificada, donde se elimine el desempleo y la sociedad inscriba en su bandera: DERECHO UNIVERSAL AL TRABAJO

¡Lucha por la defensa del nivel de vida!

Mientras los banqueros y los empresarios conseguían fabulosos beneficios, en términos reales los salarios de la mayoría se estancaban o caían. El abismo entre ricos y pobres nunca ha sido tan grande como hoy. Los beneficios récord han ido acompañados de una desigualdad récord. The Economist (no sospechoso de ser un periódico de izquierdas) decía: "La única tendencia verdaderamente continua durante los últimos 25 años ha sido hacia una mayor concentración de la renta de los más ricos". (The Economist, 17/6/2006.) Una ínfima minoría se ha enriquecido obscenamente, mientras que la parte de la renta nacional que corresponde a los trabajadores se ha reducido constantemente y los sectores más pobres se han hundido en una pobreza cada vez más profunda. El huracán Katrina reveló ante todo el mundo la existencia de una subclase de ciudadanos empobrecidos que viven en condiciones tercermundistas en el país más rico del planeta.

En EEUU millones están amenazados con la pérdida de sus empleos y viviendas, mientras la explotación continúa a ritmo acelerado. Al mismo tiempo que Bush anunciaba el plan de rescate de 700.000 millones de dólares, las empresas energéticas norteamericanas registraban un aumento de la morosidad en el pago de facturas de gas y electricidad. El mayor incremento de cortes de suministros de energía eléctrica se dio en los estados de Michigan (22 por ciento) y Nueva York (17 por ciento), aunque también se acrecentó en Pensilvania, Florida y California.

Los trabajadores de EEUU producen un 30 por ciento más que hace diez años. Pero los salarios apenas han aumentado. La estructura social cada vez está más forzada. En el seno de la sociedad han aumentado enormemente las tensiones, incluso en el país más rico del mundo. Se está preparando el terreno para una explosión aún mayor de la lucha de clases. No sólo es el caso de EEUU. En todo el mundo el boom ha ido acompañado de un desempleo elevado. Las reformas y las concesiones retrocedieron incluso en el punto álgido del boom. Pero la crisis del capitalismo no sólo significa que la clase dominante ya no pueda soportar más reformas, sino que ni siquiera puede permitir la existencia de aquellas reformas y concesiones conquistadas por los trabajadores en el pasado.

La clase obrera no ha sacado ningún beneficio real del boom y ahora le presentan la factura de la recesión. En todas partes se atacan los niveles de vida. Para defender los beneficios de los empresarios y banqueros, hay que reducir los salarios, aumentar las horas e intensidad del trabajo, y reducir el gasto en escuelas, hospitales y viviendas. Esto significa que incluso las condiciones de vida semi-civilizadas conseguidas en el pasado ahora están amenazadas. En las condiciones actuales no se puede conseguir ninguna reforma significativa sin una lucha seria. La idea de que es posible conseguirlo mediante el compromiso con los empresarios y los banqueros es falsa hasta la médula.

La idea de la "unidad nacional" para combatir la crisis es un engaño cruel. ¿Qué unidad de intereses puede existir entre los millones de trabajadores y los super-ricos explotadores? Sólo puede ser la unidad del caballo y el jinete que clava sus espuelas en el lomo. Los dirigentes de los partidos socialistas, laborista y de izquierdas que aprobaron las "medidas contra la crisis" que suponen regalos abundantes a los banqueros, recortes y austeridad para la mayoría de la sociedad, lo que hacen es traicionar los intereses de la gente que les eligieron. Aquellos dirigentes sindicales que argumentan que en una crisis "todos debemos trabajar codo con codo" e imaginan que es posible obtener concesiones mediante la moderación salarial, aceptando todas las imposiciones de los empresarios, conseguirán lo contrario de lo que pretenden. ¡La debilidad invita a la agresión! Cada paso atrás que demos, los empresarios exigirán tres más. Por el camino de la colaboración de clase y el llamado nuevo realismo sólo hay nuevas derrotas, cierres de fábricas y reducciones de los niveles de vida.

Mientras aumenta de manera inexorable el desempleo, también aumenta el coste de la vida. La gasolina, el gas, la electricidad, los alimentos, todo ha subido, mientras que los salarios se han congelado y los beneficios de las grandes empresas energéticas se disparan. En el período pasado los economistas burgueses decían que habían "domado la inflación". ¡Qué ridículos suenan hoy esos argumentos! Las familias que ayer vivían con dos salarios ahora viven con uno, o ninguno. La lucha por la vida asume ahora un significado cada vez más cruel para millones de personas. La inflación y la austeridad simplemente son las dos caras de la misma moneda. No pueden servir a los intereses de la clase obrera. Rechazamos totalmente todos los intentos de colocar la carga de la crisis, la desorganización del sistema bancario y todas las demás consecuencias de la crisis del sistema de beneficio sobre los hombros de la clase trabajadora. Exigimos empleo y condiciones decentes de vida para todos.

La única solución al ascenso galopante de los precios es la escala móvil salarial. Esto significa que las negociaciones colectivas deberían garantizar una subida automática de los salarios con relación al incremento de los precios de los bienes de consumo. Los banqueros y sus representantes políticos dicen a las masas: no podemos ofrecer salarios más altos porque eso provocará inflación. Pero todo el mundo sabe que los salarios son los que intentan siempre alcanzar a los precios y no al contrario. La respuesta es la escala móvil de salarios, mediante la cual los salarios automáticamente se vinculen a los incrementos del coste de la vida. Sin embargo, incluso esto no es suficiente. Los índices oficiales de inflación están trucados para que subestimen el dato real de inflación y, por tanto, se les pide a los trabajadores que pidan aumentos salariales que no superen estas cifras falsas. Por esa razón es necesario que los sindicatos sean los que elaboren la tasa real de inflación, basada en el precio de las necesidades básicas (incluidos alquileres y costes de vivienda) y la revisen continuamente. Todas las reivindicaciones salariales se deberían basar en esto.

Nuestras reivindicaciones:

1)   ¡Un salario y una pensión decentes para todos!

2)   Escala móvil salarial, vinculando los aumentos salariales con el incremento del coste de la vida.

3)   Los sindicatos, cooperativas y asociaciones de consumidores son los que deben elaborar el índice real del coste de la vida en lugar del índice "oficial" que no refleja la verdadera situación.

4)   Creación de comités de trabajadores, amas de casa, pequeños comerciantes y desempleados para controlar los aumentos de precios.

5)   Abolición de todos los impuestos indirectos e introducción de un sistema fuertemente progresivo de impuestos directos. Supresión de todos los impuestos a los pobres y que paguen los ricos.

6)   ¡Reducción drástica de la factura de combustible! Eso sólo se puede conseguir mediante la nacionalización de las empresas energéticas, lo que nos permitiría imponer controles de precios a los precios del gas y la electricidad para los consumidores. ¡No más beneficios a costa de la población!

Los sindicatos

En el período actual, los trabajadores más que nunca necesitan sus organizaciones de masas, sobre todo los sindicatos. El sindicato es la unidad básica de organización. No será posible luchar por la defensa de los salarios y niveles de vida sin sindicatos poderosos. Por eso los empresarios y sus gobiernos siempre tratan de socavar los sindicatos y restringir su esfera de acción mediante la legislación antisindical.

El largo período de boom ha afectado a los dirigentes sindicales, los cuales han abrazado la política de colaboración de clases y se han convertido en "sindicatos de servicios", precisamente cuando las condiciones para este tipo de cosas han desaparecido. Los dirigentes sindicales de derechas son la fuerza más conservadora de la sociedad. Dicen a los trabajadores que "todos estamos en el mismo barco" y que todos debemos hacer sacrificios para salir de la crisis, que los empresarios no son el enemigo y que la lucha de clases es algo "pasado de moda".

Alaban la negociación entre el asalariado y el Capital, que consideran como el "nuevo realismo". En realidad es el peor tipo de utopía. Es imposible reconciliar intereses de clases mutuamente excluyentes. En las condiciones actuales la única manera de conseguir reformas y aumentos salariales es a través de la lucha. De hecho, será necesario luchar para defender las conquistas del pasado que en todas partes están amenazadas. Esto está en contradicción directa con la política de colaboración de clase defendida por los dirigentes sindicales, que reflejan el pasado, no el presente ni el futuro.

En sus intentos de castrar los sindicatos y convertirlos en instrumentos para controlar a los trabajadores, la clase dominante utiliza todo su poder para corromper a la cúpula de los sindicatos y enredarles con el Estado. Nos oponemos a todos estos intentos y defendemos el fortalecimiento y democratización de la organización sindical a todos los niveles. Los sindicatos deben ser independientes del Estado y deben controlar a sus dirigentes, y obligarles a luchar enérgicamente por los intereses de los trabajadores.

Los dirigentes sindicales reformistas, a los que les gusta pensar de sí mismos como prácticos y realistas, en realidad son totalmente ciegos y obtusos. No tienen la más mínima idea de la catástrofe que está preparando la crisis del capitalismo. Imaginan que es posible salir del paso, aceptando recortes y otras imposiciones con la esperanza de que todo finalmente irá bien. Se aferran a las "buenas relaciones" con los capitalistas e imaginan que ellos pueden cambiar su comportamiento. Por el contrario, toda la historia demuestra que la debilidad invita a la agresión. Por cada paso atrás que nosotros demos, los empresarios exigirán tres más.

Incluso cuando se ven obligados, debido a la presión desde abajo, a convocar huelgas y huelgas generales, hacen todo lo que está en su poder para limitar estas acciones a simples gestos, limitados en el tiempo y su alcance. Cuando se ven forzados a convocar manifestaciones de masas, las convierten en espectáculos y carnavales con globos y bandas musicales, sin ningún contenido de clase combativo. Para los dirigentes eso es sólo una válvula de escape. Para los sindicalistas serios, al contrario, las huelgas y manifestaciones son una forma de conseguir que los trabajadores comprendan su poder y preparar el terreno para un cambio fundamental de la sociedad.

Incluso en el período anterior ya existía una corriente subterránea de descontento debido a los ataques contra los derechos de los trabajadores y la legislación anti sindical. Ahora saldrá a la superficie y encontrará una expresión en las organizaciones de masas de la clase obrera, empezando por los sindicatos. La radicalización de la base entrará en conflicto con el conservadurismo de la dirección. Los trabajadores exigirán una transformación total de los sindicatos, de arriba abajo, y lucharán por transformarlos en verdaderas organizaciones de lucha.

Defendemos la construcción de sindicatos de masas, democráticos y combativos, que sean capaces de organizar a la mayoría de la clase obrera, formarla y prepararla prácticamente, no sólo para una transformación radical de la sociedad, sino para la dirección real de la economía en una futura sociedad socialista democrática.

Nuestras reivindicaciones:

1)   Total independencia de los sindicatos del Estado.

2)   Fin del arbitraje forzoso, no a los acuerdos anti huelgas y otras medidas que restringen el margen de acción de los sindicatos.

3)   ¡Democratización de los sindicatos y que estén firmemente controlados por los militantes!

4)   ¡Supresión de la elección de por vida! ¡Elección de todos los dirigentes sindicales con derecho a revocación!

5)   ¡Contra la burocracia y el arribismo! Ningún dirigente sindical puede cobrar un salario superior al de un obrero cualificado. Todos los gastos deben estar disponibles para ser inspeccionados por la militancia.

6)   ¡No a la colaboración de clase! Por un programa militante que movilice a los trabajadores en defensa de los empleos y sus niveles de vida.

7)   Por la unidad sindical sobre la base de las reivindicaciones antes mencionadas.

8)   Control por la base, incluido el fortalecimiento de los comités de delegados sindicales y la creación de comités de huelga durante las mismas y otros conflictos como una forma de garantizar la máxima participación del mayor número de trabajadores.

9)   Por la nacionalización de los altos mandos de la economía y la creación de una democracia industrial donde los sindicatos jugarían un papel clave en la administración y control de todos los centros de trabajo. El sindicalismo no es un fin en sí mismo, sino sólo un medio para un objetivo, que es la transformación socialista de la sociedad.

La juventud

La crisis del capitalismo tiene unos efectos particularmente negativos en el caso de la juventud, que representa la clave para el futuro de la raza humana. La decadencia senil del capitalismo amenaza con socavar la cultura y desmoralizar a la juventud. Capas enteras de jóvenes no ven salida a este callejón sin salida, convirtiéndose en carne de cañón del alcoholismo, las drogas, la delincuencia y la violencia. Cuando los jóvenes son asesinados por un par de zapatos de deportes debemos preguntar en qué tipo de sociedad vivimos. La sociedad anima a la gente joven a que aspire a tener productos de consumo que no se puede permitir, después levantan las manos horrorizados por los resultados.

Margaret Thatcher, la máxima predicadora de la economía de mercado, dijo en cierta ocasión que la sociedad no existe. Esta filosofía nociva ha tenido los resultados más devastadores desde que fue puesta en práctica hace treinta años. El crudo individualismo ha contribuido poderosamente a crear un espíritu de egoísmo, avaricia e indiferencia hacia los sufrimientos de los demás que se ha filtrado como un veneno en el cuerpo de la sociedad. Es la esencia real de la economía de mercado.

La verdadera medida del nivel de civilización de una sociedad es cómo ésta cuida a sus ancianos y jóvenes. Partiendo de esta medida, esta sociedad no consigue la clasificación de sociedad civilizada, más bien la de una sociedad que está al borde de la barbarie. Incluso en el período de boom ya existían síntomas de barbarie en la sociedad, con una oleada de crimen y violencia, y la proliferación de actitudes antisociales y nihilistas entre una capa de la juventud. Pero este ambiente es un reflejo fiel de la moralidad del capitalismo.

Los reaccionarios protestan estrepitosamente por esta situación pero, como no pueden admitir que este tipo de cosas son la consecuencia del sistema social que ellos defienden, son impotentes para proponer ninguna solución. Su única respuesta es llenar las prisiones con jóvenes, que aprenden cómo ser verdaderos criminales en lugar de ser simples aficionados. Y así entramos en un círculo vicioso de alienación social, drogadicción, degradación y crimen.

La "respuesta" del establishment es criminalizar a la juventud, culparla de los problemas generados por la propia sociedad, aumentar la política represiva, construir más prisiones y dictar sentencias más duras. En lugar de solucionar el problema, estas medidas sólo pueden agravarlo y crear un círculo vicioso de crimen y alienación. Este es el resultado lógico del capitalismo y la economía de mercado, que trata a las personas como simples "factores de producción" y subordina todo a la búsqueda de beneficios. Nuestra respuesta para la juventud es: ¡organizaos y uníos junto a la clase obrera en la lucha contra el capitalismo y por el socialismo!

La crisis del capitalismo significa más desempleo y un nuevo deterioro de la infraestructura, educación, sanidad y vivienda. Esta decadencia de los niveles civilizados conlleva el riesgo de más desintegración social. Supondrá un aumento del crimen, del vandalismo, del comportamiento antisocial y la violencia.

Es necesario tomar medidas urgentes para evitar que nuevas capas de la juventud se hundan en el pantano de la desmoralización. La lucha por el socialismo significa la lucha por la cultura en su sentido más amplio, elevar las aspiraciones de los jóvenes y darles un objetivo en la vida, que sea más que la supervivencia a un nivel apenas superior al de los animales. Si tratas a las personas como animales se comportarán como animales. Si las tratas como seres humanos reaccionarán en consecuencia.

Los recortes en la educación, la eliminación de las becas y la imposición de tasas y préstamos de estudios significan la exclusión de los jóvenes de la clase obrera de la educación superior. En lugar de ser adecuadamente formados para satisfacer las necesidades de la sociedad y tener acceso a la cultura, la mayoría de los jóvenes están condenados a una vida de trabajo pesado y empleos no cualificados mal pagados. Al mismo tiempo, se permite a las empresas privadas interferir en la educación, tratándola cada vez más como otro mercado donde conseguir beneficios.

Nuestras reivindicaciones:

1)   Educación decente para todos los jóvenes. Programa masivo de construcción de escuelas y un sistema verdaderamente gratuito de todos los niveles educativos.

2)   Supresión inmediata de las tasas estudiantiles e introducción de una beca digna para todos los estudiantes que quieren acceder a la enseñanza superior.

3)   Empleo garantizado para cada estudiante al abandonar los estudios con un salario decente.

4)   No al dominio y explotación de la educación por el gran capital. ¡Fuera la empresa privada de la educación!

5)   Creación de clubs juveniles bien equipados, bibliotecas, polideportivos, cines, piscinas y otros centros recreativos para los jóvenes.

6)   Programa de construcción de vivienda pública accesible a los estudiantes y parejas jóvenes.

"Viabilidad"

La crisis del capitalismo significa que en todas partes los banqueros y capitalistas quieren poner toda la carga de la crisis sobre los hombros de la gente que menos puede permitirse pagarla: los trabajadores, la clase media, los parados, los ancianos y los enfermos. El argumento que repiten constantemente es que, como hay crisis, no podemos mejorar y ni si quiera mantener los niveles de vida.

El argumento de que no hay dinero para pagar las reformas es una falsedad descarada. Hay mucho dinero para armas y para pagar las guerras criminales de agresión en Iraq y Afganistán. Pero no hay dinero para escuelas y hospitales. Hay mucho dinero para subvencionar a los ricos, como hemos visto con el pequeño regalo de Bush de 700.000 millones de dólares a los banqueros. Pero no hay dinero para las pensiones, hospitales o escuelas.

El argumento sobre la "viabilidad" por tanto cae por su propio peso. Una reforma concreta es "viable" o no dependiendo de si es para el interés de una clase determinada o no. En última instancia, independientemente de si es viable (es decir, si se podrá poner en práctica) depende de la lucha de clases y de la correlación real de fuerzas. Cuando la clase dominante está amenazada con perder todo, siempre estará dispuesta a hacer concesiones que "no puede permitirse". Esto se pudo ver en mayo de 1968 en Francia, cuando la clase dominante francesa concedió un importante aumento salarial y mejoras importantes en las condiciones y horas de trabajo para acabar con la huelga general y conseguir que los trabajadores abandonaran las fábricas que habían ocupado.

El comienzo de la crisis puede provocar conmoción al principio, pero pronto se transformará en rabia cuando la gente comience a ser consciente de que se les pide que paguen el peso de la crisis. Habrá cambios repentinos en la conciencia, que se puede transformar en un espacio de 24 horas. Un gran movimiento en un solo país importante puede provocar un cambio rápido de toda la situación, como ocurrió en 1968. La única razón por la que esto aún no ha ocurrido es porque la dirección de las organizaciones obreras de masas va a remolque de los acontecimientos y no consigue presentar una alternativa real. Sin embargo, ya hay síntomas de cambio.

En el período reciente ha habido huelgas generales y manifestaciones de masas en toda Europa. En Grecia desde que en 2004 llegó al poder el partido de derechas Nueva Democracia ha habido nueve huelgas generales. En los primeros seis meses de 2008 en Bélgica presenciamos una oleada de huelgas no autorizadas que recordaban a los años setenta. El movimiento se extendió rápida y espontáneamente de un sector a otro. En marzo de 2008 la Empresa de Transporte de Berlín (BVG) estuvo paralizada debido a una huelga larga y combativa de los conductores, del personal de mantenimiento y de la administración. Después de años de concesiones por parte de los sindicatos, los trabajadores han dicho basta. Miles de estudiantes tomaron las calles del Estado español el miércoles 22 de octubre último para protestar contra los planes de privatizar la educación universitaria y oponerse a cualquier plan de hacer pagar a los trabajadores la crisis capitalista a través de recortes en educación, sanidad y otros servicios públicos.

En Italia los estudiantes se están movilizando. Cientos de miles de estudiantes de secundaria y universidad, junto a profesores y padres, se están movilizando por toda Italia contra el intento de Berlusconi de privatizar aún más la educación. Esto ha llevado a ocupaciones de institutos y universidades. La respuesta del gobierno ha sido amenazar con el uso de la policía armada contra los estudiantes. El sábado 11 de octubre 300.000 trabajadores y jóvenes se manifestaron en Roma en una manifestación convocada por Rifondazione Comunista.

Todo esto demuestra que los trabajadores no se van a quedar de brazos cruzados mientras se destruyen sus condiciones de vida. El escenario está preparado para un auge de la lucha de clases. Los trabajadores no están interesados en la lógica del sistema de beneficio. Nuestro deber es defender los intereses de nuestra clase y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores a unos niveles que se aproximen a una vida civilizada. ¡Si hay dinero para los banqueros, entonces hay dinero para financiar el tipo de reformas que necesitamos para hacer de la sociedad un lugar apto para vivir!

¡Defensa de los derechos democráticos!

Durante más de medio siglo los trabajadores de Europa Occidental y Norteamérica creyeron que la democracia era algo fijo y permanente. Pero esto es una ilusión. La democracia es una construcción muy frágil y sólo es posible en los países ricos donde la clase dominante puede hacer determinadas concesiones a las masas para mitigar la lucha de clases. Pero cuando las condiciones cambian, la clase dominante en los países "democráticos" puede pasar a la dictadura con la misma facilidad que un hombre pasa de un compartimento de tren a otro.

En condiciones de intensa lucha de clases, la clase dominante comenzará a girar en dirección a la reacción. Se quejará de que hay demasiadas huelgas y manifestaciones y exigirá "orden". Recientemente a Cossiga, un demócrata cristiano que fue ministro de interior en Italia durante los años setenta, más tarde presidente de la República y ahora senador vitalicio, le preguntaron qué se debería hacer con las manifestaciones de estudiantes. Respondió lo siguiente:

"Déjales seguir durante un tiempo. Retirar a la policía de las calles y campus, infiltrarse en el movimiento con agentes provocadores dispuestos a todo, dejar a los manifestantes unos diez días para que devasten tiendas, quemen coches y pongan las ciudades patas arriba. Después de eso, tras haber ganado el apoyo de la población, garantizar que el sonido de las sirenas de las ambulancias sea mucho más bajo que el los policías y carabinieri, las fuerzas del orden deberían atacar despiadadamente a los estudiantes y enviarlos a los hospitales. No detenerlos, porque los jueces los liberarían inmediatamente, golpearlos y también a los profesores que fomentan el movimiento".

Esta es una advertencia de lo que podemos esperar en el próximo período de intensa lucha de clases en Italia y en otros países. En el futuro, debido a la debilidad de los dirigentes reformistas, es posible que pudieran instalar algún tipo de dictadura bonapartista (policíaco-militar) en un país europeo u otro. Pero en las condiciones modernas este régimen sería muy inestable y probablemente no duraría mucho.

En el pasado, en Italia, Alemania y España existía un campesinado y pequeña burguesía importantes, que formaban la base de masas de la reacción. Esto ha desaparecido. En el pasado, la mayoría de los estudiantes procedían de familias ricas y apoyaban a los fascistas. Ahora la mayoría de los estudiantes son de izquierdas. Las reservas sociales de la reacción son muy limitadas. Las organizaciones fascistas son pequeñas, aunque pueden ser extremadamente violentas, lo que refleja debilidad, no fortaleza. Además, después de la experiencia de Hitler, la burguesía no tiene intención de entregar el poder a los perros rabiosos. Prefieren basarse en los "respetables" oficiales del ejército, utilizando como auxiliares a las bandas fascistas.

Ya en el período reciente en todas partes se han atacado los derechos democráticos. Utilizando la excusa de la legislación antiterrorista, la clase dominante está introduciendo nuevas leyes que restringen los derechos democráticos. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, Bush a toda prisa aprobó la Ley de Seguridad Interior (HSA). La administración Bush intenta destruir las bases del régimen democrático establecido por la Revolución Americana y moverse hacia una forma de dominio libre de leyes restrictivas. En Gran Bretaña y otros países se han aprobado leyes similares.

Lucharemos por la defensa de todos los derechos democráticos conquistados por la clase obrera en el pasado. Sobre todo, defenderemos el derecho de huelga y manifestación, nos oponemos a todas las restricciones legales a los sindicatos. Todo el mundo debe tener el derecho de afiliarse a un sindicado y junto con otros trabajadores defender sus derechos. Muy a menudo los defensores del capitalismo oponen socialismo a democracia. Pero las mismas personas que se atreven a acusar a los socialistas de ser antidemocráticos y se presentan como defensores de la democracia, siempre han sido los más feroces enemigos de la democracia. Olvidan de manera conveniente que estos derechos democráticos fueron conquistados por la clase obrera hace tiempo en una lucha encarnizada contra los ricos y poderosos que se opusieron enérgicamente a cualquier reivindicación democrática.

La clase obrera está interesada en la democracia porque nos proporciona unas condiciones más favorables para el desarrollo de la lucha por el socialismo. Pero comprendemos que bajo el capitalismo la democracia debe necesariamente tener un carácter restringido, unilateral y ficticio. ¿Qué utilidad tiene la libertad de prensa cuando todos los grandes periódicos, revistas y cadenas de televisión, salas de reunión y teatros, están en manos de los ricos? Mientras la tierra, los bancos y los grandes monopolios sigan en manos de unos pocos, todas las decisiones realmente importantes que afectan a nuestras vidas se tomarán, no en los parlamentos y por los gobiernos elegidos, sino tras las puertas cerradas de los consejos de administración de los bancos y grandes empresas. La crisis actual ha sacado a la luz esta realidad para que todos la puedan ver.

El socialismo es democrático o no es nada. Defendemos una verdadera democracia donde el pueblo tomara en sus propias manos la administración de la industria, la sociedad y el Estado. Esa sería una genuina democracia, y no la caricatura que tenemos ahora, donde todos pueden decir (más o menos) lo que quieren, pero las decisiones importantes que afectan a nuestra vida se toman detrás de las puertas cerradas por pequeños grupos no elegidos por nadie en los consejos de administración de los bancos y grandes monopolios.

Nuestras reivindicaciones:

1)   Derogación inmediata de todas las leyes antisindicales.

2)   Derecho de todos los trabajadores a unirse a un sindicato, a un piquete y a manifestarse.

3)   Derecho a la libertad de expresión y libertad de reunión.

4)   No a las restricciones de los derechos democráticos con el pretexto de supuestas leyes antiterroristas.

5)   Las organizaciones de trabajadores deben rechazar la idea equivocada de la "unidad nacional" con gobiernos y partidos capitalistas con el pretexto de la crisis. Estos últimos son los responsables de la crisis y quieren pasar la factura a la clase obrera.

Otro mundo es posible: el socialismo

Algunas personas equivocadamente dicen que el problema radica en los avances de la ciencia. Creen que seríamos más felices en cuclillas en una casa de barro trabajando deslomados desde el amanecer hasta el anochecer en los campos. Esto es una sandez. La manera de conseguir la verdadera libertad para desarrollar el potencial de hombres y mujeres hasta su plenitud está precisamente en el máximo desarrollo de la industria, la agricultura, la ciencia y la tecnología. El problema es que estos instrumentos poderosos del progreso humano están en manos de individuos que los subordinan al beneficio, distorsionando su propósito, limitando su aplicación y retrasando su desarrollo. Está claro que la ciencia habría descubierto hace mucho tiempo ya una cura contra el cáncer o encontrado una alternativa limpia y barata a los combustibles fósiles si no estuviese encadenada al carro del beneficio.

La ciencia y la tecnología sólo podrán materializar su tremendo potencial cuando se libere del abrazo sofocante de la economía de mercado y se ponga al servicio de la humanidad en un sistema de producción democrático y racional, en que primen las necesidades de la sociedad  y no los beneficios. Esto nos permitiría reducir las horas de trabajo al mínimo, liberando así a hombres y mujeres de las largas jornadas de esclavitud en el trabajo y permitiéndoles desarrollar el potencial físico, intelectual o espiritual que puedan tener. Este es el salto de la humanidad "del reino de la necesidad al reino de la libertad".

Después de la caída de la Unión Soviética los defensores del viejo orden estaban exultantes. Hablaban del fin del socialismo e incluso del final de la historia. Nos prometieron una nueva era de paz, prosperidad y democracia, gracias a los milagros de la economía de libre mercado. Ahora, sólo quince años después, estos sueños se han reducido a un montón de cenizas. No queda piedra sobre piedra de estas ilusiones. Los problemas serios requieren medidas serias. ¡No es posible curar el cáncer con una aspirina! Lo que hace falta es un cambio real de la sociedad. El problema fundamental es el propio sistema. Aquellos expertos económicos que afirmaban que Marx no tenía razón y que las crisis capitalistas eran aguas pasadas (el "nuevo paradigma económico") han demostrado estar equivocados.

El último boom económico tuvo todas las características del ciclo económico descrito por Marx hace mucho tiempo. El proceso de la concentración de capital ha alcanzado niveles asombrosos. Hubo una orgía de fusiones y un aumento de la monopolización, alcanzando proporciones inimaginables. Este proceso no llevó como en el pasado al desarrollo de las fuerzas productivas. Cerraron fábricas como si fueran cajas de cerrillas y miles de personas se quedaron sin empleo. Ahora este proceso se acelerará, a medida que el número de bancarrotas y cierres aumente según pasan los días.

¿Cuál es el significado de todo esto? Estamos presenciado la dolorosa agonía de un sistema social que no merece vivir, pero que se niega a morir. Eso no es sorprendente. Toda la historia nos demuestra que ninguna clase dominante renuncia a su poder y privilegios sin luchar. Esa es la explicación real de las guerras, el terrorismo, la violencia y la muerte que son las características de la época en la que vivimos. Pero también presenciamos los dolores de parto de una nueva sociedad, una sociedad justa, un mundo adecuado para que vivan hombres y mujeres. A través de estos acontecimientos sangrientos, en un país tras otro, está naciendo una nueva fuerza, la fuerza revolucionaria de los trabajadores, campesinos y jóvenes.

George Bush está borracho de poder e imagina que su poder no tiene límites. Desgraciadamente, hay algunos en la izquierda que creen lo mismo. Pero están equivocados. Una oleada revolucionaria recorre América Latina. La revolución venezolana fue un terremoto que provocó ondas sísmicas en todo el continente. El movimiento de las masas en América Latina es la respuesta final a todos los que dicen que la revolución ya no es posible. No sólo es posible, sino absolutamente necesaria, si se quiere evitar un desastre para el mundo en un futuro próximo.

Millones de personas comienzan a reaccionar. Las masivas manifestaciones contra la guerra de Iraq sacaron a millones de personas a las calles. Esa fue una señal del inicio de un despertar. Pero el movimiento carecía de un programa coherente para cambiar la sociedad. Se acabó el tiempo para los cínicos y escépticos. Es el momento de echarles a un lado y luchar. La nueva generación está dispuesta a luchar por su emancipación. Busca una bandera, una idea y un programa que pueda inspirarla y dirigirla hacia la victoria. Eso sólo puede ser la lucha por el socialismo a escala mundial. La elección que tiene ante sí la raza humana es socialismo o barbarie.

Octubre de 2008.

Lea también Una alternativa marxista a la crisis global del capitalismo (segunda parte)

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